• En las garras de Twitter, queda poco de la imagen positiva de Tomás Guanipa, el abanderado por la MUD para la alcaldía del municipio Libertador de Caracas. En los barrios de la capital, sin embargo, apenas si esas críticas se hacen eco entre los ciudadanos. Él y su equipo de campaña lo tienen claro: “Twitter no es Caracas”

Una treintena de personas se abre paso por el mercado a cielo abierto de Ruiz Pineda, en la parroquia Caricuao. Adelante, liderando el grupo a paso apurado –siempre camina rápido, me había advertido su equipo antes de que él llegara para que no le perdiera la pista–, va Tomás Guanipa, candidato a la alcaldía del municipio o, en voz de quienes lo anuncian, el futuro alcalde de Caracas. Algunos llevan banderas azul celeste con la palabra “Unidad”; otros reparten volantes con la frase “Vamos con fuerza”.

Son las 10:30 am. El sector tiene cierto aire de pueblo del oriente venezolano: el sol pica, los edificios altos escasean y los vendedores de frutas, vegetales y pescado apenas dejan espacio en las aceras. Uno por uno, Guanipa va saludando a los comerciantes. Lleva un tapabocas blanco N95 y cada tanto baña sus manos en alcohol. El speech del candidato es casi siempre el mismo: “Vamos con todo”, “Vamos a sacar a esta gente de la alcaldía”. Las frases las acompaña con la mano empuñada para reforzar la efusividad.

Gráfico: José Daniel Ramos @danielj2511

La primera en robarse el show es una señora en las afueras del Centro Parroquial de la Resurrección. Casualmente su acento es oriental. Habla rápido, sustituye las eles por las erres. “Ya estamos cansaos de lentejas y sardinas”, inicia. La militancia aplaude y Guanipa levanta el puño en celebración. La señora –franela sin manga de cuadros, de piel morena, de unos 60 años de edad- le agarra la mano y remata: “Queremos que sea como antes, que le alcanzaba a uno su suerdo para comer”. Vuelven los aplausos. Finaliza con una exigencia: “Hay que votar, pero vayan unidos”. Era, quizás, el mensaje que esperaba él. Apela al merchandising que lo rodea y que lo acreditan como el candidato unitario. La señora da su visto bueno y dice que el 21 de noviembre votará por él. Minutos antes, en ese mismo lugar, me había confesado que su voto estaba entre Guanipa y Antonio Ecarri, “el del lápiz”.

Seguimos el camino. Entre los acompañantes de Guanipa, además de candidatos a concejales por Caracas, hay una mujer de suéter blanco de algodón que por momentos parece multiplicarse. Allana el camino del candidato: mientras él saluda a alguien, ella va más adelante buscando a personas que quieran conocer a Tomás Guanipa, a quien suele presentar como “el candidato de la unidad”. Otras veces pide a los militantes que canten y coreen el nombre de Guanipa a través del megáfono. Pide que entreguen más volantes. Y si la corneta que acompaña con música no se escucha, pide que resuelvan el tema del sonido.

Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

Si alguien sabe cómo ganarse a la gente del municipio Libertador, es ella. Lo dicen los resultados. En 2015, Marialbert Barrios se convirtió en la diputada más jóven de la Asamblea Nacional, electa en el circuito 1 del Distrito Capital, correspondiente a las parroquias La Pastora, el Junquito y Catia. Contra todo pronóstico –y no solo por su edad, sino por ser un bastión electoral del chavismo- derrotó a Ernesto Villegas y a Freddy Bernal, dos pesos pesados del régimen de Nicolás Maduro.

“Siento que Tomás está despertando en la gente la emoción de tener un candidato sólido para ir a la contienda contra el oficialismo. Te lo digo en contraste, porque yo lo viví desde la experiencia de mi campaña. Todos los diminutivos posibles los tuve: ‘la negrita’, ‘la muchachita’, ‘la carajita’. Pero al final, cuando se ganó, no es que había ganado la carajita, es que había ganado la Unidad. Y la unidad, que la tenía encima como paraguas, de la cual era abandera, permitió que en 2015 dijéramos que le ganamos a Ernesto Villegas y a Freddy Bernal”, me diría Barrios horas después, al preguntarle sobre lo que veía en las calles.

