- Por primera vez en su historia, el icónico evento musical salió de la burbuja caraqueña para realizarse en la Concha Acústica de Maracay. La banda zuliana R1tval resultó la ganadora con una propuesta de rock dura y contestataria
“Aquí todos sabemos lo que está pasando. Aquí nadie es güevón”, gritó Israel Payares, líder de Fakboi, desde el escenario. Era una exclamación llena de furia e irreverencia, y que fue correspondida de la misma manera por el público. Como ganadores de la edición anterior, el grupo de trap metal había sido invitado a tocar el 21 de septiembre en la Concha Acústica de Maracay, en el estado Aragua, para la final del Festival Nuevas Bandas 2024.
Sin decir mucho, todos entendieron a lo que se refería. A casi dos meses de que el país estallara en una crisis política y represiva que dejó al menos 23 muertos y más de 2.800 detenidos, decidir que la vida sigue y abrirse al regreso de la actividad cultural no significa necesariamente pasar la página.
Todavía está fresco en la ciudad el recuerdo de las protestas poselectorales y la masacre de la redoma de San Jacinto, no muy lejos de la Concha Acústica, en la que cinco personas fueron asesinadas mientras protestaban, la mayoría jóvenes que apenas superaban los 20 años de edad. Jóvenes que, de haber estado vivos, probablemente habrían estado allí gritando y disfrutando de la música con sus amigos.
Por eso, aunque esta historia va sobre el Festival Nuevas Bandas, el mensaje de Fakboi recuerda que nada se ha normalizado. Efectivamente, los presentes allí sabían perfectamente lo que estaba pasando. El Diario estuvo durante todo el día en el evento, y esto es lo que vio:
Bajo el sol
Si una palabra puede definir esta final del Nuevas Bandas, es diferente. Por primera vez en sus 33 años de existencia el festival no se realizó en Caracas, sino que se escogió la ciudad de Maracay, en el centro-norte del país. Su fundador, Félix Allueva, ya había argumentado en la rueda de prensa previa al evento que siempre quiso llevarlo más allá de la capital para darle un carácter descentralizado. Tras un par de intentos fallidos en el pasado, finalmente se habían dado las condiciones para hacerlo.
El sol del mediodía encandilaba al brillar sobre los andamios alrededor del escenario. La lluvia había sido una fan infaltable en las ediciones anteriores del festival, pero en esta ocasión se mantuvo distante, en la forma de una enorme nube gris que nunca precipitó. A ratos proveía sombra, pero no evitó que se sintiera un calor húmedo que se extendió incluso hasta la madrugada.
Otra novedad de esta edición fue la duración. Las animadoras Annie González y Karen Patricia Alcalá destacaron que era el más largo que se había organizado hasta ahora. Una jornada maratónica en la que se presentaron 11 de las 12 bandas participantes, así como los tres invitados especiales, siete grupos invitados en la tarima alternativa y los tres DJs para el after party después de la medianoche.
Cabe destacar que La Cueva Soundsystem, uno de los competidores por Caracas, no pudo asistir debido a un choque en su agenda que los hizo estar fuera del país para el momento en que se programó el concierto.
Con una flor amarilla
Aunque la apertura de puertas inició a la 1:00 pm, no fue sino hasta las 2:30 pm que comenzó a ingresar gente a la Concha Acústica de Maracay, en la urbanización Las Delicias. Un señor que parecía haber hecho una parada en su paseo de la tarde dio vueltas observando con curiosidad a los miembros del staff correr de aquí para allá llevando cables e instrumentos. Mientras, un grupo de adolescentes aprovechó el espacio vacío para ubicarse estratégicamente cerca del gran árbol que separaba las gradas de concreto.
A lo largo de sus tres décadas de existencia, el festival, del que egresaron bandas icónicas para la historia del rock venezolano como Viniloversus o La Vida Bohéme, ha tocado en todo tipo de tarimas. Algunas pequeñas, como el anfiteatro de la plaza Francia de Altamira; otras monumentales como sus dos ediciones anteriores, en las que abarcó una avenida de Chacao en un despliegue de escenarios, ferias y exhibiciones.
La Concha Acústica fue un punto medio entre ambos mundos. Con un aforo estimado de entre 2.000 y 2.500 personas, era un espacio modesto pero cómodo. En esta ocasión no hubo stands de venta de mercancías ni foodtrucks. Solo un par de toldos de comida y chucherías, así como los puestos de bebidas y arepas de Pepsi y Polar, los mayores patrocinadores del evento. En todo el día, ningún local llegó a tener colas largas para vender, como un recordatorio de que estaban fuera de la burbuja económica de la capital.
