• Muchas cosas se podían hacer con el pago de utilidades. Quienes vivieron esa época miran al pasado con nostalgia, mientras que los más jóvenes solo conocen lo que les cuentan sus padres y abuelos. Foto: EFE

En la Venezuela de antaño, el último mes del año era el más esperado por varias razones: La parranda, las gaitas, aguinaldos y villancicos, la comida navideña, la temporada de béisbol y, en general, las esperanzas puestas en el venidero año eran la norma entre la población.

Pero había una razón en particular por la cual las familias esperaban con ansias la temporada decembrina, y era el cobro de utilidades por parte de los trabajadores

Christian Pereira, extrabajador de la antigua Chrysler de Venezuela por 26 años, exsecretario general del sindicato de Fiat-Chrysler de Venezuela (FCA) por más de una década y presidente de la Federación Unitaria de Trabajadores Automotrices, Autopartes y Conexos (Futac), explicó para El Diario lo que significaba en aquel entonces la llegada de las utilidades para los trabajadores.

“Las utilidades, para los trabajadores del sector privado y aguinaldos para los empleados públicos, han sido un elemento esencial en las navidades. Una suma importante de dinero que era suficiente para planificar la época decembrina. La alegría de las navidades, los regalos, las fiestas, la planificación de viajes o remuneraciones eran posibles a final del año por el impacto que generaba el pago de las utilidades, de manera tal que el pago de las mismas era el evento más esperado del año para los trabajadores y su grupo familiar”.

Carlos Blanco, extrabajador de la extinta empresa Venepal entre 1984 y 1999, recuerda con nostalgia las utilidades de aquellos tiempos. “Pintaba la casa, hacía reparaciones menores, compraba los estrenos, un televisor o un equipo de sonido, juguetes, guardabas dinero en el banco y todavía te quedaba en la cartera. Además, compraba todos los ingredientes para más de 100 hallacas, el pernil y las bebidas. Y aparte de tus utilidades, la empresa te entregaba una cesta navideña con un jamón planchado”.

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La Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras, vigente desde 2012, establece en su artículo 131 que “las entidades de trabajo deberán distribuir entre todos sus trabajadores y trabajadoras, por lo menos, el 15 % de los beneficios líquidos que hubieren obtenido al fin de su ejercicio anual (…) Esta obligación tendrá, respecto de cada trabajador o trabajadora como límite mínimo, el equivalente al salario de treinta días y como límite máximo el equivalente al salario de cuatro meses (…)”, que debían ser pagados dentro de los primeros 15 días de diciembre, según el artículo 132 de la citada ley.

Pereira recordó que, en el sector privado, el pago de las utilidades correspondía entre tres a cuatro meses del salario devengado durante el año. Razón por la cual, en la época de buen poder adquisitivo, muchos trabajadores pagaban o daban la inicial para un crédito de un apartamento o un vehículo, otros remodelaban sus casas o electrodomésticos nuevos, además de programar con calma -y recursos- las fiestas decembrinas.

“Se planificaban viajes, se compraban regalos y los famosos estrenos; también las fiestas de Navidad y Año Nuevo junto con el evento familiar más importante del año, que era la elaboración de las hallacas y demás componentes del plato navideño. Las utilidades le daban al trabajador un poder adquisitivo que lo hacía digno de la época más importante del año”.

Salarios mínimos mensuales de tres cifras en dólares

Los ingresos mínimos del trabajador promedio permitían cubrir este abanico de opciones. El equipo de El Diario analizó los distintos sueldos base vigentes desde 1974, año en que se instauró el salario mínimo nacional.

En 1974 el salario mínimo era, al cambio en dólares (USD) de 104,65 USD según la cotización para ese año -4,3 bolívares por dólar-.

El 1° de enero de 1980 el ingreso mínimo aumentó a 209,3 USD. Con la llegada del “viernes negro” en febrero de 1983, este comenzó a mermar, lo que resultó en la necesidad de realizar ajustes. Con el aumento del 1° de marzo de 1985, el sueldo base se ubicó en 114,94 USD -cotización de 13,05 bolívares por divisa estadounidense-.

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Entre marzo de 1985 y el 1° de mayo de 1998 -fecha en que se paga por primera vez el bono de alimentación-, el salario fluctuó entre 76,11 USD y 147,34 USD, de acuerdo con las cotizaciones para el momento en que entraron en vigencia los aumentos.

En el peor de los escenarios, el trabajador venezolano tenía garantizado a final de año una suma de dinero que le permitía planificar, saldar deudas si las tenía, remodelar e incluso adquirir nuevos bienes.

La llegada de Hugo Chávez al poder coincidió con el aumento de los precios del petróleo, lo que derivó en la segunda -y última- gran bonanza económica que vivió el país. ¿Qué representó esto para los trabajadores?

