• El régimen de Nicolás Maduro inició en julio un plan de recuperación del patrimonio de la Ciudad Universitaria de Caracas, que actualmente atraviesa una severa crisis de presupuesto y deterioro de su infraestructura. El Diario recorrió el campus para constatar el avance de las obras. Foto: Víctor Salazar

Sobre el arco de la entrada principal de la Universidad Central Venezuela (UCV), denominada puerta Tamanaco, un grupo de obreros trabaja. Pintan de blanco su techo de concreto. Alrededor todo parece una obra de construcción. Entre nubes de polvo y escombros, suenan martillos neumáticos mientras entran y salen camiones a cada momento. Tras más de un año sin estudiantes por la pandemia de covid-19, el campus parece cobrar vida nuevamente.

Fue el 2 de julio de 2021 cuando el régimen de Nicolás Maduro anunció la creación de una comisión para recuperar la infraestructura deteriorada de la UCV. A pesar de sus profundas diferencias políticas con el oficialismo, la rectora Cecilia García Arocha aceptó su entrada con un acuerdo: los trabajos de rehabilitación serían dirigidos y supervisados en conjunto con las autoridades universitarias, especialmente la Comisión de Preservación y Desarrollo (Copred) y la Dirección de Mantenimiento.

“La dirección anterior de Copred prefería dejar el arco como estaba porque el sol después resquebraja la pintura”, comenta Luis Palacios, presidente adjunto de la Federación de Centros Universitarios (FCU-UCV), mientras ve a los trabajadores. Jesús Mendoza, representante estudiantil ante el Consejo Universitario, se para a su lado. Recuerda que para llegar hasta la actual situación de crisis que atraviesa la casa de estudios, pasaron dos décadas de completo abandono del chavismo a sus responsabilidades con el sector educativo.

“Hay una inversión después de 20 años, pero el Estado venezolano no le daba el presupuesto a la universidad. Porque si hubieran dado los recursos la universidad no habría llegado a esto”, resalta Mendoza para El Diario.

Pero llegó. Ninguno de los dos duda que la emblemática obra del arquitecto Carlos Raúl Villanueva alcanzó en el año 2020 su mayor desgaste en todos los sentidos. Desde jardines con el monte crecido y aulas consumidas por el vandalismo y abandono, hasta edificios quemados y techos que se caen a pedazos. Una representación del dicho popular “la universidad es un reflejo del país”.

Patrimonio amenazado

Desde el año 2000, la Ciudad Universitaria de Caracas (CUC) es Patrimonio de la Humanidad declarado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, Ciencia y Cultura (Unesco). Fue el primer campus universitario de América Latina en lograr este reconocimiento, seguido en 2007 por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Para la Unesco, la UCV es un exponente de la planificación urbanística de principios del siglo XX. Una perfecta armonía entre criterios paisajísticos, artísticos y estructurales. “El campus comprende un gran número de construcciones y edificios agrupados en un conjunto funcional y bien estructurado, cuyo valor es realzado por obras maestras de la arquitectura y las artes plásticas”, destaca su página web

Recuperación UCV
Edificio de los laboratorios de química, en la Facultad de Ingeniería, completamente abandonado. Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

La UCV existe como casa de estudios desde 1721 con la Universidad Real de Caracas, y la CUC fue la obra que simbolizó en su momento la entrada del país a la modernidad. Su construcción inició en 1942 durante el gobierno de Isaías Medina Angarita y se inauguró parcialmente en 1954, por el general Marcos Pérez Jiménez. En sus espacios alberga obras de importantes artistas venezolanos como Jesús Soto, Francisco Narváez y Alejandro Otero, el francés Jean Arp o el estadounidense Alexander Calder.

A pesar de su situación actual, la Ciudad Universitaria todavía no ha ingresado en la lista de patrimonios en peligro de las Naciones Unidas, aunque llamados de atención no han faltado. “La Unesco expresa su preocupación por el estado de esta obra maestra de la arquitectura moderna y está dispuesta a ayudar a las autoridades locales”, expresó el ente en junio de 2020, días antes colapsó uno de los pasillos techados ubicados frente a la Facultad de Humanidades y Educación.

En una entrevista al canal VPItv, la rectora García Arocha declaró que si bien la institución no está en riesgo de perder su condición patrimonial, la responsabilidad de entregar los recursos para su conservación no corresponde a la Unesco, sino al Estado.

