- Un equipo de ambientalistas en Maracaibo explicó que las personas que consuman la carne de este animal podrían estar en riesgo de contraer enfermedades como la rabia
Mapache Ecoaventura, una organización que se encargada de promover la conservación y rescate de animales silvestres en el estado Zulia, alertó que en algunas zonas de Maracaibo se continúa con la tradición de cazar a mapaches para su consumo humano, aun cuando su carne pudiera estar contaminada.
José Sandoval, fundador de Mapache Ecoaventura, explicó para El Diario que, desde hace algunos años, tienen conocimiento de que algunos pescadores en Capitán Chico y Puntica de Piedra se dedican a la captura de mapaches por una antigua creencia y no por la necesidad de conseguir alimento.
Fue hasta hace unos días que el equipo de ambientalistas tuvo acceso a un video en el que una persona está preparando al animal para su consumo.
De acuerdo con la tradición, se tiene la creencia de que la carne del mapache tiene un alto valor nutritivo.
Sin embargo, esto ya ha sido desmentido por especialistas en el área quienes, en su lugar, advierten que al consumirlo existen altas posibilidades de contraer enfermedades zoonóticas como la rabia.
La ONG considera que es importante realizar labores de concientización en comunidades rurales para prevenir y reducir las actividades de caza de esta especie.
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Ya casi no hay mapaches hembras
La organización ambientalista trabaja principalmente en la reinserción de los mapaches en la isla Akiechi Weimei, que en su traducción del Añú significa Mágico Manglar.
Pero es una labor complicada. Uno de los principales obstáculos a los que se enfrentan es la captura y posterior tráfico de estos animales como mascotas domésticas.
De ese lugar, de acuerdo con sus reportes, pescadores sacan diariamente del sector Capitán Chico y Puntica de Piedra alrededor de 50 especies de animales para su tráfico ilegal.
En el mercado negro, comenta Sandoval, las crías de mapache se pueden llegar a vender por 3 y 100 dólares. Esta práctica ilegal también conlleva al asesinato de la madre, pues solo de esta manera se le puede quitar a su camada.
Un monitoreo realizado en el año 2018 reveló que al menos 79% de las especies que se extraen de los manglares mueren en las primeras dos semanas.

“Normalmente nacen de dos a cinco crías de mapache. El 100% de la reproducción no regresa jamás porque se los llevan. Además, al matar a la madre, causan que la población se esté quedando sin hembras”, explicó Sandoval.
Los ambientalistas advierten que desde que comenzó la pandemia del covid-19, en marzo de 2020, el tráfico de animales ha aumentado.
Los pescadores no solo capturan mapaches, sino también babillas, serpientes, búhos y águilas, afectando al ecosistema de la zona y dejando a la isla sin animales.
La muerte de mapaches por intolerancia
José Sandoval indicó que las poblaciones de mapache se reducen, principalmente, por la muerte del animal a manos de pobladores en zonas residenciales.
Ante esta situación, Mapache Ecoaventura se ha enfocado en organizar charlas de educación ambiental en escuelas y universidades.
Sin embargo, debido a la falta de combustible, la capacitación masiva sobre los cuidados de la especie ha disminuido parcialmente.
Sandoval también menciona que los mapaches son vendidos a las pocas semanas de vida porque en esta etapa es posible ser domesticados.

Pero una vez que llegan a su etapa de madurez sexual, a los 12 y 18 meses de edad, cambian su comportamiento y se vuelven agresivos como parte de su naturaleza de apareamiento.
Por esa razón, el equipo de ambientalistas enfatiza que es importante que, en caso de un avistamiento de un mapache u otro animal silvestre en el estado Zulia, la persona llame a la ONG para evaluar la situación y proceder con el apoyo de representantes del Ministerio de Ecoturismo y Misión Nevado.
La misión de Mapache Ecoaventura es reinsertar a esta especie en la zona de Mágico Manglar. Allí se encuentra una pareja de mapaches que está bajo constante observación y se espera que para el próximo año ya tengan sus primeras crías.
“Nuestras expectativas están fijadas para tener resultados de esta labor en al menos cinco años, pero para eso es importante educar y seguir con la labor de hacerle entender a la gente el respeto a la vida del animal silvestre”, concluyó el ambientalista.