- El director Jhonny “Shonny” Romero asegura en exclusiva para El Diario que el teatro en Venezuela necesita más apoyo económico para desarrollarse mejor y poder evolucionar, sobre todo ahora que, por la pandemia del covid-19, los espacios para las artes escénicas han permanecido cerrados
En el colegio Cristóbal Rojas de los Valles del Tuy, estado Miranda, una profesora de teatro camina por los pasillos y entra en las aulas, una por una. Da los buenos días, se presenta y explica que está escogiendo a cinco estudiantes por clase para conformar un grupo de artes escénicas. El procedimiento es similar en todas las secciones. Al entrar en el salón de 5° B, la docente pide que levanten la mano los interesados en participar y, en eso, alzan la mano cinco estudiantes, todas niñas. Un niño moreno sentado al fondo parece indeciso, como si algo dentro de sí le dijera: “¡Vamos, levanta la mano!”, sin embargo, no lo hace.
Las niñas se marchan con la profesora de teatro y el niño se queda en su pupitre, dubitativo.
–¿¡Por qué no levanté la mano!?–, se recrimina.
Al finalizar la clase, la profesora de esa sección se acerca al pequeño.
–¿Qué te pasa?–, le pregunta.
–Estoy triste porque quería ir con ellos.
–¿Y por qué no levantaste la mano? ¿Qué es lo que realmente te gusta?
–El teatro–, responde luego de una pequeña pausa.
Ese diálogo, que tuvo lugar en 2002, refleja cómo Jhonny Romero, mejor conocido como Shonny, se inició en las artes escénicas a los 9 años de edad. Ahora es un joven artista que se convirtió en un reconocido director de teatro en Venezuela.
En entrevista exclusiva para El Diario, Romero da detalles sobre las condiciones en las que se encuentra el teatro venezolano actualmente.


El director de 28 años de edad, considera que existen tres elementos fundamentales que han mermado en el teatro y que es necesario rescatar con urgencia: el profesionalismo, la mística y el compromiso.
Sin embargo, agrega que es necesario un cuarto componente “vital”: el apoyo en general, tanto financiero e intergrupal, como cultural e interpersonal.
“Yo creo que si regimos el teatro profesional desde ese punto de vista, podemos encontrar una gran evolución. ¡Seríamos mejores, no solo como personas, sino también como artistas!”, opina.
Teatro actual y su adaptación a la época de cuarentena
Shonny –hablando con pasión y orgullo–, afirma que gracias a la cercanía que ha tenido con grandes exponentes de las artes escénicas, ha podido tener buenas nociones de “cómo debería ser” y lo que, incluso, llegó a ser el teatro en algún momento de Venezuela. Detalla, además, que a través de sus grandes maestros –como Carlos Márquez, Ibrahím Guerra, José Gabriel Núñez y Manuelita Zelwer– pudo construir un conocimiento firme sobre el teatro de antaño; un teatro sólido, poderoso, profesional y significativo. Esta formación generó en Shonny un contraste bastante brusco al encontrarse con una realidad actual completamente distinta, una realidad golpeada.
El también fotógrafo con voz serena, considera que actualmente el teatro ha perdido buena parte de su esencia. Ha estado sometido a muchos cambios, en su mayoría, perjudiciales. Entre algunos de ellos están la falta de subsidios, compromiso, profesionalismo y pasión que otrora caracterizaban al teatro del país. A esta lista de cambios negativos, se suma el covid-19.

—Motivados por la crisis del país, muchos venezolanos, entre ellos, artistas, han migrado a otros países en los últimos años, con la idea de continuar su trayectoria artística. ¿Crees que es poco probable?
—Estimo que de 20 artistas, tal vez dos logren hacerlo. A los otros les tocará, como a la mayoría de venezolanos, reinventarse y buscar la manera de tener una estabilidad económica y social. Luego, cuando tengan oportunidad, podrán seguir desarrollándose artísticamente.
El ya avezado artista también rescata un aspecto nuevo que ha representado –de forma positiva e interesante– un desafío. La metodología y el estilo de hacer teatro ahora obligan a los creadores de arte a reinventarse, a generar nuevas propuestas para intentar expresar lo que desean, lo cual es enriquecedor. Ejemplo de ello es el teatro online –explica–, un movimiento que se ha desarrollado a través de diversas plataformas como Zoom y Google Meet que han permitido lecturas dramatizadas.

“Sin embargo, sabemos que la conexión en el país, en cuanto al Internet y redes, hace que el que está detrás de la pantalla no pueda percibir un trabajo óptimo”, añade el director.
Asimismo, Shonny revela que actualmente está retomando un proyecto iniciado en el 2019 con José Gabriel Núñez, dramaturgo venezolano de renombre y uno de sus mirandinomentores.
Esta obra inédita –de la cual no puede dar detalles aún– planean presentarla pronto, a propósito de la reactivación de actividades culturales en el país que anunció el régimen el pasado 20 de enero y que serán permitidas en las semanas de flexibilización. No obstante, la pieza de Romero y Núñez no tiene fecha determinada todavía.