Pero los contrastes ahora son muy diferentes a 2015. La acogida a Guanipa en la calle estuvo lejos de ser la de un candidato que mueva masas y sea aclamado. Aunque la petición de unidad y de apoyo el 21N se repetiría más de una docena de veces, suficientes para superar las expectativas, la mayoría de las respuestas parecían ser de indiferencia.

Marialbert Barrios. Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

Las urgencias allí pasan por otros lados. “Si me das 100 dólares voto por ti”, le dijo con sorna una vendedora de plátanos a Guanipa, soltando la carcajada del resto de buhoneros. En otras partes del mercado pedían canjear el voto a cambio de que les comprara algo.

Otros eran más confrontativos. Que si aparecía solo en campaña y nunca más lo veían, que todos los políticos son iguales, que creyeron en la oposición y no hicieron nada, que se hizo pasar por perseguido político pero negoció su regreso al país, o simplemente se confesaban como chavistas. Nadie habla de candidaturas impuestas ni le recuerdan a otros candidatos. A todos respondía con el mismo saludo cordial y, según el caso, reconocía errores y prometía estar al pie del cañón “para sacar a esta gente de la alcaldía, que arruinaron Caracas”.

A las 12:10 pm acabó el recorrido. La frente antes pálida de Guanipa ahora es rojiza y empapada del sudor. Sube a una camioneta blanca 4×4 con parte de su equipo de seguridad y de prensa. Otros de los presentes vamos en caravana. Pregunto hacia dónde vamos, me dicen que a Catia, otra parte del municipio, a poco más de 13 kilómetros. El día apenas comienza.

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En las garras de Twitter queda poco de la buena imagen de Tomás Guanipa. Cuando el pasado 11 de septiembre Roberto Patiño anunció que bajaba su candidatura para la alcaldía del municipio Libertador de Caracas porque la decisión de la unidad –entiéndase G4, los principales partidos de oposición al chavismo- era lanzar a Guanipa, las críticas se enfilaron contra el nuevo candidato. Periodistas, politólogos, intelectuales o académicos opositores al chavismo, no hubo quien no cuestionara la decisión.

Patiño, un dirigente de 32 años de edad, había cautivado a opositores e incluso a disidentes del chavismo por su trabajo social (es cofundador de las ONG Caracas Mi Convive y Alimenta La Solidaridad), por su carácter conciliador y por su emergente aparición en la opinión pública, aunque también milita en Primero Justicia desde hace años. Por ser, entre otras cosas, una cara nueva en un momento de hartazgo generalizado con la élite política tradicional. En contraste, veían a Guanipa en las antípodas de todas esas características.

Durante días los críticos no parecían dejar ni un solo rasgo al aire. Primero le pregunto por las más superficiales. Algunos sacaron en cara que no es caraqueño de nacimiento: en realidad nació y creció en Maracaibo, estado Zulia, en el noroeste de Venezuela. Le llamaron “paracaidista”. Al recordarle el término, Guanipa suelta una risa y saca chapa de su pasado. Recuerda que llegó a la ciudad hace 15 años y que desde hace 10 hace política en las calles de Caracas.

Su vida en la capital siempre estuvo relacionada con Libertador, un municipio de 433 km² de extensión y de más de 3 millones de habitantes que, desde que llegó Hugo Chávez al poder, no conoce a otro alcalde que no sea del oficialismo. Fue su responsabilidad en Primero Justicia, partido en el que milita, que lo llevaron hacia Caracas. Primero fue miembro de la dirección nacional de PJ, luego subsecretario general, y posteriormente secretario general. Su tarea era fortalecer la base del partido y organizar a una sociedad en su mayoría embelesada por los planes sociales del chavismo.

Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

“Siempre me pusieron como responsabilidad que trabajara en el municipio Libertador porque allí había problemas para fortalecer una estructura frente a un chavismo que era muy fuerte en ese momento. Para nosotros, siendo de oposición y sobre todo de Primero Justicia, que era un partido demasiado fuerte en Miranda, hacer política en Baruta, Chacao o El Hatillo (municipios del este) era muy fácil. Allí salías en televisión y te convertías en alguien famoso. Pero trabajar en Libertador era algo que nadie quería y que a nadie le gustaba porque era como el terreno de Chávez, era muy difícil meterse, y era como algo olvidado y abandonado. Yo asumí que si me venía para acá, podía ayudar a mejorar las condiciones de la dirigencia en términos de sus capacidades para trabajar. Así que me dediqué a eso”, explica.

Después apela a la multiculturalidad del caraqueño. Dice que es un ciudadano acostumbrado a recibir a personas de todas partes de Venezuela y, en las épocas de la “sucursal del cielo”, de todas partes de la región y del mundo. Partiendo de ese punto, cree que lo importante no es de dónde viene sino su compenetración con el municipio.

También hubo quienes hicieron referencia a su edad. Para muchos, Guanipa representa a la vieja política, aunque no llega a los 50 años de edad. “¿Se deberá a un ‘efecto Patiño?´”, le sonsaco, para saber si haber tenido un potencial contrincante tan joven –más que él-, pudo jugarle en contra. Me responde serio pero tranquilo y hace un mea culpa. Para él es un “efecto desilusión”. No con él, particularmente, sino con los errores que pudo haber cometido la dirigencia opositora. Errores como haber abandonado la lucha electoral durante tanto tiempo.

Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

Pero su lucha contra la Caracas de Twitter es ya, casi, una batalla perdida. El pasado 22 de septiembre su equipo de campaña publicó un video grabado en Catia. El audiovisual muestra a Guanipa en una camioneta. Al subirse, los pasajeros gritan, aplauden y algunos levantan sus puños en señal de apoyo. Incrédulos de que fuese real el apoyo, varios usuarios de la red social aseguraron que todo era una puesta en escena.

Carolina, una de las personas de su equipo que estuvo allí, me contó lo que sucedió: durante el recorrido en las calles, una de las personas llamó al candidato para que subiera a la camioneta a saludar. Uno de los camarógrafos, ya al fondo del vehículo, grabó justo el momento en el que la gente aplaude. Subieron ese video a redes y los usuarios se quedaron con esa versión. Sin embargo, otro video, grabado por Carolina detrás de Guanipa, evidencia la secuencia completa antes que subiera y permite ver todas las caras de los pasajeros. Varios gritan, aplauden y suben el puño, mientras que otros parecen saludar por simple cortesía. Desconfiado de la versión de que fue un momento espontáneo, pregunto por separado a otros tres miembros de la campaña. Todos coincidieron en lo natural del momento.

Esa es una de las evidencias, según ellos, de que Caracas no es Twitter.

Gráfico: José Daniel Ramos @danielj2511

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12:40 pm. Serpenteamos por unas calles estrechas de un barrio con subidas pronunciadas. Es las Brisas de Propatria, parroquia Sucre, en Catia. Guanipa baja de la camioneta; ya no viste la camisa blanca de rayas sino una azul unicolor, también manga corta. En el lugar, como indica el protocolo, lo esperan un grupo de personas de la comunidad y candidatos a concejales para acompañarlo durante el recorrido.

Lo único que hay son unas empinadas escaleras tan angostas que caben, a duras penas, tres personas. Los escalones de cemento están desgastados, como hierro consumido por salitre marino. La vista es privilegiada: se ve buena parte del oeste caraqueño.

Nuevamente Guanipa toma la delantera y apura el paso. Tanto, que en algún momento es imposible de seguir para muchas de las personas que lo esperaban en el lugar para hacer el recorrido. “No están escuchando a la gente, tienen que ir más lento”, dijo una señora. “Eso mismo lo hubiera hecho yo”, se quejó otro señor. Aun así, llevan los folletos en sus manos y lo van dejando por debajo de las puertas de las casas o lo lanzan por las ventanas.

