Diversas investigaciones científicas indican que millones de personas en el mundo padecen del trastorno dismórfico corporal o dismorfia corporal, que es una condición caracterizada por una percepción distorsionada de los propios atributos físicos.
En esta alteración, las personas magnifican imperfecciones que, con frecuencia, resultan imperceptibles para otros. De acuerdo con los estudios consultados por El Diario, los patrones de pensamiento negativos asociados a la dismorfia corporal pueden generar limitaciones en la interacción social, debido al temor a la exposición de los complejos autopercibidos.
Esta dinámica puede desencadenar diversos problemas de salud mental, que incluyen ansiedad, depresión y trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia o la bulimia. En situaciones extremas, se han documentado intentos de suicidio.
En un estudio publicado en la revista Nature, la autora del análisis Amanda Perkins señaló que esta disociación perceptiva, en algunos casos, podría ser una manifestación adicional del trastorno obsesivo-compulsivo.
En esos casos, las personas con dismorfia corporal dedican una considerable cantidad de tiempo a la preocupación por sus defectos percibidos y a estrategias para ocultarlos, lo que les puede ocupar gran parte del día e impactar en la calidad de vida y la capacidad para realizar actividades cotidianas y sociales.
Síntomas de la dismorfia corporal
Los expertos acotan que la preocupación desproporcionada por los defectos puede manifestarse en cualquier parte del cuerpo, no obstante, un estudio publicado en la revista SCielo identificó las zonas afectadas con más frecuencia: piel, cabello, nariz, abdomen, dientes, peso, torso, trasero, ojos, muslos, cejas, forma del rostro, piernas, barbilla, labios, brazos, caderas, mejillas y orejas.
Las inquietudes suelen centrarse en la simetría, el tamaño y la forma, de acuerdo con los expertos.
Los estudios también concuerdan en que la dismorfia corporal afecta por igual a hombres y mujeres, manifestándose en cualquier etapa de la vida, aunque la mayoría de los casos se diagnostican en la adolescencia, específicamente entre los 12 y 13 años de edad.
Actualmente, no existe una causa única para el trastorno dismórfico corporal, sin embargo, los especialistas y estudios sugieren que factores como la predisposición genética, deficiencias de serotonina, ciertos rasgos de personalidad, el estrés y experiencias traumáticas, como el abuso, podrían influir en su desarrollo.
Estos son algunos de los síntomas que pueden indicar la presencia de dismorfia corporal, a menudo de naturaleza compulsiva y repetitiva:
– Comparación excesiva con otros
– Aislamiento social
– Comportamiento obsesivo de mirarse en espejos
– Tendencias perfeccionistas
– Búsqueda recurrente de tratamientos y procedimientos estéticos
– Uso excesivo de maquillaje para ocultar imperfecciones
– Convicción de ser objeto de burla por parte de terceros
– Exageración de un defecto que es apenas perceptible o inexistente
– Necesidad constante de aprobación externa
– Baja autoestima
– Prácticas extremas de dieta y ejercicio
– Sentimientos de vergüenza, enojo, desesperanza o frustración
– Pensamientos suicidas
Las investigaciones científicas consultadas advierten que estos síntomas pueden confundirse con los de otros trastornos, lo que ocasionalmente conduce a diagnósticos erróneos, como fobia social, trastorno obsesivo-compulsivo, agorafobia, trastornos de la conducta alimentaria, ansiedad o esquizofrenia.
Tratamiento para la dismorfia corporal
El tratamiento del trastorno dismórfico corporal generalmente combina la terapia cognitivo-conductual con la farmacoterapia, que debe ser guiada por un psiquiatra o experto en el área.
Con este enfoque se busca que el paciente identifique y modifique pensamientos disfuncionales, desarrollando alternativas a los impulsos generados por el trastorno, como la revisión constante en los espejos, maquillaje excesivo o problemas de alimentación.
Otro estudio también publicado en la revista Nature validó la eficacia de esta terapia en la reducción de síntomas depresivos y la autopercepción negativa, lo que mejoró la calidad de vida y el funcionamiento general en los pacientes con dismorfia corporal que fueron evaluados en la investigación.
En cuanto a la farmacoterapia, los especialistas suelen prescribir ansiolíticos y antidepresivos, bajo un seguimiento médico riguroso para prevenir el desarrollo de tolerancia o adicción.
Con respecto a los pacientes que presentan intentos suicidas recurrentes, los expertos pueden recomendar su hospitalización en centros de salud mental hasta disminuir el riesgo.