Glenn “Doc” Rivers, Jill Ellis, José Mourinho, Patrick Mouratoglou, Dawn Staley. Probablemente no habías escuchado estos nombres antes. Pero si digo Boston Celtics, la selección nacional de fútbol femenino de Estados Unidos, Fútbol Club Oporto, Inter de Milán, Chelsea FC, Real Madrid FC, Serena Williams y el Club de Baloncesto Femenino de la Universidad de Carolina del Sur no hay que ser un fan del deporte para saber de qué estoy hablando.
Estos son campeones de distintas disciplinas del deporte y los primeros cinco nombres que mencioné son sus entrenadores.
Estos cinco personajes son los protagonistas de la serie documental The Playbook: A coach ‘s rules for life (El manual de juego: las reglas de un entrenador para la vida) que estrenó Netflix el 22 de septiembre de este año, producida por Lebron James y su manager Maverick Carter.
Cinco episodios, uno para que cada entrenador, donde ellos cuentan su historia y cuáles son sus reglas básicas para el juego y para la vida. Dos entrenadores de baloncesto, dos de fútbol y uno de tenis. Cinco historias diferentes, cinco grupos de reglas distintas, pero todos tienen una misma visión: entrenarán a los que estén dispuestos a hacer cualquier cosa, en el deporte, excepto rendirse.
Yo disto de ser una atleta profesional. Hasta hace poco no hacía ningún tipo de ejercicio físico. Siempre he amado ver el fútbol pero no soy buena jugándolo. Sé que más de uno de los que me lee está en una situación parecida a la mía.
Pero este documental, si algo quiere enseñarnos, es que solo porque no seamos campeones en un deporte no significa que no podamos ser ganadores en la vida.
Glenn “Doc” Rivers: No seas una víctima
“Solo porque eres exitoso no significa que todo está bien todo el tiempo”, afirma el entrenador, recordando un momento turbulento de su carrera luego de triunfar con los Boston Celtics.
Rivers era entrenador de Los Angeles Clippers cuando se filtró el audio de Donald Sterling, el dueño del equipo, haciendo comentarios racistas. En un deporte como el baloncesto, donde una gran parte de los jugadores son afroamericanos, tener como jefe a un hombre que no quería que su novia “admirara públicamente a los negros”, es complicado.
Cabe destacar que Rivers es afroamericano.
La mañana siguiente cuando entró a la cancha con su camiseta del equipo encontró que todos los jugadores se la habían quitado. La discusión de ese día era clara pero no sencilla. ¿Jugar el siguiente partido o no hacerlo en señal de protesta? “Era una decisión que teníamos que tomar como grupo”, asegura el entrenador en el documental.
Rivers siempre tiene una carpeta con todas sus anotaciones para saber qué decir en los entrenamientos. Pero ese día cerró la carpeta y abrió su corazón al hablarles.
“Cuando yo estaba solo en las canchas de concreto de Chicago, lanzando el balón al aro, encestando, haciendo ruido como si un gran público me estuviera aplaudiendo… Yo estaba soñando con ser un jugador de baloncesto porque yo quería serlo. En ese sueño no estaba Donald Sterling ni nadie como él. No dejen que Sterling se meta en su sueño ahora. No dejen que ese hombre se los quite”, les dijo.
El equipo salió decidido de esa reunión. Jugarían el siguiente partido. “Los campeones siguen adelante”, es la quinta regla de Glenn “Doc” Rivers. Y claramente eso fue lo que estos jugadores y su entrenador hicieron.
Ahora pensemos nosotros, ¿cuántas personas hemos dejado que se metan en nuestros sueños y nos los han arrebatado? ¿Cuántos partidos hemos dejado de jugar solo por lo que otro dijo? La próxima vez a salir a la cancha, a ganar y a seguir adelante.
Jill Ellis: Las cimas de las montañas son pequeñas y el aire escasea en ellas
“La razón de que esto sea así es muy sencilla”, continúa Ellis, “y es que no se supone que tú te puedes quedar a vivir en la cima de la montaña”. La entrenadora ha estado con la selección nacional de fútbol femenino de Estados Unidos desde 2014.
Ellis llegó a este equipo luego de que las jugadoras ganaran en Londres la medalla de oro en las Olimpiadas de 2012. Estados Unidos es el país que más copas del mundo ha ganado en fútbol femenino. 1991, 1999 y con Ellis, ganaron en 2015 también.
Pero hubo una caída en el camino.
