• En Venezuela no existe un marco regulatorio que proteja las relaciones poliamorosas. Los testimonios de las personas consultadas por El Diario concordaron que la visión religiosa y conservadora de la vida evita que haya avances en el ámbito legal. Para comprender la dinámica del poliamor, ocho venezolanos cuentan sus historias de éxitos y fracasos viviendo bajo esta manera de relacionarse dentro y fuera del país. Diseño de portada: Mayerlin Perdomo

En Venezuela, el poliamor no se vive a plenitud en la esfera pública. Existen limitaciones en el ámbito social, a través de los prejuicios de la gente, y en el legal, mediante la inacción del Estado, algo que obliga a muchas polirelaciones a vivir su vida en privado, a diferencia de las relaciones monógamas tradicionales. Páginas en blanco están a la espera de que ocurra algún cambio en la regulación, se cree una ley al respecto o surja alguna iniciativa social o política. La incertidumbre sobre lo que les pueda ocurrir en el futuro mantiene a muchos inquietos y hace menos placentera la travesía de vivir una relación poliamorosa. Como hombre homosexual y poliamoroso, Jesús Gutiérrez está consciente de que no puede casarse y tampoco adoptar en Venezuela, debido a que no se ha legislado en esos ámbitos. 

En 2017, el activista por los derechos LGBTIQ+ brindó asesoría legal, junto a una organización con la que trabajó en su natal Barquisimeto (Lara), a una trieja poliamorosa de dos mujeres y un hombre, los tres de más de 30 años de edad. Una de ellas tenía un hijo de otra relación, un niño de 10 años de edad. Gutiérrez comenta que ella era una docente querida en su comunidad, no obstante, cuando su círculo cercano se enteró de que estaba en una relación poliamorosa empezaron a atacarla, incluso sus padres.

Esa noticia generó que varias personas pidieran que dejara la docencia e incluso los compañeros de clase del niño también llegaron a atacarlo por la dinámica familiar, al punto que la situación se tornó turbulenta para la trieja. La comunidad y su familia le querían quitar la custodia porque estaba criando al niño en un entorno que ellos consideraron “poco saludable”. Jesús señala que esa era una familia “funcional”, que vivía de manera ética y responsable. Al recordar ese caso, inevitablemente, Gutiérrez piensa sobre su futuro y lamenta que no exista ninguna regulación ni reconocimiento legal de los derechos de las personas poliamorosas y sus familias en el país.

“A nivel global, existe poco reconocimiento hacia las uniones poliamorosas. Hay algunas iniciativas, pero es un tema en constante discusión en todo el mundo, a pesar del carácter natural que tiene. Venezuela está atrasada, y por la propia crisis institucional de los últimos más de 20 años, no existe una verdadera intención de avanzar en materia de derechos”, señala el abogado Alfredo Félix, quien agrega que mientras no exista un Estado de derecho en el país, habrá mayores impedimentos al progreso social, las libertades individuales y grupales. Los expertos consultados indican que debido a la coyuntura, hay mayor interés en brindar apoyo a grupos religiosos en Venezuela, mayormente cristianos o evangélicos, a cambio de una “cuota de poder” o votos que colaboren a mantener el status quo. Para Félix, es posible que esa situación cambie, pero tomará tiempo y hará falta el apoyo de la sociedad. 

Descubriendo el poliamor en Venezuela: el peso de la tradición, la familia y la ley
Foto: referencial

En Colombia se reconocen las familias poliamorosas

Tanto para Richelle Briceño, abogada, docente y activista LGBTIQ+, como para Alfredo Félix, abogado de la ONG Defiende Venezuela, la legislación en Venezuela protege principalmente las uniones civiles entre un hombre y una mujer, según lo previsto en el artículo 44 del Código Civil. Los matrimonios eclesiásticos, de hecho, también solo bendicen esas relaciones, siendo en el país el segundo gran evento luego del matrimonio civil. Desde 1982 la norma civil no ha sido reformada. Los abogados concuerdan que, aunque la Constitución no prohíbe el poliamor, aún no han ocurrido avances en materia legal sobre ese ámbito. Esa inacción, a juicio de los juristas, viola varios derechos, incluyendo el derecho a la igualdad y la dignidad.

