En Caracas, la calle es muchas cosas; tráfico, caos y supervivencia. Pero también es espacio de trabajo, de comunidad e iniciativa propia. Bajo el concreto del puente de la avenida Fuerzas Armadas (en el centro de la ciudad), en las afueras del Mercado de La Hoyada y en la avenida Intercomunal de El Valle, jóvenes con una máquina, un espejo y una silla plástica han fundado sus propias barberías al aire libre.
Este seriado fotográfico retrata a varios barberos callejeros en diferentes puntos de la ciudad. Son retratos de luz natural y sudor, de cortes hechos entre el ruido del tránsito y conversaciones que se interrumpen con el sonido del paso de un autobús. Pero sobre todo, son retratos de quienes han elegido trabajar con las manos, en la calle, para sostenerse día tras día.
Jhon Rodríguez – 23 años de edad
Puente de la avenida Fuerzas Armadas
Jhon tiene 23 años de edad y desde los 18 trabaja como barbero en la calle. Comenzó a finales de 2020, en plena pandemia por covid-19, cuando la situación económica lo llevó a buscar alternativas para generar ingresos. Antes de eso trabajaba en barberías bajo la modalidad de recibir un porcentaje por cada cliente, pero decidió emprender por su cuenta. Su meta es reunir suficiente dinero para abrir su propio local.



Actualmente, trabaja debajo del puente de la avenida Fuerzas Armadas junto con otros cuatro barberos, con quienes se turna los clientes. Su objetivo diario es atender al menos a 10 personas para ganar alrededor de 50 dólares, aunque no siempre lo logra. Algunos días atiende entre dos y cinco clientes. Aun así, se mantiene constante. Considera que el trabajo en la calle es una forma de crecer y ganar experiencia hasta lograr lo que se propone.

Gilbert Torrealba – 23 años de edad
Puente de la avenida Fuerzas Armadas
Gilbert lleva aproximadamente cinco años trabajando como barbero en la calle. Nunca ha trabajado en un local, principalmente porque no ha tenido la oportunidad. Sin embargo, se siente cómodo trabajando al aire libre, ya que puede manejar su tiempo y sus ingresos con más autonomía.



En fines de semana con buen movimiento puede atender hasta 15 o 16 personas, aunque en días normales corta el cabello de entre cinco y seis clientes. Asegura que con el tiempo ha ganado experiencia y eso se traduce en mayor clientela. Tiene clientes fijos que acuden a él porque se sienten bien atendidos. Para él, la clave está en cómo se trata a las personas y en ofrecer un buen servicio.

Henry Andrade – 25 años de edad
Puente de la avenida Fuerzas Armadas
Henry tiene tres años trabajando como barbero callejero. Antes de devolverse a Venezuela tras una primera migración, ganó experiencia trabajando en una barbería fuera del país, pero no ha podido establecerse en un local debido a la falta de recursos. Además, considera que trabajar en la calle le permite captar más clientes y tener más visibilidad.


Atiende entre cinco y seis personas al día, dependiendo del movimiento. Cuenta que el número de clientes ha ido en aumento a medida que se ha dado a conocer. Cree que las barberías tradicionales están perdiendo clientela, mientras que en la calle, al estar más expuesto, puede generar más oportunidades.


Enrique González – 25 años de edad
Afuera del Mercado de La Hoyada
Enrique lleva tres años y medio cortando cabello en un punto fijo afuera del Mercado de La Hoyada. Comenzó con una silla sencilla, sin espejo, y una máquina con cable. Antes de eso, trabajó en una barbería en Petare (Miranda), donde debía pagar alquiler de silla. Decidió salir de allí y empezar con su puesto en la calle, donde siente que puede trabajar con mayor autonomía.



Actualmente atiende entre ocho y 12 personas al día. Asegura que con el tiempo ha mejorado sus herramientas y su clientela ha ido creciendo. Aunque no descarta trabajar en un local en el futuro, prefiere que sea una opción cómoda y que le permita mantener el control sobre su trabajo. Hoy en día, su clientela ya lo ubica y lo busca directamente en su punto habitual.


Josué Sarmiento – 32 años de edad
Avenida Intercomunal de El Valle
Josué trabaja como barbero en la calle desde hace 10 años. Lo ha hecho siempre en la misma zona de la Intercomunal de El Valle. Nunca ha trabajado en un local ni ha tenido la intención de hacerlo. Para él, una de las ventajas de trabajar en la calle es que no tiene que rendirle cuentas a nadie, lo que le permite manejar su tiempo y su dinero con total independencia.


Hace dos años solía cortar el cabello a unas 25 personas al día, pero con el tiempo la cifra ha disminuido a un promedio de 10 clientes diarios. Aun así, se mantiene constante en su punto de trabajo, atendiendo a quienes ya lo conocen y a quienes se acercan por recomendación o por la visibilidad del lugar.


José Ríos – 28 años de edad
Avenida Intercomunal de El Valle
José lleva dos años trabajando como barbero en la calle, también en la zona de la Intercomunal de El Valle. Atiende entre cinco y ocho personas al día, dependiendo del movimiento. Desde que comenzó, ha notado que su clientela ha ido aumentando poco a poco.


Nunca ha trabajado en una barbería y tampoco le interesa. Prefiere mantenerse trabajando por su cuenta, sin jefes ni presión. Valora poder manejar su propio horario y sus ingresos directamente. Afirma que lo que gana le alcanza para cubrir sus necesidades básicas, y por eso se siente cómodo con este modo de trabajo.


Omar Crespo – 34 años de edad
Avenida Intercomunal de El Valle
Omar lleva seis años trabajando como barbero en la calle, siempre en el mismo punto de la Intercomunal. Nunca ha trabajado en un local y actualmente no tiene los recursos para abrir uno propio. Sin embargo, si tuviera la posibilidad, montaría su propia barbería para seguir trabajando por su cuenta.


Explica que una de las razones por las que no trabaja en un local es que en esos espacios debe cobrar más por los cortes para que se beneficie el dueño, no el barbero. Por eso, si llega a trabajar en un sitio cerrado, será en uno propio. Hoy atiende entre cuatro y cinco personas al día. Ha visto cómo algunos clientes frecuentes han emigrado, pero también llegan nuevos, lo que mantiene el flujo de trabajo constante.

