- En el evento se presentaron cuatro cortometrajes realizados por estudiantes de Comunicación Social, quienes a lo largo de dos semestres vivieron la experiencia real de la producción bajo la tutela de la profesora Astrid Pérez Bastidas
Para la profesora Astrid Pérez Bastidas, hay una razón por la que se celebra el Día del Cine Venezolano cada 28 de enero. En esa fecha, en 1897, se proyectaron en el Teatro Baralt de Maracaibo, estado Zulia, las primeras películas hechas en Venezuela. Por primera vez, el país se veía reflejado en la pantalla, sin embargo, ¿no debería el cine venezolano haber nacido el día que comenzó el rodaje de estas cintas o cuando se terminó su producción?
No obstante, la profesora de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) cree que la magia surge en ese momento de encuentro y maravilla, cuando sentados en la oscuridad de la sala de cine, un haz de luz inicia ese ritual de complicidad entre los realizadores y espectadores. En efecto, el cine nace cada vez que es visto por la gente.

En el evento, conducido por el periodista Jorge Roig, contó con la asistencia de personalidades del cine venezolano como los directores Luis Carlos Hueck y Joanna Nelson, quienes fueron jurado de los proyectos. Más que cintas, se mostraron las historias de una generación emergente de creadores, cuyas voces, inquietudes y visiones de la realidad quedaron plasmadas a través de sus trabajos. Un esfuerzo colaborativo, reconocido en los aplausos de la sala cada vez que los jóvenes subían al escenario.
Como profesionales

Son cortos es el resultado de un esfuerzo que comenzó semestres atrás, cuando los estudiantes de Pérez Bastidas cursaron la materia de Producción cinematográfica. Como el propósito de tener una experiencia lo más cercana a la realidad y prepararse para la vida laboral, la docente encargó a los grupos preparar un proyecto, el cual debieron ofrecer a un jurado a través de un pitch de ventas. Tal como se debe hacer para convencer a los productores y estudios para aprobar una película.
Los guiones seleccionados pasaron al semestre siguiente, donde los mismos grupos comenzaron su producción. Los estudiantes no solo tuvieron que aprender a delegar y trabajar como un equipo de filmación, sino que también debieron conseguir sus propios recursos para el rodaje. A través de rifas, el patrocinio de empresas privadas y financistas, consiguieron el dinero para poder alquilar cámaras y equipos profesionales, gestionar permisos para las locaciones y castear a actores o técnicos de trayectoria.

Así, en las semanas siguientes, los estudiantes debieron familiarizarse desde la práctica de campo con el trabajo de directores, productores o directores de arte y fotografía. Incluso como gaffers, sonidistas y editores en posproducción. De igual forma, el proyecto no quedó solo en los cortometrajes terminados, sino que, además, debieron promocionarlos en redes sociales, crear trailers y organizar la premiere en la que finalmente se estrenaron.
“El cine es una suma de buenas voluntades”, relató desde el evento en el Centro Cultural Chacao.
Fantasmas psicológicos

El primer cortometraje que se proyectó en Son cortos fue Nido vacío, dirigido por André Murillo. Una historia de terror psicológico que aborda temas como la maternidad y el duelo, con un montaje lleno de suspenso. La puesta en escena destaca por su diseño de producción, donde con pocas locaciones, construye una atmósfera opresiva y oscura, que refleja el propio mundo interior de su protagonista.
Cuenta con la participación de la actriz Stephanie Cardone Fulop en el papel de Kimberly, una mujer acosada por los fantasmas de su mente, además de contar con actuaciones de Annarella Lanza, Fabio Lanza y Javier Martin. La dirección de Arte corrió a cargo de Carmen Gil y la Fotografía de Astrid De Nobrega. Giovanni Salinas se encargó de la postproducción y música original, mientras Stefania Carmona fue la productora ejecutiva. El corto fue una coproducción con el reconocido director de casting Marcos Purroy.

Murillo pasó tres años escribiendo la historia de Nido vacío, basado en las vivencias cercanas de su familia. En entrevista para El Diario, comentó que investigó arduamente sobre el tema de los abortos espontáneos y el impacto psicológico que tiene en las madres, lo cual le permitió, aun dentro del terror, crear una historia que habla sobre la pérdida y la importancia de la salud mental. Agradece además a su equipo y a Purroy por ayudarle, desde las revisiones del guion hasta la edición final, a darle forma a su historia.
“Fue un proceso muy fuerte, muy difícil por el tema de los tiempos, del equipo que se debe utilizar y cómo debo comunicarme con todo el mundo en el set. En las clases uno sabe que el director está en todo, pero luego ves el proceso y da mucha ansiedad, pero también felicidad”, dijo.
Amor en la camionetica

El segundo corto fue Perrero enamorado, una comedia romántica dirigida por Ariella Galea. Toma como punto de partida ese momento de la vida en la que una persona se enamora en el transporte público para generar una serie de situaciones hilarantes, donde su protagonista debe sortear dificultades y el destino para tener la valentía de expresar lo que siente. Todo esto en una historia que destila la calidez caraqueña, la locura frenética de la ciudad en su lado más entrañable.
Producida por Katherine Tayupe, destacan las actuaciones de Anton Figuera, Arianna Requena, María Auxiliadora Moreno y Bronson Dávila. La cinematografía, la mayoría tomada dentro de un autobús, fueron dirigidas por Ángel Rangel, mientras Ariana Sánchez en la dirección de Arte destacó por la recreación de todo un puesto tradicional de perros calientes. Alessandro Simone se encargó de la posproducción.

