• La adopción de criptomonedas en Venezuela es un tema que se está desarrollando desde hace varios años. Aunque su uso está lejos de ser masivo, indicadores internacionales ubican a nuestro país entre los de mayor actividad “cripto”

Hablar de criptomonedas en Venezuela es más común que usarlas. El tema cobró auge como una vía para obtener divisas cuando el régimen venezolano mantenía apretado el cinturón cambiario y con la creación del petro; pero, aunque firmas como Chainalysis ubiquen al país como el tercero en adopción en el mundo, los datos muestran que se está en presencia de un espacio donde los actores son un grupo pequeño.

“Venezuela representa un excelente ejemplo de lo que impulsa la adopción de criptomonedas en los países en desarrollo y cómo los ciudadanos las utilizan para mitigar la inestabilidad económica”, dice la firma Chainalysis. Una afirmación que respaldan con datos cuyos detalles no están disponibles y que El Diario solicitó sin obtener respuesta. 

Según la empresa, con sede en Nueva York, solo Rusia y Ucrania superan a Venezuela en adopción de criptomonedas. Un resultado que obtuvieron al comparar las transacciones de envío y recepción, así como las operaciones realizadas entre particulares (peer to peer o P2P) en proporción con el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, población y penetración de Internet de 154 naciones.

Las criptomonedas funcionan como activo financiero y como moneda. Son descentralizadas (no dependiente de un banco central) y sus transacciones son validadas por los propios usuarios en una especie de libro contable virtual (blockchain o cadena de bloques). Todo ello a través de billeteras digitales que no revelan la identidad de quien las utiliza. 

Esas mismas características hacen que medir los niveles de adopción en zonas geográficas determinadas sea algo esquivo. Las operaciones dentro de este sistema no están identificadas por regiones; así que la mejor aproximación que se puede lograr es a través de los lugares desde donde el usuario se conecta. De allí toman los datos las firmas como Chainalysis y otras para estudiar los movimientos.

La crisis venezolana, que ha reducido el tamaño de su economía en más de 70% en seis años y que transita su tercer año de hiperinflación, hace que muchos actores del ecosistema cripto pongan sus ojos en el país. No obstante, el entusiasmo no va al ritmo de la realidad, donde el dólar desplaza de facto al bolívar y las innovaciones como las criptomonedas no son precisamente “moneda común”.

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Criptomoneda Petro
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“Hay un camino por recorrer para educar e incentivar a las personas a usar las criptos”. Así lo indica Servifast, una empresa de remesas que presta servicio en más de 10 países (incluyendo aquellos donde la migración venezolana es intensa). 

A través de un correo electrónico su departamento de Administración dijo para El Diario que ellos ofrecen la opción de enviar dinero a Venezuela usando criptomonedas desde 2018 y a septiembre de 2020 representa 1% de sus operaciones con un monto promedio de 0,002 bitcoin por persona (unos 21 dólares).

Menos transacciones con bitcoin

Utilizar criptomonedas va más allá de una simple transacción. Además de algunos conocimientos básicos necesarios, el usuario requiere una computadora o teléfono inteligente con conexión a Internet. Condiciones que, si bien todavía son posibles en Venezuela (Conatel reporta que al cierre de 2019 existían más de 13.000.000 de teléfonos inteligentes en el país), no resultan en una adopción masiva. 

Al menos hasta mediados de 2019, usar las criptomonedas como una vía para obtener divisas, en medio de un esquema cambiario todavía muy estrecho, era una opción por la que se decantaron empresas e individuos. Sin embargo, el hambre por el bitcoin muestra una reducción.

Datos de la plataforma LocalBitcon, recopilados por la firma Olmos Group Venezuela, indican que en 2020 (hasta la semana del 19 de septiembre), se transaron en el país un total de 19.353,1 bitcoins, equivalentes a 163.500.000 de dólares, una caída de 53% en términos de la criptomoneda y de 25% en dólares, al compararlo con el mismo lapso de 2019.