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Para la mayoría de los consultados para el seriado “Descubriendo el poliamor en Venezuela”, ni el poder Ejecutivo ni el Legislativo han abordado el tema en los últimos años, no existe interés y la sociedad tampoco ha impulsado que se discutan reformas en este sentido, como sí ocurre con el matrimonio civil igualitario. Félix resalta que la situación de las personas poliamorosas puede ser comparable a las luchas de la población sexo género diversa.

Venezuela es un Estado profundamente conservador y esto se ha acrecentado con la Emergencia Humanitaria Compleja actual. Las personas suelen entender que cualquier avance social es una cuestión ‘de izquierda’ y lo asocian con el ‘chavismo’. Esto también ayuda a potenciar a líderes religiosos y extremistas tradicionales, algo que podemos ver en el país y el mundo”, resalta Félix, quien señala que hay que entender que los derechos humanos parten de la dignidad humana y esta evoluciona, así como ha ocurrido a lo largo de los años.

Briceño destaca que, pese a que las posiciones religiosas limitan el avance en materia legal en distintos países, donde la monogamia continúa siendo vista social y políticamente como la única opción de relacionarse. Esa visión es apoyada por el mito del “amor romántico” que debe ser “bendecido” por la Iglesia. No obstante, han ocurrido avances significativos en países como Colombia en el ámbito legal, experiencia que pudiera ser tomada en cuenta como referencia en materia del poliamor, por ejemplo.

En junio de 2017, Manuel José Bermúdez, Víctor Hugo Praga y John Alejandro Rofríguez formalizaron su relación legalmente en la Notaría Sexta de Medellín y se convirtieron en la primera trieja en constituir un “régimen patrimonial” en Colombia, lo que jurídicamente los reconoció como una familia y aclaró las consideraciones a tomar en cuenta en el caso de que alguno fallezca. En un principio eran cuatro, pero Alex Esnéider Zabala falleció en 2014 por cáncer. Previamente una jueza de esa ciudad falló a favor de Manuel y John para que recibieran la pensión de Zabala, ya que fueron quienes estuvieron en la relación por más tiempo, desde 2004. Víctor llegó casi un año antes de la muerte del Zabala, por lo que no le aplicaba el beneficio.

En 2019, el fondo de pensiones introdujo un recurso de casación en la Corte Suprema de Justicia de Colombia contra la orden del tribunal que ordenó el pago de pensión a los viudos. No fue hasta diciembre de 2022 que la máxima instancia de ese país falló a favor de esa familia poliamorosa, al resaltar que la trieja de hombres tienen los mismos derechos que los matrimonios tradicionales, por lo que debían acceder a los mismos beneficios. La decisión marcó un hito en el país, lo que podría dar pie a que ocurran otras acciones similares en Latinoamérica.

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Opciones para el poliamor en Venezuela

No todas las páginas están en blanco. Para la abogada Richelle Briceño, a pesar de que no ha existido un debate público y consistente sobre el poliamor, hay posibilidades en la ley vigente, similares a las de Colombia, a donde se puede acudir si se desea formalizar una unión de más de dos personas en el país. La experta explica que las personas en una relación poliamorosa pudiera acudir a alguna notaría pública a registrar documentos de carácter civil, para gestionar algún poder o documento de sucesión en el caso de que alguno fallezca; o crear asociaciones de carácter mercantil, para que pueda fundar una empresa o emprendimiento que pueda resguardar el patrimonio de esas personas.

Sin embargo, Briceño explica que esas “uniones” no son iguales al matrimonio y tienen limitaciones. Para ella, el matrimonio va más allá del patrimonio, ya que allí está implicada la dignidad humana, pues todos tienen derecho de ser reconocidos. Pone como ejemplo cuando se redacta un documento de sucesión, caso en el que de acuerdo con la ley, los padres reciben hasta un 30 % del total de bienes y el resto puede distribuirse con la pareja. En esos documentos se puede aclarar quién tomará las decisiones en algún caso de enfermedad o después de la muerte.

