Alí Morales: “Debemos abrir espacios más amplios de conversación digital”

El creador del podcast Un 2 de vainas reflexionó sobre el significado del contenido de valor en redes sociales y el papel que se espera de los influencers en la sociedad, en tiempos del Doomscrolling
Jordan Flores
Jordan Flores - Redactor
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Las redes sociales no mataron a los medios de comunicación tradicionales, pero sí los absorbieron. Ahora en esas plataformas está todo lo que una persona busca: desde el entretenimiento más simple hasta tertulias, noticias, videoensayos y discursos de todo tipo. Incluso recomendaciones de qué comprar, a dónde ir, qué música escuchar y qué estilo de vida llevar. Ahora la programación se llama contenido y se consume, mientras la figura del influencer toma protagonismo como las caras familiares que guían a través de ese universo de burbujas digitales.

Desde hace cuatro años Alí Morales se dedica a mostrarle al mundo su realidad desde la pantalla. Politólogo y realizador audiovisual, emprendió en YouTube el podcast Un 2 de vainas, actualmente con más de 2.000 suscriptores. En TikTok tiene más de 69 mil seguidores, y 34 mil en Instagram. En estos espacios ha encontrado el nicho para hablar sobre cultura popular e identidad caraqueña, conectando con una audiencia que muchas veces ha calificado sus videos con la etiqueta de “contenido de valor”. Como una estrellita dorada para diferenciarlo del resto de contenidos que se esfuman al deslizar el dedo hacia arriba.

En entrevista para El Diario, reconoce que le sorprendió cuando algunas personas comenzaron a usar ese término para referirse a su trabajo. Cuenta que en su momento eso le hizo comprender la importancia de las redes sociales para generar un impacto en la gente, transformando por completo la relación que existía entre emisor, receptor y mensaje. Ahora la comunicación no solo es retroactiva, sino que fluye en múltiples direcciones. 

“La creación de contenido se ha democratizado. La verdad es que hay mucha gente que pasó del simple hecho de ver y consumir lo que otro hacía, al hecho de intentar hacer contenido. Y ahora la quimera que persigue la creación de contenido es esta vaina llamada contenido de valor”, señala.

Trascender el scroll

Alí Morales: “Debemos abrir espacios más amplios de conversación digital”
Foto: Instagram @amorales__

El término “contenido de valor” lleva décadas dando vueltas en el debate público, desde que se hablaba de fomentar una mayor cantidad de programas de corte educativo en la televisión. Un contenido que aporte algo más allá de entretenimiento vacío. Actualmente está estrechamente relacionado con el marketing de contenidos, refiriéndose a piezas que sean relevantes y útiles para las audiencias, que sean atractivos y conecten con ellas para generar retención y fidelidad. 

“Que sea un contenido de valor va a ser un resultado de la interacción de ese contenido con la audiencia y la plataforma. Y esa puede ser cualquier plataforma, es más, ni siquiera tiene que ser viral”, acota Morales.

El realizador, egresado en dirección de la Escuela Nacional de Cine, señala que una de las claves precisamente está, más allá del alcance que tiene un material al momento de su publicación, en su capacidad para trascender. Es decir, de volver a ser visto tiempo después sin aburrir o perder vigencia. Menciona que esto se cruza con otro concepto sacado del marketing digital: el “elemento diferenciador” que permite reconocer un producto, o, en este caso, la “nueva personalidad digital” que el creador de contenido desarrolla para ganar unos segundos atención del público.

Homogenización

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Foto: Cortesía

De hecho, Morales afirma que la creación de contenido desde hace tiempo dejó de ser un simple hobby para quienes se divertían compartiendo sus ocurrencias delante de una cámara. Ahora pasó a ser una suerte de carrera en la que se invierte tiempo, recursos y creatividad para hacer algo que supere la barrera de los algoritmos y resulte atractivo. Él mismo explica que detrás de cada uno de sus videos hay un trabajo de investigación,  entrevistas, rodaje e “incluso de vivir experiencias para poder contar de ellas”.

