- Un estudio realizado por el centro de investigación estadounidense Brookings Institution reveló la brecha que existe en la ayuda internacional que reciben los refugiados venezolanos con respecto a otros migrantes
Los países que abrieron sus puertas a los más de 5.300.000 venezolanos que han huido para buscar un mejor futuro necesitan financiación para atender, lo que se considera, una de las mayores migraciones en la historia del continente.
Esta realidad está reflejada en el más reciente informe publicado por el centro de investigación estadounidense Brookings Institution. En dicha investigación revelan que la diáspora venezolana, sin bien ha recibido la atención de distintos países y organizaciones internacionales, esto no se ha traducido en un apoyo financiero que se encuentre a la altura de las circunstancias.
En el texto mencionan que aún cuando la cifra de nuevos migrantes venezolanos disminuyó durante el año 2020, ubicándose en 700.000 personas, el número total de refugiados no ha dejado de incrementarse desde mediados de 2015, cuando inició el éxodo.
Plantean que esto ha llevado a que se produzcan paralelismos, en término de número de desplazados, entre el caso venezolano y el drama migratorio ocasionado por el conflicto bélico que se registra en Siria desde inicios de 2011. Este último suma ya unos 6.600.000 refugiados, principalmente en países de la región del Medio Oriente.
Sin embargo, un aspecto llamativo es que pese a las similitudes entre los dos casos existe una brecha considerable en el financiamiento internacional para paliar los efectos de ambas crisis migratorias.
“En el caso de Siria, con cifras actualizadas a finales de 2020, ha habido más de 20,8 millardos de dólares en financiamiento desde el comienzo del éxodo. En el caso de Venezuela, para la misma fecha, la cifra era de solo 1,4 millardos de dólares”, se lee en el informe que contó con la participación del economista venezolano Dany Bahar.
El documento destaca que aun cuando la cifra de refugiados venezolanos casi duplica a la registrada en Sudán del Sur —que a la fecha se estima en 2.300.000 personas—, la ayuda humanitaria que han recibido estos desplazados es de unos 3,2 millardos de dólares. Es decir, más del doble que la percibida durante los últimos cinco años por los migrantes venezolanos.
Menos favorecidos
Un ejemplo de la brecha que implican estas cifras es que al trasladarlas a un monto per cápita representan cantidades significativamente menores que las que reciben el resto de los desplazados en el mundo.
- 3.150 dólares por cada sirio
- 1.390 dólares por sudanés
- 265 dólares por venezolano
El estudio del Brookings Institution apunta que esto se traduce en que la financiación para los refugiados sirios ha sido 10 veces mayor que la de los venezolanos, en términos per cápita.
“Incluso si asumimos generosamente que el llamamiento de la ONU para 2021 se cumple en su totalidad, la cantidad total de fondos para la crisis de refugiados venezolanos alcanzaría los 3 millardos de dólares, lo que se traduce en menos de 600 dólares por persona”, continúa el estudio.
Una de las revelaciones que surgen a partir de dicha investigación es que pese a que distintos países se han comprometido a destinar recursos para mejorar la situación de los migrantes venezolanos, esto no se ha cumplido a cabalidad. Un ejemplo de esto fue el pronunciamiento de Filippo Grandi, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, en 2020 cuando afirmó que 60 países estaban dispuestos a aportar un total de 2,79 millardos de dólares en ayuda.
Sin embargo, de esa cifra solamente unos 700 millones de dólares se trataban realmente de ayuda humanitaria, pues el resto —2,7 millardos de dólares— corresponden a préstamos en condiciones favorables de los bancos de desarrollo de la región.
¿Quiénes pueden ayudar?
Bahar comenta en exclusiva para El Diario que, a fin de atender la crisis migratoria que atraviesa la región como consecuencia de la diáspora venezolana, es imperativo que los países de acogida reciban ayuda internacional.
Plantea que la fuente de este financiamiento podrían ser los países desarrollados, pues estos cuentan con el músculo necesario para para poder asumirlo.
“Tiene que ser un esfuerzo de los países ricos mediante fondos destinados a ayudar a naciones en vías de desarrollo”, explica.
Dice que en este sentido existen instituciones como el Departamento de Desarrollo Internacional (DFID por sus siglas en inglés) del Reino Unido y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid por sus siglas en inglés) que podrían colaborar. Argumenta que los mencionados organismos cuentan con presupuestos de 19,4 y 41 millardos de dólares, respectivamente.
La propuesta del economista tiene fundamentos, pues en el caso de Usaid no sería la primera vez que facilita ayuda a los refugiados venezolanos. Hasta la fecha, según indica el propio organismo, ha proporcionado más de 856 millones de dólares en asistencia humanitaria.
Detallan que de esta cifra ya han sido entregados 571 millones de dólares, de los cuales 400 millones fueron dirigidos a los países receptores de los migrantes y los otros 171 millones a ayudas a personas que aún permanecen en Venezuela.
No obstante, conseguir la fuente de financiamiento no es el mayor problema, según dice Bahar, pues la crisis económica mundial causada por la pandemia de coronavirus ha hecho que los países tengan una menor disposición a colaborar.
Apoyo sin recursos
El informe del Brookings Institution resalta que si bien existe una marcada falta de recursos para que los países puedan afrontar la llegada de la diáspora venezolana, esto no ha implicado que decidan dejar de recibirlos.
Países como Perú han dado facilidades a los migrantes venezolanos para que puedan integrarse al concederles la posibilidad de tramitar una visa temporal para legalizar su permanencia en esa nación. Acción que desde Brookins Institution califican como “una lección para la comunidad internacional”.
Apuntan que otros dos países que también han otorgado facilidades para los venezolanos son Brasil y México, donde a estos se les da el estatus de refugiados. Esto supone que dichos Estados apliquen la Declaración de los Refugiados de Cartagena firmada en 1984, que plantea el principio de la no devolución.
Este principio del derecho internacional prohíbe al país que recibe refugiados devolverlos a su país de origen si ello implica un riesgo de ser perseguidos o de que se violen sus derechos humanos.
Un ejemplo para la región
Colombia es otro de los países que ha actuado en favor del éxodo venezolano, siendo el mayor receptor de migrantes con casi 2 millones de personas. Esto no ha impedido que el gobierno de ese país ofrezca facilidades como lo demuestra el más reciente plan que otorgará una condición migratoria regular renovable de 10 años a 1.7 millones de venezolanos.
Desde el organismo de investigación estadounidense califican esta decisión como uno de los programas de amnistía más generosos para inmigrantes indocumentados en la historia moderna.
En este sentido, Bahar considera que este tipo de políticas no son solamente humanitarias, sino también inteligentes, pues permiten que esta población pueda insertarse en la actividad productiva del país.
Por este motivo cree que la postura asumida por Colombia debería convertirse en la ruta de acción de cualquier país para abordar crisis migratorias como la venezolana. Cree también que este país podría ser visto como una referencia al momento de pensar en la financiación para ayudar a los migrantes venezolanos.
De acuerdo con cifras publicadas por Colombia en 2019, para ese año el país destinaba cerca de 1,5 millardos de dólares anuales para atender la llegada de venezolanos al país.
El informe concluye que si bien a los 5.300.000 refugiados les vendría bien la simpatía de la comunidad internacional, lo que realmente necesitan es financiación para poder mejorar sus condiciones de vida.