• El equipo de El Diario conversó con un joven que tuvo que caminar más de 90 kilómetros para llegar al Táchira por las limitaciones del sistema de transporte en la entidad andina

Daniel Santamaría salió de Caracas el 14 de enero de 2021, aproximadamente a las 5:30 pm. Llegó a la ciudad de San Cristóbal,Táchira, 26 horas después de emprender su camino.

Debido al incremento de contagios por covid-19 en Táchira y en el Departamento fronterizo Norte de Santander, Colombia, el régimen de Nicolás Maduro suspendió el transporte interurbano hacia y desde el estado andino. La medida entró en vigencia el pasado 11 de enero.

El ministro del régimen, Hipólito Abreu, indicó a través de su cuenta de Twitter que el transporte interurbano podría funcionar durante la semana de flexibilización, que empezó el 8 de febrero y culmina el 16. Sin embargo, la orden excluye –nuevamente- al estado Táchira.

La odisea para llegar a Táchira

Daniel compró su pasaje con destino a San Cristóbal en 60.480.000 bolívares o 35 dólares según la tasa del Banco Central de Venezuela para ese momento. Él adquirió el boleto en el terminal de pasajeros de Los Llanos, que está ubicado en Bello Campo, Miranda.

“Según la factura, parte del valor de mi pasaje es solo por el derecho a usar las sillas en el terminal”, dijo Daniel en entrevista para El Diario.

Relata que el autobús se retrasó. Su salida estaba prevista para las 3:00 pm. Él llegó a las 2:00 pm, pues le recomendaron presentarse una hora antes. 

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“Nos dijeron que la salida era a las 3:00 pm pero no fue así, el bus llegó como a las 5:30 pm y me tocó esperar mucho más tiempo del que pensé”.

A esa hora la unidad de transporte salió del terminal con destino hacia San Cristóbal, o al menos eso era lo que pensaban los pasajeros. 

Terminal, viaje a táchira
Foto cortesía

Cuando habían recorrido unos cuantos kilómetros y entraron a la ciudad de Maracay (Aragua) uno de los choferes les informó a las personas que no llegarían hasta la capital del estado Táchira sino que los dejarían en Guasdualito (Apure) porque “había problemas con las alcabalas”.

Daniel alega que al momento de adquirir el pasaje no le alertaron de ese cambio en el itinerario y que así como él los demás pasajeros tampoco estaban al tanto. Además, no obtuvieron un descuento al momento de la compra; al contrario, pagaron completo el valor del boleto.

Casi todas las personas que iban en el bus iban a migrar, dos iban para Bolivia y 16 iban para Chile. Entre esos 16 había siete mujeres y todas llevaban niños pequeños, algunas tenían bebés de brazos y las demás venían con pequeños de dos o máximo tres años”, explicó.

Cada vez que se acercaban a una alcabala los choferes advertían a los pasajeros que si les preguntaban a dónde iban, ellos debían responder que al destino más cercano pasando ese punto de control. Nunca debían mencionar que su destino final era San Cristóbal.

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“Así fuimos rodando. Cuando llegamos a la alcabala de Guasdualito sentimos cuando el bus dio una curva, se detuvo y nos dijeron que podíamos bajarnos. Todos pensamos que era rutina, para chequear el equipaje y todo eso”.

Una vez bajaron todos los pasajeros, uno de los conductores les señaló el camino para llegar a La Pedrera, Tachira, y les dijo que una vez allí podrían encontrar transporte para llegar a San Cristóbal. Hasta ese punto llegó el autobús.

Pasajeros autobús táchira
Foto cortesía

“Había muchas personas en la unidad que venían exactos, sin dinero, solo con el pasaje que habían comprado. Había una muchacha cuya hermana estaba bastante delicada psicológicamente y ella solo tenía 10 dólares en su bolsillo y tenía que llegar hasta Seboruco”, contó Daniel.

Él traía 57 kilogramos de equipaje distribuidos en tres maletas, pues durante algún tiempo vivió en Caracas y estaba mudándose nuevamente a San Cristóbal.

Empezamos todos a caminar, la carretera estaba muy mala y la mayor parte del camino era monte para lado y lado. Las otras personas no llevaban tanto peso, sus maletas eran más ligeras pero la mía era bastante pesada”, recuerda.

Al cabo de unos cuantos kilómetros las ruedas del equipaje de Daniel estaban destruidas. Las otras personas se adelantaron rápidamente pues solo llevaban bolsos, maletines pequeños y eso les permitía tener un paso más veloz.

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“Yo estaba solo caminando, veía de lejos a los demás mucho más adelante y tenía mucho miedo. Intenté pedir cola varias veces pero nadie se paraba, ni las camionetas con tolva”.

Tras varios intentos fallidos para lograr acortar el camino en un vehículo, decidió seguir caminando. Con la esperanza de llegar lo antes posible a La Pedrera.

“Yo entiendo que nadie se parara, sobre todo ahorita con la pandemia, el contacto con la gente y también por la inseguridad, porque no sabes a quién vas a montar; indiferentemente que sea en la parte de atrás de tu carro”, expresó Daniel.

Él empezó a caminar a las 6:00 am, no había desayunado, el sol era asfixiante y el peso que llevaba lo era aún más.

“Yo tengo problemas respiratorios y por el calor me empecé a sofocar. Ya eran las 10:00 am y yo todavía estaba caminando, no veía la hora de llegar”.

El agua que llevaba para el viaje se le acabó. Los compañeros de viaje tampoco lo ayudaron, cada uno estaba enfocado en su propia ruta.

Incertidumbre y miedo en el camino

La inseguridad y los peligros en la vía eran otro factor al que le temía. En un punto de su trayecto Daniel notó que dos motorizados lo estaban siguiendo e intentó acelerar el paso pero fue imposible.

“De lo cansado que estaba caí arrodillado porque estaba halando las maletas y era demasiado peso, sin agua, solo, las fallas respiratorias. Entonces cuando alcé la mirada había tres señores en el monte, como dentro de una finquita. Les pedí ayuda con el aliento que me quedaba”, indicó.

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Esas personas lo acercaron a la sombra de un árbol y le dieron agua para hidratarlo. Ya le quedaban dos kilómetros para llegar a La Pedrera, así que uno de esos hombres lo acercó hasta allá en su moto. 

Mis manos ya estaban enrojecidas, hinchadas por el peso y la maleta la iba arrastrando porque las ruedas no servían, se dañó toda la tela y el armazón” enfatizó.

Daniel recuerda que desde esa finca hasta La Pedrera lo pasaron por una especie de trocha (camino verde). En ese trayecto se le cayeron las maletas de la moto producto de la debilidad por caminar durante horas.

Táchira
Foto cortesía

“Después de la alcabala donde me dejó, fue que pude –finalmente- tomar un transporte. Tuve que pagar aproximadamente 60 dólares de pasaje, aparte de lo que me matraquearon en el camino; más los 35 dólares del primer pasaje y sin contar el exceso de equipaje que también tuve que pagar”, puntualizó.

Según sus cálculos, gastó unos 155 dólares para poder llegar hasta San Cristóbal. 

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