Mucha gente entró al bitcoin porque era una forma de hacer divisas. Hoy comienzas a ver bancos que hacen custodia de divisas, que están creando medios de pagos, tarjetas de débito para pagar dentro del mercado nacional, lo que nos habla de un proceso de dolarización por medio de la banca, ya formal. Aunque el BCV no ha dicho nada en medio de este desastre de política monetaria venezolana”, señala para El Diario Aarón Olmos, economista y CEO de Olmos Group Venezuela.

Pago en dólares
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El uso cada vez más extendido del dólar para las transacciones en el país y su ingreso a través de las exportaciones privadas puede ser una de las causas para que el mercado de las criptomonedas pierda atractivo para algunas empresas e individuos. Olmos hace una salvedad metodológica no menor y es que tratar de ubicar geográficamente las transacciones de estas monedas es complicado, además de que no existe una estadística consolidada.

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“Se puede hablar también de la entrada de nuevos actores, esos son datos de Localbitcoin, pero no estamos contando la gente que está haciendo operaciones de billeteras a billeteras o en otras plataformas, como las casas de cambio de intercambio autorizadas por el gobierno venezolano” u otras extranjeras que también operan en el país.

Chainalysis tampoco recopiló información de todos los operadores venezolanos (siete en total); pero sí puso el ojo en uno en particular: Criptolago, propiedad de la gobernación del estado Zulia y que, según la firma, movilizó entre agosto de 2019 y julio de 2020 unos $370.000 en operaciones con bitcoin, multiplicando por 13 sus operaciones en ese lapso.

La misma firma ha levantado señales de alarma sobre esta empresa estatal a la que ve como un posible foco de actividades vinculadas con la evasión de sanciones estadounidenses.

El Diario solicitó a CriptoLago información sobre sus operaciones, pero tras un contacto inicial con el Departamento de Atención al Cliente, no hubo más respuestas.

¿Quiénes se mueven en el ecosistema cripto?

Venezuela es cada vez un país más desigual en términos económicos y sociales. La Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi) indica que 96,2% de los venezolanos vive en la pobreza. En Criptolago, según Chainalysis, el promedio de transacción es de $1.000. Una cifra que ubica al usuario de esa plataforma muy lejos del ciudadano común, restado fuerza al argumento de que las criptomonedas son una de las estrategias de la población en general para sobrellevar la crisis.

El venezolano no necesariamente está haciendo operaciones masivas de criptoactivos. En principio, porque no hay una adopción masiva, si bien hay más información, más personas hablando de estos temas y aunque se pueden adquirir en bolívares, montos como esos (los de CriptoLago) no son necesariamente hechos por la mayoría de la población”, afirma Olmos.

Es un hecho evidente que pagar con alguna criptomoneda en un local comercial (incluyendo el petro) no es una operación común y que en ello el dólar le lleva mucha ventaja, como también lo es que hay cierta actividad del ecosistema de criptomonedas.

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“Las cripto están localizadas en grupos muy particulares. El volumen grande está ocurriendo entre mineros (de criptomonedas), traders y aquellos que quizás han conseguido a través de las criptos evitar el efecto de la hiperinflación. Estamos hablando de un pequeño grupo de personas en el país”, apunta Olmos.

Los mineros son un grupo clave en el movimiento de las criptomonedas en Venezuela. Datos del Centro de Finanzas Alternativas de la Universidad de Cambridge indican que el país se ubica como el décimo a nivel mundial en hashrate de bitcoin; un indicador del poder de cómputo dentro de la cadena de bloques de esta criptomoneda, lo que señala una intensa actividad.

No es gratis que el régimen de Nicolás Maduro haya definido unos parámetros para regular esta actividad que se aprovecha del casi insignificante costo de la electricidad. Otrora ilegal y perseguida, hoy está amparada por la Superintendencia de Criptoactivos y se exige a los mineros registrarse para obtener un certificado.

