• Dos días después de que Carlos Ocariz anunciara su declinación a la candidatura por la Gobernación del estado Miranda, El Diario recorrió el barrio José Félix Ribas, en Petare, con el candidato a la Alcaldía del municipio Sucre para ver el impacto de la decisión de la MUD. Fotos: Víctor Salazar

Las voces de Willie Colón y de Héctor Lavoe resisten ante el escándalo. O, más bien, son parte de él. “Pronto llegará / el día de mi suerte / sé que antes de mi muerte / te juro que mi suerte cambiará”. Unas cinco personas, cerveza en mano, escuchan las penas de Lavoe en las afueras de una de las tantas licorerías de la zona. El ruido obliga a acercar, casi al roce, las bocas a las orejas para poder escucharse mutuamente. Aun así, no parecen disgustarse. En algunos el alcohol ya parece hacer su efecto.

Varios pasos al frente, en plena calle, una multitud sigue una camioneta que opaca la música por unos segundos. Los ruidos se entremezclan con las bocinas de los carros y el rugir de las motos. Un hombre con una corneta encima del descapotado, casi como un presagio, va prometiendo que las cosas cambiarán. Esta vez no es el Lavoe, aunque la canción sigue sonando. Tampoco genera el mismo disfrute de la salsa, pero al menos capta la atención de los transeúntes.

A través de un micrófono promete que, a raíz del 21 de noviembre, modernizarán la zona, mejorarán la gestión pública y, en una osada apuesta capitalista, que incentivarán los emprendimientos privados para no depender de las migajas del Estado. En otra época, en esta misma zona, quizás hubiera sido una propuesta digna de abucheos, pero ahora pasa sin generar mayor estupor. Es el barrio José Félix Ribas, en Petare, considerado por algunos como el barrio más grande de Latinoamérica y, hasta hace algunos años, bastión del “Socialismo del siglo XXI” del expresidente Hugo Chávez. Quizás algunas cosas ya han cambiado.

En medio del bullicio, otro hombre se acerca a las personas de la licorería. Viste una franela azul celeste, como el color de las banderas de quienes lo acompañan y del tapabocas que lleva puesto. Es bastante joven. Su voz es gruesa y ronca, por lo que cualquier intento de entablar un diálogo parecería frustrado en el escándalo. Aun así se acerca a las personas, levanta la voz, y se hace escuchar.  El mensaje es breve; ratifica lo dicho por  el hombre de la camioneta: se llama Andrés “Chola” Schloeter, es el candidato de la Unidad a la Alcaldía del municipio Sucre, del estado Miranda, y dice que las cosas deben cambiar.

Quizás el día de su suerte esté por llegar. O al menos eso dice el tema de Lavoe y Colón.

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El municipio Sucre deja al descubierto la complejidad del estado Miranda. Son las 4:00 pm del sábado 13 de noviembre y Andrés “Chola” Schloeter llega a una quinta que de a poco se convierte en sus oficinas en Los Chorros, una urbanización acomodada del oeste caraqueño. Saluda con una amabilidad como si conociera a las personas desde hace tiempo, aunque sin sobrepasar el límite del respeto y la cordialidad.

Ya en ese momento Chola advierte un poco de cansancio. Ese mismo día, más temprano, puso en marcha un reto de cara al día de las elecciones: saludar a 20 mil habitantes del municipio. A esa hora de la tarde la cuenta iba por 558 personas. ¿Cómo saberlo? Una persona a su lado, sin despegarse ni un segundo, lleva un contador que aprieta ante cada mano que estrecha o puño que choca. De entrada parece rudimentario y poco eficaz, pero están convencidos de que funciona.

Un cuarto de hora después, el candidato sale de la quinta y sube a una camioneta. En la parte de atrás, con franelas color azul celeste y banderas de la Unidad, van seis personas de su círculo más cercano de campaña. Todos son jóvenes. Chola va de copiloto y a medida que avanza el vehículo, va comentando el paisaje de afuera. Los contrastes son abrumadores: después de pasar por quintas lujosas, se abre paso la autopista desde donde se observa la montaña en pleno, recubierta de casas de ladrillo desnudo y techo de zinc. Es Petare, la capital del municipio, que aglutina en el cerro a medio millón de habitantes, la mitad de la población de Sucre.