Asfixia presupuestaria

La Copred es una dependencia del Rectorado creada tras la declaración de la Unesco. Se encarga de dirigir todas las políticas de recuperación y mantenimiento del patrimonio de la Ciudad Universitaria. Su actual director es el arquitecto Pablo Molina.

En entrevista para El Diario, Molina reconoce el reto que supone para la UCV mantener un espacio de aproximadamente 215 hectáreas y 108 obras de arte valiosas. Señala que del presupuesto que anualmente la universidad solicita al régimen de Maduro, se aprueba menos del 20%, lo que obliga a realizar recortes en todas sus actividades. “¿Por dónde tú recortas primero en cualquier lado? Por el mantenimiento. Pero resulta que tienes un campus que es Patrimonio de la Humanidad y es costoso, porque son edificaciones de valor único”, afirma.

Las cifras de Molina son optimistas comparadas a las manejadas por la rectora. En varias entrevistas ha denunciado que el Poder Ejecutivo apenas aprobó en 2021 el 2% del presupuesto presentado por las autoridades, y del cual todavía no ha cancelado el 95% del monto. A esa deuda se suma la parte del presupuesto de 2020 que tampoco se entregó, y que García Arocha estima en alrededor de 19.000 dólares.

El arquitecto agrega que los escasos recursos recibidos se diluyen en el transcurso del año, pues son depositados en bolívares. Lamenta que a causa de la hiperinflación su dependencia no tenga dinero para hacer trabajos a profundidad. “Al no haber un presupuesto justo te recortan el mantenimiento: en reposición de equipos, materiales, y te van reduciendo hasta solamente el pago de nómina”, señala.

¿Quiénes integran la comisión de recuperación universitaria?

El denominado “Plan Universidad” está dirigido por una comisión mixta conformada por representantes de la UCV y del régimen de Nicolás Maduro. Ambos se reúnen cada 15 días para discutir el estado de las obras y autorizar nuevos proyectos. Poseen además varias subcomisiones encargadas de ejecutar diferentes trabajos o atender áreas específicas de la CUC.nnPor el lado del régimen, la comisión está presidida por la vicepresidenta Delcy Rodríguez. Como delegado y asesor de la Vicepresidencia está el general Luis Motta Domínguez, quien fue ministro de Energía Eléctrica entre 2015 y 2019. También lo integran los ministerios de Obras Públicas, Educación Universitaria y Cultura.nnEn un segundo plano participan la Alcaldía de Caracas y el gobierno de Distrito Capital, así como la Misión Venezuela Bella, presidida por Jacqueline Farías. También empresas públicas como el Banco de Desarrollo Económico y Social (Bandes), Metro de Caracas y el Metro de Los Teques.nnLa Copred está a cargo de todo el proceso de supervisión y autorización de cada trabajo, en conjunto con los decanos y directores de cada facultad o dependencia. Molina destaca que cuentan con un equipo de expertos conformados por egresados y profesores de la UCV, que asesora y da lineamientos sobre los criterios a seguir para conservar el Patrimonio de la Humanidad.nnAclara que la Unesco no participa en ninguno de los trabajos ni supervisa las obras. No obstante, la Copred está obligada a presentar semestralmente un informe sobre el estado de la CUC, por lo que enviarán antes del 12 de enero de 2022 un reporte detallado sobre todo el proceso.n

Espacios comunes

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Reconstrucción de caminerías en la entrada Tamanaco de la universidad. Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

Los trabajos que realiza la comisión del régimen de Maduro en la UCV se dividen en tres fases: acondicionamiento de las áreas verdes y comunes del campus, rehabilitación de sus servicios públicos y recuperación de las fachadas y estructuras internas de las facultades. 

La primera etapa, apunta Molina, se centró en el desmalezamiento y poda de todas las jardineras y áreas verdes, que representan cerca del 70% de la Ciudad Universitaria. Una vez avancen las obras, espera una segunda ronda más especializada, que contemple la poda severa o tala de árboles que comprometan la integridad del patrimonio. También la siembra de plantas que eran de la flora natural de la universidad, pero que ya perecieron.