Olmos explica que “hay una renta que se genera a partir de esa minería (en bitcoin), el minero toma sus comisiones y eso pasa a una billetera para trading o para intercambiar en LocalBitcon, LocalCripto, CriptoWay (plataformas digitales de intercambio) para poder suplir necesidades, directamente en bolívares o dólares”. 

Otro aspecto que merma el potencial de las criptomonedas en Venezuela es la imposibilidad de ahorro e inversión de la mayoría de la población. Con la hiperinflación comiéndose los ingresos, estos se destinan a cubrir lo mejor que se pueda las necesidades básicas y quien puede, busca cobertura en dólares.

Una muestra de ello fue el resultado de la campaña AirDrop Venezuela, lanzada por la plataforma de intercambio AirTM. La empresa recaudó $300.000 en criptodivisas, que repartió en noviembre de 2019 a 60.829 usuarios venezolanos verificados (unos $5 por persona). La empresa presentó los resultados en julio de 2020 y señaló que 57% de los receptores “se repartieron de manera bastante uniforme entre cambiar su criptomoneda por dólares, el retiro de fondos y la adición de más fondos a su cartera”. 

AirTM
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Solo un pequeño grupo (2%) se dedicó a comprar más criptomonedas o a enviarlas (3,6%) a otros usuarios de AirTM. La compañía, cuyas operaciones en Venezuela han sido importantes desde su nacimiento, según han destacado sus creadores, encuestó a los receptores del donativo. 47% dijo que nunca había usado una criptomoneda antes de recibir estos fondos; mientras 55% aseguró que usó el dinero para comprar alimentos, en tanto que 25% decidió dejarlo como ahorro. 

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La palabra clave es futuro

El ecosistema de criptomonedas en Venezuela tiene sembradas sus semillas, muchas están en crecimiento y el despertar de su potencial tomará su tiempo. El peso de la crisis económica sin precedentes que atraviesa el país lastra muchas iniciativas, pero también sirve de oportunidad para otras.

Para bien o para mal, las ansias de Maduro por saltarse las sanciones estadounidenses, que impiden la movilización internacional de fondos por parte de su régimen, lo ha empujado en dirección a este sistema descentralizado. Con ello se han aprobado leyes, se eliminó la persecución a los mineros y el tema es ampliamente impulsado por grupos no necesariamente vinculados con el régimen.

“En Venezuela se ha desarrollado un ecosistema único en el mundo en el que conviven mineros, más de mil comercios que aceptan dash (una criptomoneda) y otras criptos, múltiples organizaciones expandiendo conocimiento de cripto, personas interesadas en trading, universidades compartiendo la enseñanza de este mundo”, señala Ernesto Contreras Escalona, director de desarrollo de Dash Core Group a nivel global.

La criptomoneda dash es una de las más activas en Venezuela y cuenta con grupos organizados por ciudades que impulsan el conocimiento del entorno cripto. “Este ecosistema va a seguir creciendo y resolviendo problemas hoy, y abriendo oportunidades para el futuro”, agrega Contreras.

Dash es una de las criptomonedas que es aceptada en comercios, como en la cadena de comida rápida Church Chicken. Hasta 2,4% de sus transacciones se hacen con este activo, con montos de compra de $29 en promedio, según refiere Contreras.

La cadena de farmacias Farmarket acepta directamente pagos con criptomonedas, mientras otras como Locatel lo hacen en acuerdo con AirTM. La empresa panameña Cryptobuyer anunció que desde junio pasado más de 20.000 comercios usarían la plataforma “Merchant Server” de la empresa venezolana Mega Soft. Esto para permitir el pago con criptodivisas. Esperan que para el cierre de 2020 se alcance la meta de 100.000 locales. Una cantidad que rondaría 15% del total de puntos de venta operativos en el país.

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