Una de las personas que se asoma es Caritza López. En una mano tiene el volante de Guanipa y en la otra, un cigarro. Viste un short corto y una franelilla azul. Me acerco a ella y me presento como periodista. Me devuelve el saludo con una sonrisa. Le pregunto si el 21 de noviembre votará por Guanipa. Entonces me mira con desconfianza. Me percato que un señor con una bandera de la unidad está detrás de mí. Una vez que continúa su paso y quedamos solos, Caritza se sincera: sí piensa votar, aunque no lo dice convencida. A Guanipa ya lo había visto antes por la zona, así que lo conoce. A medida que habla, va ganando en convencimiento. Asegura que también lo ha visto en Internet y en redes sociales. “Me parece bien lo que hace”, agrega. ¿Twitter? No tiene.

Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

De vuelta al recorrido, bajamos y subimos más callejones. Guanipa saluda a quienes miran desde la ventana. Una de ellas le promete el voto, no sin antes advertir su hartazgo: “Hemos marchado, hemos hecho de todo, y seguimos en las mismas”. Guanipa promete que esta vez será diferente y repite que, para llegar al cambio, “primero hay que sacar a esta gente de la alcaldía”. En una casa le gritan “Chávez vive”. El chavismo, me comenta Marialbert Barrios, sigue teniendo apoyo en las zonas populares, aunque nada que ver con los años cuando ni los dejaban entrar en los barrios.

Después de una hora más de caminata en Propatria, Guanipa y su equipo, en compañía de personas de la comunidad, se detienen en una casa, donde harán un sancocho. La camisa y la frente del candidato vuelven a empaparse del sudor. Entonces pido ir a un lugar con menos gente para poder hacer la entrevista para El Diario, a lo que accede sin problemas. Elegimos un lugar con vista a la ciudad. Durante casi 40 minutos responde a buena parte de las preguntas para este reportaje, sobre los puntos álgidos de la campaña: las acusaciones de imposición, su presencia en la delegación de la oposición venezolana para las negociaciones con el régimen de Maduro en México, y otras críticas en su contra.

Sobre las condiciones electorales, da el visto bueno a la decisión de la Unión Europea de enviar una misión de observación electoral. También señala aspectos positivos que, según él, abren una “rendija” a la participación, como el compromiso del régimen de quitar los puntos rojos, de habilitar la tarjeta de la MUD, o de eliminar los protectorados, aunque advierte que no hay que confiar en el régimen y permanecer vigilantes. Sobre la utilidad de los comicios, asegura que lejos de ser una “fiesta electoral”, debe servir para movilizar a la gente para que vuelvan a protestas y conseguir, en el futuro cercano, unas elecciones presidenciales “libres y transparentes”.

Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

¿Cómo toma las críticas de Twitter? Pocas personas, por no decir nadie, apoyaron su candidatura.

—La verdad es que uno está acostumbrado a recibir críticas. Hay algunas importantes sobre el tema de la unidad. Sin embargo, nosotros semanas después (de anunciar la candidatura) volvimos a hacer las encuestas que ya habíamos visto y que absolutamente todos los candidatos nos habían mostrado y se notaba claramente que en Libertador hay una forma de pensar que no siempre es interpretada por personas que, siendo de mucha valía, tal vez no conocen la realidad de lo que pasa en Libertador. Así que yo lo asumo, además, entendiendo que no se manejó bien el tema comunicacional de qué había ocurrido en los meses anteriores para que hubiéramos decantado en una candidatura unitaria como la que ocurrió.

¿Qué faltó contarle a la gente?

—Ir contando el proceso que se fue dando desde las reuniones de los candidatos con nosotros cuando ni siquiera estábamos en Venezuela. El reconocimiento de todos en los estudios de opinión que hicieron sobre quién estaba en mejores condiciones para poder ganar la alcaldía, quién tenía mayor nivel de conocimiento y quién tenía mayor respaldo de la oposición en todos los sondeos de opinión.

Jamás en mi vida hubiese aceptado ser candidato impuesto. Nunca en mi vida. Nunca lo he sido, jamás he necesitado serlo y todo lo que he logrado en mi vida lo he hecho con mucho esfuerzo y con mucho trabajo. Y yo agradezco no solamente a todas las organizaciones políticas que nos acompañaron, a todos los precandidatos que decidieron apoyarme sino a los afectos que en todos los sondeos se mostraba alrededor de mi candidatura y eso es lo que hace que estemos acá.

