- En entrevista para El Diario, contaron su experiencia en la asociación Buena Voluntad y lo que esperan de su primera experiencia de trabajo
Gabriel Rojas, de 20 años de edad, forma parte del programa de capacitación de Buena Voluntad, una asociación civil de Venezuela que ayuda a las personas con discapacidad a insertarse en el mundo laboral. Después de 7 meses de capacitación, consiguió su primer trabajo.
La discapacidad visual de Rojas no le impidió conseguir lo que quería: un empleo. “En Buena Voluntad me enseñaron sobre las contrataciones y todo lo que tiene que ver con lo que nosotros le podemos dar a la empresa y viceversa”, contó en entrevista para El Diario.
Sostuvo que al entrar en el programa de la asociación comenzó a capacitarse en áreas de comunicación, resolución de conflictos, manejo de la información, así como de la prudencia en cuanto a lo que se debe decir o no a una figura de autoridad.
“En desempeño laboral me enseñaron la actitud para el trabajo, siempre ir con la disposición, tener confianza en la entrevista de trabajo, saber qué es lo que vas a decir, qué es lo que se puede decir, qué es lo que no se puede decir y tener siempre presente que tu discapacidad no te hace menos y que puedes lograr muchas cosas”, resaltó.
“Cada día es un aprendizaje”
Gabriel Rojas comentó que sufre de queratoconos, una enfermedad visual que causa visión borrosa y sensibilidad a la luz. “Digo sufro porque claramente no ha sido fácil, ha sido un proceso de altas y bajas, pero con la ayuda de los especialistas que me han apoyado y me han dado fuerzas para seguir adelante”, agregó.
Rojas tenía 9 años de edad cuando fue diagnosticado. Debido a que en el colegio y en casa se pegaba a los libros y pantallas para tratar de ver mejor, su mamá decidió llevarlos con especialistas, quienes le realizaron exámenes que determinaron la enfermedad.
“Tener una discapacidad no es fácil, porque cada día es un aprendizaje. Todos los días es como tener una pequeña inducción básicamente de la vida”, sostuvo.
A pesar de su discapacidad, Rojas resaltó que aprendió que es importante no dejarse caer y enfrascarse en el “no puedo” o “no sirvo para esto”. Señaló que todos enfrentan desafíos en algún momento de la vida, pero es fundamental continuar esforzándose para alcanzar los sueños.
Una meta alcanzada
Gabriel Rojas, tras una entrevista con Farmatodo, consiguió un puesto de trabajo en la empresa. A pesar de sentir nervios cuando le mencionaron la entrevista, logró mantener la calma con el objetivo de demostrar las habilidades que adquirió durante su tiempo en Buena Voluntad.
“Yo dije: ‘tengo que salir adelante aquí, tengo que mostrar que de verdad la gente de Buena Voluntad no están perdiendo el tiempo, tengo que mostrar que lo que hacen es digno de fiar y es digno de que se vean los frutos del trabajo que ellos hacen cada día’”, resaltó.
Rojas sostuvo que tener un empleo es el resultado de aceptar que tiene una discapacidad pero que aún así puede formar parte de la sociedad productiva. “Voy con muchas ganas de durar bastante en esa empresa”, añadió.
El autismo no es un impedimento para trabajar
Aunque las personas con el Trastorno del Espectro Autista (TEA) suelen tener dificultades para relacionarse y comunicarse, para Russell Ray Kanchikauran ser autista no representa un impedimento para querer trabajar.
Con más de siete meses en el programa de Buena Voluntad, ha podido superar sus limitaciones. “Mi proceso aquí fue largo, al principio me costó un poco intentar entender las cosas, pero poco a poco fui agarrándole, como dice mi papá, el hilo”, precisó.
Kanchikauran tiene 20 años de edad. Comentó que en el programa aprendió a cómo trabajar en equipo y a cómo desempeñarse en un ambiente laboral bajo los diferentes tipos de jefes, así como las reglas que se deben seguir.
“Lo que más me gustó es el desempeño laboral. Además, aprendimos en el área de computación a trabajar en Word para hacer documentos, currículos y trípticos”, añadió.
Del área de postulado a seleccionado
A pesar de que le costó aprender todo lo que tenía que ver con postulaciones y contrataciones, Russell Kanchikauran destacó que con el tiempo vio que era un tema diferente pero que podía comprender, como los tipos de contratos y los diferentes espacios laborales.
“Me gustaría trabajar en el área de atención al cliente, básicamente porque me desempeño mejor trabajando en esa área”, resaltó.