Schloeter sabe que el reto supondría gobernar en medio de diferencias tan abismales. Desde las urbanizaciones como El Marqués, Macaracuay y La Urbina, muchas de las críticas apuntan hacia una prioridad en los sectores populares. En el barrio se dice que es al revés.

Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

¿Cómo decidir hacia dónde van los recursos entonces, sin ignorar o descuidar los problemas de cada sector?

—No es fácil. Yo creo que la manera es tener cargas equitativas desde el punto de vista presupuestario, o generar proyectos con el sector privado que puedan atender las necesidades de cada zona. Lo cierto es que también uno debe enfocarse en los sitios en donde más injusticia hay. Esa es la tentación que termina teniendo el gobernante.

Varios metros más adelante, empieza el caos. Motos, tráfico, personas. Muchas personas. Salen y entran de la estación Petare del del Metro de Caracas, hacen colas para esperar el transporte público o compran a los comerciantes informales. En la entrada a Petare empiezan a verse las primeras muestras de que hay campaña política en medio del despelote.

Antes de llegar a la populosa redoma con su estatua de Cristo, en cada esquina guindan pendones azules. De lejos da la impresión que bien pudieran tener la manito y el nombre de Andrés “Chola”. Sin embargo, al acercarse, se nota un rostro de un candidato mucho más mayor. Es José Vicente Rangel Ávalos y es del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). El chavismo, en un intento por atraer a incautos, se desprendió de su simbología roja. Schloeter duda de que surta efecto. “Todos saben que él representa a Maduro”, dice.

También hay varios toldos con fieles al candidato del PSUV. Todos miran pasar la camioneta en la que van los partidarios de la MUD con sus franelas y banderas celestes, pero ninguno hace nada. No hay insultos ni gritos ni malos gestos. Y así ha sido durante toda la campaña, asegura Schloeter. Al menos por ahora.

Atrás quedaron esos tiempos en los que a un dirigente opositor al chavismo le era casi una misión imposible entrar al barrio. Chola recuerda que en la campaña de las elecciones parlamentarias de 2015, en ese mismo sector, unos motorizados emboscaron la caravana en la que iban los candidatos a diputados Miguel Pizarro y Ángel Alvarado. Iban encapuchados y tenían ametralladoras. Dispararon al aire. Nada de eso lo ve posible ahora mismo.

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Rangel Ávalos va por su cuarto periodo al frente de la Alcaldía del municipio Sucre. El primero fue en el año 2000, y fue reelecto para el periodo 2004-2008. Con ese historial, presentó su candidatura en 2017. Ese año un importante sector de la oposición, entre ellos Andrés Schloeter, se negaron a participar por considerar que no había condiciones electorales. Prácticamente sin competidor, y con una abstención de casi 60 %, el delfín del chavismo en el municipio consiguió su tercer mandato.

Ahora Schloeter hace un mea culpa. Cree que fue un error no haber competido en aquella oportunidad contra Ávalos. El resultado, dice, es que el chavismo reorganizó su estructura en Petare gracias al poder del Estado. De allí su decisión de participar en los comicios del próximo 21 de noviembre, aunque sabe que hará falta más que voluntad política para ganar. También reconoce que el resultado de las elecciones trasciende al mero hecho de recuperar la alcaldía y fija nuevas estrategias a la oposición venezolana.

Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

—¿Qué hará usted para cuidar los votos el día de la elección y que el régimen no se los roben, que es el temor de parte del electorado opositor?

—Cuidar el voto es uno de los grandes retos que tenemos por delante. En el caso del municipio Sucre, tenemos 198 centros electorales y 649 mesas. Eso quiere decir que nosotros tenemos que garantizar tener al menos 198 coordinadores de centros y 649 testigos oficiales con su primer y su segundo suplente. Hoy, con mucho orgullo, puedo decir que eso está garantizado en el municipio Sucre.