El ambiente se sentía cercano. Grupos de amigos que se encontraban alegremente y llamaban a otros para que acudieran. También familias con padres que llevaban a sus hijos para compartir lo que quizás era su primer concierto de rock.
Aunque de este lado del mundo no es primavera, la tradición de regalar flores amarillas el 21 de septiembre, y que nació de la serie Floricienta, parece haber llegado para quedarse. Un chico caminó con las manos en la espalda hacia la grada en la que lo esperaba su novia con un grupo de amigas. Al llegar, se arrodilló para darle un arreglo de girasoles. La chica le saltó encima para darle un beso y luego dio pequeños saltos de emoción. A lo largo de la tarde, muchos varios ramos dejaron constancia de otros amores juveniles floreciendo.
Cercanos
A las 3:00 pm las cornetas dejaron la música grabada para ir con la acción en vivo. Los primeros en tocar fueron Camay, de Caracas. Iniciaron con el tema “Abeja”, un funk con notas tropicales y gran presencia del bajo, pero su único pecado fue haber subido demasiado temprano. Con un público de menos de 40 personas, no tuvieron la recepción efusiva que se esperaba. Aun así, la vocalista Bárbara Guevara mantuvo su buen ánimo, bailando e interactuando con la gente.
Mejor suerte tuvo la siguiente banda: Alógena. Oriundos de Maracay, tocaban en casa y se notó en el reconocimiento de un público que armó con ellos el primer pogo de la tarde con su tema “Pumas”. Su rock “desasosegado y errante” era rápido y potente, con una voz rasgada. Suficiente para comenzar a subir la emoción.
La fiesta continuó con Zöller, de Maracaibo (Zulia). Con una máscara de zorro, su vocalista Gabriel Gollo se impuso desde el primer momento con una proclama: “Vinimos a ganar este fucking festival”. Palabras mayores que acompañó con una propuesta de pop-rock bastante ecléctica y animal, que iba desde el rock progresivo y la power ballad, hasta “La mexicana”, con notas de mariachi. Gollo culminó su show eufórico, anunciando el adelanto del primer disco de la banda y bajando a la barrera de seguridad para regalarle su guitarra a una fanática.
Lo reducido del espacio precisamente daba esa sensación de cercanía entre los músicos y el público. Esa intimidad que usualmente se da en toques en locales, pero a una escala mayor. Ese intercambio de energías era magnético, por lo que pocos se quedaban en las gradas. En cambio, la explanada frente a la tarima se fue llenando con jóvenes que parecían inmunes al sol abrasador.
Conocedores
Para el momento en que cantó Luis Lizardo, cerca de las 5:00 pm, ya había más de 150 personas repartidas por la Concha Acústica. El cantante y compositor de San Antonio de los Altos (Miranda) presentó un proyecto rico en sonidos, acompañado por su banda que incluía hasta un violinista. Con temas como “Lego” o “Carne”, también mostró un amplio espectro musical que iba del R&B al rock pesado, aunque su voz a veces aturdía por el volumen del micrófono.
Un grupo de mujeres levantó unas letras con leds brillantes que, juntas, anunciaban el turno de Los Strato. El trío liderado por Fernando Sandomerico mostró una ejecución musicalmente prolija de hard rock y rock n’ roll, que se sentía como una mezcla entre Zapato 3 y Iron Maiden. También eran locales, lo que se notó en la gran cantidad de seguidores con camisetas de la banda que fueron exclusivamente a apoyarlos. De hecho, algunos se macharon cuando acabó su presentación.
No eran los únicos. En el público se podía ver un creciente interés por el rock venezolano. Muchos ya conocían a los participantes de los circuitos regionales del Nuevas Bandas en los que compitieron con otros artistas antes de ser seleccionados para la final. También de conciertos más underground de la movida local en bares y plazas. Otros llevaban camisetas de competidores de años pasados como Fakboi o Gran Celaje.