Las prácticas de entrevistas de trabajo, un proceso que encontró divertido porque hacían dramatizaciones con los compañeros y profesores, dieron sus frutos en Russell. Luego de una entrevista con Farmatodo, al igual que Gabriel, quedó seleccionado para laborar en la empresa.
“Estamos demostrando que sí podemos”
Russell contó que cuando fue diagnosticado a los 8 años de edad, a su mamá los especialistas le informaron que le iba a ser difícil estudiar o estar en un colegio normal. “Pero mi mamá se esforzó, con ayuda de mi abuela y la familia, y pudimos demostrar que sí pude estudiar tanto en escuela como en liceo”, añadió.
Ahora, con el salto al mundo laboral, Russell puntualizó que están demostrando que las personas con TEA sí pueden insertarse en la sociedad y el mundo laboral.
Un trabajo en equipo para hacer frente a la discapacidad
José Gregorio Quello Oviedo, de 27 años de edad, tiene una discapacidad intelectual que le fue diagnosticada cuando era bebé. Antes de ingresar al programa de Buena Voluntad, se autodefinía como una persona temerosa y tímida, lo que le impedía desenvolverse efectivamente en un entorno social.
Por ello, indicó que su experiencia en la asociación ha sido “grata y significativa”. “Me están preparando y entrenando para ir a un puesto de trabajo, Dios mediante, con la ayuda de los profesores y especialistas”, aseguró.
Con seis meses en Buena Voluntad, José Gregorio no solo ha aprendido el manejo de la computación, sino también a desenvolverse en las redes sociales, tanto personales como laborales.
“Me ha gustado trabajar en equipo con mis compañeros y facilitarles todo el apoyo”, agregó.
El deseo de ser independiente
Quello Oviedo sostuvo que se está preparando para trabajar en las áreas que le gustan, como la atención al cliente y la organización y distribución de productos en los estantes.
“Las experiencias han sido muy satisfactorias, las actividades que realizo son variadas, veo exposiciones y videos para analizar después el tema que se presentó. Esas cosas me ayudan a mejorar para poder ser seleccionado para un puesto de trabajo”, indicó.
Quello Oviedo resaltó que desea tener sus propios ingresos comentarios para apoyar a sus papás y también para ser independiente en la vida. Esto último lo ha puesto en práctica al ir y venir desde su casa, ubicada en Los Teques, a la asociación Buena Voluntad que está en Los Samanes.
Superar barreras
Ylenis Hernández, de 29 años de edad, también tiene una discapacidad mental e intelectual. Esta viene ligada a una serie de convulsiones que padeció desde que tenía 3 años de edad y fueron permanentes por al menos 4 años.
Contó que cuando era pequeña su mamá la llevó a muchas clínicas y especialistas para conocer la raíz de sus convulsiones.
“Me dieron más de siete pastillas para contrarrestar las convulsiones, pero mi mamá leyó un libro de los componentes de cada medicamento y se dio cuenta de que me estaban haciendo daño. Ya no hablaba, no caminaba sola, no tenía coordinación”, añadió.
Hernandez indicó que su mamá, una persona religiosa, la encomendó a José Gregorio Hernández y al Nazareno y le quitó casi todas las pastillas. “Me dejó solamente con una que tomé hasta los 17 años de edad, y actualmente no convulsiono”, añadió.
A pesar de su discapacidad, ha tenido experiencias laborales en Fru Fru y estudió Turismo, graduándose como Licenciada. Sin embargo, Hernández considera que aún le faltaba superar varias barreras que no le han permitido desempeñarse al 100 % en las áreas sociolaborales.
“Me ha costado conseguir empleos porque no quedo seleccionada luego de las entrevistas de trabajo. Hay una barrera que no he superado”, destacó.
Una meta que desea alcanzar
La meta de Hérnandez es poder tener las capacidades necesarias para trabajar en un canal de televisión, en una agencia de viajes o en un hotel. “Para lograrlo, sé que primero hay que tener disciplina y constancia, seguir aprendiendo”, aseveró.
Con cuatro meses en Buena Voluntad, Ylenis Hernández ha tenido capacitaciones en cuanto al área sociolaboral, donde le han enseñado el código de vestimenta, los riegos laborales y el correcto desempeño laboral, así como todo lo relacionado con la ofimática.
“Los días viernes tenemos un simulacro de entrevistas de trabajo. Todos nos venimos vestidos de manera formal y hacemos prácticas de entrevistas de trabajo y de esa manera nos vamos puliendo para las entrevistas laborales”, señaló.
Para Hernández, cada día de aprendizaje es un día más cerca del empleo que desea obtener.