Nosotros logramos cumplir con el padrón electoral. Lo tenemos gracias a la unidad que hay, porque Acción Democrática puso su parte del padrón electoral, también Primero Justicia, Voluntad Popular, Copei, Un Nuevo Tiempo, Vanguardia Popular. Es decir, todos pusieron a sus militantes que están formados, que saben defender los votos, a quienes tienen experiencia y muchos nuevos. 

—¿Cómo interpreta usted esta elección? Muchos hablan que servirá para reestructurar a la oposición, pensando en 2022 en un referendo revocatorio, e incluso hay quienes van más allá y piensan en una eventual elección presidencial en 2024.

—Yo creo que la elección representa una oportunidad para organizarnos, para mostrar que hay una buena porción del país que resiste, que quiere un cambio, y para demostrar esa fuerza. Yo sueño y trabajo por unas elecciones presidenciales, y llegar a unas elecciones presidenciales bien posicionados implica dar el paso que estamos dando hoy. Ya nosotros estamos avanzando para que cuando llegue esa elección presidencial, tengamos la maquinaria política aceitada y preparada para que no nos agarren sin entrenamiento. Es como cuando vas a un partido de fútbol –a mí me gusta mucho el fútbol-: si no entrenas antes, lo más probable es que vas a perder.

—Siguiendo esa analogía del partido de fútbol, ¿no están jugando ustedes contra un equipo que tiene al árbitro de su lado?

—En ese mismo ejemplo del partido de fútbol, si tú crees que el árbitro no es imparcial, debes salir a la cancha y demostrar que está parcializado para que lo cambien. En ese esfuerzo, nosotros hemos avanzando.

Se logró, por ejemplo, cambiar a los rectores del Consejo Nacional Electoral (CNE). Hoy dentro del CNE hay dos rectores que están luchando desde adentro para recuperar la institucionalidad, como lo son Roberto Picón y Enrique Márquez. Eso no lo teníamos. Yo no pensaba que era posible tener a un rector como Roberto Picón dentro del CNE, una persona en la que yo confío, que me genera confianza por su honestidad. Hoy eso es un avance en la ruta electoral por conseguir las condiciones que nos permitan ir hacia un escenario más justo, más transparente y más equilibrado.

Al mismo tiempo, logramos que viniera una Misión de Observación Electoral, un garante internacional que va a tener los ojos puestos con lupa sobre el proceso electoral. Todavía faltan muchas otras, pero en este proceso siento que estamos avanzando en la dirección adecuada.

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Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

A medida que la camioneta se adentra en el barrio José Félix Ribas, las vías se estrechan. Las casas de ladrillo se amontonan sobre las calles, y los toldos de los buhoneros apenas dejan espacio para el tránsito. El problema de los comerciantes “Chola” lo presenta como una diatriba. Por un lado no oculta las molestias que podría generar en los vecinos, pero por otro, advierte que compensan las demandas de bienes y servicios que puedan tener. Aun así, cree que una nueva alcaldía tendrá que fijar límites y poner orden entre los vendedores informales; establecer lugares en donde sí puedan estar y otros en los que no.

Pero ni siquiera eso se haría fácil en este sector, donde la ausencia de policías es la ley. En el año 2013, José Vicente Rangel Ávalos, entonces viceministro de Relaciones Interiores y Justicia, creó las llamadas “Zonas de Paz”. El plan consistía en reducir la custodia policial a cambio de que los grupos criminales locales se desarmaran voluntariamente. Luego de algunos años, el resultado es que no hay policías ni paz, pero sí una banda delincuencial organizada que tiene el control absoluto de “José Félix”. Es conocida como la banda del “Wilexis”, líder del grupo.

Ahora ellos tienen el poder de casi todo el sector, el más grande de Petare, que va desde la zona 1 hasta la zona 8. Schloeter no da demasiadas pistas sobre su plan para enfrentarlos; prefiere ser cauteloso. Lo que sí tiene claro es que la policía algún día volverá a poner orden en José Félix Ribas.

