• La caja, largometraje con el que el realizador venezolano cierra su trilogía sobre la relación entre padre e hijo, llegará este año a las salas de cine del país, donde también se proyectará su documental El vendedor de orquídeas, sobre el maestro Oswaldo Vigas. Actualmente trabaja en el guion de una película sobre la mujer y lo femenino, que planea rodar en inglés en Estados Unidos

Las obsesiones de Lorenzo Vigas han recorrido el mundo. Durante casi dos décadas ha explorado las maneras de entrelazar los conflictos entre padre e hijo. Eso que se parece mucho a la ausencia, que tiene algo de sacrificio y se reinicia en cada búsqueda. Esta investigación creativa y personal encontró su punto final en La caja (2021), drama que tras presentarse en los festivales más importantes se estrenará este año en Venezuela.

Aunque todavía el equipo no tiene un mes definido, el cineasta adelanta que ya está confirmada la distribuidora. Junto con el largometraje se proyectará El vendedor de orquídeas (2016), documental que hizo en homenaje a su padre, el pintor Oswaldo Vigas. El también guionista y productor de cine asegura que estará en el país para la premier.

El viaje de Lorenzo Vigas Castes (Mérida, 1967) inició en otro lugar: estudió biología molecular en la Universidad de Tampa, Estados Unidos. Tras ajustar la brújula, a mediados de los años noventa realizó estudios de cine en la Universidad de Nueva York, realizó algunas películas experimentales para sus amigos y volvió a Venezuela, donde trabajó con Cinesa y Bolívar Films, y con Radio Caracas Televisión en la dirección de Expedición.

A comienzos de siglo trasladó su residencia a México, donde rodó la primera entrega de su trilogía sobre la paternidad: Los elefantes nunca olvidan (2004) exhibida en el Festival de Cannes. Luego vino Desde allá (2015), que obtuvo el León de Oro a la Mejor Película en la edición 72 del Festival de Venecia. Vigas se convirtió así en el primer latinoamericano en recibir el galardón más importante de La Mostra.

Seis años después regresó a los festivales con La Caja, una coproducción México-Estados Unidos cuya historia lleva al extremo la ausencia del padre y reta al espectador: ¿qué estarías dispuesto a hacer por alguien, por una familia?

El guion fue escrito por Vigas con la colaboración de la realizadora argentina Paula Markovitch (El premio, Cuadros en la oscuridad) y escritora uruguaya Laura Santullo. Sigue a un adolescente mexicano que viaja al norte del país en busca de los restos de su padre, encontrados en una fosa común en el desierto. Pero al llegar conoce a Mario, un empresario de negocios turbios en quien cree ver una figura paterna. El filme está protagonizado por el primer actor y director teatral mexicano Hernán Mendoza y por el debutante Hatzín Navarrete.

Su estreno oficial fue en el Festival Internacional de Cine de Venecia a finales del año pasado. Allí recibió el Premio Segnalazione Cinema de Unicef, que otorga un grupo de jóvenes jurados y Unicef Italia.  En noviembre ganó el Gran Premio del Jurado y el Premio Especial del Jurado a Mejor Guion en el Festival de Cine de Lisboa y Sintra. Y en el Festival Internacional de Cine de Thessaloniki (Grecia) Vigas se llevó el Premio Especial del Jurado al Mejor Director.

El filme se presentó en México como parte del 19º Festival Internacional de Cine de Morelia y a comienzos de este año participó en la 7° edición de Escenas Vecinas, en el Lincoln Center de Nueva York, en el Miami Film Festival, en el Festival Internacional de Cine de Cartagena y seguirá para San Francisco, en Estados Unidos, y más allá. “Sigue viajando”, indica su director.

Lorenzo Vigas: “No busco entender por qué hago las cosas”

—El proceso de filmación de La Caja se extendió entre 2019 y 2020, incluyendo los primeros meses de la pandemia. ¿Qué complicaciones tuvo el equipo?

—Yo justamente terminé de filmar durante la pandemia y aproveché ese tiempo para editar la película. No hubo tantas complicaciones. El tema es más bien fue el impacto que tuvo la pandemia en la exhibición en cines en todo el mundo. Algo que ya venía cayendo porque la gente está cada vez más acostumbrada a las plataformas digitales; pero el covid-19 terminó de darle un golpe. Sé que se empieza a recuperar, que la gente está volviendo a las salas. Estuve un mes en París, que es la ciudad más cinéfila del mundo, veía que la gente iba al cine. Pero eso es parte de la cultura del francés, no sé en otros lados. Creo que la dinámica de exhibición en salas va a cambiar y que no regresará a como era antes.

Con La Caja cierras llevas al extremo la ausencia del padre en la vida del hijo. ¿Por qué escogiste este ángulo para el punto final de la trilogía?

—Tanto Los elefantes nunca olvidan como Desde allá y La caja tienen que ver con la carencia y con qué estamos dispuestos a hacer para tener eso que no tuvimos, el papá que no tuvimos; cómo lo podemos reemplazar. Tienen esta necesidad de llenar ese vacío. La presencia del padre es muy importante sobre todo para los hombres, para esa relación padre e hijo que es muy diferente cuando se trata de las hijas. Y también porque vivimos en un continente bastante machista, en el que la figura de poder del padre es muy importante para que el niño entienda y defina su propia identidad. Entonces qué pasa cuando esa figura no está, cómo consigues tu identidad y qué estás dispuesto a hacer para conseguirla.

