Día Nacional del Periodista: la incertidumbre de una profesión difícil de ejercer en Venezuela

Más allá de las celebraciones, la fecha actualmente tiene en el país una connotación de resistencia. El Diario entrevistó a dos periodistas que expresaron sus inquietudes sobre la profesión, entre la precariedad económica, la escasez de fuentes de trabajo y la inseguridad por el hostigamiento estatal
Jordan Flores
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Luisa* le manifestó a sus amigos que no quiere que la feliciten por el Día Nacional del Periodista. La efeméride, que se celebra cada 27 de junio en Venezuela, este año tiene un contexto agridulce para ella: es la primera vez que se cuestiona abandonar la carrera que tiene más de siete años ejerciendo. 

En líneas generales, el periodismo está atravesando una crisis existencial en todo el mundo. Ya en 2020 el Instituto Nacional de Estadística de España había revelado que el 56,4 % de sus egresados escogería otra carrera si volviera a estudiar. Posteriormente, en 2022, el portal de trabajos en línea ZipRecruiter confirmó que el periodismo encabezaba su lista de carreras con más arrepentidos, con un 80 %.

Los encuestados respondieron que entre las razones de su desencanto estaban los bajos sueldos y la demanda por las pocas vacantes disponibles, lo que supone una alta tasa de desempleo. También la devaluación del oficio en medio de la revolución digital, donde la búsqueda de clicks y el avance de la inteligencia artificial han vuelto tenso el ambiente en las redacciones de todo el planeta.

En Venezuela no hay estudios que cotejen estas cifras, pero sí testimonios de una situación cada vez más complicada para el gremio. A las condiciones salariales se suma el contexto de la crisis económica y humanitaria que desde hace años enfrenta el país, además de una escalada represiva contra la prensa que ha vuelto inseguro el libre ejercicio de la profesión.

“Ser periodista nunca ha pagado bien, pero ahora ni siquiera paga”, declaró Luisa en entrevista para El Diario.

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Foto: Pixabay

A finales del año 2024, Luisa sentía que le comenzaba a ir bien económicamente. Tenía tres trabajos más algunos proyectos ocasionales en los que colaboraba, pero podía cubrir las necesidades básicas de su hogar, por lo que se esforzaba para administrar su tiempo. Con 27 años de edad, incluso comenzó a hacer planes para alquilar una vivienda e independizarse.

Sin embargo, dos hechos cambiaron todo lo que tenía en mente unos meses después. Una de las organizaciones para la que trabajaba debió cerrar sus operaciones en Venezuela por la entrada en vigor de la Ley de Fiscalización y Regulación de ONG en enero. Poco después, en Estados Unidos, el gobierno de Donald Trump eliminó en marzo el financiamiento a varios programas internacionales para apoyar el periodismo independiente en América Latina, por lo que su empleo en un portal de noticias también sufrió recortes de sueldo y personal.

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Foto: Pixabay

Ahora, aunque se mantiene con diferentes proyectos, reconoció que la suma de todos sus ingresos mensuales apenas llega a los 300 dólares. De acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM), la canasta básica en abril tuvo un costo de $503,7, mientras que una investigación de El Diario arrojó que el valor de los alquileres en Caracas puede oscilar entre los $150 y $800. 

Lamentó que todos sus planes de desarrollo personal y profesional se paralizaron de pronto. “Sentía que estaba construyendo una carrera en Venezuela, y fue así hasta febrero de 2025. Desde entonces me pregunto: ¿por qué no aprendiste a hacer otra cosa más para rebuscarte?”, comentó.

Desamparo

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Foto: Cortesía/Archivo

Hace más de un año que Iris* trabaja como redactora freelance para diferentes páginas web. En su momento fue reportera en algunos de los medios de comunicación más reconocidos de Venezuela, pero decidió cambiar la cobertura en la calle por el home office. La situación política del país tras las elecciones presidenciales de 2024 le hizo priorizar su seguridad y salud mental antes que seguir exponiéndose al peligro.

“Al graduarme era consciente de que ejercer esta profesión implica un riesgo personal, y también mucho desgaste, pero no me imaginaba hasta qué punto. Fue un shock cuando ya la censura, la crisis dentro del gremio y toda esta situación empezó a recrudecer. Esperaba quizás un poco más de apoyo por parte del gremio, pero eso no ocurrió porque también es víctima. Entonces me sentí un poco desamparada”, relató en entrevista para El Diario.

