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- La exposición es el resultado del concurso Creadoras, del cual se seleccionaron obras de 95 artistas de diferentes disciplinas. El primer premio en la categoría de Artes Visuales fue para Magdalena Fernández, mientras Gioconda Berríos obtuvo el de Arte Utilitario
El papel de la mujer como creadora tomó protagonismo el 6 de junio en la Galería de Arte Nacional (GAN). El espacio, recuperando su función como generador de actividad cultural para la ciudad, alberga la exposición Una=Todas/Artistas contemporáneas venezolanas, que estará abierta al público a partir del 8 de junio en el segundo piso del complejo.
Allí se exhiben las obras de 95 artistas venezolanas, como resultado del proyecto Creadoras. Esta iniciativa creada por el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), en conjunto con Volante Studio y GBG Arts, lanzó ocho meses atrás el Concurso de Arte Contemporáneo Creadoras, con el fin de impulsar el proceso creativo de las mujeres, así como darles un espacio de visibilidad, en un medio comúnmente dominado por los artistas masculinos.
“Esta iniciativa tiene el objetivo de hacer reflexionar a cada uno de nosotros respecto a las desigualdades que existen todavía en el ámbito cultural y artístico”, declaró Alejandra Claras Borda, secretaria general de CAF, durante el acto de premiación.
Recordó que en 2015, en una entrevista para el diario británico The Guardian, el artista alemán Georg Baselitz dijo: “las mujeres no pintan muy bien”. Una polémica frase que en su momento respaldó en el hecho de que el 90 % de las estudiantes en academias son mujeres, pero pocas logran el éxito en el mercado del arte. Justo ese año, la revista ARTnews reveló en un reportaje que apenas del 8 % de las obras vendidas por las casas de subastas de Nueva York eran de artistas mujeres.
Claras Borda agregó que, en muchos casos, esas obras se venden por el 10 % de lo que normalmente vale una pieza similar de un artista masculino. Por ese motivo, reivindica esta exposición, y su concurso, como una muestra de resistencia contra la invisibilización histórica del arte femenino.
Las premiadas
Desde su convocatoria en octubre de 2022, el Concurso de Arte Contemporáneo Creadoras reunió 484 propuestas de todas las disciplinas artísticas, aunque agrupadas bajo dos categorías: Artes Visuales y Arte Utilitario. El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, se presentaron a las 95 artistas seleccionadas, cuyas obras se exponen actualmente en Una=Todas.
Para escoger a las ganadoras se creó un jurado conformado por la gerente de Género, Inclusión y Diversidad de CAF, Ana María Baiardi; la historiadora e investigadora Sagrario Berti, y la periodista y gestora cultural Aixa Sánchez. También la expresidenta del Museo de Bellas Artes y miembro fundadora de la GAN, María Elena Ramos.
La ganadora del primer premio en la categoría Artes Visuales fue para la artista caraqueña Magdalena Fernández por su obra 3vaMH018 (2018). El segundo lugar lo ocupó Argelia Bravo, con Interruptus del paisaje patriarcal (2023). Ambas fueron obras de videoarte, siendo en el caso de Fernández un video en stop-motion, mientras Bravo se apoya más en recursos del cine documental.
Por su parte, en la categoría de Arte Utilitario, la ganadora fue Gioconda Berríos por su tejido Tramando (2023). Y el segundo lugar fue para Luz María García (Dawanedü Emajenewa), líder indígena ye’kwana, por su pieza de cestería Jojö Odeeja (2023). Las cuatro ganadoras recibieron un premio en metálico, además de la incorporación de sus obras en la colección de la CAF.
Durante la ceremonia también hubo un momento de aplausos para Antonia Azuaje, de 91 años de edad. La trujillana, reconocida como una de las artistas populares más importantes de Venezuela, participó en el concurso con su obra La pensadora y otras historias cotidianas. El jurado acordó otorgarle un reconocimiento especial “por su larga y valiosa trayectoria como narradora de historias a través de la pintura”.
Menciones especiales
Además de las cuatro ganadoras, el jurado entregó menciones especiales a siete obras dentro de la categoría de Artes Visuales, que englobó una diversidad de géneros como la fotografía, el videoarte, instalación, e incluso el uso de inteligencias artificiales. En la categoría de Arte Utilitario hubo tres menciones para piezas de orfebrería, diseño gráfico y cerámica. Las artistas reconocidas fueron:
Artes Visuales:
María Bilbao Herrera, por Nomadismo, conexión temporal y nuevos anhelos femeninos (2023).
Zeinab Rebeca Bulhossen, por Árboles cortados, de la serie Belleza crítica (2022-2023).
Costanza de Rogatis, por Abrazo, de la serie Antropometría doméstica (2023).
Mariana Mendoza y Laura Morales Balza, por Caracas. Verdad y ficción (2019-2022).
Corina Lipavsky, por Naturalezas mutantes, de la serie Nativas (2023).
Vinia Winckelmann, por Desde el útero (2023).
Julia Zurilla, por Horizonte menguante (2022).Arte Utilitario:
Flor Areimano, por Verano (2022).
María Elisa Carmona, por Memoria local (2023).
Josselyn Chalbaud, por Zöoid (2023).
La exposición
Una=Todas está dividido en tres secciones de acuerdo con su línea temática. La primera es Deliberaciones del paisaje, que reflexiona sobre el lugar como espacio en el que convergen historias, lenguajes y geografías reales o imaginarias. El segundo, Enunciaciones de la materia, convierte los objetos, sus texturas y colores en un objeto de representación para construir nuevos símbolos y significados.