Una multitud de no más de 40 personas al frente de la camioneta obliga a detener la conversación. Son las 5:00 pm y ya el grupo, en su mayoría de personas jóvenes con franelas y banderas de la MUD, esperan por el candidato. O, como lo anuncia el hombre con el micrófono, el próximo alcalde del municipio Sucre. 

“Con ustedes, Andrééés Chooola”, se escucha a través de las cornetas, como si presentara a un boxeador antes de entrar al ring. Schloeter baja de la camioneta y de inmediato empieza la catarata de saludos. Un puño por acá, un abrazo por allá, un saludo al aire a quienes mueven sus manos desde lejos. A su lado, firme, un integrante de su equipo de campaña pulsa el contador una y otra y otra vez, sin detenerse ni un instante.

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Schloeter encabeza la caminata. Sube la calle unos pocos metros, en la zona 7 de José Félix Ribas. La bulla despierta la atención de las personas. La mayoría solo miran sin mucho interés, otros incluso se molestan porque obstruyen el ya difícil tránsito vehicular. De todas maneras, si se topan con Chola, responden al puño en forma de saludo y reciben el volante de campaña. 

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Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

Carlos y Ángel esperan por Schloeter en la parte alta de la calle, cerro arriba. Cuando ven a Schloeter, se funden en un abrazo, como si se conocieran desde hace muchos años. Hay muchas personas a las que el candidato no parece que tenga que convencer de votar por él. Ellos son unos. Le aseguran que su apoyo está garantizado, pero le manifiestan su preocupación porque Carlos Ocariz, candidato de la MUD a gobernador del estado Miranda, haya decidido declinar. Chola comparte el desánimo, pero los convoca a votar igualmente por “la manito”, como se conoce a la tarjeta de la Unidad. Le ratifican que así lo harán.

Chola sigue saludando a las personas que están cerca, pero Carlos y Ángel siguen conversando entre ellos. Cuando se les pregunta sobre Carlos Ocariz, sostienen que hizo mal en retirarse. El primero cuenta que trabajó con él cuando fue alcalde del municipio entre 2008 y 2013, así que dice conocer que es un buen gobernante. Si la pregunta es sobre David Uzcátegui, responde casi sin terminar de escuchar su nombre: “Es un chavista de mierda”, afirma. Ángel está de acuerdo. A esas alturas, a poco más de una semana para las elecciones, no entienden de fórmulas ni de voto cruzado. Solo dicen que votarán por la MUD. Eso implica votar nulo para gobernador, y lo saben. No les preocupa demasiado.

Más abajo en la calle, la multitud grita y aplaude. Muchos de los que están con Schloeter bajan a ver qué pasa. Dicen que alguien importante llegó. Es Carlos Ocariz.

Solo han pasado dos días desde que Ocariz anunció el retiro de su candidatura a la gobernación de Miranda, pero la mayoría de las personas que van en la caminata lo saludan y vitorean como si siguiera en carrera. El jueves 11 de noviembre confirmó ante el CNE que se retiraba, pero el ente comicial no aceptó la modificación en la tarjeta de la MUD a favor de David Uzcátegui, candidato de Fuerza Vecinal. En consecuencia, cualquier voto hacia la tarjeta de la Unidad en la Gobernación del estado, será considerado como voto nulo.

Durante el recorrido, son pocas las personas que se detienen a preguntar sobre cómo debe ser el voto cruzado, para apoyar a Uzcátegui y a Schloeter al mismo tiempo. Solo un grupo de cuatro hombres hacen que Chola lo explique. Intentando sobreponerse al ruido de su propio equipo de campaña con las cornetas, les explica el asunto. Dice que en caso de votar por Fuerza Vecinal, no iría para él sino para Rosiris Toro, la candidata que inscribió el partido de Uzcátegui. De ella nadie sabe nada; tampoco hay pendones con su nombre. Por lo que la conclusión es que voten igualmente por “la manito”. Los hombres parecen darse por satisfechos con la respuesta y le prometen su voto.