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Foto: Pixabay

Contó que al iniciar su carrera como pasante en 2017, cuando la crisis humanitaria compleja del país estaba en su punto más álgido, su sueldo “apenas alcanzaba para comprar una galleta y un refresco”. Si bien consiguió con el tiempo empleos que pagaban mucho mejor, aseguró que jamás han sido suficientes para cubrir sus gastos mensuales. 

“No conseguí en ninguno de los trabajos que he tenido ejerciendo el periodismo un sueldo con el que pueda llegar a fin de mes sin ningún problema, sin estirar el dinero o hacer recortes. Si eres periodista en Venezuela hay que tener más de un trabajo”, agregó.

Ecosistema reducido

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Foto: Caleidoscopio Humano

De acuerdo con la ONG Espacio Público, más de 430 medios de comunicación en Venezuela cerraron entre los años 2003 y agosto de 2024. Específicamente 330 emisoras de radio, 87 medios impresos, 19 canales de televisión y 13 medios digitales. Algunos por dificultades económicas, otros por presiones políticas, multas o, en el caso de la radio, la revocación de su concesión para operar por parte de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel).

Cada ventana informativa que se cierra significa una plantilla de trabajadores que cae en la incertidumbre del desempleo. La reducción del ecosistema mediático afecta principalmente a los periodistas de las regiones, quienes en muchos casos deben migrar de sus ciudades o cambiar de oficio por la falta de oportunidades laborales. Espacio Público señala que en la actualidad hay 13 estados de Venezuela en los que ya no queda ningún medio de comunicación independiente

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Foto: Ramón Pico

“El mercado laboral periodístico se cerró totalmente en Venezuela con el cierre de los medios de comunicación. Ya no hay casi vacantes y es muy difícil entrar en el gremio ahorita porque no hay medios, y los que hay son los que ya conocemos que están hostigados, autocensurados o vendidos”, opinó Iris al respecto.

Por su parte, Luisa indicó que en los últimos meses comenzó a buscar empleo en sectores relacionados a la comunicación social, pero fuera de su especialidad en periodismo de investigación. Se ha postulado en agencias de marketing, como community manager o en redacción creativa, pero admitió que la demanda laboral allí también es muy alta, y suele ser descartada pues todo su currículo gira en torno a su profesión.

“De tres años para acá la situación está difícil porque nadie quiere soltar el puesto que ya tiene y no hay generación de relevo. Si no hubiera tenido la suerte de comenzar a trabajar en la universidad y empezar a hacer networking, no sabría qué hacer”, acotó.

Desprotegidos

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Foto: Getty Images

Otro de los elementos que Luisa cuestionó del ejercicio del periodismo en Venezuela es la precarización de las condiciones laborales. A su juicio, la propia naturaleza “de trinchera” en la que se encuentran algunas redacciones debido al acoso gubernamenal ha permitido algunos atropellos como retrasos en los pagos, sueldos que no se corresponden con la carga laboral y hasta la falta de contratos que le den estabilidad a sus trabajadores. 

“No he estado nunca en una nómina. Siempre han sido honorarios profesionales y no sé qué es cotizar en el Seguro Social. Eso me deja en una grave situación de vulnerabilidad para el futuro”, expresó.

Agregó que en solo una ocasión tuvo un empleo en el que le ofrecieron seguro médico, pero debió prescindir de él pues se descontaba directamente de su sueldo. Afirmó que incluso cosas esenciales como el transporte o el pago de viáticos para las coberturas dejaron de garantizarse desde hace tiempo en algunos lugares. 

Sobre el tema, ambas periodistas coincidieron en que si bien organizaciones como el Colegio Nacional de Periodistas (CNP) actualmente resisten a los ataques que constantemente recibe el gremio, también deben velar por las necesidades de sus trabajadores y saber responder a los cambios que el oficio ha sufrido en los últimos años.

