- En el marco del Día del Maestro, el equipo de El Diario conversó con algunos educadores que se mantienen en las aulas pese a la crisis que afronta el sector
Cuando a María Alejandra Salcedo le preguntan qué es lo más difícil de ejercer la docencia en Venezuela, su respuesta es casi inmediata: el salario que percibe. En aras de priorizar, la venezolana de 31 años de edad nombra uno de los problemas más críticos dentro del sector educativo, causal de 36.465 renuncias entre los periodos escolares de 2016-2017 y 2017-2018, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística (INE).Sin embargo, no es el único. María Alejandra deja a un lado el deterioro de la infraestructura escolar, la falta de seguro médico para docentes, la escasez de materiales de bioseguridad en escuelas y liceos, así como de personal docente, administrativo y obrero. Todos agravantes que complican aún más el ejercicio de la profesión, pero que docentes como ella sortean motivados por seguir educando al futuro de un país en crisis.
Para esta docente la vocación por su oficio ha estado presente incluso antes de ejercer. De hecho decidió estudiar Educación gracias al ejemplo que tuvo de sus maestros en preescolar y primaria, según comenta en entrevista para El Diario.
Actualmente tiene dos empleos como docente: está a cargo de dos turnos de preescolar en la escuela Fe y Alegría Las Mayas, ubicada en La Rinconada, y también da clases en el CEIN Menca de Leoni, en La Vega. Sus trabajos para nada se ven retribuidos, al menos no económicamente, pues gana poco más del salario mínimo que actualmente se ubica en 7 bolívares (1,50 dólares).
Pese a ello Díaz continúa en las aulas. Sigue ejerciendo por vocación, pero también por fe. “A mí me motivan a continuar mis niños, mis ganas de dar cada día lo mejor para ellos y la esperanza de que pronto nuestra profesión sea reconocida como es debido” , expresa la profesional.
“Quiero seguir poniendo mi granito de arena”
El caso de Liliana García es distinto. La docente reconoce que su relación con la Educación no fue “amor a primera vista”. Sus planes eran ser trabajadora social, pero en Aragua, estado en el que reside, no había instituciones que impartieran la carrera. Por eso decidió ser docente y, asegura, se enamoró de su profesión en el proceso.
“Yo amo la Educación, amo lo que hago, justo por eso me da tanta tristeza el hueco en el que hemos caído”, dice Liliana en entrevista para El Diario. A su confesión la respaldan más 20 años de experiencia dentro del sector educativo.
Actualmente la educadora da clases en la escuela Luis Augusto Machado Cisneros, ubicada en el municipio Rivas, en La Victoria (Aragua). Perciben un salario de 120. Bs. Es decir, poco más de 20 dólares que no son suficientes ni siquiera para cubrir la canasta alimentaria, situada hasta diciembre de 2021 en 370 dólares, de acuerdo con. El Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF).
Al igual que María Alejandra, Liliana coincide en que los bajos salarios son la situación más crítica que atraviesa el sector. Pero además, agrega el irrespeto absoluto al trabajo de los educadores. No solo el pago, no nos toman en cuenta. Ser educador hoy en día es de las profesiones más difíciles que se puede asumir”, agrega.
Pero pese a ello, García continúa dando clases a los alumnos de cuarto grado en la escuela Luis Augusto Machado Cisneros. La vocación por su oficio no la ha logrado apagar la crisis que vive el sector.
La presidenta de la Formación de Dirigentes Sindicales (Fordisi), Gricelda Sánchez, cree que casos como los de Liliana García y María Alejandra Salcedo son muestras de la vocación de servicio que, como ellas, tienen muchos docentes en Venezuela.
“A pesar de la terrible situación que vivimos el docente se sobrepone y hace el esfuerzo por ir a la escuela. No te voy a decir que todos los días pero sí asisten”, detalla la también educadora.
Además de esto, Sanchez agrega que otros profesores también han aprovechado la pandemia del covid-19 para reinventarse y tener trabajos extras. No obstante, dice que de concretarse el regreso a clases presenciales absolutas, la ola de renuncias podría ser masiva.
Día del Maestro: nada que celebrar
En el marco de la celebración del Día del Maestro (se festeja cada 15 de enero) los docentes venezolanos protestaron el viernes 14 de enero frente al Ministerio de Educación, en Caracas. Sus exigencias iban dirigidas a la ministra Yelitze Santaella, a quien pidieron incrementar los salarios o establecer bonos en dólares, el cumplimiento del contrato colectivo, así como nuevos beneficios a los docentes jubilados.
Gricelda Sánchez fue una de las dirigentes que lideró la manifestación. En entrevista para El Diario, dijo que en esta fecha no hay nada que los docentes puedan celebrar.
“Hoy no tenemos nada que celebrar, queremos que se reivindique la labor que realizamos porque entendemos lo fundamental que somos para el desarrollo de la sociedad . La educación debe estar en primera línea para la recuperación del país. En el Día del Maestro más bien tenemos muchas razones para salir y protestar”, concluyó.