- Especialistas sugieren que los pacientes cumplan rutinas diarias, fortalezcan los lazos afectivos y cuiden las horas de descanso. Foto: Andina.pe
“Nadie tiene derecho a juzgarte sobre cómo manejar esta situación”. Así lo advierte Aníbal Graffe, un joven de 31 años de edad, quien apenas hace días culminó su recuperación tras contagiarse de covid-19. Él estuvo aislado durante un mes en su casa, en Caracas.
Aunque su historia, quizá, dista de la que pueden atravesar quienes por distintas razones deben permanecer a merced en un centro de salud (público o privado), y todo lo que ello conlleva en Venezuela, Graffe señala que lo más difícil con lo que tuvo que lidiar en su cuarentena fueron los pensamientos obsesivos negativos y la preocupación por el futuro.
“Intentaba dormirme en los momentos que sentía ansiedad. Daba vueltas por el cuarto, intentando distraerme o me ponía a ver algo en el celular. A veces llegué a sentir una presión ligera en el pecho, palpitaciones. La misma sensación de que me faltara el aire. Pensaba, incluso, que el oxímetro o el termómetro podrían estar errados. Era como una especie de paranoia. Además del miedo de contagiar a mi mamá y el miedo de empeorar; saber que tienes algo que realmente te puede acabar”, señala el caraqueño para El Diario, al tiempo que confiesa que actualmente siente que presenta secuelas como insomnio, dolores de cabeza, taquicardia y presión en el pecho.
De acuerdo con un estudio publicado el 6 de abril de 2021 en The Lancet Psychiatry, a un 34% de pacientes con covid-19 tratados en Estados Unidos los diagnosticaron con un trastorno de salud mental o neurológico, como ansiedad, demencia o depresión, en los seis meses posteriores a contagiarse. Los investigadores de Oxford comprobaron, entre otras cosas, que existe un 44% más de riesgo de que diagnostiquen un trastorno mental o neurológico después de padecer covid-19 que tras sufrir una gripe.
Concluyen así que el covid-19 “resulta en un mayor riesgo de trastornos psiquiátricos o neurológicos”.
Un dilatado malestar emocional que puede terminar en depresión
Según especialistas en materia de salud mental, la ansiedad y la angustia lucen como los trastornos psicológicos más frecuentes durante la pandemia del covid-19; no solo en quien ya ha sufrido la enfermedad sino en la población general. El miedo exacerbado, la paranoia y la incertidumbre completan el abanico.
“Hay una afectación psicológica en la población en general por el periodo que estamos atravesando. Y más en la segunda ola, donde aun sin haber sufrido de esta enfermedad, se registra una reacción, un aumento de solicitudes de ayuda. Mucho estrés, ansiedad, desórdenes psicológicos. La pandemia generó una gran preocupación y malestar emocional que se evidencia en este cambio en el estado de ánimo; en el agotamiento, la sensación de peligro, irritabilidad, pánico, salir y estar en situaciones de multitudes, miedo exagerado a contagiarse”. Así lo explica para El Diario la psicóloga y presidenta de la Asociación Latinoamericana de Psicología Social y Política, Yorelis Acosta.
La experta señala que después de un año están afectados no solamente los adultos mayores o los que padecen la enfermedad y sus familiares; también los médicos, las enfermeras, las maestras, los estudiantes. “Todos somos vulnerables, en especial el personal sanitario, niños, adultos mayores, cuidadores. Hasta las mujeres se han convertido en un grupo vulnerable porque han llevado muchísima carga (de todo lo señalado), más el apoyo a sus hijos en casa”, agrega.
Para Acosta, la situación es mucho más compleja en Venezuela, en comparación a cómo se vive en otros países. Esto como consecuencia de la situación económica, el desgastado sistema sanitario y el déficit de servicios públicos como agua, electricidad y gas. En fin, de las heridas sociales que presenta el venezolano.