La historia fue escrita por Natalia Coronado y Galea, quien incursionó por primera vez en la dirección de cine, pese a que su especialidad es el guionismo. En entrevista para El Diario, indicó que después de esta experiencia quiere continuar no solo dirigiendo, sino aprendiendo de cada uno de los procesos involucrados, pues disfrutó del poder materializar su texto en la pantalla.
“La experiencia me hizo sentir que en Venezuela hay mucho por hacer, mucho talento por demostrar. Trabajar en algo tan profesional me hizo creer más en las actitudes que tenemos los jóvenes que queremos hacer cine y estar en el set es la mejor oportunidad que toda persona que ama el cine debe conocer”, apuntó.
Añoranza por el hogar

Luego tocó el turno de Regresa pronto, dirigida por Nicole Reyes y que plantea un tema bastante vigente e identificable para los venezolanos en la actualidad: la migración. La historia de una joven que estudia en el extranjero y se preocupa por su hermana enferma se sumerge en el drama de una familia que intenta mantenerse unida pese a su situación. Apela además a la evocación de sentimientos como la nostalgia, el reencuentro y el despecho que embarga a muchos migrantes, donde la patria puede ser un país, una persona, una canción que te hace sentir en tu hogar.
Escrita por Reyes y Diego Romero, y producida por Alessia Iachini, emplea canciones de Aldemaro Romero como motor de la historia. Cuenta con las actuaciones de Nathalie Tablante, Sofía Uzcanga, Ana Freitas, Elvis Chaveinte, Greisy Mena y Gabriela Ceballos. Por su parte, Romero ocupa la dirección de Fotografía, mientras que Fabiola di Pentima la dirección de Arte.

En entrevista para El Diario, Reyes cuenta que la inspiración para la historia le llegó un día escuchando el tema “Fuga de pajarillo” de Aldemaro Romero. Allí fue concibiendo con su equipo una visión sobre la pérdida del país a través de los seres queridos, y el deseo que muchos tienen de volver algún día a su país.
“Yo espero genuinamente que los migrantes puedan volver al país pronto. Mis familiares e incluso amigos que en este momento me están acompañando van a emigrar pronto y siempre es como darle la vuelta y de que aún hay oportunidades aquí, hay cosas que hacer, porque si nosotros no levantamos este país, ¿quién lo va hacer? Es la invitación a seguir luchando y entender que aún hay espacio para rescatar y poder ser grandes”, resaltó.
La vida no se tranca

Son cortos cerró con el corto Catalina, dirigido por Samuel Jiménez. Adaptación libre de la película El séptimo sello (1957) de Ingmar Bergman. Allí, una mujer disputará una partida de dominó en la que se jugará todo o nada contra la muerte, en la forma de un viejo amigo que la lleva a pasear por sus más amargos recuerdos. Instantes en los que el reloj se paraliza y en la aparente ausencia de Dios se encuentra un testimonio de vida, supervivencia y amor que se condensan en la frase popular “partida ganada no se tranca”.
Catalina es interpretada por Citlalli Godoy, mientras Benigno Acuña encarna a la simpática muerte. Sain-ma Rada, Jessica Arminio, Adrián Serrano, Yoicer Amaro, Priscila Gómez completan el elenco. Bajo la producción ejecutiva de Rosa Pilozo, la propuesta visual, entre lo onírico y lo popular venezolano, tuvo a Edimar Miquilarena como directora de fotografía, Paulina Briceño en la dirección de Arte y montaje de Moisés Durán. La agrupación femenina Nomásté se encargó de la banda sonora.

Para Jiménez la producción de su cortometraje fue una montaña rusa emocional. En entrevista para El Diario, destacó que este proyecto le enseñó la importancia del trabajo colaborativo y cómo una idea puede sumar voluntades. Señaló que su pasión por hacer cine se ratificó, sobre todo por el feedback que recibía no solo de su profesora y asesores, sino de los equipos de los otros cortos, que se apoyaron mutuamente para llegar juntos al estreno.
“Esta es una oportunidad invaluable. Creo que estas ocasiones donde nos podemos conectar con personas del gremio son súper valiosas y todo el mundo debería aprovecharlas. Catalina es un sueño hecho verdad”, comentó.