¿Pero cómo entiende la gente que usted no es un candidato impuesto, si por ejemplo Roberto Patiño, en entrevista con El Diario, aseguró que propuso dirimir la candidatura unitaria a través de una primaria y no lo aceptaron?

—La verdad es que está en los archivos de imágenes y de reuniones de la unidad partidista, el apoyo que todos los candidatos me dieron. Una cosa es lo que se pueda decir públicamente y otra cosa es lo que se pueda decir en privado. El día antes del anuncio, los precandidatos conversaron conmigo para reconocer que yo debía ser el candidato y que me apoyaban. Nunca nadie, absolutamente nadie, mantuvo una candidatura distinta a la nuestra. Yo creo que allí también está la falla de no hablar claro a los demás: todos, absolutamente todos, dijeron en reuniones privadas que respaldaban nuestra opción. Esa es la realidad.

¿Es decir, Roberto Patiño nunca propuso ni encuestas ni primarias?

—Yo paso esa página. Y creo, además, en los focos y en las encuestas que hemos hecho está clarísimo quiénes son las opciones que tienen posición. Yo no voy a referirme a nadie, a todos les tengo respeto, afecto, y mi único objetivo en este momento es poder derrotar a la candidata de Maduro y poder lograr que Caracas tenga una recuperación no solamente uniendo a los caraqueños que hoy están olvidados, sino logrando que ese triunfo pueda apuntalar una lucha para que Venezuela recupere su democracia y su libertad.

¿Nunca pasó por su mente renunciar a la candidatura debido a todas las críticas?

—No, para nada. El mundo del Twitter no se compadece con la realidad que se vive en las calles. Yo lo que invito es que me acompañen a cualquier recorrido, en cualquier sector de Caracas, a ver si en alguna oportunidad, clase media o clase popular, ha habido algún cuestionamiento a la forma como se escogió la candidatura, a quiénes competían conmigo, o desconocimiento a lo que representamos. Yo no quisiera detenerme en un debate público sobre lo que dicen a veces en Twitter cuando para mí lo importante es lo que dice el caraqueño de Libertador.

 Antonio Ecarri dijo que usted es impuesto, pero al mismo tiempo reconoció que no le propuso nada a usted para definir una candidatura unitaria.

—Yo no voy a referirme a las conversaciones privadas que tenemos. Todos han ido a hablar conmigo cuando pensaban que yo no iba a poder ser candidato. Todos buscaban el apoyo y reconocían que yo estaba en la primera opción de las candidaturas. Yo no voy a polemizar con quienes normalmente se han presentado en las últimas elecciones para dividir a la unidad. Lo hicieron la última vez que se hizo primarias cuando participamos a la alcaldía, perdieron y cantaron fraude; se lanzaron fuera de la unidad para la diputación y no lograron absolutamente nada porque ganamos todos los circuitos en Caracas y obtuvimos una gran victoria.

Mi objetivo no es polemizar con quien quiera restar votos, mi único objetivo es derrotar a la candidata de Maduro porque yo creo que tenemos una gran opción si logramos movilizar a la gente. Esta discusión es muy de redes, muy de Twitter. Yo no voy a desviar mi tiempo del objetivo de pelear por el derecho, la libertad y el rescate de Caracas.

Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

¿Cuándo tomó la decisión de aspirar a la alcaldía?

—Desde el año 2017, cuando nosotros decidimos no participar en el proceso electoral, ya había un consenso general que si participábamos, el abanderado de la unidad íbamos a ser nosotros. En ese sentido, desde hace varios meses el precandidato a la alcaldía de Un Nuevo Tiempo me llamó y me dijo “mira, estamos haciendo unas encuestas en Caracas y en todas apareces tú como primera opción”. Nos llamó el precandidato de Acción Democrática y nos dijo exactamente lo mismo. Nos llamaron candidatos internos de nuestra propia organización diciendo “si tú no vienes (de Colombia), yo quiero hacerlo, pero creo que debes venir”. Y empezó a haber una exigencia de regreso que se conjugó con la posibilidad de, teniendo mejores condiciones electorales, restituir derechos que, por cierto, fueron restituidos de último y cuando ya muchísimos habían podido participar.

