• Una venezolana fundó la escuela de ecoconciencia Caribbean Kidz en una de las playas más concurridas y con mayor contaminación en Margarita. Las niñas y niños aprender no solo a conocer cómo cuidar el planeta, también les ayudan con clases de Castellano y Matemáticas 

Vanessa Quintero había invitado a un grupo de niños a fijar letreros de no tirar basura en playa El Yaque, en Margarita (estado Nueva Esparta). Lo hace cada vez que puede, es parte de su trabajo para iniciar a los niños en su labor de conciencia ambiental. Cuando le pidió a uno de los niños más grandes, se quedó en blanco. En silencio. Lo mismo hizo ella. El niño estaba en primer año de liceo y apenado le dijo que no sabía cómo leer lo que había escrito. Enseguida le dijo que no se preocupara y propuso jugar. Ella lloró esa tarde. Le dolía ver un futuro incierto.

Quintero es oriunda de Maracay, estado Aragua, pero decidió mudarse a playa El Yaque en 2020. Ahí, y con muy pocos recursos, fundó una escuela de conciencia ambiental llamada Caribbean Kidz para enseñar sobre la importancia del cambio climático, además de promover acciones para la conservación de la Tierra y así formarlos con una perspectiva por el cuidado del planeta.

Escuela ambiental en Margarita

Sin embargo, cuando descubrió que muchos niños y niñas desconocían el abecedario se propuso ir más allá de la educación ambiental y decidió adoptar el compromiso de enseñar Literatura, Castellano y Matemáticas. 

Para lograrlo, Vanessa habló con vecinos de la zona y personas relacionadas con el ambientalismo para dar a conocer su iniciativa. Ha recibido el apoyo de muchos amigos que han donado libros, cuadernos y lápices para los niños de la escuela. 

“Nos dimos cuenta de que nuestros estudiantes no sabían qué era la atmósfera, ni sabían qué sucedía con las botellas de plástico que conseguiamos en la playa. Nos pasaba mucho que los niños nos perseguían cuando limpiábamos la playa, pero no sabían por qué lo hacíamos”, cuenta Vanessa.

Limpiar la playa, como hicieron aquel día, dice, le ha servido para enseñar a los niños y niñas a reflexionar y concientizar sobre hábitos, consumo y su relación con el ambiente. Pero sentía que no era suficiente con solo la teoría y ella quería darles un ejemplo, por eso ideó un plan: juntar la madera que conseguían en las orillas del mar, reciclarla y convertirla en las sillas y mesas que los niños utilizarían para ir a la escuela. 

De esta manera, han surgido más ideas como recolectar el plástico para hacer ecobloques o hacer carteles a partir de la madera que llega a la playa. Así, poco a poco, los niños han aprendido a limpiar la playa y a cuidar el ambiente. 

La creatividad es lo que le dio sentido a la escuela

Vanessa responde que actualmente imparte clases a 85 alumnos y que la mayoría de ellos sí va a la escuela. Pero son los propios niños y niñas quienes admiten que las clases a distancia son insuficientes y el método, en muchos de los casos, no es efectivo para la educación que necesitan.

Ella cuenta que en el primer año de la pandemia del covid-19 en Venezuela, las clases en el distrito escolar de El Yaque estuvieron paralizadas. Luego, se retomaron de manera online, pero son pocas las familias que tienen un teléfono inteligente. O en el caso de que sí llegaran las tareas, los niños realizaban pocas de esas actividades.

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Foto: @vanesurf2020

Observando esta situación, Vanessa dice que los niños van todos los días a hacer las tareas en la escuela de ecociencia Caribbean Kids. Los ayudan a entender los ejercicios y a comprender lo que están haciendo desde la creatividad, pues ella confía que, de esta manera, los estudiantes se inspiran y desean seguir aprendiendo. 

De esta manera, explica Vanessa, “muchas veces los llevamos de excursión para plantar árboles o les pido que recolecten 20 palitos de chupeta para que se puedan ganar una. Así, aunque empecé con muy pocos recursos, es que he podido sacar adelante la escuela”.

Vanessa considera que el proyecto ya ha tenido un impacto social en su comunidad. Asegura que falta mucho por hacer, sin embargo, agradece que  los niños sean los primeros interesados en esparcir la voz y contar lo que hacen cada día a los vecinos de la zona. Así es como ha crecido la escuela. 

Un proyecto reciclable 

Para los y las habitantes de El Yaque, por ejemplo, la presencia de plástico en la playa es un problema constante. Vanessa comenta que cada día se consiguen residuos que son sacados del mar y reciclados. Incluso, agrega que ha llegado a recoger basura que viene proveniente desde Trinidad y Tobago. 

Por esa razón, los niños también aprenden a hacer macetas a partir del reciclaje. La mayoría afirma que en este lugar los residuos son recursos que sirven de remedio para la Tierra. Otro de los logros de la escuela Caribbean Kids es construir papeleras con botellas de plástico para así contribuir con el reciclaje en Margarita. 

Niños en Margarita
Foto: @vanesurf2020

A partir de este proyecto que involucra el deporte, la educación ambiental y el reciclaje surgió la idea de replicar la iniciativa en otros estados del país. A Vanessa la han contactado desde Caracas para poder replicar su proyecto.

“He tenido la oportunidad de llevar los talleres en playa Parguito y playa El Agua para compartir y enseñar a los niños de la zona. También me han dicho que quieren hacer algo similar en Pampatar y la idea es que este proyecto inspire a otras personas y que esta labor de concientizar se multiplique en Venezuela”, comentó. 

Vanessa subraya que una de sus metas es hacer crecer esta iniciativa con los años. Y es que desde esta perspectiva, en Margarita muchos docentes pueden replicar esta actividad y trabajar en conjunto para educar sobre el cambio climático y sus efectos sobre la Tierra.  Así se pueden comenzar a dar los primeros pasos de una educación ambiental integral en las escuelas y que sean los alumnos quienes desde pequeños valoren el medio ambiente, la biodiversidad y sepan qué hacer para cuidarlo.

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