- Varias de las personas infectadas dejaron de ser aptos para un trasplante renal luego de resultar positivos para hepatitis C
Marialbert Martínez desconoce cuándo comenzaron a contaminarse con hepatitis C sus compañeros de hemodiálisis en la unidad Acarigua del estado Portuguesa. Recuerda que los pacientes empezaron a hacerse exámenes progresivamente y uno tras otro recibió el mismo diagnóstico.
Actualmente hay 83 pacientes renales contagiados con hepatitis C. Una de ellas es Marialbert, de 36 años de edad, quien relató lo que ha ocurrido en la unidad desde aproximadamente el mes de febrero de 2022.
“Cuando el personal de la unidad vio que varios salieron positivos, comenzaron a pedirnos que nos hiciéramos la serología de hepatitis B y hepatitis C. De repente éramos 8, luego 12 y cuando salimos a la calle a protestar ya éramos 16. Actualmente hay aproximadamente 83 pacientes infectados”, dijo en una entrevista para El Diario.
Durante el tratamiento de hemodiálisis, la máquina filtra la sangre de los pacientes para eliminar las toxinas, sales y líquidos, tal como lo hacen los riñones cuando están sanos. Estos equipos son compartidos por las personas que asisten en diferentes turnos, por lo que si no recibe una limpieza adecuada puede causar infecciones en la sangre.
La paciente destacó que la hepatitis C solo se puede contraer por vía sanguínea, por lo que le atribuye la contaminación masiva de esta enfermedad a fallas en el mantenimiento de las máquinas.
Cambios en la unidad de diálisis
Marialbert detalló que en la Unidad de Diálisis Acarigua hay 100 pacientes renales repartidos entre tres áreas: A1, A2 y positiva, que es el espacio donde reciben trataiento las personas con hepatitis C.
Antes del contagio masivo, en el área positiva había 13 personas que recibían diálisis. Sin embargo, el personal tuvo que hacer modificaciones en la organización luego de que más pacientes resultaron con hepatitis.
Ahora dos áreas están asignadas para la diálisis de las personas con hepatitis C. Una de ellas tiene 8 máquinas y la otra 9.
Marialbert declaró que Milena Romero, nefróloga designada por el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) para las unidades de la región, es quien niega la posibilidad de que las máquinas de diálisis estén contaminadas. Indicó que otros miembros del personal sí creen que los contagios se originaron allí.
“Le dije al personal que la doctora Milena tiene que venir a hablar con nosotros, hacer una videollamada, memorando o mandar un acta en la que le den una explicación al paciente de lo que está pasando, pero me dijeron que ella está ocupada con trasplantes y que no puede venir”, agregó.
La paciente aseguró que el IVSS sí ha estado dispuesto a ayudar a sus compañeros desde que se conocieron los resultados. El personal se comprometió a hacer las pruebas de carga viral y a suministrar el tratamiento para la hepatitis C, aunque aún no tienen una fecha de entrega.
Incertidumbre
Marialbert comentó que muchos de los pacientes que se contaminaron tienen temor y algunos están en estado depresivo desde que recibieron el resultado. Alegó que la presión de lidiar con dos condiciones de salud crónicas en paralelo es abrumadora.
Señaló que los pacientes renales tienen una ventaja sobre otras personas con hepatitis C y es que la urea, una de las toxinas que se acumula en la sangre por la insuficiencia renal, mantiene inactivo parte del virus aunque aún tiene carga viral.
“Aproximadamente entre 10 % y 20 % de los pacientes renales se complica con fiebre, dolor abdominal y cirrosis, así que tenemos eso a nuestro favor. Obviamente con el tratamiento el virus se pone negativo más rápido”, dijo.
No obstante, ninguno de estos pacientes quiere pertenecer a ese pequeño porcentaje, así que es una preocupación que se suma a sus malestares. Marialbert admitió que esta situación también hizo mella en su salud mental. Recientemente la paciente atravesó dos pérdidas familiares, por lo que le cuesta retomar fuerzas para enfrentar una nueva enfermedad.
Indicó que este diagnóstico es más duro para los pacientes más jóvenes, ya que la mayoría intenta optar por un trasplante renal y con hepatitis C dejan de ser aptos para la cirugía.
Conseguir un especialista es difícil
La mayoría de los pacientes de la Unidad de Diálisis Acarigua dependen de la posibilidad de que el IVSS mande los medicamentos para poder tratar la hepatitis C. Marialbert aseguró que ir a una consulta privada es muy complicado para ellos.
Explicó que actualmente no hay hepatólogos en el estado Portuguesa y que el especialista más cercano está en Barquisimeto, estado Lara. En esa entidad las consultas rondan entre 40 y 120 dólares y el tratamiento cuesta aproximadamente 1.500 dólares. Otra alternativa que han evaluado los pacientes es verse con un médico en Caracas.
“Aún no me he visto con un especialista. No estoy esperando que me den el tratamiento si no tengo un poco de fuerza económica porque aparte de ir a la consulta debo hacerme exámenes previos que cuestan más o menos 30 dólares. A eso tengo que sumarle mis otros exámenes de rutina, la comida, los servicios y un sin fin de gastos que todos tenemos”, sentenció.
Deficiencias en la unidad de diálisis
Las condiciones de la Unidad de Diálisis Acarigua son similares a las de otros centros de salud en el país. Los insumos son escasos, el mantenimiento es intermitente y los servicios fallan ocasionalmente.
Marialbert aclaró que no han tenido fallas con la electricidad, asimismo comentó que cada paciente recibe sus horas de diálisis completas y reciben sus vitaminas regularmente.
La escasez de bicarbonato concentrado para las diálisis también afecta a la unidad. Esto implica que el mantenimiento de las máquinas podría ser ineficiente, de acuerdo con los estándares internacionales para este tratamiento.
Bicarbonato para diálisis
Es una solución compuesta de cloruro de sodio, calcio, potasio, magnesio, ácido acético, bicarbonato de sodio y dextrosa en agua purificada.
“Ahorita van a hacer la limpieza de las máquinas con hipoclorito porque nosotros nos negamos a comprar vinagre para limpiarlas. No tenemos bicarbonato ni polystyrene (sulfonato de poliestireno, para reducir los niveles de potasio en la sangre). Incluso nosotros estamos exigiendo maquinas nuevas porque las que tenemos están obsoletas”, contó.
La paciente denunció que desde hace un tiempo hay un bote de aguas negras cerca del área A1. Describió que allí se estaciona el camión cisterna que surte los tanques de agua para las hemodiálisis Alertó que allí podría existir otro foco de contaminación distinto.
Los pacientes de esta unidad exigen una investigación, debido a que esta situación atentó en contra de sus derechos a la vida y a la salud que están contemplados en la Constitución venezolana. Marialbert recalcó que los pacientes renales son dependientes del IVSS y, como sucede en muchos países, es responsabilidad del Estado garantizar un tratamiento que les brinde una mayor calidad de vida.
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