¿Cómo se entiende que usted está aquí en Venezuela? ¿Negoció con el régimen de Maduro?

—En lo absoluto. Ahí es una cuestión muy sencilla: se abre un proceso de negociación que tiene el acompañamiento de países como Países Bajos, Noruega, Rusia, y muchos otros países. Ese proceso también abre la posibilidad para que podamos garantizar o para que se le haya pedido al régimen las garantías para el regreso no solamente de quienes están participando allí sino de muchísimos otros que han regresado. Se habilitaron a más de 15 candidatos que nunca debieron ser inhabilitados, y eso no fue producto de ningún tipo de transacción sino de garantías a un proceso de negociación que se está abriendo y que tiene como objetivo final que Venezuela pueda elegir a un nuevo gobierno.

¿Cuándo se enteró que lo iban a habilitar o que ya estaba habilitado?

—Simplemente en el proceso posterior al anuncio de la candidatura -que, por cierto, se hizo entre otras cosas para presionar que esto pudiera ocurrir-, nos avisaron desde la organización de la MUD que los bloqueos habían sido eliminados en el sistema. Es que al final estas cosas, algunos creen que forman parte de conversaciones y tal que no existen en realidad. Simplemente yo creo que al final la misma polémica que se generó ese día, lo que hizo fue facilitar eso porque yo me imagino que el régimen pensaría “bueno ese rollo en Twitter va a afectar el proceso”.

¿Por qué aceptó estar en la delegación de la Plataforma Unitaria si sabía que iba a ser candidato?

—Ese proceso de negociación y de discusión tiene alrededor de un año. Son procesos totalmente distintos. Pero si la negociación es principalmente para lograr condiciones electorales, para que los venezolanos podamos elegir, y justamente en este momento hemos decidido participar en este proceso porque ha habido algunas ventanas de mejoría en condiciones electorales sin que lleguemos a tener lo que debemos tener, ¿cuál es la prelación entre una cosa y la otra? Si al final lo que estamos viviendo esto somos los que podemos tener la mejor forma de pelear y de luchar en la mesa de negociación por las condiciones adecuadas para que los venezolanos puedan elegir. Yo creo que eso es una cosa que está clarita que puede ayudar a la otra.

¿Renunciaría a ese lugar si las bases de su partido en Caracas se lo pidieran?

—No es una cosa que se haya planteado. Debo decirte que también es una cosa muy de redes y muy de Twitter el tema de ver la negociación como una rendición, como una cosa que te estás entregando, cuando hemos dicho claramente que vamos a ese proceso no para arrodillarnos a quienes están en el poder sino para luchar por los derechos de los venezolanos que necesitan tener una voz.

Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

¿Por qué cree usted que se ha instalado esta matriz de opinión en las redes sociales?

—No lo sé. Yo creo que esas son cosas a veces muy armadas. Los laboratorios en las redes existen, luego se pueden convertir en cosas orgánicas. Repito, creo que ha habido falta de explicación y creo que, en definitiva, hay una intención muy malsana de generar todo un conflicto dentro de la oposición que no existió más allá de las redes. En el fondo, lo que tratan es de evitar que le podamos ganar al chavismo y yo lo que creo es que eso es hacerle un gran favor a Maduro, y yo no estoy para hacerle favores a Maduro.

Yo me pregunto: ¿Qué será más importante, que nosotros logremos ganarle el 21 de noviembre al oficialismo de Maduro o que estemos hablando de que se pelearon o no se pelearon? Queda en la conciencia de cada quien cuál es la narrativa que manda, cómo se generan estas matrices de opinión.

Todavía hay dirigentes que opinan que no hay condiciones. Uno de ellos es Juan Pablo Guanipa. ¿Ha hablado con él al respecto?

