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  • Los científicos consideran que este avance podría abrir el camino a nuevos tratamientos para disminuir la obesidad

Un equipo de investigadores internacionales reveló que el tejido adiposo (grasa corporal) conserva una especie de memoria de la obesidad que persiste tras la pérdida de peso, lo que aumenta la probabilidad de volver a engordar y ayuda a explicar el efecto yo-yo de las dietas.

Los científicos realizaron experimentos con células de ratón y humanas para comprobar la teoría sobre el papel de las células en las personas con sobrepeso que influyen en el mantenimiento de un peso saludable.

El estudio, publicado en la revista Nature el 18 de noviembre, detalló el procedimiento con las células de tejido adiposo de 18 personas sin obesidad y de otros 20 antes y después de la pérdida de peso tras una cirugía bariátrica. También estudiaron células de ratón para hacer una comparación.

La investigación, encabezada por la Escuela Politécnica Federal de Zúrich y el investigador español Daniel Castellano-Castillo, demostró que la obesidad provoca cambios en el núcleo de las células adiposas, que permanecen incluso después de una dieta.

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“Las células adiposas recuerdan el estado de sobrepeso y pueden volver a él más fácilmente”, destacó el autor principal del estudio Ferdinand von Meyenn.

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Foto: Pixabay

Marcadores químicos influyen en la obesidad

Los investigadores determinaron en los experimentos con ratones que poseían ciertos marcadores epigenéticos recuperaban peso más rápidamente cuando volvían a tener acceso a una dieta rica en grasas, es decir, sufrían un efecto yo-yo.

La epigenética se refiere a pequeños marcadores químicos característicos de los componentes de los genes. Estos marcadores son heredados de los padres, pero pueden evolucionar a lo largo del tiempo. 

Esto significa que los marcadores epigenéticos son dinámicos, por lo que factores ambientales, hábitos alimentarios o el estado general del organismo -como la obesidad- pueden modificarlos en algún punto.

No obstante, los autores del estudio destacaron que en algunos casos pueden permanecer estables durante muchos años, a veces décadas, y durante este tiempo desempeñan un papel clave a la hora de determinar qué genes se activan en nuestras células y cuáles no. Lo que incide directamente en la pérdida o ganancia de peso.

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“La epigenética le dice a una célula qué tipo es y qué debe hacer en el organismo”, explica Laura Hinte, otra de las autoras del estudio.

De acuerdo con los científicos, la existencia de una memoria obesogénica basada en gran medida en cambios epigenéticos estables, explican el llamado efecto yo-yo de las personas con sobrepeso. 

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La conclusión del estudio indicó que este avance podría servir para desarrollar un tratamiento que actúe sobre las células adiposas, lo que permitiría mejorar el control de peso y la salud a largo plazo. 

Predisposición genética para la obesidad

En un estudio anterior, un equipo de investigadores de la Universidad de Exeter (el Reino Unido) descubrió una variante genética que puede predisponer a ciertas personas a padecer sobrepeso u obesidad.

De acuerdo con la investigación, la variante desactiva el gen SMIM1, lo que incide en tener mayor peso corporal debido a que las personas que la presentan gastan menos energía en reposo.

El descubrimiento, publicado el 20 de junio en la revista especializada Cell, señaló que el SMIM1 fue detectado por primera vez hace una década durante unas pruebas para codificar grupos sanguíneos.

En los análisis, hallaron que uno de cada 5.000 individuos con un tipo de sangre poco habitual carece de ambas copias del gen SMIM1, lo que los convierte en Vel-negativos.

Los investigadores del Reino Unido usaron esta investigación y avanzaron en los hallazgos, hasta llegar a la conclusión de que este grupo de Vel-negativos tiene más probabilidades de padecer sobrepeso, además de que la ausencia de las dos copias de SMIM1 está vinculada a otros indicadores de obesidad.

Los autores del estudio determinaron que las personas con la variante genética pueden presentar altos niveles de grasa en la sangre, signos de disfunción del tejido graso, aumento de las enzimas hepáticas y niveles más bajos de hormonas tiroideas.

Con información de EFE

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