“Partiendo desde la perspectiva del derecho, lo que no está prohibido, está permitido. Ahora, de allí a que algún registrador civil en Venezuela vaya a registrarlos (como relación poliamorosa) es complicado, porque no hay desarrollo legal, pero sí hay un espacio para el litigio, por lo que las personas podrían introducir algún amparo de interpretación constitucional”, destaca Félix. Para los juristas, la poca sensibilización sobre estos temas puede influir en la negativa de los notarios para garantizar la gestión de los trámites.

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Cuando la opinión de la familia marca

Aunque pareciera ser una solución factible el gestionar trámites y resolver parte de las interrogantes legales que surgen a la hora de emprender una relación poliamorosa, la opinión familiar suele ser vital a la hora de tomar decisiones futuras. Los ochos testimonios de personas poliamorosas consultadas por El Diario concordaron en que existe mayor apertura al tema de las relaciones éticas no monógamas por parte de los amigos que del propio núcleo familiar, quienes indagan desde la curiosidad y no desde el prejuicio sobre el poliamor. Venezuela es una sociedad matricentrada, algo que quedó claro en la mayoría de las figuras familiares que destacaron las personas entrevistadas: las madres y sus posturas tienen un peso vital en las vidas de estas personas.

Me resisto a mencionarle a mi mamá sobre mi relación poliamorosa. Hablé con mi tía, que conocía el término y me entendió. Fue como una liberación saber que alguien en mi entorno familiar, lejos de juzgarme, me apoyaba o me generaba una zona de confort. Luego pasó igual con otra tía y lo tomaron como algo normal”, dice Michael Hernández, quien tiene una trieja actualmente.

Al igual que Hernández, con una trieja vigente, Víctor Abache se limita a hablar sobre el poliamor con su madre, pero en su caso ocurre debido a que ella apenas está “aceptándolo” como homosexual. En los últimos años ha estado tratando de mejorar su relación de madre e hijo. Señala que aunque lo acepta y quiere, no cree que entienda el concepto de poliamor, como sí pasa con sus amigos.

De mi entorno familiar solo lo sabe mi mamá. Al principio la tomó por sorpresa y fue un shock muy fuerte. Pero no fue tan grave porque ya había salido del closet como una persona bisexual y no binaria. Me dijo que ya ‘estaba loca’. Luego fue muy receptiva y trató a ambas personas por igual. Cuando estábamos juntos, nos trataban con mucho cariño, pero era complicado para ella entender cómo funcionaba la dinámica, porque ella podía pensar que algo era infidelidad, ya que ella creció con la monogamia. Con mis amigos fue más sencillo, pero aún sí nos llegaron a decir que mi relación era una estupidez”, destaca por su parte Alexandra Sanabria, quien ha participado en relaciones poliamorosas.

En la experiencia de Arlette Montilla, agrega que las personas no “deciden” estar en una relación poliamorosa, sino que los individuos “se reconocen” como poliamorosos. Ella llegó a esa conclusión luego de documentarse, aprender sobre el tema y conversar con su hija, quien tiene una relación abierta. Cuando la discusión pasó al ámbito público, pudo debatir con amigos y personas de redes sociales. Ella se considera una persona “privilegiada” al no recibir tantas críticas a diferencia de otras personas y reconoce que existen casos que “no la están pasando bien” por no poder vivir como desean.

Hay personas que, aunque no están abiertos a una relación poliamorosa, cuestionan mucho el tema, no le tienen credibilidad o no apoyan ese tipo de relación. Aquí entra lo cultural y social, donde se cuestionan las experiencias que han vivido. Familiarmente se puede considerar que las relaciones están hechas de sufrimientos, sacrificios, infidelidad e infelicidad. Hay muchas personas que se están cuestionando en este momento cómo quieren relacionarse y qué es lo que puede darles a las personas mayor tranquilidad. Nos estamos replanteando como sociedad qué significa el compromiso y hasta dónde estamos dispuestos a comprometernos”, señala la psicóloga Layeiré Flores, quien también subraya que no se debe obligar a nadie que le “encajar” con el concepto del poliamor si no se desea.
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Un futuro incierto para el poliamor en Venezuela

Gutiérrez empezó a escuchar sobre las relaciones no monogámicas, como el poliamor, desde que era niño en un ámbito donde veía en programas de televisión o en la calle a parejas predominantemente monógamas y heterosexuales. En algún momento llegó a leer sobre el harem, una forma de vivir en el mundo árabe donde existe un jefe de familia y varias mujeres o esposas en un hogar, una dinámica aceptada social y legalmente en más 40 países, como Afganistán, Catar, Irán, Líbano y Zambia. No obstante, a diferencia del poliamor, en esos casos la poligamia es considerada por activistas y defensores de derechos humanos como una forma desigual y “machista” de relacionarse con las mujeres. 

