• La comunicadora social, de 25 años de edad, fue la ganadora del 7° Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas. En entrevista para El Diario, habla sobre cómo el dolor de la poesía de Daniela Camacho le inspiró a escribir “Perdí la lengua de un susto”

El movimiento poético venezolano suma nuevas voces desde diferentes rincones. En su séptima edición, el Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas mantuvo una ya conocida costumbre de premiar a figuras inéditas que dan sus primeros pasos en el mundo literario. En esta oportunidad, los laureles fueron para María Isabel Martín Hidalgo, de 25 años de edad y oriunda de Valencia, estado Carabobo.

El jurado, conformado por Sara Uribe, Lázaro Álvarez y Jesús Montoya, dio su veredicto el 15 de julio de 2022. Allí reconocieron al poema “Perdí la lengua de un susto”, firmado por Martín bajo el seudónimo de Frances Halladay (como la comedia protagonizada por Greta Gerwig). En su veredicto, los jueces lo exaltan como “un texto cuya coherencia y tono se mantienen de principio a fin, forjando una reflexión sobre la lengua como espacio simbólico de exploración de las potencias del decir”.

En ese mismo acto se le otorgó además el segundo lugar a Daniel Alejandro Chacón Aro, de 30 años de edad y residente en Caracas, por su poema “Valía”. Por primera vez en la historia del concurso, el jurado acordó un empate en el tercer puesto. Este se dio por igual al tachirense José Luis Glod, de 27 años edad, por “A T y a los otros”. También al caraqueño Juan Diego Fernández Lebrun, de 25 años de edad, por “Improvisación 12 (El duende)”.

No es la primera vez que participo en el concurso nacional de poesía, ya en otras oportunidades había enviado poemas, pero nunca había quedado seleccionada y fue una grata sorpresa para mí”, declaró Martín en entrevista para El Diario.

Universo de posibilidades

María Isabel Martín: “Siento que la poesía es el género literario por naturaleza de esta generación”
Foto: Cortesía

María Isabel Martín es comunicadora social egresada de la Universidad Arturo Michelena, en San Diego (Carabobo) y actualmente trabaja en el campo del marketing, manejo de datos y programación HTML, así como editora y redactora web. Afirma que esta no solo es la primera vez que gana un premio, sino que es también su debut literario. “Esto todavía es muy nuevo para mí y se sale de mi zona de confort, porque siempre he estado acostumbrada a estar detrás de todo”, dice.

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Con este resultado puede ver hacia atrás, a los años en los que postulaba sus textos a los concursos que organizaba en su liceo. Precisamente en esa época surgió su interés en la poesía, gracias al trabajo de su profesora de Castellano. Al no provenir de un hogar asiduo a la lectura, ese primer contacto con autores como Pablo Neruda y Octavio Paz resultó para ella en el descubrimiento de todo un universo nuevo contenido dentro de cada libro. Igualmente, agrega que temas que para algunos de sus compañeros eran aburridos como el análisis métrico o la composición de poemas le parecieron auténticas experiencias iniciáticas.

“Dentro de mi lenguaje, de mi mundo, no existía un libro o un poemario que me hiciera sentir algo. Y fue precisamente en esos años de colegio, donde además lo solapé con la soledad que vivía en ese entonces, muy de adolescente atormentada y lo típico de tener ese rechazo de todo y vivir con esa incomodidad, el no sentirse bien con uno mismo. La poesía me permitió hacer un nicho donde yo desarrollara un poco mi sensibilidad, la cual no podía hacer dentro de otros espacios”, expresa. 

El poder de la lengua

En 2020, durante la pandemia de covid-19, María Isabel Martín empezó un taller de iniciación poética dictado por la escritora venezolana Oriette D’Angelo. Explica que como parte de los ejercicios semanales para escribir a partir de determinados temas, le tocó leer el poemario Imperia, de la mexicana Daniela Camacho. Comenta que fue una sacudida sumergirse en aquellas páginas donde la autora convierte su cuerpo en palabras para hablar sobre su enfermedad y su desgastante recuperación. Especialmente con imágenes como: “Están apareciendo magnolias en mi lengua”.

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Ese verso fue el detonante para escribir Perdí la lengua de un susto. “Supuse una suerte de escenario fatídico ante mí misma donde la lengua está representada como figura de inicio y de deceso, porque en la boca nace y muere todo”, narra. La joven valenciana acota que allí también traza una línea del tiempo en la que condensa sus gustos y disgustos con la vida, a través de diferentes momentos e imágenes.

Como en un diccionario, su poema parte de la definición de los significados para crear asociaciones entre palabras y sentimientos. El fantasma de la pérdida se manifiesta como una extrañeza por un cuerpo que se siente ajeno, lejos de aquellas sensaciones de inocencia y simpleza de la niñez. Ahora, solo quedan sabores agridulces expresados en frases como “el puente de mi boca ahora es desierto de aguas, desierto de besos, desierto de ansias; baja por mi garganta una lluvia de arena”.

