• Nicolás Maduro informó que se retomará la agenda de cooperación bilateral con Brasil, cuando Luiz Inácio Lula da Silva asuma la Presidencia, a partir de enero de 2023. Especialistas señalan que las alianzas no se darán como espera el régimen porque el nuevo mandatario llega al poder tras una alianza política y el escenario en Caracas ha cambiado

El 31 de octubre, Nicolás Maduro y el presidente electo de Brasil, Luiz Inacio Lula Da Silva, acordaron retomar la agenda de cooperación bilateral. 

“El presidente Luiz Inácio Lula da Silva envió su saludo y compromiso a todo el pueblo venezolano. Tenemos la voluntad de trabajar duro por el fortalecimiento de América Latina y el Caribe, y por el desarrollo económico y social de nuestros pueblos”, expresó Maduro.

El anuncio se dio tras una conversación telefónica y avizora un giro en los nexos entre ambos países luego de que, en 2019, el actual presidente Jair Bolsonaro reconoció al presidente de la Asamblea Nacional (AN) de 2015, Juan Guaidó, como presidente interino de Venezuela. Sin embargo, las relaciones entre Brasilia y Caracas comenzaron a resquebrajarse desde la llegada de Michel Temer al poder en 2016.

Desde la AN de 2020, de mayoría oficialista, han señalado que se aspira un nuevo “consenso político” entre los parlamentos de Venezuela y Brasil para relaciones comerciales, económicas y de intercambio científico.

“Buscamos, en definitiva, pasar la página en relación a un hecho que nunca debió haber sucedido, como fue la interrupción de nuestras relaciones diplomáticas. Creo que hoy están dadas las condiciones políticas en Brasil y en nuestro país, y en el continente, para que podamos normalizar las relaciones diplomáticas”, dijo el diputado Roy Daza, durante una sesión parlamentaria.

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Aunque el triunfo de Lula, que asume el poder en enero de 2023, es visto desde el régimen como una oportunidad para afianzar el poder de la izquierda en la región, y ciertamente suma para la reconfiguración del mapa político, el regreso del líder del Partido de los Trabajadores (PT) no, necesariamente, se traduce en una posición incondicional hacia Caracas.

La internacionalista Elsa Cardozo señala que la nueva era de Venezuela y Brasil no va a desarrollarse de la misma manera como ocurrió en tiempos del expresidente Hugo Chávez. 

Recuerda que Lula ha cambiado en el sentido de que regresa al poder acompañado de una alianza, de una coalición de gobierno compuesta por los aliados que unió para lanzar su candidatura y los apoyos que se sumaron para que pudiera ganar en la segunda vuelta. 

“Entonces, Lula tiene un panorama interno que es una contención a cualquier presión o tentación de extremismos, de izquierdas o de cosas parecidas. Luego, está el tema de Venezuela porque el país no es el mismo que cuando Chávez y, de hecho, aunque Lula hizo campaña por Maduro, también en los años de Maduro hubo distanciamientos importantes con Brasil”, indica.

El 30 de octubre pasado, Lula ganó la Presidencia, con 50,9 % de los votos, superando al actual mandatario, Jair Bolsonaro, que obtuvo 49,1 %.

Lula buscará acercamiento con Venezuela, pero no será incondicional de Maduro
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro | EFE/ Andre Coelho

La internacionalista asevera que las relaciones de Venezuela con la expresidenta Dilma Rousseff (2011-2016) nunca fueron las que habían sido en el anterior gobierno de Lula. Desde su punto de vista, hay unos “factores de ruido” que hacen la relación compleja.

“La relación de Lula con Maduro no va a ser sencilla ni fácil, no es lo que espera Maduro. Pero sí vamos a ver cambios respecto a lo que es la política de Bolsonaro y dentro del nuevo clima latinoamericano y de estos gobiernos progresistas, populistas, de izquierda que están promoviendo políticas diferentes por necesidad”, enfatiza.

Por su parte, Milos Alcalay, quien fue embajador de Venezuela en Brasil durante tres años (desde 1998 hasta 2001), señala que el país suramericano entra al gobierno de Lula con características basadas en la especificidad de estos momentos. A su juicio, la gobernabilidad va a depender de que no sea una especie de socialismo parecido a la primera década del siglo XXI.