—Claro. Con mi hermano hablo todos los días, tengo una excelente relación con él. Le tengo una profunda admiración y un profundo respeto. Él ha fijado una posición que es respetable, pero creo que hay también una posición mayoritaria en el país de querer dar esa pelea y él lo ha hecho con mucho respeto por quienes estamos dando esa pelea, reconocimiento a quienes lo estamos haciendo. Al final, esas posiciones son importantes para prender alertas sobre una situación que no es una fiesta electoral sino que es, más bien, una forma de lucha y de transformación del pueblo venezolano cuando se abre una rendija para poder participar. Así que mi relación con mi hermano es excelente y para mí siempre será una referencia muy importante.

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Gráfico: José Daniel Ramos @danielj2511

5:15 pm. Llegamos a la parroquia La Candelaria Esta vez el lugar tiene una connotación especial: una estructura monstruosa que prometía revitalizar el comercio en el oeste caraqueño hasta que, en 2008, Chávez lo expropió y desde entonces está en el abandono. El símil con el país es claro. Estamos en las afueras del Sambil La Candelaria. Allí lo espera una asamblea de vecinos, en su mayoría de la tercera edad, que no supera las 60 personas. Guanipa baja de la camioneta y la multitud responde con aplausos. Lo presentan como el futuro alcalde de Caracas. Saluda uno por uno. Alrededor son pocas las personas que se detienen a observar.

Un minuto después empieza la asamblea ciudadana en la que los vecinos plantean sus males y los candidatos a concejales lanzan mensajes sin aterrizar en propuestas para resolverlos. Enrique Sierra, candidato a concejal, dice que la parroquia La Candelaria no se ha rendido y que el 21 de noviembre demostrarán que son demócratas. Maria Auxiliadora, una vecina, interviene para comentar que siempre han estado en la lucha y que el 21N no será la excepción. Otra señora plantea el drama de vivir con las calles sucias y a oscuras, con inseguridad y sin agua. Jesús Armas, candidato a concejal, invita a ponerle un “parao” a Carmen Meléndez, a salir a defender el voto el día de la elección y lanza que el objetivo final es la liberación y democratización de Venezuela.

Tomás Guanipa escucha en silencio y lee un papel, quizás para no olvidar ningún punto de su discurso. Luego toma el micrófono. La gente se pone de pie y lo aplaude. Empieza recordando el nombre de su comando de campaña: Fernando Albán, en honor el concejal asesinado en 2018 por el régimen chavista en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN) en Plaza Venezuela. Luego hace referencia al lugar y lo relaciona con la situación del país. Contrario a lo que pueda esperarse de un candidato, no lanza promesas; asegura que el caraqueño ha dejado de ser pendejo y que sabe que los problemas se solucionan sacando a Maduro, y allí el principal objetivo del 21N, reagrupar para salir a votar. La gente se levanta y grita “¡Unidad! ¡Unidad!” y, poco después de terminar el breve discurso –no pasó los siete minutos-, lo apoyan con un sólido “¡Sí se puede!”.

Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

A las 5:46 pm estamos de regreso a la camioneta. Guanipa me comenta que a los vecinos de La Candelaria no les ha tocado fácil, y recuerda cuando en 2017, durante las protestas contra el régimen de Maduro, fuerzas de seguridad reprimieron a los habitantes y entraron a apartamentos. Aprovecho el tema para hablar de su programa de gobierno. Entonces deja de mirar el teléfono, baja el volumen a la canción de Yordano que suena, y se extiende en sus respuestas.

Guanipa no plantea propuestas a todos los problemas de la capital porque, según él, sería “demagogo” prometer a los caraqueños que podrán solventarlos con el chavismo en el poder. Sin embargo, asegura que buscarán soluciones como la creación de pozos de agua en comunidades, o recuperar el servicio de aseo urbano. Su principal preocupación, asegura, será recuperar espacios públicos para la cultura y el deporte y darle un sello “de calle” a su gestión, en el que la alcaldía acompañe y promueva las decisiones de las comunidades organizadas.

Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

¿Cómo puede entender usted la realidad de Caracas si estuvo en Colombia durante dos años como embajador del gobierno interino?

