Investigadores del Centro Médico de la Universidad de Stanford, en Estados Unidos, analizaron los registros médicos de un grupo de adultos mayores en Gales (Reino Unido) y encontraron que la vacuna contra el herpes zóster podría tener un efecto tanto de prevención como de ralentización del avance de la demencia.
Esta investigación se apoyó en una campaña de vacunación implementada en Gales, que permitió a los científicos determinar el efecto del compuesto sobre otros factores de salud y hábitos de vida relacionados con la infección viral conocida como culebrilla.
Los resultados de seguimiento del trabajo, publicados en la revista especializada Cell el 2 de diciembre, detalló que los investigadores examinaron las historias clínicas de más de 280 mil personas con edades comprendidas entre los 71 y 88 años, que no presentaban demencia al inicio del programa de vacunación en el país.
Pascal Geldsetzer, líder de la investigación, explicó que el análisis se concentró en las personas que se encontraban en el umbral exacto de elegibilidad del programa, cuya fecha de inicio fue el 1° de septiembre de 2013.
Cómo comenzó la investigación
En el primer análisis, publicado en la revista Nature, los autores del estudio compararon a quienes cumplieron 80 años de edad la semana anterior a la fecha de inicio del programa, y a quienes los cumplieron la semana después.
Esta diferencia de edad determinó el acceso a la vacuna, ya que solo quienes tenían 79 años en esa fecha podían recibirla durante un año, mientras que quienes ya habían cumplido 80 quedaban excluidos de forma permanente.
De acuerdo con Geldsetzer, esta circunstancia permitió la creación de un grupo de comparación (el grupo que no pudo recibir la vacuna) y un grupo de análisis (el grupo elegible) que eran prácticamente idénticos en todas sus características, a excepción de la posibilidad de recibir la vacuna.
Esta particularidad de la implementación del programa redujo la posibilidad de que se presentara un error o distorsión en el posterior análisis de los datos para comprobar los efectos de la vacuna sobre otros problemas de salud asociados con la edad, como lo es la aparición de demencia.
Ralentización de la demencia tras recibir la vacuna
El programa, realizado durante siete años, reveló una disminución del 20 % en los diagnósticos de demencia entre el grupo que recibió la vacuna contra el herpes zóster en contraste con el grupo no vacunado.
Los científicos comprobaron que este efecto se mantuvo constante incluso tras analizar los datos desde diferentes perspectivas, como el rango de edad o las causas de muerte atribuidas a la enfermedad.
El análisis también confirmó que la única diferencia entre los grupos fue la reducción de casos de demencia en los participantes del estudio, ya que no tenían variaciones en el nivel educativo, registro de otras vacunas o tratamientos de salud, ni diagnósticos de enfermedades como diabetes, enfermedades cardíacas o cáncer.
Además, el estudio también demostró que la vacuna ofrece un beneficio a quienes ya han sido diagnosticados con demencia, al ralentizar el avance de la enfermedad, debido a que las personas vacunadas tras recibir un diagnóstico de demencia tuvieron un 30 % menos de probabilidades de morir por la enfermedad en los años siguientes.
Por otra parte, los autores observaron que el compuesto de la vacuna ayudó a reducir los síntomas de deterioro cognitivo leve en los participantes que habían sido diagnosticados previamente.
El grupo de científicos documentó una diferencia en la respuesta de acuerdo con el sexo de los miembros del programa, porque el efecto protector contra la demencia fue más alto en mujeres que en hombres.
Ante este hallazgo, el autor Geldsetzer explicó que las mujeres suelen mostrar una respuesta de anticuerpos más fuerte a la vacunación y que el herpes zóster es más frecuente en la población femenina.
Necesidad de estudios posteriores
A pesar de estos resultados, los científicos no han determinado si la protección se debe a una estimulación general del sistema de defensas del cuerpo, a la reducción de las reactivaciones del virus o a otros mecanismos.
Tampoco lograron verificar si la versión más reciente de la vacuna, basada en proteínas virales, podría tener un impacto igual o superior sobre la demencia.
Geldsetzer agregó que lo que sí pudieron comprobar es que los efectos protectores de la vacuna comenzaron a manifestarse aproximadamente un año y medio después de la inmunización.
El investigador principal considera que estos resultados justifican la realización de un próximo ensayo controlado a gran escala que permita establecer con certeza la relación de causa y efecto entre la vacunación y la reducción del riesgo de demencia.