Por ejemplo, recuerda que en Venezuela hace cuatro años, cuando comenzó a publicar, todavía existía una “forma rudimentaria” de crear contenido en función de lo que estaba simplemente de moda o les motivaba hacer. Y agrega que eso entraba justamente en relación con lo que globalmente las grandes plataformas estaban buscando. 

“Yo siento que cuando llega TikTok y también se producen desarrollos en avances tecnológicos como los teléfonos, software de edición, o la economización de adquirir luces y trípodes, hubo un montón de gente que empezó a hacer contenido para explicar cómo hacer contenido, y eso terminó creando como una especie de homogenización”, afirma.

Se refiere precisamente al momento en que la creación de contenido pasó de ser un hecho espontáneo y casi artesanal, a una disciplina con su propio lenguaje, códigos y normas más cercanos a la publicidad que al espectáculo. Un fenómeno que acaba volviendo sus formatos tan genéricos que termina generando una paradoja: todos quieren hacer contenido de valor, pero no todos los contenidos cumplen las cualidades para serlo.

“Cuando lo ves en ese paradigma, entonces empiezo a reflexionar de qué se habla en Venezuela. Los creadores de contenido, ¿a qué se dedican en Venezuela?¿De qué manera abordamos las temáticas?¿De qué manera abordamos la ciudad, el campo, los espacios geográficos? La relación que tiene el creador de contenido con todo lo que está a su alrededor, con el contexto en el que lo rodea. Empieza a entrar como esa pregunta y hace cuestionar burda dónde radica realmente la viralidad”, comenta.

Puro rostro

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Foto: cortesía

La figura del creador del contenido, incluso del influencer, tampoco es nueva para los medios de comunicación. Su antecedente puede encontrarse en los locutores y luego en los presentadores de televisión, quienes con solo con su carisma y verbo eran capaces de mantener a millones de espectadores cautivos por al menos media hora. Ese personalismo, que muchos recuerdan en figuras como Renny Ottolina, Amador Bendayán o Simón Díaz hizo que ciertos tópicos como la música venezolana, la denuncia social o los concursos de preguntas tuvieran un rostro asociado de forma indivisible. 

“Una cosa es el contenido y otra cosa es el influencer. Creo que en la historia estos dos elementos siempre se ven combinados, pero yo creo que era por el tipo de plataforma con la que estaba expuesta”, aporta Morales.

Pone como ejemplo de esto a la periodista Valentina Quintero. Sus años al frente de Bitácora en RCTV hicieron que su propio nombre trascendiera al de su programa, quedando como la primera referencia para muchos al pensar en el turismo y la exploración en Venezuela. Esto le permitió crear una marca personal con la que pudo incluso cambiar de formatos sin problema. “Cuando ella migra a las plataformas digitales, se empieza a combinar con el fenómeno donde hay una preponderancia del sujeto como influenciador a partir del carisma y el enganche que tiene con la audiencia», agrega.

En ese sentido, si bien esa capacidad del influencer para capitalizarse dentro de la economía de la atención es fundamental, Morales cree que no lo representa todo. Señala que para crear contenido de valor es necesario que la elocuencia venga acompañada de un mensaje igual de poderoso, que cuente algo que necesite ser escuchado. Por eso rescata el método de trabajo que se manejaba en ese tipo de programas televisivos, donde todo un equipo trabajaba con rigurosidad y con una documentación previa para potenciar a talentos como Ottolina o Quintero.

“Yo creo que estamos ahora en una época donde los espacios digitales se expresan de manera salvaje. No es simplemente un espacio televisivo determinado por una franja horaria, o un espacio de escritura como puede ser un periódico, que está normado. En el caso digital no pasa de la misma forma. El influenciador puede estar por encima del contenido que emite, y no necesariamente con método ni con ética se va a expresar, sino que es la habilidad para poder enganchar y seguir el ritmo que esa plataforma exige para la creación y consumo”, asevera.