“La situación a la que ha estado expuesta la población venezolana en general, o que reside en el país, nos ha hecho desarrollar ciertas habilidades, ciertas competencias que, paradójicamente, nos han ayudado a gestionar estos tiempos de pandemia por covid-19”, asegura para El Diario el presidente de la Federación de Psicólogos de Venezuela, Juan Carlos Canga.
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A muchos venezolanos le ha tocado lidiar, en las últimas décadas, con el duelo, la angustia, la nostalgia, entre otros. En medio de la pandemia por covid-19 ahora se exacerban otras emociones. En el segundo año consecutivo de la pandemia, y cuando en los últimos días se ha reportado el récord diario de casos de contagio y víctimas mortales por coronavirus en el país, aflora el agotamiento físico y mental de muchos y la inestabilidad emocional.
La depresión
No es lo mismo estar triste que presentar un cuadro de depresión. Así lo explica Acosta, pues, aunque pueden compartir semejanzas, el elemento diferenciador está en que la depresión es un trastorno del estado de ánimo que se caracteriza principalmente por sentir malestar, dolor profundo, sensación de soledad, malestar interior, dificultad de interacción con el entorno. Pero sobre todo, una tristeza muy profunda de haber perdido el sentido de la vida.
“Eso no pasa con la tristeza, e incluso con otra derivada de estas emociones como la nostalgia. La tristeza es una emoción básica, que experimentamos todos los seres humanos, inevitable y pasajera. Es la respuesta psicológica ante algo que nos ha sucedido, herido. No es patológica. En cambio, la depresión sí es una enfermedad que va a requerir tratamiento especializado, muchas veces fármacos”, señala.
Se trata entonces de una alteración bioquímica del cerebro que produce síntomas físicos y psicológicos y que se debe tratar con psicoterapia y antidepresivos.
Especialistas señalan que la falta de energía, la pérdida del apetito, las fallas en la memoria, las alteraciones del sueño, migrañas, palpitaciones, trastornos gastrointestinales, y la recurrente idea de la muerte o del suicidio pueden ser indicadores de depresión y requieren de ayuda profesional.
Aunque se ha demostrado que el tener alguna predisposición genética influye en la depresión, algunos factores como duelos no procesados o vivir permanentemente con altos niveles de estrés inciden en agravar el cuadro.
En el caso de las personas depresivas que resulten positivo para covid-19, es fundamental prestarles apoyo y manifestarles interés. Por lo general, ellos no buscan ayuda por iniciativa propia .
La también coordinadora del Área Sociopolítica del Centros de Estudios del Desarrollo (Cendes) de la Universidad Central de Venezuela (UCV) señala que una persona con depresión debe estar atenta. Esto porque hay otros factores que presionan y que posiblemente puedan desencadenar o acentuar algunos de estos síntomas (tristeza, sensación de derrota en estos momentos de vulnerabilidad, desesperación, impotencia) y también esos pensamientos que acompañan a la persona deprimida de sentirse inútil, rechazada, no querida o una soledad infinita. “Además, si la persona antes padecía de ansiedad, pensamientos recurrentes (los miedos), esta dimensión psicológica, después de que el paciente supera el covid-19 tampoco desaparece”, agrega la experta.
Según un informe de la OMS, ya en 2019, un año antes de la pandemia, en Venezuela 4,2 % de los ciudadanos estaría padeciendo depresión. La cifra equivaldría a más de 135.000 personas, basado en una proyección del Censo 2011 del Instituto Nacional de Estadísticas (INE).
La experta es enfática en que el núcleo familiar de la persona deprimida debe estar atento ante cualquier cambio del comportamiento o acentuación de estos aspectos; buscar ayuda en nombre del paciente, verificar que se tome su medicación, además de que cumpla con todo el tratamiento para la enfermedad.
Asegura que el miedo y la angustia se puede trabajar desde casa y recomienda tratar de llevar una rutina diaria; aun cuando la casa es el espacio donde se tiene que desarrollar toda la vida: trabajo, recreación, descanso, etc.