Ya el sol comenzaba a teñir de rojo el cielo cuando subió a la tarima Outsiders, de Anzoátegui. Los raperos Yisan y Draven, junto al resto de músicos enmascarados, sonaron con una fusión de trap y nu metal cruda y disruptiva. Abajo, sus líricas agresivas estallaron en los brincos y choques de un grupo de jóvenes en el pogo. Volaban golpes y empujones, melenas que se movían con el beat de “Juicio final”. Descargas de toda la frustración e ira contenida drenadas por un instante, para luego acabar en abrazos y saludos de camaradería.
La otra tarima
A un costado del escenario principal, una pequeña tarima pintada con notas musicales apuntaba a un sector de las gradas, encerrado entre la entrada del recinto y los stands de bebidas. Allí se desarrolló a lo largo de la tarde el festival Otro Beta, organizado por la productora del mismo nombre.
Allí se presentaron, en las pausas entre los competidores del Nuevas Bandas, sesiones de freestyle, con Da Hawk y Malcriados; así como los grupos Sentencia de Muerte, Biotech, Maita y sus bredas, Aleato y Visión Real. Cada uno contó con una buena cantidad de espectadores que caminaban hasta allá para verlos, e incluso se improvisaron pequeños pogos a los pies de sus gradas.
Sin embargo, no dejó de hacer ruido los intereses detrás. Félix Allueva ha sido crítico del gobierno de Nicolás Maduro y en 2022 negó los rumores de un acuerdo con sus organismos, como denunciaron en su momento algunos excolaboradores, pero para esta edición el Otro Beta fungió como aliado y co-organizador, a pesar de ser una organización de tendencia abiertamente oficialista.
A esto se sumó la ausencia por primera vez en años de importantes aliados del festival como las organizaciones no gubernamentales (ONG) Provea, Redes Ayuda y Amnistía Internacional. También de un presunto manual de comportamiento en el que se recomendaba a los participantes a no hablar de política, tal como aseguraron algunos músicos a El Nacional.
El plato fuerte
Alrededor de las 6:00 pm se presentó el primer invitado especial del festival. Era Fakboi, grupo ganador ex aequo de su edición 2023, y que mostró la increíble evolución a nivel técnico y musical que ha tenido en el último año. Su fusión de trap y rock se sentía más pesada y metalera que nunca, aunque ahora incluía elementos de música tradicional venezolana, con un Payares que empezó su show tocando el cuatro.
La Concha Acústica alcanzó allí su pico de asistencia, ahora con más de 300 personas. Fakboi tocó temas conocidos, como “Louki” o “Vacilando con los panas”, cargados de un humor e irreverencia muy al estilo de la generación Z. También presentaron temas nuevos como “Cigarro, café, cigarro”. Al final, con la buena suerte de que en ese momento los policías que hacían rondas por el lugar se retiraron, cantó su ya icónico himno “Fokin paco”.
A mitad de canción hizo una pausa para lanzar la frase con la que empezó este texto. Como un rugido, pidió a todos sacar sus teléfonos y grabarse para descargar toda su rabia con “el pogo más grande y arrecho” que pudieran. Allí continuó el resto de la canción con una voz casi gutural mientras sus seguidores corrían en círculos en un torbellino de golpes al estilo del punk más antisistema.
Antes de irse, Payares tomó el micrófono para soltar una última perla: “Todos sabemos quién ganó este año”. Se fue con una sonrisa burlona, y que queden sus palabras a la libre interpretación.
La recta final
Ya era de noche, pero el calor aún era intenso en la pista. La adrenalina seguía a tope, pero muchos de los gladiadores del pogo se retiraron a descansar durante la presentación de La Chusma 89. Desde Caracas, trajeron un rockabilly lleno de ritmo, pero que se escuchaba suave al compararlo con los shows que lo antecedieron. Fue la calma necesaria después del huracán.
Lo mismo ocurrió con Lumbral, de Barquisimeto (Lara). Otro grupo de estilo ecléctico, con una buena presencia escénica para convertir el ánimo del público en una fiesta. Con canciones como “Mujer sensual”, “Vecina” y “Tentación”, introdujeron un rock con espíritu funky, de letras picantes. El olor a cigarro y cerveza ya inundaba las gradas, aunque el ambiente era mucho más tranquilo, incluso familiar.
Altar Prototipo tuvo un retraso en su presentación por problemas técnicos, aunque también por el ruido de la tarima del Otro Beta. Una presentación de reggae se extendió haciendo que la gente se quedara allí y no fuera a la tarima principal. Pero una vez solucionada la falla, la potente voz de Valentina Nava los atrajo a todos, armonizando con la melodía de los sintetizadores. A propósito de ser el mes para para prevención del suicidio, Navas dedicó “Librarte” como un canto a la concientización.
