- Los productores están enfrentando dificultades económicas que amenazan con ahogar, como las lluvias, al sector agrícola rural. Una situación considerada “la más precaria desde los tiempos de Gómez”. Fedeagro y la Red Alimentaria abogan por la apertura del sector privado, para obtener mayor eficiencia y rentabilidad en la producción
Tomarse un café supone ingerir en la actualidad no solamente un catálogo de aromas, sino también una historia bien colada de dificultades y bregas del caficultor, que es igualmente la de cualquier productor del campo venezolano.
Aunque el café presentó en mayo pasado una recuperación de 20 % que se prevé subirá a 24 % en lo que resta de 2022, según cálculos de la Fedeagro, no hay tanto florecimiento como se cree. A pesar de que la administración de Nicolás Maduro afirmó que Venezuela cuenta con 345 marcas y presentaciones nacionales diferentes.
“Ha mejorado porque hay una intermediación tremenda, y ante el aumento del precio internacional del café es más barato comprarlo en Venezuela. Además, la lluvia nos ha permitido una buena floración. Pero no porque el productor pueda comprar fertilizantes, ni fumicidas, ni porque hemos crecido en superficie de siembra”, expresó Celso Fantinel, presidente de la confederación.
Sobrevivencia en el campo venezolano
En realidad, los caficultores como el resto de los agricultores están librando en el campo una lucha de sobrevivencia constante y desigual. Agobiados por la falta de agua y electricidad que desmejoró entre 45 % y 43 % en nueve regiones, los trabajadores del campo tampoco encuentran tregua por la falta de equipos y gasoil, señaló la Encuesta Socioalimentaria de la Red Agroalimentaria, publicada en marzo. Y siguen trabajando.
Pero la falta de ingresos es el problema crucial, en medio de las lluvias y la falta de asistencia bancaria y estatal. Hay una altísima pérdida de empleo en el campo, principalmente en el oriente del país, que Fantinel calcula en 40 %, en los últimos tres años.
“Los productores y ganaderos se están gastando sus ahorros, venden sus casas y sus carros para seguir en la actividad, pero no todos los pequeños y medianos han podido. Y los que hemos resistido no estamos sembrando las mismas superficies de siembra”, apuntó el dirigente del agro, en entrevista para El Diario. Además, la escasa rentabilidad ante el débil poder adquisitivo del venezolano está mermando la capacidad de producir los alimentos de su dieta.
Fedeagro que agrupaba a 56.000 productores en más de 76 asociaciones, ahora registra 30.000 y una histórica deserción.
Para Juan Luis Hernández, coordinador de la Red Alimentaria, la situación de la producción agrícola es la “más difícil y precaria que ha existido desde la caída de Gómez”. “Estamos en los niveles más bajos, a pesar de que hablan de recuperación, y lo que viene acumulado es peor”.
Las cosechas de la crisis
El maíz y el arroz, dos de los principales rubros agrícolas, pueden encarnar, las dificultades que implica la producción. Aunque la crisis también afecta a las hortalizas. “Hay productores hortícolas que reutilizan las semillas de tomate, de cebolla, papa, cilantro y pimentón, para volver a sembrarlas, pero esa no es la mejor práctica porque la semilla ya está degenerada”, precisó.
La producción del grano amarillo que se concentra en Aragua, Carabobo y parte de Guárico, se incrementó a 800.000 toneladas en 2021. Aunque no se alcanzan las 3 millones de 2008, Fantinel destacó que la recuperación se debe a que Agropatria quebró. “Ahora podemos traer las mejores semillas”, dijo. Y espera que en 2022 pueda llegar al millón.
Sin embargo, asegura que es dramática la situación. “El productor de maíz tiene un solo flujo de caja al año, pero ahora tiene entre los 13 y 15 meses, porque no hay industrial que tenga dinero para pagar la cosecha”. Un quintal de maíz puede costar 1.600 dólares por hectárea.
Frente a esto, la banca restringe los préstamos. Y la falta de maquinarias aumentó. Los productores en general necesitan 5.000 tractores al año por una década, pero solo llegan a 150 “tractorcitos”, que no son los mismos que el régimen importó para la horticultura.
“No tenemos equipos, ni créditos, y lo que hacemos es canibalizar los tractores que tenemos. Por eso no hay capacidad de siembra como antes”, dijo, luego de resaltar la pobreza que crece en las zonas agrícolas del sur de Aragua, a 160 kilómetros de Caracas.
En Carabobo, el arroz que los trabajadores pudieron regar en verano depende hoy de que caiga la lluvia y no tanto, de que se tenga motobombas y diésel. Los recurrentes apagones obligaron a la producción, como a la de caña de azúcar, en Portuguesa y Guárico a prescindir de la electricidad, señaló el vocero de Fedeagro. “Hay que prender una planta eléctrica tres días seguidos, que consume entre 600 o 1.000 litros de combustible, y cuando se acaban las reservas y van a la bomba les dicen, caramba, no hay”.
Sembrar inversión privada
Los problemas en el campo y el afán del productor para afrontarlos están recogidos en la Encuesta Socioalimentaria, de la Red Agroalimentaria de Venezuela. En su diagnóstico comparativo de octubre 2021 y marzo 2022, en 95 poblaciones de nueve regiones del país, evidenció que la crisis socioeconómica de los agricultores se profundiza, a pesar de la percepción de que el país “se está arreglando”.
Tres meses después, la situación agraria no ha cambiado.
“Ahorita hay un problema con los fertilizantes que han sido terriblemente afectados por la guerra de Rusia contra Ucrania y han aumentado de manera brutal. Pero también está el problema de la semilla y de su calidad”, afirma Hernández. En agricultura la sobrevivencia es dificilísima”.
Fantinel y Hernández coinciden en la necesidad de incorporar al sector privado.
“Hay que entrar en un proceso de privatización, no hay otra salvación.”, advierte el presidente de Fedeagro. “Tuvimos una robusta industria petrolera, pero mire la incapacidad. Tienen cinco años que no prenden la planta Hugo Chávez de Morón y nosotros de los tres componentes para hacer fertilizantes para una fórmula completa, solo tenemos dos, necesitamos el potasio. Tenemos el petróleo, pero no son capaces de prender una planta para tener rentabilidad”.