- Las filas de vehículos a la espera de combustible se volvieron parte de la cotidianidad. El equipo de El Diario retrató en varias fotografías la espera de muchos usuarios en las afueras de las estaciones de servicio
En medio del tráfico capitalino y del vaivén de personas, un nuevo elemento se instaló en la cotidianidad del paisaje nocturno caraqueño: las colas para surtir gasolina subsidiada.
Ya no acaparan titulares en medios de comunicación, tampoco generan sorpresa entre los transeúntes o conductores que pasan cerca de las estaciones de servicio, pero ahí continúan las largas filas de vehículos en las gasolineras se mantienen pese a las promesas gubernamentales.
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Cientos de personas cuyas vidas se detienen por 24 horas o más -en muchos casos- para surtir combustible a un costo más módico.
En estas, a diferencia de las llamadas gasolineras premium, la espera y la desorganización son requisitos fundamentales.

A las 7:00 pm, sin importar cuántas personas quedan en cola, las estaciones de servicio subsidiadas cierran. Son pocas las que prestan servicio las 24 horas del día.

Adriana Rodríguez cuenta a El Diario que desde hace varias semanas acude a la estación de servicio que rodea la Iglesia Chiquinquirá, en La Florida. Su madre y sus hijos suelen acompañarla, “podemos pasar hasta cinco horas en cola, pero qué más vamos a hacer”.

Muchos usuarios, que hacen cola al igual que ella, denuncian que los efectivos de la GNB a cargo de la organización dejan pasar vehículos que no están en la fila a cambio de dinero.

Las colas para surtir combustible subsidiado se han vuelto tan cotidianas que incluso hay quienes acuden a las estaciones en grupos, algo que los ayuda a aguantar las largas horas de espera.

En algunas estaciones de servicio existen los llamados “cuida puestos”, quienes se encargan de velar por el puesto en la fila durante horas, por esto cobran entre $ 10 a $ 15. Las personas dejan cauchos o troncos para apartarlos.

En las estaciones subsidiadas de servicio 24 horas se forman dos filas de vehículos, las cuales alcanzan hasta los 6 kilómetros. Una fila que surte con el número de placa del día y la otra de vehículos que pernoctan para el día siguiente.

Eduardo Rodríguez se turna con su esposa, ella por lo general surte de día y cuando toca el turno nocturno es Rodríguez quien va, muchas veces lo hace junto a su hijo, por lo que suelen llevar juegos para que las horas de permanencia dentro del carro sean más amenas.

La gran mayoría de los que están de noche en las colas para surtir gasolina suelen estar solos, explican que así evitan exponer a toda la familia.

Los teléfonos son los mejores acompañantes de muchos mientras pasan una noche en vela para surtir gasolina.

Muchas horas y noches de desvelo son parte de la cotidianidad de la gran mayoría de ciudadanos que no cuenta con 20 o 40 dólares para surtir en una estación premium.


Estas filas son rutinarias para los caraqueños, reflejo de la crisis y también de la falta de respuestas del Estado que sigue sin garantizar combustible a precios accesibles, no sin antes sacrificar varias horas de espera.