Finalmente, en Cuerpo crítico/Cuerpo político, se reúnen discursos e inquietudes ante problemas sociales como la violencia de género, los abusos de poder, así como la lucha por la equidad y los derechos humanos de la mujer.
Lorena González, curadora de la exposición, indicó en entrevista para El Diario que las artistas lograron demostrar su capacidad para trascender las formas tradicionales de creación a través de la fuerza de sus imágenes. “Cuando empecé a trabajar en este proyecto hace un año, no tenía una conciencia completa de lo que significaba la equidad de género, pero he aprendido muchísimo y que en temas de derechos de la mujer, aunque creamos que estamos exagerando, nunca es suficiente”, declaró.
Por su parte, Matilde Sánchez, encargada de la museografía de la exposición, indicó que para estas tres divisiones no se hizo una segmentación por disciplina, sino que se mezclaron las piezas usando criterios como el color, tamaño o discurso. Algo que fue un reto, dado la cantidad de obras de videoarte, performance, arte digital e instalaciones presentes.
Sutileza maternal
El arte de Magdalena Fernández (Caracas, 1964) suele integrar la física, las matemáticas y el diseño. Con estudios en el Instituto Neumann en Caracas y la Scuola Bottega de Milán (Italia), posee una larga trayectoria en la que combina recursos analógicos y digitales para explorar un tipo de abstracción que mantiene un discurso narrativo.
Así, con 3vaMH018, se apoya en el videoarte para contar una historia personal en la que confronta la maternidad y la vida a través de un primer plano de un pezón femenino. Fotograma por fotograma, va siendo cubierto por una capa de hilos hasta desaparecer.
De acuerdo con el jurado, la obra destaca por “la fuerza, y a la vez sutileza, de esa imagen realizada en stop motion, que enfoca en el seno femenino una temática de doble sentido, como crítica a la violencia de género y a la vez como símbolo de paz, alimentación y cobijo”.
Espacio reconquistado
Del otro lado de la sala, otra pantalla muestra una serie de garzas sobre el agua. Se trata de Interruptus del paisaje patriarcal, de Argelia Bravo (Caracas, 1963). En entrevista para El Diario, explicó que esas imágenes fueron tomadas durante la pandemia de covid-19 en el estacionamiento de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Central de Venezuela (UCV). En esa época, la ruptura de una tubería hizo que el lugar se inundara, formando sobre el asfalto lagunas en las que las aves comían como si fuera su hábitat natural.
Bravo, quien ha trabajado haciendo cine documental, vio en esa escena un ejemplo de rewilding. Este término describe el fenómeno en el que un espacio urbano es tomado por la naturaleza, con animales y flora recuperando espacios en la medida que vuelven a su estado salvaje. Algo que se pudo ver durante la pandemia en muchos países debido a la cuarentena, en la que ciervos caminaban por las autopistas vacías o delfines nadaban por los canales de Venecia.
“Donde vemos una simple garza alimentándose, está la metáfora de ese paisaje de la universidad que está siendo alterado, interrumpido, por la naturaleza. Pero también estamos hablando del paisaje del conocimiento”, acota.
Por un lado, puede ser visto como un ejemplo del deterioro sufrido por la asfixia presupuestaria que ha llevado a la UCV y otras universidades a convertirse en una suerte de ciudades fantasma. Pero Bravo lo considera además un reflejo de la decadencia de las estructuras académicas patriarcales que siguen vigentes en el modelo educativo venezolano. Lo ilustra en el video con un momento en el que las ondas del agua distorsionan una sombra recta, posiblemente de un poste.
“Todo tiene que ver también con el problema del parcelamiento del conocimiento en una sociedad además cuadriculada. El pensamiento moderno trabaja con líneas rectas. Este fenómeno (el rewilding) da la posibilidad de un pensamiento más allá, donde las líneas se enroscan y distorsionan”, completan.
Tejido en gerundio
Gioconda Berríos (Caracas, 1964) honra una tradición de tejedores con su obra Tramando, en la que guarda entre sus hilos la historia de tres generaciones de su familia, cuyo abuelo tejía ruanas y hamacas en Trujillo, al igual que su padre. De esas piezas, y de las cobijas de retazos de colores que hacía su hermano, hoy fallecido, la artista se inspiró para elaborar su obra.
Berríos es abogada, y desde los años noventa se formó como vidriera en la Asociación Venezolana de las Artes del Fuego y el Taller Escuela Arte Fuego.
En entrevista con El Diario, contó que, si bien no ha abandonado la vidriería, actualmente se considera más una tejedora, como sus raíces. Precisamente se reconectó con este arte tras una mudanza hace más de 10 años. Allí quedó atrapada por el color y la forma. Relató que su arte suele ser una vía para canalizar sus emociones, aunque con el tejido ha aprendido, en la técnica de ir haciendo bucles con cada fibra, a encontrar no solo un momento de catarsis, sino también de meditación.
“Ese acto de mantra, que es el repetir loop a loop, hilera por hilera, mezclando los colores, fue lo que me enredó totalmente. He descubierto que me transporta. Cuando estás trabajando con la máquina, necesitas estar concentrada y dejar a un lado cualquier evento o preocupación”, comentó.
Señaló que durante la pandemia, una amiga le prestó una antigua máquina de tejer que aprendió a usar desde cero, y con la que fue creando su primera pieza de gran dimensión. El título de la obra se debe a la técnica de tejido empleada, usando únicamente tramas (una serie sucesiva de fibras horizontales sin cruzarse). Decidió conjugar en el tiempo verbal de gerundio, como una forma de expresar que su trabajo se mantiene vivo y en tensión, tramando nuevos proyectos.