“El proyecto paisajista original de (Carlos Raúl) Villanueva contempla una determinada serie de especies vegetales, pero hay otras que han crecido o han plantado y no forman parte del proyecto original. Hay varias que se están eliminando, especialmente aquellas que agreden las fachadas o las estructuras de las edificaciones”, añade .

En paralelo, también se atendieron espacios comunes como el complejo de piscinas y las canchas deportivas pequeñas. En estas se sustituyó el material del piso, además de reponer implementos como cestas, porterías y redes. Palacios indica que las canchas fueron pintadas con un color azul eléctrico que si bien no es el concebido originalmente para estos espacios, se adapta a las exigencias modernas. También se demolieron los brocales de las calles y varias caminerías, que están siendo reconstruidas con cemento nuevo.

Servicios básicos

En la segunda etapa se realizaron todos los trabajos que incluyeron la participación de Hidrocapital y la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec). El suministro de agua en la UCV, como en toda la ciudad, en los últimos años constituyó un problema grave. Esto afectaba especialmente a facultades como Odontología o al Hospital Clínico Universitario de Caracas (HUC).

Mendoza, quien además es presidente del Centro de Estudiantes de Odontología, cuenta que en 2018 la universidad pasó un año entero sin agua. Hidrocapital intervino para resolver la falla, enfocándose principalmente en el HUC. Aunque eso permitió restablecer el servicio, problemas en la planta de bombeo ahora impedían que el agua llegara a los pisos altos de los edificios. Molina coincide: “El agua llega, pero en la distribución es donde fallamos, tema de fatiga y deterioro de las tuberías, dispositivos que están vencidos”.

El director agrega que también se corrigió el problema de botes de agua que sufría la universidad en varias de sus calles. Al respecto, Palacios recuerda una fuga particularmente grande que rompía el asfalto entre las facultades de Arquitectura e Ingeniería. “Los fines de semana la gente venía y usaba el agua para lavar carros”, agrega.

Intervención silenciosa

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Trabajadores del Estado reparan pasillo techado en Tierra de Nadie. Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

“Todo esto no es gratis. Obviamente hay un interés y van a pedir algo a cambio”, suelta Mendoza mientras observa a los trabajadores taladrar las losas caídas sobre Tierra de Nadie. Palacios lo apoya. Ambos están seguros de que con estas obras, aunque necesarias, se abrió la puerta a una intervención del régimen de Maduro a la UCV.

La última intervención que sufrió la universidad fue en 1969, durante el primer gobierno de Rafael Caldera. En ese momento la presencia de grupos de extrema izquierda y guerrilleros escondidos en las residencias estudiantiles obligó a tomar el campus por la fuerza con un despliegue policial. La UCV permaneció cerrada hasta 1971, cuando reabrió con nuevo rector y sin dormitorios. Los edificios fueron convertidos en aulas para escuelas como Bioanálisis, Nutrición o Comunicación Social.

Esta vez, en lugar de armas, el Estado usa la asfixia presupuestaria y la falta de mantenimiento para entrar. “El gobierno hizo un plan a largo plazo para quedarse e intervenir la universidad. No es un allanamiento como el que hizo Caldera con tanquetas. Esta es una intervención silenciosa en la que poco a poco quitaron recursos, nos dejaron sin nada, y ahora vienen como salvadores a recuperar lo que no hicieron en 20 años sin dar presupuesto”, reflexiona el Mendoza.

El consejero universitario califica la medida como inteligente, pues hasta el momento el régimen se ha desprendido de su característico discurso revolucionario. Afirma que hasta ahora mantiene un tono respetuoso y gerencial para evitar oposiciones. “No han pintado los ojos de Chávez ni dejado nada alegórico al oficialismo”, dice.

“Para el régimen es una decisión el hacer o no las cosas. Nos quitaron todas las posibilidades de subsistir para luego decir aquí estoy yo. Y si te niegas, eres el culpable de no querer la recuperación”, completa Palacios.

El corazón de la universidad

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Reparación del suelo de la plaza del Rectorado. Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

Para Molina, el corazón de la UCV está en el eje que forman el Rectorado, la Plaza Cubierta, y la Tierra de Nadie. Son los espacios más emblemáticos en cada estampa de la universidad, y fueron los primeros en ser intervenidos en simultáneo con las primeras dos etapas del plan.