De la emoción al miedo

Cuando comenzó a ejercer la carrera, más que miedo, Iris sentía emoción cada vez que salía de pauta. La adrenalina y el sentido del deber la motivaban, pero en la medida que recrudeció la represión en las manifestaciones su ánimo cambió. Sobre todo cuando el objetivo de las detenciones políticas se fue centrando en actores de la sociedad civil como activistas de derechos humanos, abogados, docentes y periodistas

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Foto: Medianálisis

“Poco a poco sentía que se iba convirtiendo en una profesión cada vez más ingrata, en Venezuela específicamente. Era mucho el riesgo personal, era mucha exposición sin ningún tipo de protección y no había garantías. Por más que uno sintiese que estaba haciendo lo correcto, que estabas diciendo la verdad y tenías la ley de tu lado, te sentías en riesgo porque actualmente en Venezuela una entrevista es motivo de encarcelamiento, una nota es motivo de censura, los medios de comunicación cierran constantemente. Entonces, poco a poco, al enfrentarme a esta realidad me fui desencantando”, lamentó.

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Foto: Archivo

A pesar de que el gremio la había preparado para cuidarse durante las coberturas y en su trabajo contaba con protocolos de acción en caso de algún incidente, dejó su trabajo cuando notó que comenzaba a afectar su salud mental. Aunque admitió que todavía siente la vocación de informar en su interior, prefiere resguardarse hasta que las condiciones de seguridad mejoren en el país.

De acuerdo con el Instituto Prensa y Sociedad (Ipys), durante el año 2024 arreció la hostilidad hacia la prensa por parte del Estado venezolano. En su balance anual documentó 380 casos de violaciones a la libertad de prensa, la mayoría ocurridos en el contexto de la campaña presidencial y la violencia postelectoral. Entre las principales incidencias destaca el bloqueo de dominios web de portales, cierres de emisoras de radio, hostigamiento institucional, agresiones a periodistas y detenciones arbitrarias. 

16 colegas presos

Borrador automático
Foto: CNP

Precisamente por este contexto represivo, el Día del Periodista en Venezuela tiene este año una nota amarga. Hasta la fecha, 16 periodistas están detenidos por razones políticas. IPYS reportó que al menos 14 trabajadores de la prensa fueron arrestados en 2024, de los cuales siete permanecen actualmente en prisión. Otros 27 fueron víctimas de desplazamientos forzados, al tener que escapar a otras ciudades, incluso del país. 

Carlos Marcano, Nakary Ramos, Rory Branker, Raúl Amiel, Leandro Palmar, Belises Cubillán, Julio César Balza, Roland Carreño, Biagio Pilieri, Carlos Julio Rojas, Vítor Ugas, José Camero, Ramón Centeno, Luis López, Gabriel González y Juan Pablo Guanipa no podrán celebrar este año.

Iris y Luisa consideran que toda esta situación, además de injusta, las ha afectado profundamente en lo emocional. “Ya uno no está tranquilo, cada vez hay más paranoia. Siempre me preguntan si no me da miedo exponerme, y les respondo que simplemente es mi trabajo”, aportó Luisa.

En cambio, aunque ya no ejerce activamente, Iris mantiene cierta preocupación de que el haber hecho trabajos centrados en temas como política o derechos humanos le pueda traer consecuencias en el futuro. “Siento que me cargué una cruz encima y me da miedo que por ese pasado, por esas publicaciones, eso implique un riesgo para mí. Es un temor constante”, reflexionó.

Sin arrepentimientos

Luisa relató que al graduarse, solo ella y otros 15 compañeros eligieron la mención de Periodismo. La mayoría actualmente está fuera del país y aunque eso nunca estuvo en sus planes, desde que perdió sus trabajos ha estado meditando la posibilidad de sumarse a esa diáspora. “Lo que menos tengo ahorita son certezas”, destacó.

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Foto: Pixabay

Sin embargo, contrario a las encuestas de ZipRecruiter, Luisa no se arrepiente de haber estudiado periodismo. Por el contrario, su único lamento es no haber diversificado más sus conocimientos y habilidades para ser más competitiva en otras ramas de la carrera. “Lo que me frena de irme es que afuera no hay garantías de poder ejercer, y yo quiero seguir dedicándome a esto por lo que pasé tantos años formándome”, apuntó.

Una opinión similar tiene Iris. Aclaró que su desencanto es con la crisis que atraviesa el gremio, pero no con el periodismo. “Amo ser periodista. Amo hacer una entrevista, ir a una pauta, tomar testimonios e ir a un sitio vulnerable para contar una realidad de la forma más acertada posible. Eso es algo que me encanta y en algún momento me gustaría retomarlo, pero tiene que haber condiciones, en una Venezuela diferente”, resaltó.

*Los nombres de las entrevistadas fueron cambiados para preservar su seguridad.

Jordan Flores
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