Con voz de mujer

María Isabel Martín: “Siento que la poesía es el género literario por naturaleza de esta generación”
Foto: Cortesía

Martín confiesa que tiene una especial predilección por la poesía de escritoras venezolanas. Miyó Vestrini, Gabriela Kizer y Esdras Parra están entre sus libros de cabecera, así como otras figuras extranjeras como Wisława Szymborska, Blanca Varela o Sylvia Plath. También resalta el Romancero gitano de Federico García Lorca, el cual considera como lleno de aspectos arquetípicos de la existencia. “Estas imágenes que él contrapone en su poesía para mí son importantes y me abren los ojos. Es como si estuviese viendo una película cuando la leo”, comenta.

Sin embargo, afirma que su olimpo está presidido por Hanni Ossott. “Toda su obra me parece exquisita, me expande, y creo que cuando leo su poesía experimento una sensación corpórea que no me pasa con todos los poetas. En su obra delimita una transfiguración increíble. Lo disfruto mucho y creo que he aprendido un montón de ella, de todo este misticismo y este doler, este mundo muy roto, la enfermedad, el cuerpo. A ella es a quien siempre voy cuando quiero abrir mi mente y sentir”, asevera.

Para la escritora, el leer poesía femenina le ayuda a estar acompañada en un coro de voces que, como ella, viven y enfrentan escenarios similares que se han repetido a lo largo de la historia. A pesar de esto, no se considera como una poeta feminista, prefiriendo abordar las inquietudes de sus textos dentro de un matiz quizás más existencialista.

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“Todo movimiento social y cultural delimita fortaleza, y a veces siento que no la tengo, porque mientras unas se pueden parar a gritar, mi cuerpo se paraliza ante el conflicto que significa ser mujer y existir en estos tiempos. Yo no creo que sea poeta feminista aún, no sé si algún día lo seré, habrá que ver”, se cuestiona.

Cuando piensa en la poesía joven venezolana, María Isabel Martín piensa en dolor. Un país fragmentado que marcó a toda una generación, y que se refleja en sus inquietudes creativas. También piensa en una luz que surge de la oportunidad de hacer catarsis de los traumas nacionales a través del testimonio. Para ella, contar la realidad es una forma de sanar mostrando las cicatrices y liberarse del pasado.

“Siento que la poesía es el género literario por naturaleza de esta generación. No quiero decir que otros géneros como la narrativa o la no ficción no tengan también su poder y su amplitud para contar la realidad que vivimos, pero siento que la poesía se lleva una gran parte de todo esto que ha existido desde hace tanto tiempo y que nos ha tocado enfrentar con tanto dolor”, señala.

Dolor y luz

Una actitud similar toma al hablar sobre el movimiento cultural en Venezuela. En 2017, el Concurso Rafael Cadenas premió a Cristina Gutiérrez Leal, nacida en Coro (Falcón), pero que había emigrado a Brasil. En su edición de 2021, el ganador fue Javier Rey Valero, un caraqueño radicado en México. Que poetas residenciados en el extranjero fueran reconocidos antes que los que aún viven en las regiones podría asumirse como un síntoma del estancamiento cultural que persiste en varias ciudades fuera de la esfera de influencia de Caracas. Un hecho del que Martín es consciente, aunque prefiere destacar la labor de los espacios que aún luchan por mantenerse en su ciudad.

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“La gente que apuesta por la cultura, por la poesía y la literatura en general, las artes, nos dan también una oportunidad para quienes necesitamos de esto para poder existir, para poder sentir que pertenecemos a algún lado. La poesía valenciana siempre me pareció muy valiosa”, resalta.

Entre esas trincheras menciona la revista Poesía de la Universidad de Carabobo, dirigida por Víctor Manuel Pinto, y que desde 1971 es uno de los mayores medios de difusión de autores carabobeños y de otros estados. Agrega también la labor de espacios como Cacao Cultural, donde constantemente se realizan actividades y promueve talleres de escritura.

Extensión poética

María Isabel Martín: “Siento que la poesía es el género literario por naturaleza de esta generación”
Foto: Cortesía

Además de escribir, Martín también ha aprendido a expresarse a través del collage. En su cuenta de Instagram suele compartir sus composiciones, las cuales considera como una extensión de su poesía, además de una herramienta valiosa para desarrollar su sensibilidad. “Fue un intento de salir de esa autorrepresión y me ha enseñado muchísimo a escribir, a hilar ideas. Cuando hago collage me tranquilizo. Entro en una zona de paz y es como un juego también, un rompecabezas que no sabes en qué va a terminar. Puedes tener una idea, pero los retazos te van mostrando otros camino”, razona.

A pesar de ganar el Concurso Nacional de Poesía Joven Rafael Cadenas, Martín aún no sabe si considerarse a sí misma como una poeta. Más que una carrera, prefiere ver la literatura como un ejercicio personal que le permita nutrirse de la exploración de sus inquietudes. En ese aspecto, asegura que prefiere sentir antes que saber, y buscar su propio camino sin las ataduras que una etiqueta. En pocas palabras, vivir poéticamente.

“A mis 25 años el mundo aún es muy pequeño y la vida es mínima. Creo que sigo buscándolo todo. Y esa búsqueda ocurre desde una soledad. El silencio lo disfruto, me permite escuchar”, dice.

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