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- En una ciudad tan ecléctica, no es raro encontrar obras que el tiempo parece haber enterrado, pero que en su momento fueron auténticos hitos de la modernidad. El Diario presenta una lista de edificios cuyos arquitectos dejaron huella para la posteridad
Caracas es una ciudad ecléctica. En cada una de sus esquinas alberga una diversidad urbanística que evidencia las diferentes épocas de la ciudad, como capas de ladrillo y concreto que van modelando su historia. Así, el resultado ha sido un espacio con personalidad propia, donde coexisten aún la Caracas de techos rojos con la de rascacielos de cristal y barriadas con techos de zinc.
Si bien esto existe en cada gran ciudad del mundo, en el caso de Caracas son sus edificios emblemáticos los que le dan su carácter único. Hitos de la modernidad que alguna vez llamaron la atención del mundo, como la Ciudad Universitaria de Caracas o las Torres de El Silencio. Y otras que abrieron paso a la modernidad prometiendo un futuro esperanzador, como el complejo Parque Central, el Teatro Teresa Carreño o el Metro de Caracas.
No obstante, existen también otros edificios que en su momento contribuyeron a consagrar a la capital como una metrópolis emergente. Aunque hoy quizás pasan desapercibidos entre el caos urbano, en su momento provocaron miradas de admiración, e incluso fueron merecedores del Premio Nacional de Arquitectura. Son obras que, pese al paso del tiempo, aún pueden impresionar a aquellos que reparen en detallarlas al caminar por la calle.
A continuación, El Diario presenta siete joyas arquitectónicas para celebrar a Caracas en su 456° aniversario:
1. Grupo Escolar Francisco Pimentel
En 1963 se entregó la primera edición del Premio Nacional de Arquitectura a Carlos Raúl Villanueva. Esto en reconocimiento a su gran trayectoria, en la que legó joyas arquitectónicas como el campus de la Universidad Central de Venezuela (UCV), los Museos de Ciencias y Bellas Artes, o la reurbanización El Silencio.
Sin embargo, una obra importante que marcó un precedente en su carrera fue la Escuela Gran Colombia, ubicada en la parroquia Santa Teresa. Fue un encargo del Ministerio de Obras Públicas durante el gobierno de Eleazar López Contreras, y se inauguró en 1939 como la primera escuela moderna de Venezuela. También fue un punto de inflexión en la carrera de Villanueva, quien pasó del estilo neoclásico a lo que se considera una de las primeras obras del estilo internacional que lo caracterizaría posteriormente.
En su momento fue un hito su diseño moderno, hecha de concreto armado y de la que se desprenden varias terrazas y espacios con volúmenes geométricos, lisos. Su fachada destaca por su reloj de diseño minimalista y el relieve Educación, hecho por el artista Francisco Narváez. En 1950 la escuela fue remodelada por el gobierno de Marcos Pérez Jiménez, y reinaugurada como Grupo Escolar Francisco Pimentel, nombre que conserva en la actualidad.
2. Iglesia Nuestra Señora de Lourdes
Entre el caos de la avenida San Martín, la iglesia Nuestra Señora de Lourdes se alza como un fragmento disonante entre conjuntos residenciales y negocios que anteceden a una de las entradas al barrio de El Guarataro. Sin embargo, aquel imponente templo ya estaba allí antes que la propia avenida, como una mezcla de fe y dedicación.
Fue diseñada por el sacerdote Augusto Pavageau, quien sin ser arquitecto se formó de manera autodidacta para diseñar los planos. Su nave principal se inauguró en 1926, aunque tomaría 10 años darle su acabado definitivo, pues el proyecto apenas se financiaba con las limosnas y contribuciones de los propios habitantes de El Guarataro.
Es la única iglesia de estilo neogótico en el oeste de Caracas, y la más conocida de las pocas existentes en todo el país. Destaca por su fachada, parecida a la de la Basílica de Santa Clotilde de París, en Francia. Cuenta con un porche dividido en tres grandes puertas de madera, coronadas con gabletes y una ventana circular en su centro. En su techo resaltan dos torres sostenidas por arcos arbotantes y que acaban en pináculos. A lo largo de su estructura se aprecian 25 vitrales que sirven para iluminar su bóveda central.