El mensaje que repetirán a lo largo de la caminata es exactamente el mismo: el voto debe ser por la MUD. A este llamado se plegó el mismo Ocariz. Varios metros más abajo después de ese encuentro con Schloeter, Carlos se encuentra con Ocariz. El dirigente de Primero Justicia lo reconoce de inmediato y se abrazan como viejos amigos. Le advierte que no piensa votar por Uzcátegui y que sostiene que él debía ser el candidato. Ocariz se ríe y llama a votar por la Unidad. ¿Y gobernador? Que cada quién decida. Él no dice nombres.

No son los únicos que ven con buenos ojos a Ocariz y a Schloeter. En varios comercios, aunque menos que quienes parecen saludar por mera cortesía, muchas personas lo abrazan, lo besan, le ratifican el voto. Incluso un par promete votar por la Unidad, aunque no tenía pensado hacerlo. 

Mucho más desapercibido que cuando llegó, Ocariz desaparece entre la multitud. Shcloeter sigue el recorrido solo.

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Al momento de la entrevista con El Diario para este reportaje, Schloeter todavía espera el milagro: que el CNE apruebe la modificación de las tarjetas. Aunque ya todo parece indicar que no será así, sus respuestas se pasean por ambos escenarios: si el ente comicial lo acepta o lo rechaza. Al momento de la publicación de la crónica, ya hay la certeza de que la modificación ya fue rechazada.

—¿Usted votará por David Uzcátegui y por Fuerza Vecinal para la gobernación en caso de que el CNE no acepte la sustitución?

—En mi caso, yo voy a votar por la tarjeta de la Unidad, porque es donde está mi candidatura, la de los concejales y diputados regionales que nosotros estamos promoviendo en el municipio Sucre, y que además representa a distintos partidos políticos. Dentro de la candidatura de la Unidad están inscritos candidatos de más de seis formaciones políticas. Si el CNE no acepta esos cambios, pues me tocará votar por la tarjeta de la Unidad, y en el caso de Carlos Ocariz, seleccionar su nombre y cambiarlo por el de David Uzcátegui. Se puede votar por la tarjeta de la Unidad y al mismo tiempo por otra opción en la gobernación para no perder ese voto.

—¿Entonces usted sí sería el candidato de Fuerza Vecinal? En otros lugares, como en Maracaibo, el candidato de FV no se retiró.

—Si el CNE acepta eso, la respuesta es que sí, yo sería el candidato de esas otras opciones. Como no lo ha aceptado, la opción para los vecinos que quieran votar por mí para la alcaldía tiene que votar por la tarjeta de la Unidad.

Hay otra opción, pero que es más difícil de explicarla, que es el Partido Ecológico. Esa formación inscribió y respaldó a todos los candidatos de la unidad para el Concejo Municipal, a mí para la Alcaldía del municipio Sucre, y a David Uzcátegui para la gobernación. Pero nosotros, en primera instancia, estamos llamando a votar por la tarjeta de la Unidad porque es el voto más seguro. Luego aquellos que quieran votar por David, pueden cruzar el voto o votar directamente por el Partido Ecológico y así se aseguran que están votando por todos nosotros.

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—¿No le preocupa que con toda esta confusión muchos de los votos que iban para usted ahora terminen nulos o en Fuerza Vecinal?

—Esto que ha ocurrido los últimos días ha generado que sea muy complicado para el vecino entender cómo debe votar. Por eso nosotros, antes de ir a José Félix Ribas, tuvimos una reunión con los jefes de los distintos partidos políticos para tomar una decisión sobre qué vamos a hacer frente a esta coyuntura. Y el acuerdo en consenso, porque ni siquiera hubo opiniones contrarias, es que a estas alturas, faltando tan pocos días para las elecciones, no podemos poner en riesgo perder la alcaldía por esta confusión. Entonces nuestra única alternativa en este momento, faltando tan pocos días y siendo tan compleja esta manera de votar, es seguir promoviendo el voto por la tarjeta de la Unidad.

En el caso de Fuerza Vecinal, le hemos pedido que así como Ocariz mostró públicamente que retiró su aspiración a la gobernación, la candidata que ellos tienen en el municipio Sucre también lo haga. Si eso ocurre, también es más fácil para nosotros pedir el voto cruzado. Si no es muy difícil, porque cualquier persona que vote por esa tarjeta está evitando votar por la fórmula que hoy es la ganadora en el municipio Sucre.

