Cerca de 8.500 personas se congregaron el domingo 21 de diciembre en el monumento megalítico de Stonehenge, al suroeste de Inglaterra, para celebrar el solsticio de invierno, el día más corto del año en el hemisferio norte.
Poco antes de las 08:00 am (hora de Inglaterra) el cielo comenzó a despejarse, hasta que el sol hizo su entrada oficial nueve minutos más tarde. Ante los vítores de la multitud —unos 8.500 asistentes, según la BBC— los presentes celebraron la llegada del invierno con atuendos paganos, cánticos y bailes ancestrales.
Aunque la cifra de asistentes fue elevada, quedó muy por debajo de la convocatoria del solsticio de verano, celebrado el pasado 21 de junio, al que acudieron alrededor de 25 mil personas, pese a la ola de calor que afectaba al Reino Unido en esos días.
El inicio del solsticio de invierno en Stonehenge
El monumento megalítico circular, patrimonio de la Unesco, fue construido alrededor del año 2.500 a. C., y sus 93 piedras visibles están colocadas estratégicamente para alinearse con los movimientos del sol.
Por ello, durante los solsticios, los dos momentos anuales —verano e invierno— en los que el sol se encuentra a mayor distancia del ecuador, se produce un fenómeno lumínico único en Stonehenge.
En el solsticio de invierno, como el de este 21 de diciembre, el sol alcanza su punto más bajo en el cielo y puede verse a través de los arcos del sureste de Stonehenge el llamado gran trilito, junto con otras partes de la estructura alineadas durante el amanecer.
“Esta es la época del año que la gente veneraba y era muy importante para ellos”, afirmó el arqueólogo y comisario de English Heritage, Win Scutt, encargado de la preservación de Stonehenge, en declaraciones a la BBC.
¿Qué es el solsticio de invierno?
El solsticio de invierno marca el inicio de esta estación. En el hemisferio norte puede ocurrir entre el 21 y el 22 de diciembre, mientras que en el hemisferio sur se registra entre el 20 y el 21 de diciembre.
Durante este fenómeno, el polo norte de la Tierra se inclina más lejos del Sol, lo que da lugar al día más corto y la noche más larga del año en el hemisferio norte, de acuerdo con información publicada por la revista National Geographic.
Este cambio en la duración del día también tiene efectos en la vida humana, ya que influye en la agricultura, el consumo de energía y tiene implicaciones psicológicas, al impactar en el estado de ánimo y en los ritmos circadianos.
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