El estrés acompaña las vidas de muchas personas en la actualidad, el mundo es cada vez más demandante, exigente y competitivo en cada área de desarrollo. Sin embargo, el estrés crónico puede ser perjudicial para la salud a largo plazo y el cuerpo envía señales silenciosas cuando esto comienza a suceder.
Un informe publicado en la revista Verywell Mind advierte que cada vez más personas pasan del estrés cotidiano al prolongado o sobreestrés sin notar los síntomas que lo acompañan.
De acuerdo con la Asociación Americana de Psicología, los episodios de estrés pueden venir acompañados de signos como aceleración del ritmo cardiaco e irritabilidad puntual. Sin embargo, con el sobreestrés esta respuesta se mantiene en el tiempo y afecta el sistema inmunológico, aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares y debilita la salud mental.
Las señales silenciosas del estrés nocivo para la salud
Insomnio o sueño interrumpido: de acuerdo con la Clínica Mayo, el estrés está directamente relacionado con las alteraciones del sueño persistentes. Las personas expuestas a altos niveles de presión suelen tener dificultad para descansar y pierden la calidad de su sueño.
Irritabilidad y ansiedad constante: la Escuela de Medicina de Harvard (EE UU) advierte que la irritabilidad constante y la ansiedad son los síntomas más típicos del estrés prolongado. También señala que esto impacta el rendimiento diario y las relaciones personales.
Dolores de cabeza reiterados: el sobreestrés provoca una patología llamada cefaleas tensionales e incluso se puede desarrollar migraña por la exposición constante a agentes estresores. La duración y gravedad de los dolores de cabeza están directamente relacionados con cuánto se prolongue la situación estresante.
Alteraciones digestivas: el sistema digestivo está fuertemente vinculado con la salud mental y el sobreestrés puede generar síntomas como constipación, calambres, cambios en el apetito o náuseas, lo que afecta principalmente la función intestinal.
Aceleración del ritmo cardiaco muy frecuente: se espera que las personas que enfrentan una cuota saludable de estrés pueden tener aumentos en el ritmo cardiaco ocasionalmente. No obstante, cuando el estrés es prolongado, este síntoma se vuelve más frecuente e incrementa el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Problemas de la piel: las afecciones de la piel y el acné suelen agravarse con el estrés prolongado, como consecuencia de cambios hormonales. Instituciones médicas como la Clínica Cleveland sostienen que la piel es un reflejo de los trastornos emocionales en muchos casos.
Sistema inmune debilitado: las personas expuestas a un estrés crónico también pueden presentar un sistema inmunológico debilitado, que se refleja en la susceptibilidad constante a enfermedades comunes como los resfriados virales.
Dolor crónico: la persistencia de dolor físico en alguna parte del cuerpo puede ser otra señal de un estrés prolongado. La Clínica Mayo estima que entre 20 y 30 % de los adultos lo experimentan.
Disminución del deseo sexual: al alterar la producción hormonal, el estrés crónico también afecta el deseo sexual, principalmente reduciéndolo.
Cambios en el apetito: tanto la pérdida del apetito como una ansiedad mayor por comer pueden ser síntomas de un estrés prolongado. Este síntoma tiene como consecuencia además un cambio en el peso corporal, lo que es un factor de riesgo para otras enfermedades.
Recomendaciones para reducir ese estrés
Al reconocer varios de estos síntomas, es necesario buscar apoyo dentro del entorno familiar, social o profesional.
Es importante no descartar el apoyo de un especialista como un psicólogo o psiquiatra para atender esta condición.
Otra recomendación de la revista Verywell Mind es adoptar rutinas de autocuidado cómo hacer ejercicios de respiración, caminar y hacer pausas breves durante la jornada diaria.
Adicionalmente, se sugiere estar atento a si los síntomas persisten o aparecen más para que esto sea atendido de forma oportuna y temprana para no perjudicar otros aspectos de la salud.