- El sector agropecuario venezolano se enfrenta a dos nuevos retos que ponen en riesgo la salud se sus trabajadores y las cosechas de sus campos. Foto: Abraham Castillo.
Oscar Ortegano, de 58 años de edad, es productor agropecuario. Maneja una finca de ganado y una de arroz en Calabozo, estado Guárico, desde hace 35 años, pero ahora se enfrenta a dos crisis que han afectado totalmente el ritmo de trabajo que el campo merece: la pandemia por Covid-19 y la escasez de combustible en todo el país.
El productor asegura que le teme al virus y las consecuencias que podría traer el hecho de contagiarse, pero insiste en que lo que más le preocupa es que el trabajo en las fincas se paralice indefinidamente por no contar con combustible y repuestos para las maquinarias.
Con la cosecha de arroz (del ciclo norte verano 2019-2020) muy cerca, decidió darle prioridad a los arrozales y detener todas las actividades en la finca ganadera a la que no va desde hace más de 20 días, porque no tiene suficiente gasolina para ir de un lugar a otro.
En condiciones normales, el productor compra los repuestos de sus máquinas en Valencia, estado Carabobo, opción que parece imposible en este momento debido a que la circulación entre estados está restringida.
Ortegano explicó que para poder cumplir con la cosecha espera que no se presente ningún caso positivo de coronavirus de Wuhan en su localidad y que además ninguno de sus vehículos se accidente antes de llegar a la meta.
Cuando se coseche el arroz —explicó el productor— debe ser expuesto a un quemador con gasoil que con su calor realiza el proceso de secado del cereal.
El las últimas semanas, el Ministerio de Agricultura y Tierras le ha suministrado dos veces por semana gasolina a los productores. Sin embargo, el combustible no ha sido suficiente para todo el trabajo en el campo, por lo que Ortegano solo ha usado esa gasolina para “hacer diligencias”.
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Fuera de las fincas, Ortegano ve cómo Calabozo va quedando cada vez más desolada. Aunque mucha de su población se había ido a otras regiones o al exterior, ahora la soledad se debe a la cuarentena que los ciudadanos deben cumplir para evitar contagiarse con el Covid-19.
La mayoría de los comercios están cerrados en el sector y los pocos habitantes que continúan sus actividades son lo que trabajan en el campo.
Durante esta época del año, el trabajo en los arrozales lleva un ritmo muy acelerado, debido a que una vez que inicia el proceso de cosecha no se puede detener. El productor explicó que desde muy temprano debe movilizarse él, al personal y al producto, por eso insistió en la importancia de tener las piezas necesarias para solucionar cualquier percance con los vehículos.
La inestabilidad que atraviesa el sector ha hecho que los agricultores no hayan podido fijar un precio para el arroz, lo que los hace vulnerables ante las industrias y podría representar una caída de los ingresos estimados. Si esto llega a ocurrir, Ortegano debería prescindir de al menos 20 empleados.
El mayor deseo del agricultor es culminar este ciclo de cosecha para poder resguardarse en su hogar el tiempo que sea necesario. Indicó que no quieren pensar en que hará luego de eso, pues realmente no sabe cuánto puede durar la pandemia en el país.
Sin alimentos no hay salud
La Federación Nacional de Ganaderos de Venezuela (Fedenaga) y Confederación de Asociaciones de Productores Agropecuarios de Venezuela (Fedeagro) han advertido al país que la falta de combustible y el cierre de vías durante la cuarentena social ordenada por el régimen ante la pandemia del coronavirus de Wuhan podría afectar al abastecimiento de alimentos en el país.
Armando Chacín, presidente de Fedenaga, exhortó al Estado venezolano a establecer como prioridad el abastecimiento de combustible para los productores agropecuarios y así garantizar alimentos suficientes para quienes se mantienen en cuarentena, mientras se frena el Covid-19.
“Hasta el momento las asociaciones de cada estado se han puesto de acuerdo con los productores para distribuir la gasolina, pero eso no ha sido suficiente”, indicó Chacín en entrevista para El Diario.
El representante de Fedenaga denunció la existencia de mercados paralelos de combustible que cobran el servicio a precios muy altos, que son casi imposibles de pagar para los trabajadores venezolanos.
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A pesar de las adversidades, el llamado de Chacín a los productores es continuar con sus labores hasta donde puedan y así seguir garantizando a los venezolanos el derecho a la alimentación.
Entre el miedo al coronavirus y la presión de cumplir con los próximos ciclos de cosecha y siembra, Ortegano y sus colegas agropecuarios se mantienen firmes en su trabajo para poder mantener vivo el campo venezolano.