• Los profesionales de la educación básica y media han tenido que migrar, no de país, sino a otras labores que les permitan sobrevivir. Foto: EFE

De todos los sectores afectados por la crisis económica que azota a Venezuela, el de los maestros cobra una importancia capital por múltiples razones.

La principal es que, luego de la familia, los docentes son la principal influencia de los niños y adolescentes que representan el futuro del país a mediano y largo plazo. Alguien en una posición tan trascendental debería ganar un salario que le permita vivir cómodamente.

El problema es que en la Venezuela de hoy en día eso no sucede. Un salario de aproximadamente dos dólares cuando la canasta alimentaria básica ronda los 300 dólares mensuales –según las últimas cifras del Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM)- dice mucho de la miseria que rodea al gremio docente. Y lo peor es que a nadie parece importarle.

Por esta razón, los profesionales de la educación básica y media han tenido que migrar, no de país, sino a otras labores que les permitan sobrevivir, porque lo que ganan en la actualidad no les alcanza ni siquiera para comer.

Es el caso del profesor Juan Tortolero, secretario general de Sintraenseñanza Carabobo, que trabaja como vigilante supervisor de un conjunto privado ubicado en el municipio Naguanagua de dicha entidad federal. Asegura que no es el único.

Hoy vemos docentes como cajeras de panaderías y supermercados. Otros vendiendo helados y tortas, o cualquier otra cosa para completar la quincena, sostiene en entrevista para El Diario.

Tortolero tiene especialización y maestría. Su sueldo del pasado mes de enero fue de 3.200.000 bolívares, poco más de dos dólares al cambio oficial de la fecha . Sostiene que el salario promedio de los docentes es aún menor.

Un detalle llamativo de esta “nueva” realidad es que estos empleos adicionales no son impedimento para que los profesores sigan formando a sus estudiantes. Ejemplo de ello es la licenciada Eglis Pineda, orientadora graduada de la Universidad de Carabobo con 15 años de experiencia, que también ejerce funciones de seguridad en la empresa privada para cubrir sus necesidades.

En medio de su jornada diaria como vigilante, Pineda ejerce la docencia en paralelo. Desde su puesto de trabajo  coordina reuniones vía telefónica, comparte apuntes con sus compañeros, recibe llamadas de los representantes, entre otras tareas.

No solo se trata de comer

La calidad de vida no se mide solamente con la posibilidad de alimentarse adecuadamente.

Factores como el traslado desde los hogares hasta las escuelas y liceos sin que suponga un trauma, la posibilidad de contar con una póliza HCM o de servicio funerario decente, cubrir gastos tales como medicamentos, servicios y esparcimiento, además de contar con una buena conectividad para dar clases online en medio de la cuarentena, son igualmente importantes para los profesores venezolanos.

Luis Guillermo Padrón, presidente de la junta sindical transitoria de Sindemaca, filial de la Federación Venezolana de Maestros (FVM), argumenta que los maestros atraviesan graves dificultades para movilizarse por la situación de la gasolina. No hay suficiente transporte público disponible y sencillamente no les alcanza el sueldo para pagar un pasaje de ida y vuelta a sus casas.

Hemos llegado a un nivel tal, que un docente cobra un dólar calculado en bolívares cada 15 días y eso no le alcanza ni siquiera para un producto, mucho menos para trasladarse”, sostiene.

La docente carabobeña Sorangely Morales, con 23 años de experiencia y 47 horas semanales de servicio a cuestas, pone el acento en la dificultad para enseñar en tiempos de pandemia.

“En este sistema -contexto pandemia- cómo le explicas a un niño materias como contabilidad o Matemáticas. Tú puedes enviar una ficha pedagógica bien detallada, un video, pero eso jamás va a ser lo mismo que una clase presencial”, explica.

Además del aspecto netamente académico, los altos costos de los paquetes de datos –no compatibles con los ingresos de un maestro promedio-, servicios de telefonía e Internet deficientes -sobre todo en zonas rurales- y la imposibilidad de contar con teléfonos inteligentes o un computador acorde también atentan contra la iniciativa de impartir conocimientos en el ámbito virtual.

“Tu teléfono se desgasta. A veces los representantes te depositan dinero para pagarte un plan, pero eso no es todo el tiempo”, sentencia.

Morales describe la situación de los profesores en Venezuela con un párrafo lapidario.

“Imagina la humillación cuando a tu docente de toda la vida le has comprado un lápiz para completarle a un niño o incluso el desayuno. Es la angustia de no poder ayudarte a ti mismo. De mucho menos poder ayudar a alguno de esos niños que tantas necesidades están pasando”, agrega.

Salario de los maestros en Venezuela y Latinoamérica

En octubre del año 2000, un docente de bachillerato graduado con 36 horas semanales de servicio ganaba 439.000 bolívares de aquel entonces, equivalentes a 632,3 dólares. De acuerdo con la convención colectiva vigente para el momento, firmada por el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes.

Era otra Venezuela. Un “quince y último” en el país permitía cubrir, al menos, las necesidades básicas e incluso darse algún lujo de vez en cuando.

Es a partir de 2013 que el sueldo de los profesores pasa a ser de dos dígitos; al ubicarse en 87 dólares según cotización no oficial. De igual manera, sigue siendo un monto mayor que el dólar y 46 centavos –tasa del Banco Central de Venezuela– calculado en octubre de 2020.

Otra forma de ver cuán difícil es la situación para el gremio docente es cuando se compara con el salario de otros países de América Latina.

En 2017, un maestro en Argentina devengaba alrededor de 570 dólares por 20 horas a la semana. Mientras que en Colombia y Ciudad de México los montos eran de $479 –trabajador novato- y $307 -25 horas semanales en el aula-, de acuerdo con un estudio publicado en los portales Sputnik Mundo y Web del Maestro CMF.

Sería mezquino decir que la lucha docente por mejores ingresos y por una mejor calidad es de reciente data, no solamente en Venezuela. Al contrario, es una constante en la región. En el caso venezolano, el empobrecimiento ha sido tan acelerado que la historia de cada maestro es en sí un testimonio del brutal deterioro que padece el país en todos los ámbitos.

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