Los rockeros regresaron a tiempo para la presentación de R1tval. Directo desde Maracaibo, volvieron al tono pesado y contestatario de más temprano. El trío conformado por Samuel Comesaña, Hugo Morillo y Martín Hernández retumbó con un stoner rock cargado de personalidad y dureza.
Finalmente, el cierre de la competencia corrió a cargo de Meruva. Los merideños impregnaron todo con una atmósfera de synth pop y disco, siendo la propuesta más distinta de todo el festival. Una pareja, con las flores amarillas ya un poco magulladas asomadas en el morral del chico, bailaba pegada al ritmo de “Mon Amour”, con una inspiración un poco a lo Daft Punk. Ya eran las 10:00 pm cuando terminaron, pero la gente se quedó por la promesa de las animadoras de que este festival sería “hasta que el cuerpo aguante”.
Premiación
Una vez concluída la final del Nuevas Bandas, subió al escenario el segundo invitado especial de la noche. Era el líder de Desorden Público, Horacio Blanco, ahora con su proyecto solista que inició el año pasado. Con un estilo más inclinado al rock que al ska, presentó su nuevo disco, Otras distorsiones. Tenía ese toque retro que evocaba a la vieja escuela de los años noventa, pero sin llegar a sonar como Desorden. Eran solo él y la gente.
Posteriormente, vestidos con bragas rojas, se presentaron los miembros de Cunaguaro, el otro ganador ex aequo del Nuevas Bandas 2023. Los tachirenses también mostraron su evolución musical, con un rock pesado que permitió a los asistentes entregarse al último gran pogo de la noche.
La otra tarima terminó de amenizar la noche mientras el jurado deliberaba. Anunciar resultados después de la medianoche en Venezuela suele ser sinónimo de intrigas e incertidumbre, pero este no fue el caso. Annie y Karen subieron al escenario principal y, tras muchas vueltas para darle dramatismo, finalmente anunciaron al ganador del Festival Nuevas Bandas 2024: R1tval.
No hubo doble premiación, como se había acostumbrado en años anteriores. Algo más que hizo diferente a esta edición. Los tres jóvenes subieron a recibir los aplausos de la gente. También de los demás músicos que habían salido a esperar el veredicto tomando unas cervezas.
Hasta la próxima
No habían terminado los anuncios. Félix Allueva tomó la palabra para dar un discurso sobre la importancia que tienen los circuitos regionales de Nuevas Bandas, dando visibilidad a talentos más allá de la burbuja de Caracas. También de su sueño de convertir al festival en un evento itinerante, lo cual se cumplirá, pues adelantó que la edición 2025 volverá a ser en Maracay. Al parecer, la Concha Acústica de Las Delicias estuvo a la altura de las expectativas.
La noticia fue sucedida por una irrupción de tambores del grupo Maracay-Caracas-Maracay Parranda, una fusión de sonidos de la costa aragüeña y la capitalina parroquia San Agustín. Como una fiesta patronal, retumbaron las tamboras mientras jóvenes de chaquetas negras, cadenas y botas se alternaban para bailar en el centro del círculo. A pesar de ser rockeros, demostraron que llevaban los ritmos tradicionales de su pueblo en sangre.
El after party prometido llegó con un show de El Dañe*, proyecto del artista de culto Kreils García. Consistió en un set de música electrónica cargada de elementos new wave y noise. Lo siguió otro set de los DJs Xandov4l y Genesys Bramble, que evocaron a las rumbas caraqueñas de antaño. Si bien la fiesta tenía previsto terminar a las 4:00 am, ya para las 2:30 am la Concha Acústica estaba otra vez desolada. Apenas un grupo de personas sentadas en las gradas esperaba el amanecer para volver a casa, apagados ya por el cansancio.
Aunque definitivamente el país no ha pasado la página por lo vivido, Nuevas Bandas marcó el regreso lento de la vida cultural tras una ola de cancelaciones de conciertos entre agosto y septiembre. Una vuelta necesaria, sí, pero acompañada por la catarsis de una generación que aún necesita espacios para expresarse desde el arte, y que tiene mucho para decir. Quizás el próximo año el festival transcurra en un contexto más positivo, pero los gritos en medio del calor de una juventud hastiada dejaron algo claro: el sol no se puede tapar con un dedo.