—¿Desde un comienzo tuviste clara la búsqueda o se fue constituyendo a medida que te adentrabas en cada historia?

—No lo sabía. Sencillamente fue un periodo grande de mi vida en el que estuve tomado por ese tema. No era algo planificado, sino que sentí la necesidad de hablar sobre ello y ahorita pienso que se acabó. Ya no siento esa necesidad. Entonces, las películas que estoy desarrollando ahora no tocan ese tema.

—¿Esta investigación sobre la relación padre-hijo modificó algo en ti? ¿Encontraste algo que te llevara a finalizarla?

—No es tan consciente el proceso. Pero de alguna manera logré cerrarlo. Hablando de esos temas pude tranquilizar una parte en mí que tenía esa inquietud. Pero exactamente qué o cómo no sé, porque no es tan racional el proceso. La forma como yo trabajo es mucho más irracional. No busco entender por qué hago las cosas, sencillamente las hago.

—Comentaste el año pasado en Venecia que tu próximo trabajo indagaría en la mujer actual, en lo femenino, ¿cómo va el proyecto?

—Ahorita estoy trabajando en el guion de una película sobre una mujer, pero no puedo decir más. Sé que voy a filmar en Estados Unidos, tengo ganas de trabajar en inglés. Me parece interesante trabajar en otro idioma y con actores buenos. No es que no los haya en Latinoamérica, porque tuve suerte de trabajar con grandes actores en Venezuela y aquí en México. Creo que los temas que se tocan ahorita son tan universales que si tú haces una película sobre la complejidad humana va a resonar en cualquier parte del mundo. Entonces filmar en Estados Unidos y en inglés te abre un poco más el abanico de posibilidades de que la película se vea aún más en otros territorios.

—A pesar de haber comenzado tu carrera en Venezuela, es en México donde desarrollas tus proyectos más ambiciosos en el cine. ¿Cómo ha sido trabajar allí estas dos décadas?

—Para mí fue muy importante porque, a pesar de haber iniciado mi carrera en Venezuela, mi inquietud más grande era contar unas historias que todavía no había escrito, pero que sabía estaban dentro de mí. Cuando llegué a México pude dedicarme a esa parte más personal de mis historias. Entré en contacto con creadores mexicanos importantes y de los cuales aprendí mucho, como Guillermo Arriaga. Un círculo de amistades muy exigente donde tienes que tener un nivel alto, y eso es enriquecedor. Yo no tenía eso en Venezuela, así que cuando llegué a México lo conseguí y me quedé. Siento también que Ciudad de México se ha convertido en el centro cultural y social de las Américas, porque confluye gente de todas partes del continente y de Europa, entonces estás en contacto con las cosas que se están haciendo en otros lados. Ha sido un aprendizaje importante en el que hemos ido creciendo juntos en el grupo: Arriaga, Michel Franco, Gabriel Ripstein. Creo que ese tipo de asociaciones, como ocurrió con los pintores venezolanos de los años cincuenta: Jesús Soto, Oswaldo Vigas, Carlos Cruz-Diez, Alejandro Otero, Mercedes Pardo, que se fueron a París, son muy importantes para el crecimiento artístico. 

—También es importante para el realizador armar un equipo de trabajo. ¿Cómo ha sido tu caso?

—El equipo que he formado para hacer mis películas incluye a la editora Isabela Montero de Castro, que es brasilera y con quien colaboro siempre. Está Sergio Armstrong, el director de fotografía chileno. Trabajé con Daniela Schneider, una directora de arte mexicana muy buena y que siento parte del grupo. Es muy importante sentirse cómodo con el equipo, saber que la dinámica en el set funciona.

—Tras ganar el León de Oro en Venecia con Desde allá aumentó la presión por triunfar con tu siguiente proyecto. ¿Cómo trabajar la presión a tu favor?

—Definitivamente ganar un premio muy importante con tu primera obra es muy bueno, pero también puede ser muy malo para quien no está preparado, porque te pone una presión muy grande para el próximo trabajo. Y yo lo que hice fue tratar de esta película creciera lo más posible en términos visuales, de locaciones; me exigí mucho más. Hay gente que se paraliza, no son raros los casos de personas que han tenido un gran éxito con su primera obra y después no pueden hacer nada. Pero yo lo que me puse fue una gran exigencia, aunque sí: fue pesado cargar con esa presión. Siento que al haber hecho La caja me la saqué de encima.

—Has dicho que La Caja es también indagar en eso tenemos dentro. ¿Qué hay en la caja de Lorenzo Vigas? ¿La has abierto?

—Sí. Sí, claro. Creo que la abrí cuando hice El vendedor de orquídeas, sobre mi padre. Cuando abres la caja es peligroso, porque te salen cosas que no sabías que tenías ahí y que te pueden hacer daño. Fue difícil todo el proceso de hacer el documental. Pero, de alguna manera, abrir la caja también es bueno porque si logras hacerlo y no te mueres, pues te fortaleces. Te fortalece. En el caso de La caja, finalmente los espectadores en Venezuela van a ver si Hatzín logra abrir esa caja, si son los huesos de su padre los que están en ella o no. En esa búsqueda que emprende, si el hombre que conoce es su papá o no. Ya verán. Este año finalmente se proyectará en el país y estoy muy contento por eso.

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