- En los últimos años han surgido iniciativas que buscan crear rincones para incentivar la lectura en los espacios públicos de Caracas. El Diario conversó con uno de sus movimientos pioneros, el Proyecto Remo, y con la Fundación para la Lectura MFM, que recientemente instaló cinco bibliotecas en el municipio Chacao
A lo largo del municipio Chacao han aparecido varias bibliotecas en sus espacios públicos durante los últimos meses. Quizás no en la forma de grandes edificaciones llenas de salones y estanterías, pero sí como pequeñas cabinas donde se puede tomar un libro y disfrutar de una buena lectura al calor del aire libre. Todo esto como parte de una iniciativa desarrollada en conjunto entre la dirección de Cultura Chacao y la Fundación por la Lectura Mariana Flores Melo (MLM).
Hasta el momento se instalaron cinco microbibliotecas en los puntos más emblemáticos del municipio: la plaza Bolívar, en el casco central; la plaza Francia, de Altamira; la plaza Isabel la Católica, en La Castellana; la plaza Aruflo, en La Floresta; y la plaza Gran Colombia, en Campo Alegre. Todas se inauguraron a mediados de octubre de 2024.
La idea ya se ha aplicado desde el año 2022 con el Proyecto Remo, que ha construido bibliotecas en varios puntos del país como una forma de llevar cultura a las comunidades y concientizar a la ciudadanía sobre el valor de sus espacios públicos, algo que ha sido replicado exitosamente por alcaldías y organizaciones de El Hatillo, Baruta y más recientemente Chacao.
“Tener estos espacios en las plazas es una gran oportunidad, pues la alcaldía también ofrece algunos tipos de clases también en ellas y permite que los visitantes se animen y tengan más ganas de ir , de estos espacios”, resaltó Mariana Flores Melo, promotora de la iniciativa, en entrevista para El Diario.
Libre circulación
En 2019, Flores Melo convirtió un club de lectura que tenía con sus amigas en la Fundación MLM, la cual destaca por su red de intercambio y donación de libros usados, donde los usuarios pueden “adoptar” ejemplares para rescatar su valor como objetos culturales. Su organización ha participado desde entonces en incontables ferias del libro y bazares comunitarios de toda la ciudad, además de tener una sala de lectura pública en su sede en la urbanización Santa Paula, en Baruta.
Muchos de los libros que se dispusieron para las microbibliotecas de Chacao vienen de las reservas de la Fundación MLM, aunque Flores Melo acota que también de las donaciones provenientes de voluntarios de los mismos sectores donde se instalaron. Así, su trabajo se limita a revisar en su sede que estén en buen estado antes de dejarlos en las cabinas para el público.
Agrega que los usuarios son libres de disponer de los libros como deseen. Pueden leerlos en el sitio y devolverlos al lugar, llevárselos, o dejar los ejemplares que quieran donar, siempre que no ocupen mucho espacio. Regularmente los voluntarios de la fundación se encargan también de colocar libros nuevos para evitar que las cabinas terminen vacías.
“Esa es la idea, que la rotación se dé de forma natural. Los libros siempre los escogemos previamente, tratamos de no llevar, en este caso, enciclopedias, porque quizás no es un libro que va a tener tanto dinamismo dentro de la biblioteca de una plaza, pero entonces tratamos de llevar novelas, libros destinados para la tercera edad, cuentos infantiles, algún poco de textos escolares para ser variados, porque ya que hacemos esto dos veces a la semana, estamos constantemente renovando el inventario”, dijo.
Apoyos importantes
La promotora cultural y asesora financiera destaca que estas microbibliotecas contribuyen a incentivar a los habitantes de la ciudad a salir del encierro y estar en sus plazas y demás espacios públicos. Además de brindar una opción de entretenimiento para pasar las tardes leyendo en alguna banca, también ayuda a los vecinos a socializar y disfrutar del aire libre.
“No es solamente tener la plaza, que ya de por sí es un espacio agradable, remodelado, que te invita a compartir con tus vecinos, sino que tienes una excusa para llevar un libro, o llevarte un libro. No solamente tienes que trasladarte a nuestra fundación en Santa Paula, sino que nosotros nos acercamos a la comunidad”, dice.
Resalta que trabaja de cerca con la empresa privada, que ha sido una aliada importante de su proyecto, brindando recursos e incluso espacios poco convencionales donde se puedan encontrar sus libros, como el área de citas médicas del Hospital San Juan de Dios, o en varias sucursales de Automercados Plaza’s en el municipio Baruta. Junto a las comunidades, también se ha dedicado a recoger propuestas de lugares dónde instalar nuevas bibliotecas, o concientizando a los vecinos de su cuidado y mantenimiento.
“Estamos ya haciendo campañas a través de nuestras redes que a la biblioteca no le puedes pegar calcomanías, no la puedes rayar. Hay que cuidarla, porque esa es la idea, que la biblioteca se mantenga en las mejores condiciones posibles”, afirma.
Proyecto Remo
En 2022, el diplomático y profesor universitario Óscar Hernández Bernalette recibió una herencia peculiar. Toda una vasta biblioteca en vida le había pertenecido al periodista y antiguo vicepresidente editorial del diario El Nacional, Argenis Martínez. Sin saber qué hacer con tantos libros, resolvió crear una casita de madera en la urbanización Los Chorros, municipio Sucre, que bautizó en su honor. Ahora el patrimonio de su difunto amigo sería compartido por todos los vecinos de aquella calle.