En la plaza del Rectorado, varios trabajadores con camisas del Bandes abren el piso de piedras. Si bien en 2017 la Copred había hecho también reparaciones en el suelo, Palacios asevera que debido al sol y al desgaste, es normal que se desprendan las piedrecillas, por lo que necesita mantenimiento constante. En paralelo, otro grupo hace trabajos de impermeabilización en el techo de los edificios administrativos, así como limpieza profunda de sus paredes. 

En esa misma plaza queda la sede de la FCU, que al igual que el resto del Rectorado, a lo largo de los años ha sufrido varios ataques e incendios provocados por grupos irregulares, la mayoría afectos al oficialismo. Palacios y Mendoza aclaran que la comisión gubernamental aún no tiene contemplado hacer trabajos en sus oficinas. Cada pequeño arreglo que ha recibido el espacio, desde pintura hasta su limpieza básica, siempre ha salido del bolsillo del propio movimiento estudiantil.

A un lado de la plaza del Rectorado se alza la torre del reloj, el símbolo por excelencia de la UCV. Su cuerpo de triple hélice actualmente está envuelto por un gran andamio, siendo de las pocas obras que, de acuerdo a Molina, son objeto de una restauración profunda. En este caso se trata de reparar el mecanismo interno del reloj, que hasta hace un año todavía funcionaba, y que aún conserva algunos de sus componentes originales de los años cincuenta. 

Sin aire ni luz

Al lado del corazón de la universidad está su cerebro. Dentro del mismo eje y rodeado por la Plaza Cubierta y Tierra de Nadie, se encuentra el complejo de la Biblioteca Central. El enorme edificio luce desnudo a pedazos, debido a la caída de los mosaiquillos negros y rojos que lo cubren. A pesar de ser otro punto de referencia de la CUC, Molina afirma que por el momento no está pensada su intervención.

El edificio de la biblioteca amerita un trabajo de restauración muy complicado, bastante especializado y muy costoso. Requiere de un andamiaje o de unos dispositivos para que la mano de obra tenga facilidad para sustituir los mosaiquillos rojos”, explica.

Sobre la caída de los mosaiquillos, también producto del sol y del tiempo, Palacios asegura que ha sido imposible reemplazarlos, pues ya no se producen en Venezuela y deben ser importados. Cuenta que por esa razón la anterior dirección de Copred, encabezada por la arquitecta Luisa Palacios, rescató del suelo las piezas de cerámica pintada en buen estado y las guardó en su oficina. 

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Con el paso del tiempo, los mosaicos de la Biblioteca Central se han ido cayendo. Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

En julio de 2021 se reanudaron los actos de grado en la UCV, que estuvieron más de un año suspendidos. En lugar de hacerse bajo las nubes de Calder, se hicieron en Tierra de Nadie y sus pasillos. La decisión de hacer las graduaciones al aire libre, lejos de ser por temas de bioseguridad, fue porque el Aula Magna no estaba en condiciones para usarse.

El espacio icónico también quedó fuera del programa de recuperación. A principios de 2020 un bajón de energía afectó su sistema eléctrico, dejándolo sin iluminación ni aire acondicionado. La sala, reconocida como uno de los espacios con mejor acústica del mundo, quedó sumergida en las sombras.

La comunidad universitaria, junto a la directora de Cultura, Trina Medina, abrió una recaudación de fondos para hacer las reparaciones. Luego de un año de presiones, lograron en julio de 2021 que Corpoelec arreglara el transformador dañado, aunque el sistema eléctrico aún no está 100% operativo. Todavía sigue sin funcionar el sistema de sonido ni el aire acondicionado, lo que comienza a provocar problemas de humedad dentro del recinto. A eso se suma la necesidad de reemplazar los antiguos bombillos por focos led.

El techo caído

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Losa del pasillo n°5, que se desplomó en junio de 2020. Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

Sobre Tierra de Nadie todavía reposan los restos del corredor n° 5, que va desde la Facultad de Ingeniería hasta la de Ciencias Económicas y Sociales (Faces) y Humanidades. El 17 de junio de 2020 un segmento del pasillo techado se desplomó tras años presentando signos visibles de filtraciones. El hecho no solo causó pesar entre la comunidad universitaria, sino que también llamó la atención de la Unesco, y pudo ser el origen de la intervención que hoy lleva el régimen de Maduro.

