- El equipo de El Diario conversó con las psicólogas Paola Díaz y Deborah Díaz. Para las expertas, el síndrome de la cara vacía se debe a situaciones preexistentes, afecta la salud mental y puede impactar en niños, niñas y adolescentes
Aunque las autoridades internacionales de salud aseguran que la pandemia por covid-19 no ha terminado, para algunos la pospandemia ya es parte de la dinámica diaria en varios países. No tiene que ver con asumir la retirada del coronavirus, es más bien adaptarse a “la nueva realidad”.
El síndrome de la cara vacía reúne el miedo, la ansiedad o el temor a enfrentarse a contextos sociales sin mascarillas. En “la nueva realidad” está tomando auge, por lo que distintos especialistas recomiendan estar atentos a los síntomas y acudir a un psicólogo en el momento adecuado.
¿Qué hay detrás del síndrome de la cara vacía y cómo identificarlo?
Para la psicóloga Paola Díaz, el miedo al desuso de tapabocas y su efecto en la salud mental tiene que ver con las situaciones individuales de las personas. Comenta que algunas pueden tener síntomas preexistentes de ansiedad, algún trastorno, o fobia asociada a la exposición social.
Otro de los temores, según comenta la psicóloga Deborah Díaz, es el hecho de que una persona se enfrente a estar sin mascarillas los lleva a enfrentarse de nuevo al temor a contagiarse de covid-19, y que esto desencadene en mortalidad. También puede generar síntomas depresivos, relata la experta.
Deborah Díaz agrega que el síndrome puede generar una reclusión en el hogar, debido a la ansiedad que genera estar sin tapabocas en la calle o por el hecho que otras personas no estén usando mascarillas. “Si desde este uso prolongado genera en la persona una dependencia a la mascarilla, habrá efectos en la salud mental”, dice Paola.
¿Cómo afecta el síndrome de la cara vacía a los niños y adolescentes?
La psicóloga clínica Deborah Díaz señala que el usar mascarillas excesivamente afecta la salud mental, el lenguaje corporal y limita la comunicación entre personas, ya que las expresiones faciales son parte del lenguaje. El impacto puede ser mayor en los niños y adolescentes.
En el caso de los niños, afectará el entender cómo son las emociones internas y de los demás. “Los niños y jóvenes están en un proceso de construcción de su autoconcepto, y más adelante, de su identidad social. Cuando tenemos un niño con la dificultad de reconocer el rostro de la otra persona, si los padres tienen temor al contagio, los niños pueden expresar el mismo temor, aún sin conocimiento”, explica la especialista.
“El uso de la mascarilla es un factor que afecta la construcción de la identidad en los jóvenes, pues está ligada al desarrollo de las relaciones interpersonales de los adolescentes, y eso afectará la siguiente etapa, que es la adultez temprana, en la que se empieza a desarrollar la intimidad”, expresa.
Deborah indica que en la actualidad se pueden observar en distintos colegios la resistencia en los adolescentes a quitarse la mascarilla, porque “consideran que no son bonitos, que tienen la boca fea o no les gustan sus dientes”. En estas circunstancias, la mascarilla representa un refugio, por lo que se presenta el síndrome de la cara vacía.
¿Cómo manejar el temor a dejar de usar mascarillas?
La psicóloga Paola Díaz recomienda buscar un punto medio en el que la persona sea consciente de la realidad que le rodea y de las medidas que continúan por la pandemia de coronavirus. Ella invita a ser conscientes, empáticos y comunicativos de lo que están viviendo los demás o su percepción sobre su cuidado.
Entre las recomendaciones que hace Deborah está el evitar consumir informaciones “poco seguras” en los medios de comunicación y redes sociales. Ella invita a respetar a quienes quieran seguir usando mascarillas, pues “para algunas personas puede ser cómodo, pues hace falta arreglarse o maquillarme”.
Ambas expertas recomiendan documentarse adecuadamente para solventar cualquier duda en torno al contagio por covid-19 e igualmente los beneficios de dejar de usar mascarillas. La transición del uso al desuso de mascarillas debe ser progresiva. “Y esta transición se puede manejar desde la casa de una forma progresiva también”, dice la psicóloga Deborah Díaz.
Si no se puede controlar, la recomendación es buscar ayuda profesional
“En caso de que sea un miedo excesivo, en el que sea incapaz de darme cuenta de lo que me está sucediendo, y no quiero o me niego a quitármelo (el tapabocas), a pesar de que las condiciones estén dadas, se debe buscar apoyo de un profesional”, recomienda Paola Díaz.
“Hay que mostrar los beneficios del poder de quitarnos el tapabocas, hablarles a los niños, niñas y adolescentes sobre el valor que tiene el mostrarnos y vernos las caras de nuevo. En el caso que veamos que la persona se muestra afectada en cuanto a lo social. Es revisar y en caso de que sea eso, trabajar en maneras de fortalecer la autoestima, y en caso de necesitar ayuda, buscarla”, expresa Paola.
Deborah Díaz cree que la familia y el entorno cercano de la persona juega un papel fundamental para identificar, tratar y salir de la situación generada por el síndrome de la cara vacía. El asistir a terapia y a un psicólogo puede ayudar a la persona a “adaptarse a la nueva realidad”.
La prevención es la clave
“Es común que en nuestras familias la comunicación no sea tan abierta y no sea costumbre hablar de las emociones. Expresamos emociones, pero no hablamos acerca de ellas. Lo importante es buscar información, conocer el valor útil de la mascarilla, buscar despojarnos de ese recurso poco a poco, en lugares seguros, abiertos, hasta que la persona se vaya acostumbrando, que las personas adultas puedan transmitir esa seguridad, esa tranquilidad a los más pequeños o a las personas de la tercera edad”, recomienda la psicóloga Deborah Díaz.
“Cuando esta sensación no se canaliza de la forma adecuada, la persona puede desarrollar agorafobia, no querer salir de su casa, por sentir lo externo como amenazador. Allí haría falta una intervención psiquiátrica”, concluye Deborah Díaz.
En Venezuela, la mascarilla sigue siendo obligatoria en lugares abiertos y cerrados, a pesar de que existe una flexibilización para desarrollar actividades en distintos ámbitos. No obstante, las personas en el país no escapan de presentar el síndrome de la cara vacía.