Río Janeiro, Olimpiadas del año 2016. El equipo perdió contra Suecia. Ni siquiera llegaron a estar entre los cuatro primeros lugares de la competencia. Estados Unidos, en fútbol femenino, nunca había caído tan bajo. “Fue una llamada de atención para todas nosotras”, admite Ellis.
La siguiente reunión que tuvo con el equipo fue para comenzar a prepararse para la Copa Mundial Femenina de Fútbol de 2019 que se disputaría en Francia. Lo primero que dijo, frente a las 23 jugadoras, fue la frase citada al comienzo. Ellas habían estado viviendo mucho tiempo en la cima de la montaña. Se habían relajado, bajaron la guardia y por eso les arrebataron el título de campeonas.
Eso no volvería a suceder. No mientras ella fuera su entrenadora.
Entre una agitada lucha mediática de las jugadoras contra la Federación Estadounidense de Fútbol para exigir el mismo salario que sus colegas jugadores en la liga masculina y los entrenamientos para el Mundial, Jill Ellis señaló que las atletas estaban más motivadas que nunca.
“Mi trabajo como entrenadora es quitar todo el ruido y distracciones exteriores para hacer que mi equipo se concentre en lo que debe hacer en la cancha, pero si lo que está pasando afuera las motiva a jugar mejor, por mí que ese ruido suene toda la temporada”, asegura.
La selección nacional de fútbol femenino de Estados Unidos se convirtió en el primer equipo en conseguir un back-to-back en este torneo. Ganaron en 2015 y de nuevo en 2019; se mantienen como la selección con más trofeos. Cuatro estrellas brillan ahora en su camiseta, mientras Jill Ellis se retiró del deporte con la cabeza en alto.
Lo bueno de que los momentos agradables terminan y lleguen unos malos es que los malos también se terminan para que lleguen unos mejores. Nos pueden tumbar de la cima de la montaña en la que estábamos, pero que eso nos sirva de incentivo para retarnos a escalar una montaña más alta. Y qué satisfacción tan inmensa sentiremos al lograrlo.
José Mourinho: El tren no pasa dos veces
Cuando el Inter de Milán ganó la UEFA Champions League (Liga de Campeones) a Mourinho lo llamó un equipo con el que había soñado entrenar: el Real Madrid FC. En plena celebración en el estadio el hombre se debatía si aceptar o no aquel trato.
“Ya había ganado la Champions con un equipo portugués, ahora con un equipo italiano, sin duda quería intentarlo con un equipo español… pero no podía dejar de pensar en los chicos del equipo”, admite el entrenador portugués.
Finalmente su decisión fue marcharse a Madrid. Pero también tomó otra decisión aquella noche. “No iría a la celebración. No podía ir a los vestuarios ni al autobús a celebrar con ellos. En el momento en el que los viera sabía que desharía mi contrato con el Madrid y me quedaría”.
Lo más doloroso de esta despedida fue cuando saliendo del estadio el entrenador vio a uno de los jugadores en la acera. No se había montado en el autobús aún. Mourinho se bajó de su carro, corrió hacia él, lo abrazó entre lágrimas y sin decir una palabra se montó otra vez en su auto y se fue.
En la vida es importante aferrarse a las cosas que nos importan, pero también es importante saber cuándo hay que dejarlas ir. Las metas se cumplen, los ciclos se cierran. Nuestras versiones del futuro nos van a agradecer tener el suficiente valor en el presente para irnos de un sitio y comenzar una nueva aventura en otro lado, cuando el tren pase a buscarnos. Solo así vamos a crecer.
Patrick Mouratoglou: Tu mayor debilidad puede ser tu más grande fortaleza
Este famoso entrenador francés de tenis era terriblemente introvertido de pequeño. Tanto que cuando lo llevaron al psicólogo para entender qué le sucedía, tuvo que pasar un año para que él le dijera una palabra a su médico.
Pero si en algo lo convirtió su carácter introvertido fue en un gran observador. Y no hay mejor cualidad para un entrenador de tenis que esa. En un deporte donde solo entrenas a un jugador saber leer su cuerpo, sus expresiones, cada gesto, es fundamental.
“Entrenar es entender los sentimientos de otras personas y lidiar con ellos para que haga lo correcto”, explica el entrenador de la famosa tenista Serena Williams.
“Gracias a mi entrenador, Patrick, por creer en mí cuando yo no creía en mí misma” dijo la tenista cuando ganó uno de sus muchos torneos. Mouratoglou asegura que ese es su trabajo: recordarle a los atletas quiénes son en realidad, para que se den cuenta de todo lo que pueden lograr.