Un año después, los equipos de obreros reducen los escombros apilados mientras un fragmento grande de losa está apoyado a un lado de los camiones que ahora ocupan Tierra de Nadie. En mayo de este año el Metro de Los Teques donó una grúa que removió el techo caído y lo transportó al Instituto de Materiales y Modelos Estructurales de la Facultad de Ingeniería. Desde allí se dirige un equipo mixto que integra a la Copred, el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) y al presidente del Metro de Los Teques, Francisco Garcés, en representación del régimen.

El equipo actualmente está en una fase de evaluación de las losas y columnas del pasillo, con el fin de comprender las causas precisas de su colapso. Una vez estudiada su estructura, se procederá a construir una nueva pieza de techo e instalarla en su sitio.

Palacios comenta que durante los años sesenta un pedazo de techo también colapsó en ese pasillo, casi en el mismo punto. Aunque le parece misterioso ese fenómeno, tampoco se niega a la realidad. Las goteras provocadas por la falta de mantenimiento contribuyeron a su deterioro. “Cuando se cayó, empezaron a revisar todos los techos y estaban en condiciones terribles”, sentencia.

Basta solo un vistazo para contemplar cómo en otros tramos del corredor las filtraciones han formado estalactitas. También la acción de las goteras ha afectado las cerámicas del piso, donde se ven las acumulaciones de residuos.

Recuperando terreno a la sombra

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Facultad de Arquitectura y Urbanismo. Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

La tercera fase del proyecto es la intervención estructural de las edificaciones de la CUC. Las obras comenzaron en las facultades de Arquitectura, Ingeniería y Medicina. El director de Copred acota que en el caso de los dos últimos, al tener varios edificios a lo largo del campus, todavía están en proceso. “En total hay 30 frentes de obra activos ahorita. Unos muy avanzados, otros medianamente y otros recién comenzados”, añade.

Arquitectura es otra historia. Al tratarse de un solo edificio, es el que tiene mayor grado de avance en su recuperación. En su entrada se nota la mejora en su semblante, con espacios más limpios e iluminados. También se ven obreros en el techo haciendo labores de impermeabilización. El equipo de El Diario intentó ingresar para constatar las obras en su interior, pero el personal de seguridad le impidió el acceso. No obstante, en redes sociales se ha registrado la recuperación de aulas, lámparas y mobiliario como pupitres, escritorios y mesas de dibujo.

Molina indica que los trabajos en edificios no se limitan a las fachadas, sino también a la remodelación de sanitarios, puertas, iluminación y otros sistemas dañados. Aclara que por el momento solo están centrados en la infraestructura básica. “A medida que avancen los trabajos y se siga el plan, podemos ya hablar de restauraciones puntuales de obras de arte, murales y esculturas de la Ciudad Universitaria, algunas las cuales están localizadas dentro de escuelas y facultades”, señala.

Adelanta que esta semana comenzaron las reuniones entre la comisión y los decanos para iniciar las obras en las facultades de Ciencias y Odontología. Posteriormente se trasladarán a Humanidades, Ciencias Jurídicas y Políticas y Faces. Palacios, quien es estudiante de Trabajo Social, avisó que ya comenzaron también algunas reparaciones en el edificio de su escuela, ubicado en las antiguas residencias universitarias.

La visión de Villanueva

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El comedor universitario también fue recuperado. Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

Al caminar por la UCV todavía se aprecian rincones donde no han llegado las cuadrillas de la comisión de recuperación. Maleza crecida y ventanas con cristales rotos persisten cerca de la biblioteca de Ingeniería, una de las facultades que ya comenzó sus trabajos internos.

La Escuela de Estudios Políticos y Administrativos (EEPA) es uno de los espacios que aún luce desolado. El 30 de junio de 2021 un incendio afectó la Sala de Lectura y el Centro de Estudios de Posgrado, así como el techo de zinc. Aunque casi no quedan rastros externos del incidente, el área sigue cerrada y a la espera de su turno para recibir los retoques de la comisión.

Otra zona de apariencia abandonada es la de los laboratorios de química, ubicados entre los diferentes edificios de Ingeniería. Su desuso antecede incluso a la pandemia, pues la falta de reactivos impedía realizar las prácticas y, en muchos casos, los estudiantes debían llevar sus propios implementos y hasta materiales de limpieza. Mendoza explica que la situación es igual en todos los laboratorios. Pone de ejemplo las salas clínicas de Odontología, las cuales consideró están en su peor momento. “En el galpón de Ingeniería Mecánica no funciona ninguna máquina. El edificio de laboratorios de Química tardó más de un año luego de su culminación en ser habitado por falta de reactivos y tuvieron que hacer un GoFundMe”, cuenta.