“En ese sentido, a pesar de que habrá mecanismos de solidaridad más amplios, es muy difícil que, en esta segunda década del siglo XXI, Lula se aparte de una dinámica democrática, de vigencia de derechos humanos y de lucha contra la corrupción, la cual él ha estado insertado. Tiene que mostrar que no van a repetirse situaciones como las de Odebrecht”, destaca.

Agenda clave

Elsa Cardozo puntualiza que el nuevo presidente de Brasil difícilmente será incondicional al régimen venezolano tanto por razones internas en su país como por la situación venezolana, y por razones internacionales en función del papel que Lula quiere recuperar para Brasil.

“La política exterior brasilera es una política de equilibrios y de reequilibrios. Mucho pragmatismo, pero eso mismo la hace cautelosa en cuanto a un acercamiento incondicional a Venezuela. De esta manera, Venezuela es un caso muy problemático, pero también es una oportunidad para proyectar la diplomacia brasileña otra vez con mucha fuerza”, asevera.

En ese escenario, Milos Alcalay coincide con Cardozo en que en la nueva era de las relaciones entre Venezuela y Brasil es muy posible que, del lado de Lula, no haya incondicionalidad hacia Nicolás Maduro. Explica que esto obedece a que en el contexto actual no hay integración ideológica, sino una integración plural.

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Lula figura como favorito en las encuestas aunque es probable que tenga que disputar un balotaje con Bolsonaro. Foto: Reuters

Expresa que en la primera década de este siglo hubo la tentación de llevar adelante una integración especialmente ideológica y un acercamiento al socialismo del siglo XXI. Alcalay refiere que en la segunda década del siglo XXI hay un péndulo hacia una izquierda aparentemente distinta, en donde pesa mucho la vigencia de los derechos humanos y el proceso de integración tradicional, buscando la unidad en la pluralidad. Eso quiere decir el Pacto Andino, las comunicaciones para Unasur y para favorecer la integración latinoamericana.

“Creo que Lula va a entrar en ese contexto, no solo porque es la dinámica actual, sino que para llegar al poder ha tenido que aliarse con factores con una línea distinta a la del Partido de los Trabajadores. Es el caso del partido de Fernando Henrique Cardozo, de los precandidatos que lo acompañaron, del excanciller de la transición, el que está coordinando toda la estrategia internacional del nuevo gobierno”, precisa.

Elsa Cardozo acota que Brasil podría sumarse a los esfuerzos por acercar a Venezuela a organismos regionales.

“Aunque Lula no quiera dar un lugar central en su gobierno al tema de los derechos humanos en Venezuela, es un tema que pesa mucho y que ya le está pesando a Petro, quien ha tenido que hablar el tema y en la medida que se lo permite su situación de negociación interna y con Maduro”, afirma.

La internacionalista insiste en señalar que la posición del nuevo presidente de Brasil hacia Venezuela estará signada por la cautela. Indica que la situación actual es una oportunidad para que Lula proyecte, nuevamente, la diplomacia de su país con mucha fuerza. Añade que esta diplomacia es de no confrontación y de sacar lo bueno que se pueda de la situación venezolana.

En este último, Cardozo refiere aspectos como la selva amazónica, que es un aspecto bandera para Lula. “En este tema, es probable que evalúe que Maduro está dispuesto a moverse para preservar la relación con Brasil y presentar otra cara ante el mundo”, señala.

Río Cataniapo

El embajador Milos Alcalay destaca que hay varios acuerdos imposibles de borrar. De esta manera, señala que el Tratado de Cooperación Amazónica establece obligaciones que tienen que cumplir los países limítrofes del Amazonas.

“Ciertamente, a pesar de que Maduro fue a Egipto y destacó los alcances de una política extraordinariamente positiva y constructiva, la verdad es que el cumplimiento de los acuerdos internacionales está muy lejos, basta con ver el destrozo de la minería ilegal”, expresa.

Alcalay acota que “Lula es el chico bonito en la cuestión ecológica”. “A pesar de que no veo que hay una gran diferencia entre las líneas que defendían tanto el gobierno de Dilma, de Lula, como el de Fernando Henrique Cardozo, como los de Carlos Neves y los de Bolsonaro; este último mediáticamente es el malo de la película”.

