• Los pacientes cuya lesión cerebral alivió sus ansias de nicotina pueden ayudar a desentrañar los fundamentos neuronales de la adicción, según un nuevo estudio

Esta es una traducción hecha por El Diario de la nota They Were Cigarette Smokers. Then a Stroke Vanquished Their Addiction., original de The New York Times.

El escaneo de un cerebro lesionado a menudo muestra un mapa de pérdidas irrecuperables, que revela puntos donde el daño causa dificultades de memoria o temblores.

Pero en casos poco comunes, esos escaneos pueden exponer todo lo contrario: parcelas de regiones cerebrales donde una lesión alivia milagrosamente los síntomas, ofreciendo pistas sobre cómo los médicos podrían lograr hacer lo mismo.

Ahora, un equipo de investigadores ha analizado de nuevo un conjunto de imágenes cerebrales de este tipo, extraídas de fumadores de cigarro adictos a la nicotina en quienes los accidentes cerebrovasculares u otras lesiones los ayudaron espontáneamente a dejar de fumar.

Los resultados, según dijeron los científicos, mostraron una red de regiones cerebrales interconectadas que creen que sustenta los trastornos relacionados con la adicción, algo que afecta potencialmente a decenas de millones de estadounidenses.

El estudio, publicado en la revista científica Nature Medicine, respalda una idea que recientemente ganó fuerza: que la adicción no vive en una región del cerebro u otra, sino en un circuito de regiones unidas por fibras nerviosas similares a hilos.

Los resultados pueden proporcionar un conjunto más claro de objetivos para los tratamientos -contra la adicción- que envían pulsos eléctricos al cerebro. Se trata de técnicas prometedoras para ayudar a que las personas dejen de fumar.

Uno de los mayores desafíos de la adicción es que realmente no sabemos en qué parte del cerebro se encuentra el principal problema al que debemos dirigirnos con el tratamiento”, confesó el doctor Juho Joutsa, uno de los autores principales del estudio y neurólogo de la Universidad de Turku en Finlandia. “Esperemos que después de esto, tengamos una muy buena idea de esas regiones y redes”.

La investigación de las últimas dos décadas ha solidificado la idea de que la adicción es una enfermedad del cerebro. Pero mucha gente todavía cree que la adicción es voluntaria.

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Algunos expertos independientes dijeron que el último estudio fue una demostración inusualmente poderosa del papel del cerebro en los trastornos por uso de sustancias. Entre los fumadores que sufrieron accidentes cerebrovasculares u otras lesiones cerebrales, los que tenían daños en una red neuronal en particular experimentaron un alivio inmediato de sus ansias.

Los investigadores replicaron sus hallazgos en un grupo separado de pacientes con lesiones cerebrales que completaron una evaluación de riesgo de alcoholismo. La red cerebral asociada con un menor riesgo de adicción al alcohol fue similar a la que alivió la adicción a la nicotina, lo que sugiere que el circuito puede ser la base de un conjunto más amplio de dependencias.

“Creo que esta podría ser una de las publicaciones más influyentes no solo del año, sino de la década”, detalló A. Thomas McLellan, profesor emérito de psiquiatría de la Universidad de Pensilvania y exdirector adjunto de la Oficina de la Política Nacional para el Control de Drogas, quien no participó en el estudio. “Pone fin a muchos de los estereotipos que aún prevalecen en el campo de la adicción: que la adicción es una mala crianza, la adicción es una personalidad débil, la adicción es una falta de moralidad”.

En los últimos años, una sucesión de estudios había identificado regiones cerebrales particulares donde una lesión parecía estar asociada con el alivio de la adicción. Pero los objetivos siguieron cambiando.

“La gente no había tenido éxito en mostrar consistencia en las áreas involucradas”, comentó el doctor Hamed Ekhtiari, experto en tratamientos de adicción en el Instituto Laureate para la Investigación del Cerebro en Tulsa, Oklahoma.

En el nuevo estudio, Joutsa aplicó técnicas estadísticas sofisticadas a un antiguo conjunto de escáneres cerebrales de fumadores en Iowa, quienes habían sufrido lesiones neuronales. Un análisis anterior de las mismas exploraciones había sugerido que los pacientes con daño en la ínsula, una región del cerebro involucrada en los impulsos conscientes, eran más propensos a dejar de fumar.

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Pero Joutsa, al revisar los mismos escaneos píxel por píxel, notó que muchos pacientes sin lesiones en la ínsula también habían perdido la necesidad de fumar. “Había algo en el historial de la ínsula, pero esa no era toda la historia”, dijo.

En colaboración con el doctor Michael Fox, profesor asociado de neurología de la Facultad de Medicina de Harvard, el doctor Joutsa examinó un segundo conjunto de escáneres de fumadores que habían sufrido accidentes cerebrovasculares en Rochester, Nueva York. En total, observaron 129 casos.

El equipo luchó por encontrar regiones cerebrales individuales donde las lesiones ayudaran de manera confiable a los pacientes a dejar de fumar. En cambio, los investigadores recurrieron a diagramas estándar de conectividad cerebral que muestran cómo la actividad en una región se correlaciona con la actividad en otra.

Después, los investigadores pudieron localizar redes de regiones cerebrales conectadas donde las lesiones causaron un alivio instantáneo de las ansias de nicotina y otras redes donde las lesiones no lo hicieron.