Decidió replicar la idea en más lugares, y en 2023 se alió con José Nicolás Briceño y Andrés Schloeter para crear el Proyecto Remo. Desde entonces han construido 25 microbilibliotecas, la mayoría en la capital, pero también en ciudades de todo el país. Por ejemplo, recientemente inauguraron cabinas en Cabudare (Lara) y Acarigua (Portuguesa), así como una en el Museo de Arte Africano de San Bernardino, en Caracas.
“Es un balance positivo, porque hemos logrado varias cosas que queríamos hacer con el proyecto. Primero, la de incentivar la lectura; y en segundo lugar, rescatar libros que están llevando polvo en casas de familia, en cajas, o de gente que ha emigrado. Hay una sobreoferta y la posibilidad de tener esos libros para nosotros es, sin duda, algo importante porque es la base del concepto de lo que es el Proyecto Remo”, declara Hernández Benalette en entrevista para El Diario.
El principio, en esencia, es el mismo que el de las iniciativas de Chacao o El Hatillo, con una casita de madera en un espacio público. Sin embargo, su valor está además en lo que representa como ejercicio ciudadano. “Apostamos a demostrar la honradez del venezolano. En la microbiblioteca la gente se lleva los libros, pero también está dejando libros”, comenta.
Nueva vida
En su sede en la Quinta San Remo de Los Chorros, a unas cuadras del lugar de su primera cabina, el proyecto tiene su centro de acopio donde reciben todos los donativos. Hernández señala el carácter democrático que tienen sus bibliotecas, donde se permiten libros de todos los géneros literarios y tendencias. En el caso de enciclopedias muy pesadas para poner allí, mantienen contacto con escuelas cercanas donde se remiten, o a organizaciones especializadas en reciclaje, en el caso de los libros muy deteriorados u obsoletos.
Para el exembajador, lo importante no solo es darle una segunda oportunidad a los libros, sino también poner a las nuevas generaciones en contacto con una época dorada de la industria editorial, hoy golpeada por la crisis económica venezolana. Relata, con emoción, cómo a veces los propios libros traen consigo vestigios de sus vidas pasadas, como cartas y fotos usados de marcapáginas, o dedicatorias firmadas por autores de la talla de Mario Vargas Llosa.
Indica que si bien se encargan de revisar cada tanto las bibliotecas para reponerlas con libros nuevos, en muchos casos no es necesario. Precisa que existen comunidades en las que su lema de “lleva un libro, deja un libro” se ha cumplido a cabalidad hasta volverse autosuficientes. Incluso, opina, esto hace que las bibliotecas se conviertan en reflejos de la identidad de sus comunidades, nutriéndose con ejemplares que dejan ver los intereses, tendencias y personalidades de sus habitantes.
Aunque aclara que le gustaría primero que las casitas de madera del Proyecto Remo se volvieran reconocibles para la gente antes de desarrollar diseños alternativos, lo cierto es que en algunas comunidades los vecinos han pintado y personalizado sus cabinas, siendo otro reflejo de su idiosincrasia. A Hernández no le molesta esto, y más bien lo ve como una muestra del empoderamiento de la ciudadanía haciendo suya los espacios.
Identidad
Actualmente el Proyecto Remo ha sembrado microbibliotecas, además de Caracas, en los estados Miranda, Portuguesa, Aragua, Carabobo y Lara. Y tienen solicitudes para instalar más en todo el país, aunque por limitaciones de recursos van todavía poco a poco. Hernández agrega que les gusta estar presentes en las inauguraciones de cada una, pues se convierten en auténticas fiestas populares.
Cada biblioteca es única, pues reciben un nombre propio escogido por la comunidad. Normalmente suelen bautizarse en honor a personajes queridos o ilustres de la zona, como maestros, escritores o líderes sociales. “Están dedicadas a estos héroes anónimos que las comunidades los reconocen, entonces esa biblioteca lleva el nombre de una persona que ha dado una contribución y para nosotros eso es una demostración de que es una capacidad de pertenencia”, añade.
Otra forma en la que ha visto que las personas se apropian del espacio público para generar identidad es con las actividades culturales que se desarrollan alrededor de la cabina. El diplomático ha presenciado cómo se toma como punto de referencia para talleres y conversatorios, asambleas de vecinos o recitales con cuentacuentos para niños. “Queremos que sea una actividad para dar sentido de pertenencia, para que la comunidad se sienta orgullosa de eso”, apunta.
Futuro
Tanto la Fundación MFM como el Proyecto Remo tienen el mismo objetivo para el año 2025: construir muchas más microbibliotecas y expandirse a más zonas. Flores Melo aseguró que desea llevar su iniciativa más allá de las fronteras de Chacao, incluso a ciudades en las afueras de Caracas como Los Teques y San Antonio de los Altos, para lo cual sigue trabajando en tejer alianzas estratégicas con el sector privado.
Por su parte, Hernández comenzó recientemente un nuevo emprendimiento que consiste en la recuperación de los bienes públicos de la calle a través de intervenciones artísticas. Empezó por hacer colaboraciones con artistas locales para pintar las bases de los hidrantes de Los Chorros, algunos con más de 90 años de antigüedad. Adelantó que le gustaría llegar a un acuerdo con la empresa estatal CANTV para convertir las cabinas telefónicas de la ciudad, de las cuales varias se conservan a pesar de no estar en uso, para poner allí una nueva versión de sus microbibliotecas.
“Algo importante para destacar del Proyecto Remo es que podemos contribuir a hacer tejido social, porque ya tenemos una red importante de gente interesada en el proyecto. Gente que nos contacta, está pendiente de todo lo que sea en beneficio o en protección de la lectura. Entonces, ahí se va generando una conexión permanente”, declara.