—¿No cree que la MUD es la gran perdedora ante Fuerza Vecinal? Ocariz salió y FV mantiene su tarjeta; en Caracas, por más que ellos quiten su apoyo a Antonio Ecarri para dárselo a Tomás Guanipa, la única tarjeta es la de la Alianza del Lápiz; y en en el municipio Sucre su candidata no se ha retirado.

—Yo creo que esta historia no se trata de perdedores y ganadores. Aquí lo realmente es que ganemos todos como venezolanos, que se pueda concretar el cambio político. Y en este caso, siento que Ocariz dio un paso hacia atrás para que se puedan dar luego 10 pasos hacia adelante. Creo que Ocariz no es un ganador o un perdedor en este momento, es una persona que con su acción está permitiendo que todos seamos ganadores en este momento.

—Todos los sondeos lo ponían y lo ponen a usted como el favorito a la alcaldía del municipio Sucre dentro de la oposición. Aun así, y con opciones mínimas, Fuerza Vecinal decidió inscribir a su candidata. ¿Cree que lo hicieron con la intención de perjudicar y rivalizar contra la MUD?

—Lamentablemente, yo nunca entendí cuál era el objetivo de esas candidaturas que fueron extemporáneas. Cuando hablaba con las personas que representaban esas candidaturas, me decían en mi cara que no tenían la aspiración, y que eso era parte de un proceso de negociación integral donde se quería acordar un candidato unitario para la gobernación.

Entonces siento que al final eso fue un mecanismo de presión para lograr el acuerdo. Si ellos hubieran apoyado nuestra opción desde un principio, probablemente hoy toda esta situación sería más fácil.

—Pero habrá quienes no puedan entender cómo es que, a pesar de que dice que FV inscribió a una candidata solo para presionar, usted haya dicho que votaría por Uzcátegui. ¿Cómo es posible?

—Yo creo que en la política, por encima de todo, uno debe ser humilde y reconocer la realidad de las cosas. Cuando Carlos Ocariz tomó esa decisión, creo que quedaba sobreentendido para la mayoría de las personas que al dar un paso al lado, nos queda una sola opción. Yo lógicamente quiero un cambio en el estado Miranda. La gestión de Héctor Rodríguez básicamente no existe, no puedo reconocer una sola obra que haya hecho la gobernación. Yo obviamente, antes que a Héctor Rodríguez, prefiero a cualquier candidato que quiera un cambio y que esté buscando una opción diferente a lo que representa hoy en día el PSUV: abandono, desidia, todos los problemas que estamos viviendo desde hace años.

—¿Habló con Uzcátegui después de que Ocariz declinara su candidatura?

—Sí, tuve la posibilidad de hablar con él recientemente, buscando la posibilidad de construir un acuerdo en medio de la situación tan complicada en la que estamos. Él va a estar invitando a votar por Fuerza Vecinal, nosotros invitaremos a votar por la MUD. Entonces hay que conseguir unas soluciones. Dentro de las soluciones para nosotros está que David nos acompañe a invitar a votar por la Unidad y luego seleccionar el nombre de Carlos Ocariz y cambiarlo por el de David Uzcátegui. Pero para que eso ocurra tenemos que salir juntos públicamente a hacer esta invitación a los vecinos públicamente.

—Quedan pocos días para las elecciones. ¿Podemos esperar entonces la imagen de Andrés Schloeter con David Uzcátegui haciendo campaña juntos en la calle?

—Lo ideal hubiera sido, si el CNE acepta los cambios, que nosotros pudiéramos salir a la calle juntos. Creo que eso sería una imagen poderosa que va a motivar a esos vecinos que quieren votar por mí y quieren votar por él, esos vecinos que por encima de sus preferencias políticas están poniendo a la unidad, a la posibilidad de sacar al PSUV de estos espacios de gobierno. 