“Lo que nos estamos dando cuenta en muchos campos diferentes es que nuestros objetivos terapéuticos no son las regiones del cerebro, como alguna vez pensamos, sino los circuitos cerebrales conectados”, explicó Fox. “Si se tiene en cuenta la forma en que está conectado el cerebro, se puede mejorar el tratamiento”.

El estudio no tuvo en cuenta cómo la vida en el hogar de los pacientes, por ejemplo, la frecuencia con la que estuvieron expuestos a los cigarros, puede haber afectado sus hábitos. Los pacientes que se consideraba que habían entrado en remisión de la adicción después de sus lesiones generalmente dejaban de fumar de inmediato, informaron que no tenían ganas de fumar y no volvieron a fumar mientras estaban siendo evaluados.

Sin embargo, los investigadores analizaron si otros cambios asociados con la lesión (en la inteligencia o el estado de ánimo, por ejemplo) podrían haber ayudado a explicar la desaparición de los antojos de nicotina en algunos pacientes. En última instancia, no parecían marcar la diferencia.

Expertos externos dijeron que partes de la red cerebral identificada en el estudio les eran familiares de investigaciones anteriores. El doctor Martijn Figee, psiquiatra del Centro de Terapéutica de Circuito Avanzado en Mount Sinai en Manhattan, estudia cómo los impulsos eléctricos enviados al cerebro pueden tratar el trastorno obsesivo compulsivo, la depresión y la adicción. Comentó que la adicción generalmente parecía estar asociada con la actividad insuficiente del circuito de control cognitivo del cerebro y la actividad excesiva de los circuitos relacionados con la recompensa.

Al aplicar estimulación eléctrica en la superficie de la cabeza de los pacientes o usar métodos más invasivos como la estimulación cerebral profunda, los médicos pueden suprimir la actividad en ciertas regiones, imitando el efecto de una lesión y excitar la actividad en otras. El estudio identificó una región, llamada corteza frontopolar medial, que parecía ser una buena candidata para la estimulación excitatoria; esa región se superpuso con el objetivo de un tratamiento aprobado recientemente por los reguladores de Estados Unidos para ayudar a los fumadores a dejar de fumar.

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Ese tratamiento utiliza una bobina electromagnética colocada contra el cuero cabelludo del paciente para enviar pulsos eléctricos a la superficie del cerebro. Otras técnicas involucran la implantación de electrodos en ciertas regiones del cerebro o la desactivación permanente de regiones precisas del cerebro.

“Este documento es realmente interesante porque indica claramente algunos objetivos accesibles” para los tratamientos, comentó Figee.

Si bien la estimulación cerebral se ha vuelto más común para tratar la depresión y el trastorno obsesivo compulsivo, el uso de esas terapias para la adicción ha tardado más en ganar relevancia. Los investigadores dijeron que llevaría años perfeccionar las técnicas.

A pesar de los estudios que muestran que la estimulación eléctrica o magnética puede reducir el ansia de sustancias adictivas, no está claro cuánto duran esos efectos. Algunos de los objetivos más prometedores se encuentran en lo profundo del cerebro; llegar a ellos puede requerir una estimulación cerebral profunda o un tipo específico de bobina que solo estuvo disponible recientemente, según indicó Figee.

Saber dónde dirigir las estimulaciones cerebrales tampoco resuelve la cuestión de qué frecuencia usar, dijeron los científicos. Y las conexiones son diferentes en los cerebros de diferentes personas, lo que aumenta la posibilidad de necesitar tratamientos personalizados.

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Las personas con adicciones han tardado más en adoptar la estimulación cerebral que las que tienen depresión o trastornos del movimiento, dijeron los investigadores, lo que refleja en parte el tabú en torno a pensar en la adicción como un trastorno cerebral.

También puede haber desafíos estructurales. Judy Luigjes, profesora asistente de psiquiatría en los Centros Médicos de la Universidad de Amsterdam, reclutó a un grupo de miles de pacientes en centros de tratamiento de adicciones en los Países Bajos para un estudio de estimulación cerebral profunda. En tres años, solo dos pacientes comenzaron el ensayo.

Luigjes y sus colegas escribieron que los pacientes con trastornos por uso de sustancias pueden haber evitado el procedimiento en parte porque su motivación para abordar la enfermedad varió más que en los pacientes con trastorno obsesivo compulsivo.

Y la misma inestabilidad que a menudo acompaña a los trastornos por consumo de sustancias puede dificultar la inversión en tratamientos intensivos de mucho más tiempo. Solo un tercio de los pacientes con una cita con el equipo de investigación trajeron a un familiar o amigo, encontró la doctora Luigjes.

Algunos científicos están trabajando para abordar esas preocupaciones. Un equipo de adicciones en Mount Sinai, por ejemplo, se ha dedicado a administrar estimulación cerebral menos invasiva a pacientes en el hogar o en centros comunitarios en lugar de en el hospital, lo que reduce las barreras para el tratamiento.

Pero aunque el cerebro puede ser un punto de entrada para tratar la adicción, Luigjes advirtió que probablemente no sea el más importante. Otros científicos también han argumentado en los últimos años que centrarse en el modelo de enfermedad cerebral de la adicción ha desviado la atención y el dinero de la investigación que aborda los factores sociales y ambientales que contribuyen a la adicción.

“Hemos puesto demasiadas esperanzas, dinero y energía en un solo lado”, dijo, refiriéndose al enfoque del campo en la estimulación cerebral.

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