—Yo estuve dos años afuera no por gusto, sino por ser perseguido político. Pero estar afuera me permitió tener una conexión con los venezolanos importantísima. Con ellos pude caminar, a ellos los pude ver, los pude visitar, gracias a Dios pudimos ayudar a muchos y conocer sus testimonios. Eso a mí siempre me llevó a estar con los pies puestos sobre la tierra sobre lo que pasaba en Venezuela.

En segundo lugar, nunca me desconecté de Caracas. Yo tengo una relación con los actores sociales y con los dirigentes de los partidos políticos de Caracas que se mantuvo durante todo ese tiempo. La pregunta debería ser cómo es que una persona que tiene dos años afuera, cuando hacen encuestas, y otros tienen millones gastados en redes sociales, es el que aparece de primero. Algo pasa, alguna relación de afecto tiene que haber.

Hay un problema que no es nuevo, pero que ahora se visibiliza más, y es la violencia y el acoso contra las mujeres y la comunidad LGBT. ¿Qué haría en su gestión sobre este tema?

—Hay que buscar cualquier mecanismo que pueda generar normas y reglas que impidan la discriminación. La violencia doméstica es algo que tenemos que combatir con absoluta fuerza, eso es algo inadmisible que tiene que ser pagado con cárcel y penalizado, para que la gente pueda vivir su vida con absoluta libertad y con el respeto al derecho de las personas que están alrededor. Nosotros podemos hacer legislación municipal para penalizar este tipo de cosas, y son iniciativas que van a tener un consenso general y que pueden unir a todos los que sean electos, en función de que pueda haber una tolerancia absoluta.

También tener un organismo de defensa de los derechos de los niños, encontrar mecanismos para que un niño no sea maltratado por sus padres. Hay que trabajar en los valores ciudadanos, en insertar en el país un sistema de valores que hoy no tenemos.

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Gráfico: José Daniel Ramos @danielj2511

6:12 pm. Estamos en la comunidad de Los Manolos, en la parroquia El Recreo. La situación allí se repite a grandes rasgos. Un grupo de vecinos, de militantes y de candidatos a concejales esperan a Guanipa con banderas y folletos. Saluda a cada persona que se encuentra en el camino. La mayoría, otra vez, solo parece saludar por cortesía, aunque otras tantas animaban al candidato y le prometían su voto. En la entrada al barrio, se detiene a hablar con un hombre joven. Viste una franelilla amarilla y una gorra negra. Le reclama que todos los políticos son iguales y le saca en cara que solo van a las comunidades cuando hay elecciones. Guanipa trata de convencerlo criticando al régimen, a lo que responde que está de acuerdo, pero hasta allí llega la coincidencia.

Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

Nos adentramos en el barrio unas 20 personas. Serpenteamos por varios pasillos. Guanipa va adelante repartiendo volantes. Ya el cansancio se empieza a notar y los cánticos se hacen más repentinos. Por suerte para ellos, el grito de Guataco, uno de los representantes de la comunidad que acompaña el recorrido, es lo suficientemente alto como para resonar varios metros más allá. “¡Vaya, que llegó Guanipa con los guarimberos!”, repetía a cada instante, desatando la risa de todos.

Al final del camino, el cielo está oscuro y apenas un bombillo ilumina parte de la calle. Frente a una casa, dos señoras sostienen el volante de Guanipa. Me acerco a preguntar si votarán el 21 de noviembre. Me miran con duda, por lo que advierto que soy periodista para desligarme de la campaña. Entonces acceden a hablar. Una, María, dice que sí votará pero que no le convence Guanipa. Clarisa, a su lado, asiente con la cabeza. Lanzo nombres para descubrir si hay más alternativas. ¿Carmen Meléndez? “Por el chavismo no”. ¿Antonio Ecarri? No saben de quién les hablo.

Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

Más adelante, otra señora le abre las puertas de su casa a Guanipa, quien saluda con la misma energía con la que empezó el día. Veo el reloj, son las 6:40 pm. A pocos metros, escucho a dos señores conversando. Comentan que, de seguir así, el 21 de noviembre dará la sorpresa. Que, al fin y al cabo, “no todo es como dicen en Twitter”.

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