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Andrés Schloeter recorrido
Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

Un cartel promociona 12 cervezas por el precio de 5 dólares. Allí, como en el resto de negocios del barrio y probablemente de Venezuela, la moneda común es el dólar estadounidense. Si sirvieran como medidor económico, la cantidad de gente en estos establecimientos habla de una clara recuperación. Schloeter comenta que hace algunos años atrás, en sus recorridos por el barrio, apenas si veía a clientes en estos comercios.

Debe ser la quinta licorería con la cual se topa la caravana de Chola en media hora de recorrido por el barrio José Félix Ribas. Como en el resto, varias personas toman en la entrada mientras escuchan música. Afuera del mostrador, sentados en sillas de plástico, Gregorio y Ana disfrutan del ambiente. Ambos aparentan más de 50 años de edad. Schloeter pasa, choca los puños, entrega su volante de campaña. El volumen de la salsa no permite intercambiar palabras, así que el trámite es rápido. Ellos lo reciben con aparente amabilidad, aunque sin demasiado interés.

—¿Quién es él?—, pregunta Gregorio, sin echar un vistazo al volante de campaña que tiene en la mano, junto a su cerveza.

—Andrés Schloeter.

—¿Quién?-, repregunta, quizás por no haber escuchado.

—Andrés Schloeter.

Silencio.

—Le dicen Chola, es candidato a la alcaldía del municipio Sucre. Es de la MUD.

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—No lo conozco, -responde Gregorio después de haber pedido que respondiera la frase un par de veces-, y con ese apellido, menos. Ese como que no es de aquí. Yo voy a votar por Uzcátegui.

El apellido Schloeter tiene sus orígenes en Alemania. Andrés lo adquirió de su familia paterna. Su trastatarabuelo era uno de los alemanes que comerciaban café a través de los Andes, hasta llegar al Lago de Maracaibo, en el estado Zulia. En esa zona de Venezuela se instaló el primer Schloeter y echó sus raíces en Maracaibo. De alemán, Andrés solo tiene el Schloeter. Y de marabino, poco más que su lugar de nacimiento.

Su apodo se lo debe -o se lo agradece- a un profesor de fútbol. Incapaz de descifrar la pronunciación, un día lo llamó “Chola”, y desde entonces “Chola” se quedó. Sí, “Chola”, como se le dice coloquialmente a la sandalia. A Andrés nunca le molestó. Todo lo contrario.

“Para mí el apellido alemán siempre fue algo que me generaba como un peso. Yo decía ‘cónchale, yo me voy a dedicar a la política y tengo este trabalenguas de apellido’. Como todo en la vida, lo que a veces puede ser una dificultad, termina siendo una ventaja. Mi sobrenombre abre todas las puertas. Vas a cualquier lugar y eso pega. Si yo hubiera tenido que elegir ponerme un apodo, yo creo que hubiera elegido ese. Me genera demasiada identidad”, asegura mientras contiene la risa.

La explicación del apellido es demasiado engorrosa para explicarlo a la mayoría. Se pronuncia “S-cho-le-ter”. O al menos esa fue la pronunciación que le dieron en Maracaibo. Algunos alemanes, en alguna oportunidad, le han dicho que es “Sch-lu-ter”. En cualquier caso, Andrés ya se presenta como Chola y su merchandising de campaña lo explota al máximo. “Dale chola”, dicen algunas de sus cuñas. Su franela, como la del resto de partidarios, tiene el dibujo de una chola.

La vena de político, sin embargo, no está en el Schloeter sino en el Chumaceiro, su segundo apellido, el de su familia materna. Su abuelo, Fernando Chumaceiro, fue el primer alcalde electo de Maracaibo, en 1989. Militante del partido Social Cristiano Copei, debió hacer frente al centralismo imperante en aquellos años. De tal manera que Andrés ya desde niño tuvo en casa su ejemplo de gobernanza. Cuando la gestión de Chumaceiro creó la policía municipal, o cuando abrió las primeras escuelas, o una línea de transporte, allí estuvo Andrés para acompañarlo como nieto. La semilla de la política ya estaba sembrada.

