• La hiperinflación que erosiona el valor de la moneda local, la escasez de bolívares en efectivo y la circulación de dólares en la economía venezolana han hecho que el actual cono monetario sea inservible, realidad que demanda soluciones para atender pagos menores que hasta ahora se hacen en bolívares constantes y sonantes

El billete de máxima denominación en la economía venezolana, el de 50.000 bolívares, alcanza para pagar el pasaje mínimo del transporte público, fijado en Bs. 30.000 por las autoridades nacionales la primera semana de octubre. Se trata de uno de los pocos servicios o productos que aún se puede pagar con esta pieza monetaria que apenas tiene 16 meses en circulación.

El valor de la moneda ha sido devorado por la hiperinflación. Así, al 30 de octubre de 2020 se necesitaban 10 billetes de Bs. 50.000 –y una diferencia menor– para poder comprar un dólar al tipo de cambio oficial del día (Bs. 506.541,78).

Mientras que el 13 de junio de 2019, fecha en la cual comenzó a circular el billete de más alta denominación, los mismos Bs. 50.000 compraban ocho dólares con un precio de Bs. 6.159,71 la unidad.

El bolívar ha ido perdiendo su capacidad de compra, motivo por el cual el régimen de Nicolás Maduro evalúa imprimir una nota de mayor denominación, la de Bs. 100.000, según reportó Bloomberg el 5 de octubre. 

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Sin embargo, añadir una pieza al cono monetario que entró en circulación en agosto de 2018 mediante un proceso de reconversión monetaria que eliminó cinco ceros al bolívar, no resolverá el problema de la escasez de dinero en efectivo y mucho menos el de la hiperinflación.

Al 16 de octubre, última data disponible en el BCV al momento de redactar esta nota, la cantidad de efectivo solo representaba 3,17% del total de la liquidez monetaria.

Sin utilidad 

“El cono monetario vigente ha perdido prácticamente sus funciones debido a la presión hiperinflacionaria que se observa desde hace algunos años. Reduce la capacidad de compra de la moneda y eso hace que el dinero se vuelva prácticamente inservible”, dice a El Diario, el economista Hermes Pérez, profesor de Macroeconomía de la Universidad Metropolitana y jubilado del Banco Central de Venezuela.

Señala que la hiperinflación acumulada entre agosto de 2018 –mes de la reconversión monetaria– y septiembre de 2020 es de 1.708.387%, de acuerdo con cifras del BCV.

Con esa velocidad de hiperinflación no hay moneda que resista”, afirma el experto.

Aunque a menor ritmo que en 2018 –844% en los tres primeros trimestres de 2020–, en noviembre Venezuela entrará en su cuarto año de hiperinflación, sin que las autoridades den señales de querer atacar la raíz del problema.

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Sin embargo, aún no se alcanza la etapa que dio pie a quitarle cinco ceros al bolívar, según Henkel García, director de Econométrica. “Falta camino por recorrer para llegar al nivel previo de la reconversión en agosto de 2018, aunque se ha avanzado”, dijo para El Diario.

“Los procesos hiperinflacionarios destruyen las funciones del dinero”, interviene Hermes Pérez, quien recuerda que es usado como medio de cambio o de pago, como reserva de valor y unidad de cuenta.

El mismo BCV reconoce la inutilidad del actual cono monetario. Según su data sobre la cantidad de billetes en circulación, desde agosto de 2019 solo pone en la calle piezas nuevas de Bs. 10.000, Bs. 20.000 y Bs. 50.000, que apenas representan 5,8% del total del efectivo.

El bolívar –moneda de curso legal en el país– ha perdido esas cualidades, razón que lleva a los ciudadanos a refugiarse en el dólar.

La dolarización informal avanza sin prisa, pero sin pausa, en un país que produce 75% menos de lo que hace siete años y en el que se ha destruido el empleo, mientras que 96,2% de los venezolanos es pobre por ingresos, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida 2019-2020.

El fondo del problema

Pérez sostiene que “mientras se mantenga la hiperinflación, así se apruebe la impresión del billete de Bs 100.000 o se haga otra reconversión monetaria con cinco o seis ceros menos, el problema de fondo persistirá. Para resolverlo, el BCV debe dejar de emitir de manera excesiva bolívares, que es la única causa de la hiperinflación”, afirma.

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Ante la debacle de los precios del crudo a mediados de 2014 y la continúa caída de la producción petrolera venezolana, que provocó una merma considerable de los ingresos de la nación, el régimen de Maduro recurrió al financiamiento monetario del déficit fiscal, práctica que mantiene hasta el presente.

En 2018 entró en circulación un cono con dos monedas y ocho billetes. Las monedas desaparecieron rápidamente (solo se pusieron en circulación 32.900.000 de piezas desde agosto y nunca se incrementó) y las denominaciones en papel ya no compran nada. Los pocos billetes de Bs. 500 que aún se ven, solo sirven para completar el pago de la bolsa del CLAP (programa social de distribución de alimentos), que en algunas comunidades es de Bs. 27.000.

La administración de Maduro se financia con la hiperinflación, que a la vez está provocando la extinción del bolívar y que la dolarización informal continúe su rumbo. 

Emitir un billete de Bs. 100.000 en el contexto actual no resuelve nada y lo que compre hoy, mañana ya no podrá hacerlo. Esa pieza solo compraría 0,19 dólares el 30 de octubre, mientras que el papel de 1.000 pesos, el de más alta denominación en Argentina –también con problemas de inflación y apreciación del dólar– compra 5,5 dólares.

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Tecnología aplicada

Lo poco útil que resulta la familia de billetes actual lleva a pensar en soluciones que den respuestas a los pagos menores para los cuales no hay transacciones electrónicas, como pueden ser en kioscos o el servicio del transporte público.

En julio, una empresa de medios de pago lanzó al mercado una tarjeta prepagada y recargable con tecnología contacless para el uso del transporte público. “Esa puede ser una vía efectiva y más viable que tecnología sofisticada para la sustitución del dinero físico”, comentó Henkel García, de Econométrica.

En los tiempos más recientes las llamadas Fintech, empresas que ofrecen aplicaciones tecnológicas para actividades financieras o de inversión, han puesto en marcha proyectos en Venezuela, donde según data del BCV, 97% del dinero en circulación se encuentra en forma digital.

Sin ir muy lejos, la plataforma Patria –utilizada hasta ahora como un instrumento de control sociopolítico– tiene registrados a unos 20.000.000 de personas. La mayoría cuenta con un carnet con un código QR asignado, que pudiera ser utilizado para pagos pequeños. La plataforma funciona como una billetera digital lo que facilitaría las transacciones menores.

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