Los ingresos mínimos promedio de los trabajadores durante los mandatos de Chávez rondaron los 290 USD -sueldo base + bono de alimentación o cestaticket-. Bajo ningún otro presidente el salario mínimo promedio sobrepasó los 165 USD. Pereira estima que el salario mensual para el sector automotriz -que conoce bastante bien debido a su condición de extrabajador e integrante del sindicato- superaba los 600 USD, lo que implicaba que dichos empleados podían obtener hasta 2.400 USD por concepto de utilidades.

Esta bonanza en cuanto a los recursos disponibles también sirvió para fomentar expropiaciones, financiamiento de proyectos políticos en el resto de América Latina y sistemas como Cadivi y Cencoex, entre otros, que terminaron siendo una bomba de tiempo que estallaría en cualquier momento.

Utilidades en caída libre

Las cosas cambiaron de manera dramática para los trabajadores venezolanos a partir de 2013. Alejandro Castro Sánchez, economista y gerente de operaciones de la firma Econométrica, dijo en exclusiva para El Diario que la pérdida del poder de compra o de la cantidad de dinero recibida por concepto de utilidades respondió a que el tamaño de la economía del país se redujo tres cuartas partes entre los años 2014 y 2020.

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Castro lo explica con un ejemplo didáctico. “Imagínate que la economía del país fuese del tamaño de una torta de chocolate y que en ocho años esa torta hubiera desaparecido tres cuartas partes. Queda nada más un cuarto de pedazo de torta, mientras que la cantidad de personas a la que hay que repartir esa torta es ligeramente menor. A cada quién le va a corresponder un pedazo mucho más pequeño. Por eso es, que a grandes rasgos, las utilidades (que es básicamente lo que responde al ejercicio fiscal de un año o un periodo de tiempo determinado y se reparte lo que quede a favor en la empresa a todo el grupo de trabajadores, o pago de dividendos si es el caso de socios o accionistas) son de tamaño mucho menores que en el pasado”.

Desde que Nicolás Maduro asumió la presidencia el 15 de abril de 2013, ha habido 40 ajustes de salario mínimo y/o bono de alimentación. Año tras año, los aumentos suben en cantidad y en salario nominal, pero disminuyen en valor al punto de que pasó de 127,83 USD en mayo de 2013 a 2,51 USD al 31 de julio de 2021, lo que impacta directamente en el cálculo de utilidades del trabajador público y del pensionado, al punto que ya no se puede hacer prácticamente nada con ellas.

La pregunta de rigor es: ¿qué se puede hacer con las utilidades hoy en día, si es que las hubiere? En cuanto al sector privado, si se estima un ingreso promedio de 100 USD al mes, en el más optimista de los escenarios el trabajador podría apenas cubrir la canasta alimentaria con sus utilidades, que se ubicó el pasado mes de octubre en 385,84 USD de acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM).

“En la mayoría de los casos, donde aún existen convenios colectivos, a final de año se acuerda una suma de dinero, pero que sustituye los pagos de fiestas infantiles, juguetes de navidad, fiesta de fin de año, cesta navideña y otros eventos que no se cumplen en el año, como pago por plan vacacional, fiesta del trabajador, entre otros. Pero eso no significa que es una gran suma de dinero que alcanza para los gastos de la época”, aseveró Pereira. 

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“Estas bonificaciones pueden ser de 100 a 300 dólares en pagos parciales. Donde no hay compromisos contractuales, los pagos son sumas irrisorias, y se les conoce como obsequios o bonificaciones graciosas. Los que puedan van a buscar comprar algo de ropa para niños pequeños, pero ante el fenómeno que existe del incremento de los precios también en dólares, poco o nada se va a poder hacer”, lamentó.

¿Se recuperarán alguna vez las utilidades de antaño?

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La recuperación de las utilidades en Venezuela pasa por la recuperación del tamaño de la economía -que hoy en día es la segunda más pequeña después de Haití-, según Castro. 

“El PIB per cápita en 2012 rondaba entre 6 mil y 7 mil dólares. Es decir que, en promedio, un venezolano ganaba en un año entre 1.700 a 1.800 dólares, más o menos. Eso equivale a, por lo menos, unos 500 a 600 dólares. El último cálculo que hicimos en Econométrica reflejaba que el PIB per cápita podía cerrar este año cerca de 2.700 a 2.800 dólares anuales, lo que sugiere que, al mes, una persona en promedio tendría de ingreso unos 150 dólares más o menos, que es básicamente una cuarta parte de lo que ganaba en promedio una persona hace ocho años. Por eso es que los salarios en promedio se han desplomado, y por lo tanto, las utilidades también”.

Por ello, Castro hace énfasis en la recuperación del tamaño de la torta de chocolate que mencionó en párrafos anteriores, para que al final del año el pedazo que le toca a cada quien (las utilidades) sea más grande.

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