- Los feligreses caminaron por varias horas para cumplir con la tradición del Miércoles Santo
La jornada de misas del Miércoles Santo en Caracas cerró con una homilía en honor al Nazareno de San Pablo en la plaza Diego Ibarra, diagonal a la Basílica de Santa Teresa, y posteriormente una procesión que recorrió parte del casco central de la ciudad.
A la tradición se unieron cientos de personas que piden o agradecen favores al Nazareno de San Pablo, según pudo constatar el equipo de El Diario durante el recorrido. También acudieron quienes sienten una gran devoción a las tradiciones de Semana Santa. En el camino de la procesión, se asomaron varios curiosos y personas que salían de sus trabajos o de sus hogares para poder observar la imagen del santo e incluso tomar una foto desde sus teléfonos.
A las 4:30 pm un equipo de seguridad policial escoltó a la imagen del Nazareno y de la Virgen de Dolores hasta la plaza, donde previamente instalaron una tarima envuelta en telas moradas y blancas para la misa.
El cardenal Baltazar Porras dirigió la eucaristía, a su izquierda un grupo musical hacia las pausas acostumbradas con las melodías seleccionadas para la misa del Nazareno. Entre ellas una pieza dedicada al santo.
Ejemplo de esta afirmación fue la movilización del Miércoles Santo. Este año la tradición transcurrió con menos restricciones, aunque muchos de los devotos, especialmente los adultos mayores, prefirieron usar tapabocas para unirse a la multitud.
Las ganas de estar más cerca del Nazareno
A medida que avanzaba la misa, los feligreses intentaban acercarse para ver mejor la imagen del Nazareno, pero en medio de la plaza se encontraron con un cordón policial con barreras de metal que al final sería el límite en el que los devotos llegaron a comulgar.
En varios puntos estratégicos se formaron filas de personas que esperaban cumplir con el sacramento de la comunión, posteriormente se reacomodaron buscando una mejor visión.
A pocos minutos para las 6:00 pm finalizó la misa y Porras anunció el comienzo de la procesión, pidió la colaboración de los feligreses con quienes llevaban en sus hombros las imágenes del Nazareno y la Virgen María.
Mientras la procesión abandonaba la plaza para dirigirse hasta la esquina de Cruz Verde, un grupo de feligreses se aglomeró detrás de la imagen para tratar de acompañarla desde cerca.
Nayelis Arcila, una de las devotas, prefirió seguir la procesión a un paso más lento, pero con el Nazareno siempre a la vista. Asistió junto a su pareja, ambos vestían del típico color morado que representa al Nazareno, para agradecer por un favor concedido.
Agregó que parte de su compromiso es acompañar a la imagen por al menos dos cuadras luego de la misa cada año.
Un recorrido pausado
Después de varios minutos, las imágenes llegaron a la esquina de Cruz Verde donde varios funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas la recibieron entre oraciones en la puerta del Palacio de Justicia.
El recorrido continuó hacia la esquina Santa Rosalía para luego doblar en dirección hacia la avenida Baralt con sus respectivas paradas. En el transcurso de la movilización cayó la noche y una Luna llena acompañó a los feligreses que caminaban por el centro de la ciudad.
Pese a la luz natural del satélite, los fieles encendieron velas para iluminar su camino. Una de ellas fue Ismarisa Rodriguez, quien siguió la procesión aunque no logró escuchar la primera parte de la misa.
Aunque no todos los que cumplen esta tradición lo hacen por promesas o favores necesariamente. Norma Rodríguez, por su parte, admite que es sumamente religiosa y que es disciplinada con las tradiciones de la Semana Santa por decisión propia.
Hasta el final
Con las horas, la temperatura fue bajando en Caracas y el cansancio era notable en los feligreses que decidieron seguir hasta el final de la procesión.
En la avenida Baralt, varios comerciantes ambulantes aprovecharon la ocasión para ofrecer comida a quienes acompañaban a la imagen del Nazareno. Un vendedor de cotufas, a 15 bolívares la bolsa, parecía haber ganado al público religioso, pero a menos de un metro se paró un hombre ofreciendo dos platos de sopa por 1 dólar que atrajo la atención de los fieles.
La familia de Carla Bravo se aventuró a probar la oferta de la sopa para aguantar el frío caraqueño. Para ella, las bajas temperaturas eran un poco menos tolerables porque hizo la procesión descalza durante toda la noche.
Agregó que la misa fue agradable, aunque le pareció que la ruta de este año fue más larga y pausada que en ocasiones anteriores.
Luego de atravesar parte de la ciudad, la imagen del Nazareno de San Pablo regresó con ayuda de los fieles a su refugio en la Basílica de Santa Teresa, donde pueden acudir los caraqueños para cumplir con el resto de las tradiciones de Semana Santa y observar el altar del santo rodeado de al menos 3.500 de orquídeas obsequiadas por los devotos venezolanos.