- Reymer Villamizar, director de Amigos Trasplantados, señaló que el Estado no puede restablecer un programa de trasplante sin garantizar los medicamentos de alto costo para quienes reciban las cirugías
La misma escasez que motivó parcialmente la suspensión de los trasplantes de órganos en Venezuela en 2017, ahora afecta a quienes ya fueron trasplantados. Organizaciones no gubernamentales denunciaron que desde 2016 hasta lo que va de 2021 murieron 111 personas por esta falla, advirtieron que estas muertes pudieron evitarse.
Los medicamentos inmunosupresores impiden que el sistema inmune rechace un órgano trasplantado. Una persona debe optar por este tipo de cirugía cuando pierde la función total del riñón, hígado, córnea, corazón o pulmón.
En Venezuela hay una alta demanda de trasplantes renales, pero pocas posibilidades de acceder a uno. Cuando el paciente no cuenta con un familiar compatible tampoco es candidato a la cirugía, porque el Sistema de Procura de Órganos y Tejidos (SPOT) está paralizado.
Antes, durante y después de la cirugía, el paciente debe recibir medicamentos que impidan el rechazo del órgano. Los inmunosupresores orales, por su parte, son un tratamiento de por vida, aunque puede cambiar el protocolo.
Reymer Villamizar, director de Amigos Trasplantados de Venezuela, indicó que el régimen de Nicolás Maduro y sus voceros han utilizado el argumento de la reactivación de los trasplantes en Venezuela recientemente como bandera política. Sin embargo, señaló que el Estado debe corregirlas fallas de insumos en los hospitales, unidades de diálisis y farmacias de alto costo.
También te recomendamos
Reactivar los trasplantes en Venezuela: ¿Qué se requiere y cuán viable es?n
Fallas constantes en medicamentos
El monitoreo de las muertes por intermitencia de tratamiento fue realizado por Amigos Trasplantados y la Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida (Codevida). Para la recolección y confirmación de datos conversaron con coordinadores de las organizaciones en varios estados del país.
En ese proceso se recogieron denuncias de los medicamentos faltantes. Muchos de los pacientes tuvieron que pedir un cambio de protocolo en los últimos años debido a que algunas medicinas no llegaban al país.
“Los médicos tuvieron que cambiar a medicamentos de primera generación que se prescribían cuando comenzaron a hacerse trasplantes en el país. Ahora en este momento está faltando uno de esos de vieja data llamado azatioprina, por lo que esa escasez es un problema vigente”, aseguró el activista.
Villamizar denunció que otra falla que afecta a los trasplantados es la carencia de prednisona de 5 miligramos, un esteroide que se debe tomar junto con los inmunosupresores. Aclaró que la Farmacia de Alto Costo del Instituto Venezolanos de los Seguros Sociales solo entrega este medicamento en presentación de 50 mg, por lo que no pueden ingerir la dosis correcta.
Durante algunos meses de 2021 también reportaron la falta del inmunosupresor micofenolato en el país. La organización Amigos Trasplantados logró conseguir algunas donaciones del exterior para atender emergencias en varios estados por la falta de este fármaco.
Consecuencias de la suspensión del tratamiento inmunosupresor
Al suspender completa o parcialmente el tratamiento de inmunosupresión el sistema inmune despierta y comienza a rechazar el órgano trasplantado. Algunos de los síntomas que pueden manifestarse son dolor o adormecimiento en el área del trasplante.
En el caso específico de un trasplante renal, el paciente dejaría de tener función renal, por lo que notoria disminución en el volumen de la orina. Además podría estar expulsando proteínas al orinar y presentar edemas.
Si el paciente comienza a tener náuseas y vómitos podría ser una señal de intoxicación por el aumento de la urea y la creatinina, ya que el riñón no estaría cumpliendo con la función de eliminar estas toxinas.
“Como no hay laboratorios en los hospitales, un examen de rutina de hematología, orina, urea y creatinina deben pagarlo en un laboratorio privado. Si la persona no tiene para comer cuando logra ir al médico con los exámenes puede que ya sea tarde”, dijo.

Villamizar comentó que intentar recuperar un órgano que está siendo rechazado es sumamente complejo en Venezuela. Destacó que muchos especialistas de trasplante han migrado y quedan muy pocos en la ciudad de Caracas.
Estos médicos serían los indicados para tratar al paciente, debido a que conocen a profundidad las complicaciones. En ocasiones esta terapia requiere de diálisis de emergencia con el apoyo de medicamentos antirechazo y algunos esteroides agresivos. Alertó que estos fármacos no están disponibles en los hospitales.
Tras perder el órgano, advierte Reymer, volver a hemodiálisis inmediatamente no es una garantía para sobrevivir. Explicó que tras ese proceso los pacientes quedan muy debilitados así que el deterioro podría acabar con sus vidas.
Diálisis en malas condiciones
Las personas que esperan por un trasplante renal en Venezuela también deben someterse a diálisis con regularidad, el objetivo de esto es sustituir la función de los riñones y evitar una intoxicación y fallas en otros órganos.
No obstante esta terapia viene acompañada de una serie de deficiencias en el país. Amigos Trasplantados de Venezuela denunció que 80% de las unidades de diálisis trabajan al 50% de su capacidad. Las más afectadas son aquellas que funcionan fuera de los hospitales.
Todas estas unidades tienen máquinas dañadas, plantas de ósmosis sin mantenimiento o fallas en los servicios de agua y electricidad. Estas carencias obligan a la reducción de los cupos de diálisis y de las horas de tratamiento.

El también paciente trasplantado mencionó que las personas en diálisis no han recibido medicamentos para prevenir el deterioro de los huesos durante el tratamiento, específicamente el calcitriol. Denunció que esta situación ha dejado en estado de discapacidad a varios pacientes.
La organización registró que entre los años 2015 y 2017 había 15.000 personas en diálisis en Venezuela. Esta población se redujo significativamente ante las muertes de algunos de los pacientes y la migración de otros tantos. Para este año estiman que la cifra se ubicará entre los 5.600 y 6.000 pacientes.
Villamizar aclaró que la variación de esa cifra tiene muy poca relación con los pocos trasplantes hechos en centros privados con donantes vivos. También indicó que parte de la población en diálisis son pacientes con diagnósticos recientes debido a que la incidencia de esta enfermedad no ha bajado en Venezuela.