- El equipo de El Diario conversó con dos expertas en seguridad alimentaria y nutrición sobre el programa que implementará la agencia en las escuelas venezolanas
El Programa Mundial de Alimentos (PMA) fijó la meta de brindar alimentos para al menos 1.500.000 niños venezolanos hasta el final del año escolar 2022 – 2023. La agencia, que pertenece a la Organización de Naciones Unidas (ONU), ofreció este apoyo en un escenario de emergencia humanitaria compleja, al que se le sumó la pandemia por covid-19.
El incremento de la inseguridad alimentaria amenaza paulatinamente a las familias venezolanas. El mismo PMA lo advirtió en el año 2020. Organizaciones no gubernamentales (ONG) y expertos en materia de salud han denunciado que esto vulnera especialmente los derechos de los niños menores de cinco años de edad.
Estas realidades hacen que el acuerdo entre el PMA y el régimen de Nicolás Maduro sean de vital importancia para aliviar las dificultades de las familias y frenar las consecuencias de la alimentación inadecuada en niños de educación preescolar y especial.

Raffalli señaló que el monitoreo de Cáritas logró registrar una desaceleración de la desnutrición infantil en febrero del año 2020. Sin embargo, con la pandemia por covid-19 y las restricciones económicas de la cuarentena en el país este indicador volvió a aumentar.
Actualmente la experta en nutrición pública estima que la desnutrición aguda y crónica en niños menores de cinco años ronda el 12 %. Por otra parte indicó que más de 50 % de esta población está en riesgo de sufrir desnutrición.

La escuela como herramienta clave
Herrera y Raffalli destacaron las bondades que ofrece involucrar a las escuelas en la respuesta alimentaria que ofrece el PMA.
De acuerdo con el comunicado de prensa de la agencia, se le proporcionará alimentos a niños y niñas en escuelas de educación preescolar y especial. También se invertirá en la rehabilitación de comedores escolares y se capacitará al personal sobre prácticas de seguridad alimentaria.
Marianella Herrera indicó que utilizar los espacios educativos para este tipo de programas le da la oportunidad a los trabajadores comunitarios de conectar con las comunidades. Además, se facilita la transmisión de conocimientos sobre la importancia de la buena alimentación para los niños más pequeños.
“Esto permite crear infraestructura y mejorar las que existen no solo para otorgar alimentos sino para crear programas de promoción de salud, para acercarse a padres y representantes y para brindar otro tipo de herramientas comunitarias que apunten a una mejora de la situación general”, aseguró la vocera del OVS.
Raffalli alegó que en el plan también está previsto beneficiar a los maestros. Destacó que el gremio docente es uno de los más afectados por la crisis económica. Muchos de ellos han tenido que reducir sus ingestas, por lo que este apoyo sería vital para los profesores.
“Imaginarse que esa viandita también la van a recibir los maestros. Después de años de verlos llegar a las aulas casi desmayándose por no haber desayunado, es digno. Además va a derivar en una serie de mejoras para las escuelas”, agregó.
La nutricionista añadió que otro beneficio en el corto plazo que se podrá ver es una mejora en la matrícula. Así como una disminución en la deserción escolar en las instituciones intervenidas.
Capacitación para el personal de las escuelas
Otra característica que tiene el plan del PMA es capacitar al personal de las instituciones educativas para que puedan sostener en el tiempo los logros que se consigan con la intervención.
Herrera aseguró que este entrenamiento debe enfocarse en la alimentación adecuada e incluir conocimientos sobre la inocuidad de los alimentos. Añadió que se podrían incorporar elementos de autoproducción como jardines y huertos escolares, esto haría más sostenible el plan.

La médica hizo énfasis en que esta capacitación tiene que fomentar la solidaridad en las comunidades y que esto se convierta en una serie de procesos colaborativos para beneficio de los niños.
Por su parte, Raffalli considera fundamental que este personal aprenda el manejo y la planificación adecuada de una cocina, una cantina y un comedor escolar. Asimismo, dio importancia a la capacitación nutricional para que se garantice que los alimentos tengan los valores y porciones correctas para cada niño.
Alimentos escolares y nutritivos
Pese a que se desconocen a profundidad los detalles de los alimentos que serán proporcionados por el PMA, las especialistas ofrecieron unas claves para entender cómo deberían estar compuestos esos platos.
Marianella Herrera explicó que, en cuanto a cantidad de comidas, el beneficio podría tratarse de un desayuno o merienda y de un almuerzo, por ser los alimentos que comprenden el horario escolar.
A su juicio, cada plato debe contener grasas saludables, proteinas, frutas, vegetales y una porcion de carbohidratos ajustada a la carga calorica de cada niño por edad y sexo.
Raffalli afirmó que el plan del programa de alimentos debe ser muy parecido al que originalmente se estableció para los Programas de Alimentación Escolar (PAE). Apuntó que aportarían entre 60% y 70% de las necesidades de energía y de nutrientes de cada niño.
La asesora de Cáritas aclaró que esta es la primera vez que Venezuela cuenta con un apoyo de esta magnitud. Recalcó que en este momento es cuando más se necesita de esta intervención. Pues coincide con una época en la que ni los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) ni los bonos otorgados por el Sistema Patria son capaces de paliar el hambre en las familias venezolanas.
“La caja CLAP siempre olvidó a los niños. Nunca tuvo alimentos de orientación infantil, incluyeron cosas que no se deben dar en una caja porque desincentivan a una alimentación sana. Entonces de verdad celebro este plan. Todos los que aportamos para que esto fuera así lo vemos con gusto y nos sentimos muy gratificados de haber podido tener alguna influencia”, comentó.
El beneficio a largo plazo del Programa Mundial de Alimentos
Raffalli especificó que cuando la desnutrición ocurre en los primeros dos años de vida y además se sostiene entre los dos y cinco años las consecuencias van mucho más allá del hambre. Si la mala alimentación no se frena en ese periodo es difícil recuperar el crecimiento y el desarrollo.
“Si un niño de ocho años pasa por un cuadro de desnutrición puede que se caiga de flaco, pero si a ese niño lo tratamos y lo alimentamos se recupera del todo, aquilatado, completo. Un niño que ya viene con retraso de crecimiento desde antes de los cinco años, se puede engordar, recuperar su peso, su contextura, pero siempre le va a faltar crecimiento”, argumentó.
La intervención del PMA ayudará a evitar que los niños menores de cinco años entren en cuadros de desnutrición severa. Incluso podría frenar el deterioro de aquellos que fueron mal alimentados en los primeros dos años de edad.
En el largo plazo se debería ver una mejora en la talla de los niños beneficiados y además sus habilidades cognitivas deberían estar mucho más fortalecidas.

Pese al beneficio que implica la intervención del PMA, Raffalli insistió en que no puede convertirse en una ayuda permanente, pues considera que los recursos del programa podrían apoyar a países más pobres que Venezuela.
“El plazo que fijaron hasta 2023 es suficiente, sería bueno que se quedaran hasta 2024 o 2025 para asegurarse que esa meta de 1.500.000 niños se mantenga dos años. Más tiempo que eso implicaría reemplazar al Estado. Yo quiero creer que Venezuela puede manejar sus programas de alimentación escolar y de protección a la niñez con sus recursos como se hizo hasta 2010”, concluyó.
Mientras se hallan mecanismos para mejorar las condiciones de vida de las familias en venezuela, el PMA será un apoyo fundamental para evitar que los mayores efectos negativos de la emergencia humanitaria impacten en la población más vulnerable.
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