• El Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más documentó alrededor de 40 métodos de tortura descritos por quienes estuvieron privados de libertad por motivos políticos

“Todos los días me violaban los mismos cinco hombres. A veces se turnaban durante el día. Me repetían que me iban a quemar. En varias ocasiones deseé que me mataran. Los reté a que me mataran, porque no quería quedar viva”, rememora una opositora nicaragüense en un informe.

Ese y otros testimonios están expuestos en el informe Sistematización de 158 casos de tortura, elaborado por el equipo del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca Más, en el marco de la crisis que vive Nicaragua desde abril de 2018.

El colectivo, que documentó testimonios de 158 excarcelados y construyó un expediente con cada uno, explicó que en el informe no se menciona ningún nombre de las víctimas, tampoco sus iniciales, “para resguardar su identidad y la de su familia, así como tampoco exponerlas a mayores represalias estatales en su contra”.

En el testimonio de la joven abusada sexualmente, ella describe de forma detallada cómo un jefe policial le dijo vulgaridades y luego la agredió físicamente antes de consumar el acto de violación, sin eyacular en ella.

Me dijo que no podía correr el riesgo de dejar panzona (embarazada) a una perra terrorista como yo, y yo estaba menstruando. Sacó un pañuelo de su bolsa y se limpió y me dijo: al rato vengo porque tengo que disfrutarlo. Le pedí mi ropa y me quedé llorando”, relató.

Posteriormente, dijo, abusaron de ella dos oficiales subordinados al jefe policial, y luego se sumaron tres más. El abuso sexual se convirtió en una pesadilla todos los días para ella.

Registraron cerca de 40 métodos de tortura 

Violaciones, torturas y amenazas: los horrores que vivieron los excarcelados opositores en prisiones de Nicaragua
Foto referencia

En su informe, el colectivo logró identificar al menos 40 formas o métodos de tortura en los 158 testimonios documentados.

Entre ellas mencionó las palizas con puños y patadas que recibieron de agentes policiales, penitenciarios, efectivos del Ejército y/o agentes paraestatales, que fueron denunciadas por 130 de los 158 casos documentados.

También lesiones o golpes con objetos contundentes o armas de fuego, choques eléctricos, quemaduras con cigarrillos o plástico negro derretido sobre la piel, intoxicación por bombas lacrimógenas y esposas demasiado ajustadas.

Además, disparos contra las personas, baños de agua fría, tortura por suspensión, estrangulamiento, práctica de asfixia seca y húmeda, arrastramiento, desprendimiento de uñas, tortura por posición, laceraciones, y el uso de tierra o ceniza.

Asimismo, utilizaron métodos tendientes a destruir la moralidad y estabilidad emocional de las personas de forma paulatina, como con el aislamiento, hacinamiento, privación de atención médica, amenazas múltiples principalmente contra hijos y familiares, entre ellos de muerte y de mutilación de órganos genitales o alguna otra parte del cuerpo.

Según los testimonios, los carceleros también los inducían constantemente a suicidarse, o bien a jugar la “ruleta rusa”, les interrumpían el sueño y los coaccionaban para ingerir drogas.

Violencia sexual continua 

Sobre las formas de violencia sexual en perjuicio de las víctimas y al que el colectivo dedicó un capítulo aparte, se denunciaron 99 casos de desnudez forzada, 14 amenazas de violación, 10 abusos sexuales, 10 toma de fotos y videos bajo desnudez forzada, y 9 violaciones.

Asimismo, se documentó la práctica de abuso sexual durante las requisas a mujeres familiares de presos políticos y desnudez forzada durante las requisas contra familiares.

Nicaragua atraviesa una crisis política y social desde abril de 2018 que se acentuó tras las elecciones generales del pasado 7 de noviembre, en las que el presidente Daniel Ortega fue reelegido para un quinto mandato, cuarto consecutivo y segundo junto con su esposa Rosario Murillo como vicepresidenta, con sus principales contendientes en prisión.

Con información de EFE.

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