Palacios señala que si bien es necesario preservar la integridad del patrimonio de la CUC, también se debe adaptar la universidad a las necesidades del siglo XXI. Explica que una parte de ello se logró con las canchas, además de una solicitud del director de Mantenimiento, Ibrahim Ledezma, para reemplazar todo el sistemas de tuberías que existe desde los años setenta.

“Cada fachada interna de la universidad tiene cosas místicas que el propio Carlos Raúl Villanueva generó. Por ejemplo, la facultad de Humanidades tiene un techo acústico, pero eso se está cayendo por la humedad”, apunta.

Desgaste total

El presidente adjunto de la FCU también reconoce que durante los últimos años las mismas autoridades universitarias han descuidado a la UCV. Afirma que en esta intervención se evidencia, pues han tenido que ser los mismos estudiantes quienes acompañen a la Copred a supervisar el avance de las obras. “Deberían estar durante todo este proceso y no lo están, están ausentes”, admite.

Agrega que la situación, más que desidia, es un tema de desgaste de unas autoridades con más de 14 años en sus cargos. Esto debido a la sentencia del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) que evita la realización de elecciones universitarias. En ese tiempo, muchos han sido los directores y decanos que han renunciado o muerto. Mendoza cuenta autoridades encargadas en al menos 5 de las 11 facultades.

Ellos han jugado a agotar la universidad en todos los sentidos, empezando por las autoridades. Hoy nos encontramos en una decisión de hacia dónde apuntar. La dinámica que hemos tenido como movimiento estudiantil es que sin duda debemos ir hacia un proceso urgente de elecciones internas”, observa.

Aunque a nivel estudiantil se han hecho elecciones, los centros de estudiantes enfrentan una situación similar. Palacios está actualmente encargado de la FCU debido a que su presidente, David Sosa, se encuentra en la clandestinidad tras ser amenazado por el régimen.

Por ese motivo, el Consejo Universitario (CU) inició el 22 de septiembre el debate para reformar el reglamento interno de elecciones y ampliar la participación como ordena el TSJ, pero manteniendo el principio de proporcionalidad en los votos. “La universidad necesita una renovación de todo nivel. El CU quiere hacer una consulta a toda la comunidad de profesores, estudiantes, egresados para decidir si está de acuerdo con la incorporación del voto del personal administrativo y obrero”, explica Mendoza.

Sin trabajadores, sin autonomía

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Un obrero realiza trabajos sobre el arco de la entrada Tamanaco de la UCV. Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

Mendoza explica que la comisión del régimen tiene planeado permanecer en la universidad por dos años. Por un lado le alivia saber que el mantenimiento y las obras a largo plazo seguirán, aunque por el otro, le inquieta la idea de que la UCV se vuelva dependiente de los trabajadores estatales.

Señala que en muchas facultades los empleados ya no vienen a trabajar debido a los bajos sueldos, de apenas cinco dólares mensuales. La situación se acentuó durante la pandemia, donde los mismos estudiantes y voluntarios se encargaban de la limpieza y desmalezamiento de sus escuelas ante la falta de personal. 

Razona que este problema hace que la autonomía que goza la UCV quede solo en el papel. Si bien académica e institucionalmente se mantienen independientes, poco a poco su situación puede obligarlos a permitir más acciones externas en sus espacios. “Ahorita no hay vigilantes porque están ganando tres o cuatro dólares, ¿qué va a tocar, que venga la Policía Nacional Bolivariana (PNB) a cuidarnos?”, cuestiona. 

La respuesta a qué pasaría si permiten a los cuerpos de seguridad del Estado patrullar en el campus es algo que el dirigente estudiantil prefiere evitar pensar.

Vuelta a clases

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Jesús Mendoza, representante estudiantil ante el Consejo Universitario. Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

Para mediados de octubre el régimen de Maduro aspira a retomar las clases presenciales en todos los niveles. Desde la educación primaria hasta la universitaria. Para eso se ha interesado en acondicionar los espacios de la UCV, además de vacunar a profesores y estudiantes contra el covid-19.