Alianzas estratégicas

Alí Morales: “Debemos abrir espacios más amplios de conversación digital”
Foto: Instagram @amorales__

Morales cuenta que hace dos años comenzó a monetizar sus proyectos en redes sociales. Como él, muchos creadores de contenido generan sus ingresos no solo con las herramientas que brindan las plataformas, sino también con colaboraciones pagadas y patrocinios de grandes empresas o emprendimientos. Dependiendo del tipo de contenido, muchas veces puede ir desde una recomendación o reseña, hasta una mención o emplazamiento de producto.

“Desde hace años que las marcas entendieron que tener un espacio dentro de una marca personal o de un contenido en específico que se distribuye a través de plataformas digitales, te va a mantener en una presencia mucho más cercana con las audiencias a las que quieres llegar”, comenta.

Señala que para él fue un reto formar estas alianzas comerciales al principio, no tanto por la naturaleza de sus videos, orientadas hacia lo cultural y educativo, sino porque en cada video abordaba temas completamente diferentes, por lo que no tenía un público objetivo fijo. “Mis contenidos eran pequeñas investigaciones que hacía y esas investigaciones eran expuestas para el nicho. De hecho, para mí es un reto porque yo salto de un nicho a otro”, dice.

Alí Morales: “Debemos abrir espacios más amplios de conversación digital”
Foto: Instagram @amorales__

Sin embargo, luego entendió que las colaboraciones podían ir más allá que la simple presentación de un producto. Afirma que las reglas del marketing han evolucionado bastante desde los tiempos de los comerciales televisivos, y ahora muchas marcas están interesadas en crear contenido de valor que le dé un giro positivo a su imagen. Para eso han desarrollado una relación casi simbiótica con los influencers, quienes a su vez tienen el beneficio de trabajar bajo patrocinio sin tener que sacrificar su libertad creativa ni la esencia de sus proyectos.

En el caso de Morales, no solo ha trabajado con diferentes patrocinantes para Un 2 de vainas, sino que individualmente ha hecho colaboraciones con marcas que justamente van en sintonía con el tema que quiere tratar en su video. Así, surge una dinámica orgánica en la que se apoya de empresas como Cashea para hablar de fenómenos sociales como los sistemas de ahorro comunitario (SAN), o con El Sistema para abordar su impacto cultural dentro de la juventud venezolana.

He sido afortunado en mi propio proceso, en el sentido de que hay marcas que han mirado mi contenido desde una perspectiva en la que pueden tener una relación de valor con lo que investigo y al mismo tiempo que aporta eso a la marca”, destaca.

Descendiendo demasiado

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Foto: Freepik

El creador de contenido explica que actualmente las plataformas digitales constituyen espacios de consumo diseñados para estimular los centros de recompensa del cerebro. Con cada interacción y notificación recibida se producen descargas de dopamina que producen placer, pero que también pueden volverse adictivas. Diversos estudios han comprobado que la adaptación del cuerpo a estos altos niveles de dopamina pueden provocar una desensibilización hacia nuevos estímulos, además de una caída en la capacidad de concentración por la costumbre de consumir contenido de corta duración.

Esto ha hecho que en Internet se popularicen términos Doomscrolling para referirse a esa inmersión nociva en las redes sociales, llegando al punto de consumir contenidos en piloto automático, solo por esa pequeña chispa de dopamina cada vez menos satisfactoria. De ahí se desprende también el término Brain Rot (podredumbre cerebral) para describir ese abismo cuando el consumo excesivo de contenidos de baja calidad provoca un deterioro cognitivo que afecta no solo la atención y comprensión, sino incluso la percepción misma de la realidad. 

Con el auge de los formatos de videos cortos, los memes y más recientemente de los contenidos hechos con inteligencia artificial (IA), el Brain Rot tomó importancia hasta convertirse en la “Palabra del Año” de la revista de la Universidad de Oxford. No obstante, resulta que la palabra ya existía desde el siglo XIX, y llegó a usarse despectivamente en críticas al absurdo del movimiento artístico dadaísta, o a los “programas basura” de la televisión, como las telenovelas, reality shows o concursos de citas.