Migración y frontera

Brasil y Venezuela comparten 2.199 kilómetros de frontera. Un dato importante es que el flujo comercial entre ambos países se redujo a menos de 1 millardo de dólares en los últimos cuatro años, según registró Paulo Velasco Júnior, profesor de Política Internacional en la Universidad del Estado de Río de Janeiro.

Sobre la migración venezolana hacia Brasil, la internacionalista Cardozo enfatiza que no es tan grande como ocurre en el caso de Colombia. Agrega que esta situación fue bien atendida por el presidente Bolsonaro y se supone que Lula va a continuar con esta política.

“Va a evitar a todo trance convertir esto en un tema político, como lo está evitando Petro que no lo menciona mucho”, indica.

Milos Alcalay dice que no se sabe cuál va a ser la actitud de Lula: “¿Va a continuar con la política del Estado brasileño de abrir sus fronteras a los migrantes venezolanos, o va a poner cortapisas, exigir una visa, o hacer algo parecido a lo que se hizo en Estados Unidos, de limitar el número?”.

Venezuela reabre la frontera con Brasil cerrada desde 2020

En los últimos cinco años, Brasil recibió 702.000 migrantes venezolanos que huyeron de la crisis económica, política, social y humanitaria. En abril de este año, el Ministerio de Justicia informó que de los venezolanos que ingresaron a Brasil, desde enero de 2017 hasta febrero de 2022, 325.763 permanecen en su territorio y 376.459 buscó otro destino.

Sobre la seguridad fronteriza, la internacionalista Elsa Cardozo sostiene que el régimen de Maduro podría poner orden para bajar la presión. Enfatiza que, dentro de su especificidad, en la relación con Brasil se presentan los mismos temas fronterizos que con Colombia. 

En este punto, refiere el tema de las actividades ilegales de minería que comenzaron hace mucho tiempo y se fueron agravando, el tema migratorio y el de la inseguridad fronteriza complicado por la presencia de grupos irregulares en el Arco Minero y la degradación ambiental que para Lula representa bandera internacional.

El embajador Alcalay enfatiza que la minería ilegal y el tema de los garimpeiros es de larga data. Cree que la única forma de solucionarlo, igual que el tema de la criminalidad en la frontera con Colombia, es combatiendo a los sectores que se benefician de la corrupción y de los procedimientos de la mafia. 

“El problema no son solos los mineros ilegales, el problema es la presencia del Ejército de Liberación Nacional (ELN) que ocupa grandes extensiones, el problema es que no hay regulación para la utilización de productos como el mercurio, para identificar que hay cuencas enteras de ríos que están siendo absolutamente afectadas, la distribución de la minería como parte de pago a una serie de compromisos nacionales e internacionales”, puntualiza.

La guerra del ELN contra el Tren de Aragua se siente en la frontera
EFE/ Mario Caicedo

Agrega que, si no hay una verdadera voluntad de combatir los ilícitos en el ámbito fronterizo, no se podrá resolver. De acuerdo con informes de Crisis Group, la minería ilegal en la frontera con Brasil ha estado acompañada de la presencia del ELN y de las disidencias de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Esto ocurre en un territorio que registra delitos como extorsiones, asesinatos, contrabando y narcotráfico. 

Milos Alcalay señala que en la frontera entre Venezuela y Brasil debe haber una política para preservar la cultura autóctona, de las diversas etnias.

“Por más simpatía que pueda tener Lula por apoyar a su colega Maduro, el gobernador del estado de Río Blanco o el del estado Amazonas serán un factor decisivo en la búsqueda de soluciones reales”, asegura.

Otro menos

La llegada de Lula al poder supone también una nueva baja en el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela.

El 20 de octubre, cuando aún no se había celebrado la segunda vuelta electoral, Lula señaló que Guaidó ya no representa nada.

“Es increíble que la embajadora de Venezuela en Brasil sea la embajadora designada por Guaidó, María Teresa Belandria, que no representa a Venezuela, ni a Guaidó, que ya no es nada en Venezuela”, expresó.

Tras el triunfo de Lula, Diosdado Cabello, vicepresidente del Partido Socialista de Venezuela (PSUV), señaló: “Ha desaparecido el Grupo de Lima porque el último presidente de los que promovió esos actos de agresión a nuestra patria era Jair Bolsonaro en Brasil”.

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