—¿Consideras que hay suficientes universidades e institutos que formen actores y actrices en Venezuela?
–Hay pocas instituciones, ¡muy pocas! Universidades, creo que nada más hay dos (Universidad Nacional Experimental de las Artes y la Universidad Audiovisual de Venezuela). Escuelas, algunas (entre ellas, la Escuela Superior de Arte Escénico Juana Sujo y la Escuela Nacional de Artes Escénicas César Rengifo). Hace falta crear espacios para la formación profesional de futuros actores, directores, artistas del medio teatral.
—¿Cuáles son las consecuencias de las limitadas instituciones?
–Bueno, como hay pocas, la formación es precaria, es poco profesional. Creo que hace falta inyectar incentivos, más apoyo, por supuesto, y mucho rigor. Porque el teatro no es ir a una plaza con maquillaje a sonreír a la gente. ¡El teatro va más allá de eso, el teatro es un templo sagrado!
¿Quién es Shonny Romero?
Licenciado en Teatro, actor de cine y televisión, director teatral, diseñador gráfico y fotógrafo. Es un “amante del arte”, como él mismo se define.
La rama artística que más le apasiona es la ópera, debido a que en ella se fusionan la música, el teatro, la danza y el trabajo audiovisual. Todo ello resulta “inspirador” para Shonny. De allí, su admiración hacia artistas como Giuseppe Verdi y Giacomo Puccini (antiguos compositores italianos de ópera).
El artista venezolano asegura que todo su trabajo está directamente relacionado e influenciado por las grandes presentaciones operísticas.
Por su talento y constancia, Romero fue nominado a mejor dirección por la “Fundación Isaac Chocrón” (Fich) en el año 2017 por la puesta en escena que logró con Casa de Sangre y de Cenizas. Además, fue nominado por la organización Microteatro Venezuela a mejor dirección en 2018 por el montaje de Todos Somos Malaika, donde además figuró entre las nominaciones a mejor iluminación y sonido, entre otros discursos escénicos que conformaban su puesta en escena, ya que también fueron producidos por él en esta ocasión.

Sin embargo, Romero confiesa que el reconocimiento que le han dado a los actores y al equipo que lo ha acompañado en sus proyectos, son los premios más significativos que tiene.
El teatro, una herramienta de denuncia
El director define al teatro y todo lo que involucra, como una herramienta capaz de decir, de expresar, pero incluso más allá de eso, capaz de denunciar. Esta variación del arte le ha dado una voz a quienes no la tenían, incluyéndose él mismo.
Ha logrado exteriorizar a través de las obras teatrales tantas cosas que no había logrado estructurar y manifestar con palabras. Él –quien se considera cobarde para protestar en contra del abuso y represión a diario– ha adoptado al teatro como parte de sí, como una forma de vida y como un arma para reaccionar y romper el silencio.

Shonny cree que uno de los errores más comunes de quienes se dedican al arte, es olvidar que antes de ser artistas –así como pudiesen ser médicos, ingenieros, economistas o profesionales de cualquier área–, son personas, como todos. Considera que los creadores que han tenido esto muy claro, han llegado a mostrar planteamientos artísticos más empáticos y humanos.
Inicios del director venezolano
Aquella vez en el aula de clases de 5° grado cuando no levantó la mano, fue la única en que Shonny cohibió sus deseos artísticos. Luego de que la maestra hablara con él, ella se reunió con la profesora de teatro y logró que el futuro director se uniera al grupo al que tanto ansiaba pertenecer. “Desde ese momento entendí la necesidad y la claridad que de pronto yo tenía desde muy pequeño de formar parte de este oficio”, añadió.
Próximo a cumplir 15 años de edad, Shonny era un chico apasionado buscando igualmente hacer arte, aunque ya desde un enfoque más profesional. Este nuevo paso que decidió dar, estuvo obstaculizado por el lugar en el que se encontraba, los Valles del Tuy. Allí no había agrupaciones teatrales medianamente sólidas –y sigue siendo así–. Sin embargo, logró conseguir un grupo de danza e ingresó, convenciéndose de que si no podía hacer teatro, al menos se dedicaría a algo relacionado con el arte.
El joven artista estaba involucrado ahora a las artes escénicas, desde otra disciplina de las mismas. Estando allí, pudo dar con un grupo teatral al cual se unió sin dudarlo.

Cuando Facebook apenas comenzaba a popularizarse en Venezuela, entre 2007 y 2008, Shonny le escribió por esta red social a Rossana Hernández, actriz, directora y productora destacada del gremio teatral en la actualidad, quien también estaba en los inicios de su carrera, aunque con un poco más de experiencia. Él no la conocía, pero le escribió durante su búsqueda de actores y actrices para relacionarse y crecer en este mundo.
El Shonny adolescente de aquel entonces le solicitó orientación a Hernández, diciéndole que deseaba hacer teatro profesional pero no sabía cómo hacerlo. Ella le aconsejó –entre varias cosas– ingresar al Instituto Universitario del Teatro (Iudet) ubicado en la capital venezolana, al terminar el bachillerato.