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Andrés Schloeter recorrido
Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

La muerte política del chavismo está lejos de concretarse en el barrio José Félix Ribas. Si hasta ahora Schloeter no se había conseguido con ningún abucheo, insulto, o grito de “¡Viva Chávez!”, durante la caminata se conseguirá con varios. Al final de la noche confesará haberse sorprendido por la cantidad de chavistas que se consiguió. Lo acredita a que se acerca el día de la elección y la población se polariza.

En la zona 5, mientras la caminata sigue camino abajo y Schloeter saluda persona por persona, comercio por comercio, unas cinco mujeres gritan “¡Fuera!” y abuchean con el pulgar hacia abajo. El candidato no se detiene en prestar atención y continúa buscando adeptos, pero parte de quienes lo acompañan, en su mayoría jóvenes, se encaran con las mujeres. “¡Sigue apoyando al gobierno para que sigan pasando hambre!”, gritan. No se escuchan entre sí; la música es muy alta. Así que todo continúa sin mayor inconveniente.

Más abajo, en la zona 4, el enfrentamiento -frustrado- se repite. Al pasar por un abasto, tres señoras hacen el gesto de ahuyentar a la multitud. Una de ellas recibe el folleto, pero a los segundos lo transforma en una pequeña pelota y lo lanza a la calle. En principio se niegan a cualquier pregunta, pero luego ceden al ver que no hay fotos ni se les pregunta el nombre. La dueña del local se avalancha y lanza todas sus opiniones.

—¡Aquí no los queremos! Ocariz cuando fue alcalde no hizo nada. Tuvieron ocho años mandando y fue un desastre. Y en las guarimbas trancaron las calles para que nadie pasara. Traían camiones de basura para hacer creer que el alcalde (Ávalos) no hacía nada.

—¿Y qué problemas tienen acá? ¿Hay agua, seguri…?

—Ningún problema. Aquí el alcalde…. Cómo es…

—Ávalos.

 —Rangel Ávalos está haciendo un trabajo de hormiga, y de a poco está poniendo a valer Petare. Pero ellos no sirven para nada.

—¿Van a votar el 21 de noviembre?

—Sí, por Héctor Rodríguez para gobernador y José Vicente Rangel para alcalde.

—Pero a ellos no los queremos –sentencia otra señora, mucho mayor, señalando a los adeptos de la MUD.

Andrés Schloeter recorrido
Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

La perfección de su supuesta realidad, sin embargo, contrasta con el resto de opiniones. Si algo escucha Schloeter a lo largo de la caminata son reclamos. Es difícil predecir una prioridad: no hay agua, no hay transporte público, no hay seguridad. Una señora comenta que el agua llega cada ocho días. Pero en todo el camino, Chola no aterriza en ninguna propuesta, aunque no quiere decir que no la tenga. Para solucionar el problema del agua, por ejemplo, propone crear pozos de agua -estudios de por medio-, recuperar tuberías y arreglar botes de agua. ¿El dinero para conseguirlo? Dará concesiones a empresas privadas.

También se consigue, como a lo largo del camino, a varios que ya no creen en nadie. Ni en chavistas ni en opositores. En ningún político. “Yo no voto porque todos mienten”, “todos son iguales”, “queremos comida, no papeles”, se escucha en varias ocasiones.

A las 6:20 pm termina la caminata. Andrés Schloeter toma el micrófono e improvisa un discurso frente a las mismas personas que lo esperaban desde temprano en el sector. Dice que está esperanzado, que son muchos años de trabajo en el municipio y que solo queda el remate el 21 de noviembre. Mientras Chola habla, en la última cadena de personas que lo siguen, un grupo de jóvenes que tienen la franela de la campaña sacan una botella de ron de un bolso, se sirven un trago, y luego siguen los aplausos. Dicen que están allí porque quieren un cambio.

Después de su rápido discurso, Chola sube de nuevo a la camioneta. De regreso a la quinta de Los Chorros, pregunta a cuántas personas saludó en José Félix Ribas. Le dicen que a 620. El marcador apunta 1.212 en total del día. Suenan como muy pocas, pero Andrés Schloeter está seguro de que lo conseguirá.

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