Detox digital

Alí Morales: “Debemos abrir espacios más amplios de conversación digital”
Foto: Instagram @amorales__

En ese sentido, Morales cree que si bien los creadores de contenido tienen una responsabilidad social para mejorar la calidad de su trabajo, no están obligados a ser referentes educativos. Lo compara con la propia televisión, que en su momento generó el mismo debate y ya desde los años cincuenta era llamada “la caja idiota”. Han pasado las décadas y ese “mago de la cara de vidrio” que cuestionó Eduardo Liendo ahora parece hechizar a las familias desde sus celulares.

El también politólogo aclara que las redes sociales, al igual que la IA, no son buenas ni malas. Son herramientas que usadas correctamente pueden ser provechosas, e incluso usarse como complemento educativo, pero que no pueden reemplazar el contacto con la realidad, ni la formación de la escuela y el hogar. Al final, los contenidos de valor siguen allí, pero depende de cada persona domesticar su propio algoritmo para acceder a ellos y evitar el Brain Rot

Igualmente, como cualquier fuente de entretenimiento, no juzga el consumo moderado de contenidos sin pretensiones intelectuales, solo para despejarse un rato. Lo que sí cuestiona es el contexto social que empuja a millones de personas en todo el mundo, cansadas dentro una creciente cultura del ajetreo y culto a la productividad, a buscar desesperadamente unas horas de dopamina al día en actividades que les hagan desconectar sus cerebros, viendo pasivamente la televisión o descendiendo por la espiral del Doomscrolling

“El consumo consciente de las redes sociales en este momento, y sobre todo con este nuevo nivel, también pasa por entender que eso es un espacio complementario y no necesariamente en todos los casos una fuente. Ahorita se habla mucho de hacer detox digitales o tiempos controlados. También de hacer verificación de datos, porque así como la IA tiene alucinaciones, pueden haber muchas personas, videos o textos que nos pueden decir cosas que no necesariamente son reales”, recomienda.

Espacio público

Alí Morales: “Debemos abrir espacios más amplios de conversación digital”
Alí Morales con Dj Babatr en una entrevista. Foto: cortesía Asilo Digital

En estos cuatro años siendo una personalidad de Internet, Alí Morales ha visto muchos de los proyectos que ha ido labrando florecer hasta llevarlo a terrenos insospechados. Por ejemplo, narra que uno de sus primeros videos en “Un 2 de vainas” fue para hablar sobre el impacto de la changa en la cultura tuki, entrevistando a Dj Babatr como icono musical del movimiento a principios de los años 2000.

El 29 de octubre, la productora venezolana Morning Coffee estrenó el documental Esto es Raptor, dirigida por Roberto López. Allí se cuenta la historia de Dj Babatr y el auge de la changa desde el estigma de los barrios caraqueños hasta triunfar en las discotecas del mundo bajo el nombre de Raptor House. Morales participó como entrevistado. “Esta película de alguna forma para mí es la visión de cómo algo que nació en las redes sociales se vino a transformar en esta sistematización y me llevó a la conclusión de muchas más cosas”, resalta.

Para el año 2026, Morales planea potenciar Un 2 de vainas para convertirlo en una plataforma de gestión cultural. Su idea es que además de un canal en redes sociales, sea un espacio web donde se pueda consultar todas las fuentes documentales que usa en sus investigaciones, y a los entrevistados con los que habla en cada video. 

“Creo que es necesario que todos esos elementos estén a disposición, porque al final es nuestra identidad. Siento que debemos abrir espacios más amplios de conversación digital. Y por eso creo que la gestión cultural desde estas plataformas descentralizadas, por así decirlo, o democratizadas, son necesarias”, puntualiza.

Jordan Flores
Jordan Flores - Redactor
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