La iglesia está ubicada en la plaza Italia, que data del siglo XIX y la cual quedó recortada tras la construcción de la avenida San Martín. Destaca por su Estatua de la Libertad, del escultor Gaetano Chiaromonte, y que fue donada por el gobierno de Italia para conmemorar el centenario de la independencia de Venezuela. Actualmente la plaza muestra bastante deterioro, incluso presencia de basura e indigentes, lo cual afecta también las áreas aledañas de la iglesia, que es resguardada por una gran reja.
3. Seguros Orinoco y Banco Metropolitano
El arquitecto argentino José Miguel Galia dejó un importante legado arquitectónico en Venezuela. Entre sus obras más destacadas está el Ateneo de Valencia, en Carabobo; el Edificio Angloven (hoy Edificio Monagas), en Los Chaguaramos, Caracas; o su colaboración con Martín Vegas en la Torre Polar, en Plaza Venezuela, donde diseñó el primer sistema de muro cortina de la ciudad. Pero uno de sus proyectos más emblemáticos fue el edificio Seguros Orinoco, el cual le valió el Premio Nacional de Arquitectura en 1973.
Ubicado en la esquina de Socarrás de la avenida Fuerzas Armadas, fue inaugurada en 1973, luego de dos años en construcción. Resalta por su juego de volúmenes, que a lo largo de sus 10 pisos se expande y contrae, generando espacios negativos que le dan dinamismo a su fachada recubierta con ladrillo caravista. En su planta baja a triple altura, pues cuenta con dos mezzanines, una reja tridimensional da paso a su interior de mármol con sus columnas y vigas al descubierto.
Seguros Orinoco se declaró en bancarrota y fue intervenida por el Estado en el año 2000. Su edificio ahora es la sede de la Corporación Venezolana de Alimentos (CVAL), y que se preserva en buenas condiciones.
Otra obra destacada de Galia se encuentra en pleno bulevar de Sabana Grande. Se trata del edificio sucursal del Banco Metropolitano. Construido en 1976, es una estructura de concreto en obra limpia bastante particular, pues posee al igual que Seguros Orinoco, crea un juego de volúmenes, esta vez más geométricos, con ventanas que sobresalen de forma escalonada, como un cuadro cubista.
Aunque ganó en su momento el Premio Municipal de Arquitectura de Caracas y varios reconocimientos internacionales, el Banco Metropolitano no sobrevivió a la crisis bancaria de 1994. Desde entonces, aunque se siguió usando como torre de oficinas, ahora pasa desapercibida entre otros edificios del bulevar. También se evidencia la decadencia de su estructura, sobre todo en su planta baja, llena de comercios abandonados.
4. Torre La Previsora
Con su forma de pirámide truncada, y su icónico reloj, la Torre La Previsora es uno de los edificios más reconocibles de Caracas. Está ubicada en el centro neurálgico de Caracas, entre Plaza Venezuela y la entrada del bulevar de Sabana Grande, destacando en una zona con otras joyas arquitectónicas como el edificio Los Andes, la torre Polar o la torre Lincoln.
Fue diseñado por la Oficina de Arquitectos BPK, encabezada por Francisco Pimentel-Malaussena, Bernardo Borges, Pablo Lasala y Jacobo Koifman. Es una pieza de arquitectura brutalista de 30 pisos, de concreto en obra limpia. En el cuerpo de sus últimas plantas, además de tener en un costado su reloj luminoso Patek Phillipe, fabricado en Suiza, también posee un letrero igual de distinguible, con el nombre de Seguros La Previsora, empresa que ha operado allí desde su inauguración en 1973.
Destaca además por tener en su hall el mural Cromointerferencia de Carlos Cruz-Diez, donde el color resalta entre sus muros de concreto e interior de granito negro. Originalmente se planeó construir en su último piso un restaurante giratorio, aunque la idea se descartó. Sin embargo, en la actualidad hay un café en su terraza que sirve como mirador.
5. Edificio Altamira
El obelisco de la plaza Francia de Altamira es el punto más emblemático del municipio Chacao del estado Miranda, y la referencia por excelencia del este del Área Metropolitana de Caracas. Sin embargo, en cada foto de este símbolo local, siempre figura en el fondo un edificio gris, que pese a estar en segundo plano, forma ya una parte indispensable del paisaje, como una extensión natural de la propia plaza.