Regresó a Caracas y terminó sus estudios en el año 2015, convirtiéndose en licenciado en Teatro, mención actuación.
Romero consideraba rotundamente necesario profundizar en el trabajo del actor para luego enfrentarlo, comprenderlo y guiarlo desde la otra cara de la moneda, que es la dirección.
Pasado y futuro del teatro venezolano
A pesar de los obstáculos que han surgido, Shonny aplaudió las propuestas teatrales innovadoras que se han publicado en los últimos cinco años, utilizando los avances aprovechando los recursos que les brindan los avances tecnológicos. A su juicio, “vienen respondiendo a esa necesidad de evolucionar, de encontrar alternativas dentro de lo que se puede hacer”.
Estima que, por ejemplo, muchos directores con gran talento lograron explotar su potencial gracias a esta necesidad de reinventarse, de experimentar y mostrar algo que cumpla con los nuevos estándares del público: contenido, estética e innovación.
En estos casos, explica que una fórmula no es correcta o incorrecta porque se haya ejecutado bien o mal, sino porque no compagina con lo que desea ver el espectador.

Por otra parte, Shonny tomó en cuenta otros ingredientes negativos que también están dentro de este caldero llamado “desarrollo teatral moderno” para especular y deducir el escenario más probable del teatro en cinco años.
Señala así a la “división” entre los grupos teatrales como una de las características que más sazonan al teatro de hoy, agregando que siempre ha estado presente, pero ahora más que nunca. Así como la “anarquía” para realizar teatro desde un punto de vista erróneamente subjetivo, apelando más a lo que quiere ver el creador que a lo que quiere ver el público.


Obras significativas
De todas las obras que ha dirigido, Shonny destacó tres de ellas: El Largo Camino del Edén (2016), Casa de Sangre y Cenizas (2017) –ambas escritas por José Gabriel Núñez– y Por Toda la Hermosura (2019) –escrita por la dramaturga española Nieves Rodríguez Rodríguez–.
A su criterio, las mencionadas piezas tienen un “vínculo directo con el país”, un compromiso que se puede apreciar en todo momento. Fue justamente esa impresión en Shonny la que lo motivó a darle vida a estos textos.
El Largo Camino del Edén es un monólogo en donde se muestra a una madre que está siendo investigada e interrogada tras la desaparición de su hijo. Haciendo uso de saltos temporales, la obra conduce al espectador por un largo camino de tristes acontecimientos padecidos por este personaje ante la incertidumbre de no saber el verdadero paradero de su hijo.
Casa de Sangre y de Cenizas muestra a una familia atravesando un momento crítico, luego de haber vivido una época de alegría y felicidad plena. El caso de esta casa llamó la atención de un periodista que acude a ella en busca de información para revelar el porqué de su radical cambio. Nuevamente, por medio de juegos temporales, la criada del hogar –ya anciana en el presente– en una conversación con el comunicador social, proyecta sus recuerdos, narrando el compendio de acontecimientos que llenó la casa de sangre y de cenizas.
Por Toda la Hermosura –presentada por primera vez fuera de España en Caracas, Venezuela, bajo la dirección de Shonny Romero–, exhibe un escenario producto de la guerra. Poéticamente, expone al público cómo una familia logró sobrevivir a un conflicto bélico y se refugia en las sombras, esperando un milagroso tratado de paz que les devuelva la posibilidad de cumplir sus sueños, permitiéndoles rescatar lo poco que quedó de toda la hermosura de sus vidas pasadas.
Esta última, Shonny la define como “una obra enmarcada en una guerra que retrata la realidad que pudo vivir un país como España. Encuentras allí elementos que te describen, que te desnudan y te muestran cómo la historia se repite en otros sitios, específicamente en un país como Venezuela donde la obra nos retrataba exactamente como estamos. Para mí fue algo poderoso ver cómo a través de la poesía, el teatro nos golpeaba de una manera contundente”.
Lista de obras dirigidas por Shonny Romero:
- El largo camino del Edén. De José Gabriel Núñez (2016)
- Peter Pan y Wendy Pérez. De Karin Vallecillos. (2016).
- Casa de Sangre y Cenizas de José Gabriel Núñez (2017)
- Revista musical: Un poeta en salsa, tributo a Rubén Blades. (2017).
- Campanita y flyn Raider. De Jan Thomas Mora. (2018).
- La Mantis. De Alex Cubero (2018).
- Todos Somos Malaika. De Lil Quintero (2018).
- ROSSA de Shonny Romero (2018).
- Por Toda La hermosura. De Nieves Rodríguez Rodríguez (2019).
El teatro ha sido una de las disciplinas artísticas más afectadas por las condiciones actuales; tal como explica Shonny, los escasos recursos, el desamparo económico, la migración de artistas experimentados y la falta de compromiso en un porcentaje importante de los artistas que aún permanecen en el país aunado a la cuarentena producto del covid-19, han contribuido a la depauperación del teatro.
Todo lo cual se traduce en pocas probabilidades de un futuro sólido para el mundo de las artes escénicas en Venezuela.