Depende no solo de la pandemia, sino de las condiciones que cada facultad y cada institución tiene para hacer la semipresencialidad (…) no es difícil, pero yo lo veo bien complicado”, declaró la rectora García Arocha el 29 de septiembre de 2021, en una entrevista a Unión Radio.

Como representantes de los estudiantes, Palacios y Mendoza están de acuerdo con volver a las aulas. Personalmente lo desean, pero saben que no basta simplemente con tener pupitres y vacunas. Ante los bajos sueldos, sindicatos obreros y organizaciones como la Asociación de Profesores de la Universidad Central de Venezuela (Apucv) han hecho llamados activos a no incorporarse a las clases este semestre. Por supuesto, como en otras ocasiones, el paro será opcional y a discreción de cada docente.

“Sí creemos que hay que volver, porque ya venimos de dos años de una paralización importante de la universidad. Es elemental la presencia de nosotros como ucevistas, porque esta comisión ha tenido cancha libre al haber poca gente que les haga contraloría. La universidad está desarticulada y necesitamos estar presentes para movilizarnos”, destaca Mendoza.

Fuera del rádar

El consejero universitario indica que si el panorama en el campus de la CUC es delicado, en los núcleos de la UCV en el interior del país es peor. Sedes como los componentes docentes en Puerto Ayacucho (Amazonas), Ciudad Bolívar (Bolívar) y Barcelona (Anzoátegui) están paralizados por falta de personal. Igual ocurre con el Programa de Estudios Universitarios Supervisados de Arquitectura en Barquisimeto, Lara.

La situación es particularmente seria en el núcleo ubicado en Maracay, Aragua, y el Núcleo Experimental Armando Mendoza, en Cagua, Carabobo. Este último, donde funciona la carrera de Ingeniería de Procesos Industriales, está completamente destruido a causa de los constantes robos y actos vandálicos.

“Mañana, aunque le aumenten a 100 dólares el sueldo a los profesores, el estudiante de Cagua no tiene sede para estudiar, porque está totalmente desvalijada”, lamenta Mendoza.

Ninguno de los núcleos está contemplado en las obras de recuperación que realiza el régimen, a pesar de necesitarlos. Quizás por no formar parte del patrimonio de la Unesco. Mendoza afirma que incluso se dejó por fuera a los profesores del interior del país en la jornada de vacunación. “Ellos son tan ucevistas como nosotros y es vital que les arreglen sus espacios y buscarles soluciones”, opina.

Un regalo para la universidad

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Luis Palacios, presidente adjunto de la FCU-UCV. Foto: Víctor Salazar / @Vaskdc

El 22 de diciembre de 2021 se cumplirán 300 años de la fundación de la UCV. Sin embargo, hoy “la casa que vence las sombras” depende de la recuperación del Aula Magna para poder realizar los actos conmemorativos. Sin los actuales trabajos, la universidad habría llegado a esta fecha en su peor momento, entre la oscuridad del abandono y la pandemia.

Los jóvenes universitarios lo saben. También son conscientes de que el régimen de Maduro posiblemente aproveche el tricentenario para ganar protagonismo y rearticular al casi extinto movimiento oficialista de la universidad. “Obviamente quieren cobrarse los 300 años de la universidad y venderse como los salvadores que están rescatando un Patrimonio de la Humanidad”, dice el estudiante de Odontología.

Luis Palacios ya está en el último año de la carrera, pronto será su graduación. “Lo más honorable que uno puede hacer es dejar algo a la universidad”, resalta. Por eso desde la FCU, desea que el movimiento estudiantil trascienda los mensajes simples en videos o misas, y promueva iniciativas que logren cambios significativos. También espera lo mismo de las autoridades.

El mejor regalo que le podemos hacer a la universidad es hacer acto de presencia, más allá de una protesta. Hay que hacer actividades académicas, deportivas, culturales y de investigación que revivan su esencia”, apunta Jesús Mendoza.

Al salir por el arco de la puerta Tamanaco, la universidad parece ajena entre tantos andamios, camiones y obreros. Pero sigue allí. El ruido de los martillos se mezcla con el del tráfico y las guacamayas para recordar que la UCV sigue viva. Venciendo poco a poco las sombras.

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