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Luego Jesús vió las relaciones poliamorosas como una “opción” y posteriormente como una práctica cultural. En su adolescencia pasó del rechazo de esa dinámica a la aceptación, gracias a las películas sobre temáticas LGBTIQ+ que vio. Fue entonces cuando pudo hallarse como hombre homosexual y luego como poliamoroso que su perspectiva de la vida dio un giro.

“Pensé mucho el tema, lo hablé y leía al respecto. Me llamó la atención, sobre todo cuando conocí a la familia poliamorosa en Barquisimeto y veía que les funcionaba. Allí comienzo a cuestionarme y abrí mi relación con quien era mi pareja. Hicimos algunos acuerdos, comenzamos a conversar sobre lo que queríamos y cómo lo queríamos. Fue mi primer acercamiento a construir acuerdos, que es la base de cualquier relación, y que en las relaciones éticas no monógamas, como el poliamor, la tenemos como pilar”, destaca.

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La experiencia de tipo poliamoroso que tuvo Gutiérrez no prosperó debido a que su pareja rompió los acuerdos. Aunque está consciente de que los acuerdos pueden cambiar con el tiempo, en su caso no hubo respeto a las reglas establecidas. La vivencia de la trieja le gustó y espera tener una así nuevamente. Es una de las maneras en las que se ve estable, pero señala que no ha podido debido a los prejuicios. En su caso, explica lo complejo de llevar dos personas, por ejemplo, a una cena navideña en una casa conservadora católica.

El último closet del que me falta salir en mi vida tiene que ver con mi manera de relacionarme. No he hablado sobre esto con mi familia. Recién estoy hablándoles sobre la persona con la que salgo después de dos años estando con él. Decía ‘mi pareja’, pero ahora lo nombro y he mostrado fotos. Es muy complicado, aún no he conseguido cómo abordar el tema, porque todavía están con el asimilar que sea homosexual. Sé que es un proceso necesario que en algún momento tengo que afrontar. Mi novio está en la misma situación. Estamos acostumbrados a las relaciones heterosexuales monógamas, y todo lo que salga de eso suele ser visto como que está mal y está lleno de estigmas y prejuicios”, subraya Gutiérrez, quien destaca tener un círculo de amigos que le ha permitido hablar sobre el tema y aprender al respecto.

El navegar a lo largo del tiempo, recordar sus vivencias y conocer las distintas experiencias sobre el poliamor le ha permitido a Jesús Gutiérrez entender lo complejo que es relacionarse con más de dos personas en Venezuela. Para él la clave es informarse, estar estable emocionalmente, así como sentar las bases de la relación con acuerdos consensuados. En su opinión, el poliamor colabora a desarrollar la sensibilidad, ayuda a conectar con otros y ser empáticos en la sociedad. Con su empatía logró apoyar a la trieja que conoció en Barquisimeto en 2017 y, finalmente, tras una disputa legal que logró desmentir las acusaciones sobre la familia, obtuvieron que no se le arrebatara la tutela del niño a su madre. No obstante, él está consciente de que casos como ese pueden ocurrir en cualquier momento en Venezuela y, las autoridades probablemente no sepan cómo actuar.

Esa situación es una de las que suele llevar a relaciones poliamorosas a vivir alejados de la vida pública, como el caso de Gutiérrez y la familia a la que ayudó, y cierra, de momento, cualquier posibilidad de reconocimiento legal por parte del Estado. Pero sí le da la oportunidad a la sociedad civil de ver el poliamor con una mirada interseccional, como una bandera más que conecte con otras luchas y con la cual buscar el reconocimiento pleno de los derechos. Mientras eso no ocurra, las páginas en blanco continuarán volando en el aire a la espera de que alguien alce la mano, las tome y se anime a sentar las bases sobre el poliamor en Venezuela.

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