• El jugador argentino anunció su retiro del fútbol. Ídolo del Manchester City y de la selección Argentina, se ganó la admiración de millones de aficionados del balompié por su carisma. En este perfil, El Diario repasa su faceta más personal. Foto principal: Juan Barbosa / El País

A los 15 años de edad le arrebató a –nada más y nada menos- Diego Armando Maradona el récord del debut más joven en el torneo local. Tres años después, en un millonario traspaso, dio el salto a Europa, donde posteriormente se convertiría en máximo ídolo del Manchester City. Cuando parecía que era su última oportunidad, ganó la Copa América. Conquistó todo, o casi todo: le faltó la UEFA Champions League, y, en consecuencia, el Balón de Oro. No es fácil en la época de su colega y amigo Lionel Messi. Pero Sergio “Kun” Agüero es más que una estrella de fútbol que hoy se retira: a lo largo de su carrera no dejó de ser el chico carismático, de juventud difícil, que cautiva más allá de las canchas.  

Infancia difícil

El sacrificio por llegar al estrellato muchas veces comienza incluso antes de nacer. Ese es el caso del “Kun” Agüero, como cuenta la revista Goal en un extenso reportaje sobre la vida del ahora exfutbolista. Su padre, Leonel Del Castillo, su madre, Adriana Agüero, y Jessica, su hermana, llegaron a la capital argentina provenientes de Tucumán, en donde vivían con el poco dinero que Leonel ganaba gracias a partidos de fútbol o de algún trabajo esporádico.

En el año 1988 unas fuertes tormentas azotaron Buenos Aires, dejando inundada buena parte de la ciudad. 24 mil personas murieron y otras 57 mil perdieron sus casas, entre ellos la familia  Agüero-Del Castillo. Mientras se acomodaban a esa realidad, Adriana, que tenía seis meses y medio de embarazo, rompió fuentes. Después de un par de meses en los que debió alargar el embarazo por consejo de las enfermeras, nació su hijo, Sergio Leonel Agüero.

Que se llamara Leonel poco tuvo que ver con el nombre de su papá. Fue, en realidad, un accidente. A él lo querían llamar Lionel, pero la lista de nombres aprobados en Buenos Aires sólo contenía “Leonel”. En otros lugares del país, como en Rosario, sí aceptaban el “Lionel”.

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Sergio Agüero siempre estuvo cerca de los campos de fútbol. Ya no solo porque acompañaba a su padre a los partidos, sino porque daba la casualidad de que sus casas siempre quedaban cerca de un “potrero”, como le llaman en Argentina a las canchas generalmente de barro –y de barrio– .

Sergio “Kun” Agüero, más que fútbol
Foto cortesía

“Lo que más recuerdo de mi infancia es que frente a mi casa había un campo de fútbol y desde que tenía cinco años todos los días estaría ahí jugando con la pelota”, dijo Sergio Agüero a Goal.

Una de esas casas, por ejemplo, estaba ubicada en Florencio Varela. Fue allí donde Sergio salió como el “Kun”.

Leonel había ganado suficiente dinero gracias a sus partidos de fútbol como para comprar un televisor de 14 pulgadas. Fue así como Sergio empezó a ver la serie animada japonesa Kum Kum, el niño cavernícola. El pequeño, quizás intentando formar las palabras, sonaba como “koo” o “kum”. Fue un vecino, Jorge Chetti, uno de los primeros amigos de los Agüero-Del Castillo en Buenos Aires, le llamó “Kun” por primera vez. O al menos eso asegura él. Desde entonces el apodo va con él.

Rápidos pasos en el fútbol

A los cinco años de edad, Sergio ya ganaba dinero gracias al fútbol. Y es que talento siempre tuvo. No era mucho, claro, solo ganaba un peso, suficiente como para mantenerse enfocado en el fútbol. En eso Leonel, su padre, tuvo mucha responsabilidad. A su manera siempre lo alentaba a seguir en el deporte.

“Mi viejo fue muy estricto y buscaba que no me relajara. De grande le pregunté: ‘¿Che, por qué me cagabas a pedos? ¿Por qué no me dejabas ir a jugar a la pelota?’”, dijo en una entrevista con El País. Y continuó citando qué le respondía su padre: “Que lo hacía porque se daba cuenta de que yo tenía mucha calidad y que sacaba mucha diferencia. Quería meterme en la cabeza que me encantara el fútbol. Cada vez que me prohibía jugar, a mí más me gustaba jugar a la pelota, más quería ir a entrenar. Hoy cambió mucho todo”.

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Para 1993, con el equipo juvenil Loma Alegre, ya el Kun tenía cualidades de crack. Ganaba los partidos él. Fue entonces cuando un empresario exitoso llamado Samuel Liberman y su abogado, José María Astarloa, se acercaron a la familia con una propuesta: “a cambio del 100 por ciento de los derechos económicos de Sergio para los siguientes 10 años, Liberman compró a los Agüero-Del Castillo una mejor casa, inscribió a Sergio en una escuela privada, proveyó ropa y comida y proporcionó pagos mensuales regulares a la familia”, cuenta la revista Goal.

El Kun ya era parte de Independiente, uno de los clubes más ganadores del fútbol argentino.

Sergio “Kun” Agüero, más que fútbol
Foto cortesía

Eso le permitió a los Agüero-Del Castillo, que para entonces ya eran siete hermanos, salir adelante. Sergio empezaba a notar las diferencias en su modo de vida.