No podía ser de otra forma. Cuando el promotor inmobiliario Luis Roche inauguró la plaza el 11 de agosto de 1945, el Edificio Altamira ya estaba allí, destacando en medio de aquella llanura de parcelas en venta. Fue diseñado por el arquitecto turco Arthur Kahn, quien venía de trabajar con Villanueva en la UCV. El edificio residencial figuraba originalmente en la maqueta de la urbanización como una gran torre de 20 pisos. Sin embargo, Roche y Khan acordaron reducirlo a solo siete pisos, para no eclipsar al obelisco ni obstruir la vista al Ávila.
Esta relación con la plaza fue considerada en el propio diseño del edificio. Su fachada cóncava posee una simetría que se alinea perfectamente en su centro con el obelisco, a su vez que su forma armoniza con la bifurcación de las avenidas Luis Roche y San Juan Bosco. Incluso también en la distribución interna de sus apartamentos, cuya cocina y servicios están orientados hacia el norte, mientras las habitaciones hacia el sur. Esto, sumado a sus ventanales en las esquinas, buscaba maximizar la vista privilegiada de la plaza. El propio Roche vivió en su penthouse, y hasta la actualidad el edificio mantiene su uso residencial, además de estar catalogado como Patrimonio Cultural de Venezuela.
6. Torre Europa
Ganadora del Premio Nacional de Arquitectura 1976, la Torre Europa fue diseñada por los arquitectos Manuel Fuentes, Carlos Gómez de Llarena y Moisés Benacerraf. Ubicada en la avenida Francisco de Miranda, fue en su momento un símbolo del desarrollo urbanístico del este de Caracas, que ya para entonces comenzaba a desplazar al centro como el eje empresarial y comercial de la ciudad.
A pesar de su estilo brutalista, la Torre Europa contó con varias innovaciones para la época, como su escalera de emergencia, antes de normalizarse la normativa internacional, y constituye un elemento autónomo distinguible en su costado. También por su fachada con sistema de muro cortina, con ventanas basculantes, algo que se volvería tendencia en otros edificios de oficinas de la ciudad. En su planta baja, integrada a la calle como un espacio de gran volumen para albergar comercios y bancos, cuenta con una escalera de caracol para acceder a su primera planta. También con una rampa exterior en espiral donde en 1989 se instaló la escultura La Sayona del Ávila, de Guido Morales.
En febrero de 1998 el edificio sufrió dos incendios que afectaron a 6 de sus 12 pisos. Además de los daños internos, el calor hizo que reventaran varios de sus ventanales ocres característicos. Luego de pasar por un proceso de rehabilitación, en 2005 fue declarado Bien de Interés Cultural por el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC). La crisis económica de Venezuela se hace evidente en su planta baja y sus locales cerrados, lejanos a la prosperidad que intentó reflejar en la década de los setenta.
7. Residencias Aéreas
Ubicado en la urbanización La Paz, al suroeste de la ciudad, se erige un edificio único en toda Caracas. Las Residencias Aéreas, conocidas popularmente como las Quintas Aéreas, destaca por su particular arquitectura, marcada por la tendencia modernista de la Caracas de los años cincuenta, pero también cierta inspiración del neoplasticismo en su uso de la geometría y el vacío, como si una obra de Piet Mondrian se convirtiera en edificio.
Comenzó su construcción en 1957, diseñado por Natalio Yunis, quien curiosamente no era arquitecto, sino ingeniero. Ubicado entre la avenida José Antonio Páez y la calle Junín, posee una forma de Y asimétrica, y a partir de su décimo piso adquiere una forma escalonada, hasta sus penthouse en el piso 14. Cuenta con 49 apartamentos dúplex. Destaca bastante porque cada apartamento cuenta con un patio que sirve como separador, además de permitir la circulación de aire y luz. Este espacio hace única su fachada, junto a las voladuras de sus pasillos y los vitrales cuadriculados en las escaleras de cada vivienda.
Residencias Aéreas fue inaugurado en 1958, coincidiendo con la era democrática de Venezuela, aunque su estética aún evoca esa política habitacional del perezjimenismo, solo que cambiando el concepto del superbloque popular por algo más orientado a la clase media alta. De allí que se concibiera un edificio de apartamentos dúplex con su patio, emulando a las quintas, como la de su vecina urbanización El Paraíso, y su apodo. Aunque en la actualidad se evidencia el deterioro de su infraestructura, su forma y elegancia aún roban miradas entre los transeúntes que pasan por la zona.
