La Asociación de Empleados Laicos del Vaticano (ADLV), entidad de trabajadores reconocida en la Santa Sede, denunció el miércoles 30 de abril que sus salarios están congelados desde 2008 y pidió una mejora de sus condiciones, a pocos días de que se celebre el cónclave para elegir al nuevo papa.
“Con una base salarial que se ha mantenido invariable desde 2008, el poder adquisitivo de los empleados vaticanos ha disminuido“, alertó la asociación en un comunicado en vísperas del 1° de mayo, día de los trabajadores, y en periodo de Sede Vacante en el Vaticano, la transición entre la muerte de un papa y la elección de su sucesor.
Según la ADLV, a la falta de incrementos salariales se suma “el aumento de las cargas de trabajo“, así como “mecanismos no siempre meritocráticos” para las bonificaciones o promociones.
Por ello pide sistemas “más objetivos y transparentes” para “una verificación periódica y objetiva de las competencias de los trabajadores” que sea “demostrable”.
Trabajadores del Vaticano piden inclusión y protección
Asimismo, asegura que sus trabajadores están sujetos a “regulaciones obsoletas” que “ponen de relieve una visión del mundo del trabajo que ya no está actualizada”, y considera que “ha llegado el momento” de establecer un diálogo entre partes sobre todo ello.
La ADLV insta asimismo a “la inclusión de personas con discapacidad” en las estructuras laborales del Vaticano, en el camino hacia “la protección de los más vulnerables”.
“Es hora de que el Vaticano también tome medidas para incluir a estas ‘personas especiales’ en sus organizaciones, porque la discapacidad no puede equipararse a la incapacidad para trabajar”, asegura.
A su vez, la ADLV pide “la protección para las familias” y que se proporcione “una prestación a todos los hogares con niños”. Esto, asegura, incluye “mejorar el sistema sanitario interno, ofreciendo más servicios y posibilidades de tratamiento”.
“El gasto sanitario privado está creciendo incluso entre los empleados del Vaticano”, advierte la ADLV, que remarca que “quedan muchas batallas por librar”.
Los empleados de la Santa Sede están sujetos a las normas del Estado vaticano, según un ordenamiento laboral y sistema de seguridad social propios.
Estas normas e basan en su Ley Fundamental, el Código de Derecho Canónico, las leyes y reglamentos específicos del Estado, y los convenios con otros países. El Vaticano es una monarquía teocrática absoluta, con el Papa como jefe de Estado y líder espiritual de la Iglesia católica.
El cónclave
Los cardenales empezarán a congregarse en la Casa Santa Marta, la residencia en el interior del Vaticano y en la que vivió el papa Francisco durante su pontificado, en la noche del 6 de mayo, mientras que el 7 de mayo los cardenales celebrarán en San Pedro la misa Pro eligiendo pontífice oficiada por el cardenal decano, Giovanni Battista Re.
En la celebración eucarística, el decano invitará a sus hermanos a dirigirse por la tarde a la Capilla Sixtina con estas palabras: “Toda la Iglesia, unida a nosotros en la oración, invoca constantemente la gracia del Espíritu Santo, para que sea elegido por nosotros un digno Pastor de todo el rebaño de Cristo”.
Por ahora en las congregaciones generales se han presentado más de 180 cardenales, de los que más de un centenar son electores. Durante la congregación han intervenido 20 cardenales, que han hablado de la Iglesia, su relación con el mundo, además de las características que debe tener el nuevo papa ante esos retos, indicó el portavoz.
El cardenal Angelo Becciu, de 76 años de edad, no ha sido incluido en la lista de cardenales habilitados para participar en el cónclave. Becciu ha expresado su inconformidad por no ser incluido entre los electores; sin embargo, el cardenal informó que está dispuesto a dar un paso atrás y no participar en el cónclave.
Los cardenales reunidos en las congregaciones para preparar el cónclave expresaron su “agradecimiento por el gesto” que ha tenido de renunciar a participar Angelo Becciu, a quien Francisco retiró sus privilegios cardenalicios.
La Congregación de Cardenales expresó además que “espera que los órganos competentes de la justicia esclarezcan definitivamente los hechos”.
Antes del cónclave, también fueron elegidos los tres cardenales que ayudarán en su tarea al camarlengo, Kevin Joseph Farrel. Son el alemán Reinhard Marx, arzobispo de Múnich; el filipino Luis Antonio Tagle, proprefecto del Dicasterio para la Evangelización, y el francés Dominique Mamberti, prefecto del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica y protodiácono, quien se encargará del anunció de Habemus papa en la plaza de San Pedro.
Una vez reunidos oficialmente en la Capilla Sixtina, los cardenales permanecen encerrados hasta que se selecciona un nuevo papa. Durante este tiempo, juran mantener secreto sobre las deliberaciones internas, de hecho, solo unos pocos asistentes tienen permitido interactuar con ellos mientras dure el cónclave.
El proceso electoral incluye las siguientes etapas:
– La preparación de las papeletas (denominada preescrutinio)
– Emisión del voto (escrutinio) que se realiza en secreto
– Durante el posescrutinio, los votos son contabilizados y luego quemados
El primer día del cónclave se lleva a cabo una votación inicial; si no hay consenso sobre un candidato, se pueden realizar hasta cuatro votaciones diarias adicionales.
Si luego de tres días no se logra elegir a un nuevo papa, los cardenales dedican un día completo a oración y reflexión antes de continuar con las votaciones.
Si este ciclo se repite siete veces sin éxito, se procede a una segunda vuelta entre los dos candidatos más apoyados hasta ese momento.
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