“Cuando pasé a Independiente, el club me mandó a un colegio privado. Tenía 12 años. En el privado estaban haciendo divisiones de tres cifras y yo en el público hacía de una. Imagínese la diferencia. No estaba capacitado para estar ahí. Y me empecé a sentir mal. No me sentía cómodo ni libre. Quería volver a mi lugar, en el que la maestra me entendía. Es una lástima que eso pase”, contó a El País.

Amistad en el campo

Tres días después de cumplir los 15 años de edad, el 5 de junio de 2003, pasó a las reservas de Independiente. Tan solo un mes después, se convertiría en el jugador más joven en disputar en un partido de la Primera División del fútbol argentino. Entró al campo con el número 34, y salió el jugador con el número 16. Cumplió su sueño, aunque tardó un poco más de tiempo en cuajar: durante el año siguiente estuvo en el banquillo.

Para ese entonces, cuando tenía 16 años de edad y el estrellato en el fútbol estaba cada vez más cerca, visitó la villa que lo vio crecer. Lo que se encontró todavía lo sorprende. “Cuando pregunté por los chicos con los que me juntaba, uno estaba muerto, el otro preso, a otro lo buscaba la policía. Chicos de 15 años. Todavía mantengo contacto con algunos de mis amigos. Seguimos hablando, más de 20 años después”, aseveró a El País.

Pero si es por amigos, en el fútbol encontró varios rápidamente. Luego de volver a jugar con el primer equipo de Independiente y anotar tres goles, el Kun fue convocado a la Copa Mundial Sub-20 en Holanda. Cuando entró por primera vez, vio a un chico que, a diferencia de él, era muy tímido. Los jugadores le dijeron a Sergio que jugaba en el FC Barcelona, de España. “¿Quién eres?”, le preguntó. A lo que el chico le respondió: “Messi”.

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Sergio Kun Agüero
Foto cortesía

Sergio y Lionel eran los menores de esa selección sub-20. Mientras estaban en la concentración, las noticias que llegaban desde Argentina eran malas. Emiliano Molina, uno de los amigos de la infancia de Sergio, falleció en un accidente automovilístico. El encargado de darle la noticia fue Messi. “Luego de darle la triste noticia, se abrazaron y lloraron juntos por un buen rato, apoyándose mutuamente a pesar de la pena que los embargaba. Fue un momento muy difícil y creo que fortaleció su relación”, dijo a Goal Daniel Frescó, el biógrafo del Kun.

Esa amistad sigue irrompible hasta hoy. Al punto que Messi es el padrino de Benjamín, el hijo de Agüero, y Agüero es el padrino de Thiago, el mayor de los hijos de Messi.

Aquel mundial sub-20 lo ganaría Argentina. Venció a Brasil en semifinales y a Nigeria en la final. En el último partido para quedar campeones, a Agüero le hicieron el penal que luego Messi metió. En la celebración del título, en pleno estadio, el Kun salió con una franela blanca con letras negras que decía: “Para vos Emiliano”.

16 años después, volvieron a levantar otra copa juntos en la selección de Argentina: la Copa América, frente a Brasil en el estadio Maracaná.

“Aguerooooo”

Cuando el Kun Agüero llegó al Atlético de Madrid, de España, ya tenía etiqueta de estrella. Aparecía en los comerciales de Nike y firmaba acuerdos de patrocinio con Gillette y Pepsi. Lo comparaban con Maradona. Solo tenía 17 años de edad y el club español pagó 23 millones de euros por su traspaso, una cifra récord para el fútbol argentino y la cantidad más alta que el Atlético había gastado hasta entonces.

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En el Atlético de Madrid anotó 101 goles en 234 partidos. Ganó la Europa League y la Supercopa de Europa. Su salida del club, sin embargo, no fue la mejor. El 23 de mayo de 2011 anunció por su página web que quería salir del club madrileño y pidió formalmente la resolución de su contrato. Lo fichó el Manchester City, de Inglaterra, que empezaba un proyecto multimillonario. Los seguidores colchoneros, furiosos, respondieron con pancartas en su contra como “Muérete, Kun, traidor” y otras que insultaban a su esposa, Giannina.

Su relación con Giannina es tema aparte. Cuando tenía 22 años de edad, tuvo con ella a su hijo, Benjamín. De sus años de noviazgo con Giannina se supiera mucho menos de no ser porque ella es la hija de Diego Armando Maradona. Aunque en un principio la relación con su suegro fue extraordinaria –“Estoy orgulloso porque el Kun es un tipo bárbaro”, llegó a decir Maradona-, el idilio se acabó cuando terminó con Giannina. Entonces entraron en una guerra de mensajes públicos y acusaciones entre familiares. Tiempo después lograron una suerte de tregua.

Sergio Kun Agüero
Foto cortesía

Pero si el Atlético acabó siendo odiado por algunos, en el City se convirtió en el máximo ídolo. Un gol de los 260 que marcó en su etapa, particularmente, lo elevó a ese lugar: en el año 2012, en el minuto 93 de un partido contra el Queens Park Rangers, anotó el tanto que le dio el campeonato al Manchester City después de 44 años, cuando parecía que quedaría en manos del eterno rival de la ciudad, el Manchester United.

La narración de aquel tanto, como el gol mismo, quedó inmortalizado: “Agüerooooo”, gritó el narrador inglés Martin Tyler. Y continuó: “¡Te lo juro, nunca volverás a ver nada como esto!”. 

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