Acosta además sugiere organizar el día por bloques de horarios y evitar las tareas simultáneas. “Si la persona está enferma, tiene que levantarse, ir al baño, cambiarse la ropa, ducharse. Tratar de mantenerse despierto, leer, no descuidar su higiene, hacer sus comidas. Hay algún tipo de ejercicio que se puede hacer desde ahí: mover los brazos, mover las piernas. Porque eso también te va afectar. Se trata de pensar ¿Qué cosas podemos hacer? Se trata de eso. De reducir esa exposición a noticias negativas, mantener el contacto social. Le tenemos mucho miedo al aislamiento social pero no es social. Porque usted puede llamar por teléfono, hacer una videollamada, utilizar adecuadamente las redes y apoyarse en los otros”, indica.
Desenlace abierto
A diferencia de otros países que impulsan el acceso a la vacuna contra el covid-19, de manera prioritaria e inmediata, para muchos en Venezuela eso resulta utópico. Esto debido a las reiteradas denuncias de corrupción en la administración de las mismas e incluso ante el contraste de declaraciones de la vocería oficial.
El “¿Cuándo podré vacunarme?” y el “¿Cuándo terminará la pandemia?”, resultan preguntas abiertas de las que parece no haber respuestas certeras.
En ese sentido, el doctor Juan Carlos Canga explica que resulta fundamental manejar la incertidumbre y la inquietud ante lo impredecible del futuro.
“Nosotros hemos sido educados para reducir la incertidumbre a sus niveles más bajos. Nos formamos, tenemos un proceso de escolarización, un proceso de desarrollo personal y laboral y una etapa de retiro. Ahora nos toca redescubrir y aprender a gestionar sin fechas de finalización. Interiorizar eso nos va a dar la tranquilidad y la serenidad necesaria para poder incorporar los estilos de vida y los cuidados necesarios para, paradójicamente, colocarle fin o una fecha más temprana de finalización a lo que es la pandemia. Eso nos va a permitir asumirla con mayor tranquilidad, mayor sosiego y mayor responsabilidad”, señala el experto.
El apoyo
En vista de la inexactitud del fin de la pandemia, y entendiendo que seguirán los cambios forzados, resulta obligatorio prestar atención a las señales que pueda emitir el cuerpo o la mente. La falta de concentración, el agotamiento y el aturdimiento pueden ser señales que deben ser canalizadas a través del oportuno descanso y la necesaria recreación.
Evitar la queja, tomar minutos de Sol, salir a caminar a espacios abiertos con menor exposición de personas. Ademas de propiciar encuentros con la naturaleza, meditar y tratar de mantener la calma son parte de las recomendaciones.
Privilegiar el consumo de alimentos saludables, practicar alguna actividad física con regularidad, evitar el consumo de estupefacientes, y reconocer las emociones también forman parte de la guía para cuidar la salud mental.
“Si identifica cambios en su patrón de sueño y alimentación, pensamientos que considera negativos, si siente que no puede enfrentar alguna situación, busque ayuda profesional. En caso de sentir que la ansiedad, el miedo y la tristeza le están impidiendo realizar sus actividades cotidianas, no dude en buscar ayuda profesional”, sugieren los expertos de la Federación de Psicólogos de Venezuela.
Tanto Acosta como Canga coinciden en que es el momento para afianzar los lazos afectivos y apoyarse en la familia.
Actualmente, La Federación de Psicólogos de Venezuela ofrece una línea telefónica de atención psicológica gratuita. A través de los números de teléfono +58 212 4163116 y +58 212 4163118, de viernes a miércoles de 8:00 am hasta las 2:00 am, pueden atender pacientes. También reciben mensajes a través de su cuenta en Twitter @fpv_vzla. Por su parte, Yorelis Acosta, comparte constantemente algunas recomendaciones en su cuenta de Instagram y Twitter @yorelisaco y en @superodepresion. Una iniciativa de un grupo de periodistas para brindar información sobre la depresión y su tratamiento.
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