“La clave es saber que todo depende de ti”, asegura. “¿Quieres ser un gran tenista? Pues entrena, nadie va a entrenar por ti. Cuando entiendes esto no odias al mundo por quitarte las oportunidades que no alcanzaste, sino que entiendes que debes trabajar más por ellas”.
Vale la pena recordar que nuestros sueños y todo lo que nos propongamos en la vida se va a cumplir solo si nosotros estamos dispuestos a luchar por ello. Al final, todo depende de nosotros mismos.
Dawn Staley: Lo que se posterga no se niega
La vida de Staley es el baloncesto. Jugó este deporte en Filadelfia desde pequeña, entró a la universidad gracias a su talento como jugadora y terminó convirtiendo al equipo de la Universidad de Carolina del Sur en un grupo de queridas campeonas, cuando antes nadie iba a los juegos.
“Ahora en Carolina del Sur, sobre todo cerca de la universidad, existe una gran cultura y amor por el baloncesto que nosotras logramos arraigar, pero no seríamos campeonas sin su apoyo”, asegura.
Cuenta que desde pequeña amaba los rompecabezas y que su vida es uno. Siempre quiso ser jugadora, jamás entrenadora. Nunca pensó que lo sería hasta que se vio ocupando ese puesto.
Pero como jugadora jamás logró ganar el Campeonato Nacional de Baloncesto Femenino. Y eso la atormentaba. Cuando falló esas dos cestas al final del partido rogaba para retroceder el tiempo e intentarlo otra vez, para esta vez ganar. Cosa imposible, por supuesto.
Sin embargo, con el paso de los años todos le decían que tendría una nueva oportunidad para lograrlo. Una estrella del baloncesto femenino le regaló un pedacito de la red de la cesta del campeonato que había ganado y le dijo “me lo devuelves cuando ganes”.
Y lo hizo. Ganó tres veces el Campeonato como entrenadora de la Universidad de Carolina del Sur.
La primera vez que lo logró cortó la red de la cesta en dos pedazos. Uno para ella y el segundo “para otra entrenadora más adelante, alguien que lo necesite como lo necesitaba yo. Tenía ese pedacito de red guardado en la cartera, cada vez que la abría ahí estaba. Era un constante recordatorio de lo que estaba haciendo, por lo que estaba luchando. Ahora tengo otro pedazo para otra persona que también necesite que se lo recuerden”.
En momentos como este, donde el mundo está parado por una pandemia, cuando parecería que la Tierra dejó de girar, muchos nos quedamos con los sueños en pausa. Una graduación que no pasó, un postgrado que no harás este año sino el que viene, un viaje que cancelaste y cuántas cosas más.
Pero solo porque no sucedan este año no significa que no ocurrirán jamás.
“El deporte es un vehículo para el cambio”
Esta es frase la dice Jill Ellis en el documental. Y es completamente cierta. El deporte es una rigurosa y disciplinada manera de vivir. Si no hay motivación e inspiración para mantener ese ritmo de vida más de uno renunciará al poco tiempo.
¿Pero qué hay de los que un día se levantaron diciendo “hoy será diferente, hoy sí haré algo con mi vida”? Es difícil que esa inspiración llegue sola. Un estímulo externo suele empujarnos hacia esa resolución. Muchas veces quienes nos inspiran son nuestros ejemplos a seguir. ¿Qué pasa cuando esa figura es un padre, una madre, un profesor o un entrenador?
Para mí, como docente, los entrenadores son tan valiosos como los profesores, sin importar que enseñen otras materias. En el aula o en la cancha las lecciones de vida son las mismas. Disciplina, constancia, esfuerzo, ser cada vez mejor, proponerte alcanzar tus metas y luchar por ello.
Siempre digo que para ser campeón solo hace falta pasión y determinación. No hay que ser atleta para tener ambas cosas y para seguir los consejos de estos grandes entrenadores.
Nuestros sueños no tienen que ser en una cancha para que este documental nos inspire a lograrlos.
De eso habla The Playbook. Ni siquiera la vida de los atletas se limita a una cancha. La vida se juega adentro y afuera de las rayas. Que este documental sirva para cambiar nuestra manera de ver el partido de nuestras vidas, nunca es tarde para luchar. En el deporte hay goles que se anotan en extra tiempo y ganan torneos.
Creo que a los entrenadores y productores les encantará ver cuántos se atreven a cambiar sus vidas luego de ver The Playbook. Yo solo sé que para mí este manual de reglas ya cambió mi juego.
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