• Existen ventajas y desventajas al incursionar en las relaciones éticas no monógamas. La liberación sexoafectiva y distribución de responsabilidades económicas son algunas de ellas, según indicaron las personas consultadas por El Diario. Para comprender la dinámica del poliamor, ocho venezolanos cuentan sus historias de éxitos y fracasos viviendo bajo esta manera de relacionarse dentro y fuera del país. Diseño de portada: Mayerlin Perdomo

Sobre la cama los cuerpos van de un lado a otro. Un beso da pie a una caricia. Cuando la química corporal actúa y deja que los cuerpos se conecten de distintas formas, llegan al punto máximo del clímax. Cuando el amor se presenta, la sensación puede ser más intensa. Tras unos cuantos suspiros, el alma vuelve al cuerpo y ellos a la realidad. Para Leandro Viloria, un activista defensor de los derechos humanos de 35 años de edad, el poliamor es mucho más que sexo. “Es verdad que eso es importante y esencial en una relación, pero no es lo único. La convivencia es uno de los temas más fuertes”, señala sobre su historia. Al convivir con dos personas, les toca enfrentar responsabilidades económicas, por ejemplo. Al ser tres, indica que es más sencillo manejar la realidad venezolana y costearse la vida. Ese es uno de los beneficios de vivir teniendo una relación poliamorosa.

Freddy Salazar, médico infectólogo y sexólogo, explica para El Diario que en la actualidad el poliamor tiene una mayor aceptación en la comunidad médica, psicológica y científica, ya que se ve como otra alternativa a las maneras tradicionales de relacionarse. Señala que puede ser saludable siempre y cuando las personas no se involucren como una excusa para solucionar problemas o como “método de escape” a la monogamia, y siempre que se construya bajo los pilares de la libertad, el consentimiento entre partes iguales, la honestidad sin miedo al juicio y la compasión para velar por el bienestar de todos.

Una vez que las condiciones están dadas, tanto interna como externamente, las personas están listas para sumergirse en el placer, subraya Salazar, que no solo puede ser sexual. Ya sean dos o tres personas, cada uno en el acto sexoafectivo tendrá la capacidad de ser creativo para disfrutar y disfrutarse. El placer es el goce físico y psicológico derivado de las experiencias eróticas compartidas o solitarias en las que los pensamientos, las fantasías, los sueños, emociones y sentimientos están a “flor de piel”. Señala que todo lo que ocurra en ese momento será subjetivo y, en gran medida, tiene que ver con lo que está socialmente construido.

El médico Salazar señala que en toda relación hay riesgos, ya sea monógama o no monógama. Para él, los riesgos se reducen si todas las partes cumplen los acuerdos y, en el ámbito sexual, recomienda usar preservativos o métodos anticonceptivos, así como también que todos los involucrados en la relación se realicen periódicamente chequeos médicos para verificar que ninguno adquiera infecciones de transmisión sexual (ITS). Destaca que lo que la gente suele aprender del sexo se hace a través del constructo social, de lo que se ve en televisión, redes sociales o la pornografía. La clave, a su juicio, no se trata solo de informarse, sino de hacerlo adecuadamente.

Si soy una persona que no está disfrutando de la monogamia, porque no está acorde con su visión de vida y cambias a una relación ética no monógama, posiblemente sentirás más placer y lo disfrutarás más porque estás saliendo de la zona donde no eras feliz, donde no estabas teniendo placer. Quizás pasa por estar enfrascados en el ‘amor romántico’, que te dice que tú encontrarás a otra persona, ‘la mitad’, se unirán y vivirán ‘juntos y felices por siempre’. Las personas, al no conseguir esto, caen en la infidelidad”, señala Salazar.

Víctor Abache señala que, tras varias experiencias, aceptó que el sexo es parte fundamental de su relación. En su caso, explica que es como si se atravesara “un trance”, como estar bajo los efectos de alguna droga, en el que el destino es disfrutar a plenitud la otra piel. En su caso, no solo hay atracción física, pues se siente atraído por el intelecto de quienes les rodean. Califica como “indescriptible” la sensación de estar con sus parejas. Habla que él siempre busca el estímulo constante, pero está consciente de que no cualquiera puede tener una relación de ese tipo.

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“Por un lado, te sientes feliz, pleno, no tienes que reprimirte de lo que sientes. Cuando estás en una relación monógama y eres poliamoroso puedes sentirte ahogado y limitado. Ser poliamoroso no implica que te atrae ‘todo el mundo’, pero sí puedes crear vínculos únicos con cada persona. Si comunicas, todos están de acuerdo y en la misma página, si eres honesto, no hay mentiras y si respetas a tus parejas, todo saldrá bien y será una relación exitosa. En las relaciones poliamorosas también hay infidelidad y pueden fracasar. Eso pasa porque no hay comunicación fluida y los parámetros no se dictan adecuadamente”, destaca Alexandra Sanabria.

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Foto: referencial

El poliamor, entre ventajas y desventajas

No todas las voces expertas consultadas están de acuerdo con la cultura del poliamor. Jenny Marques, doctora en conducta humana, sexóloga y defensora de la “familia tradicional”, dice que las personas suelen buscar relaciones abiertas para “escapar a la realidad y evadir lo que no se quiere enfrentar”, como la baja autoestima o problemas de carácter. Explica que, según su experiencia, las personas se sumergen a las vivencias “nuevas y extremas”, lo que dispara la dopamina y serotonina, y cuando se desea regresar a la antigua rutina, hay un choque. Aunque subraya que no es imposible que existan las relaciones poliamorosas prósperas o saludables, destaca que “el ciudadano común” no siempre suele tener la madurez para asumir ese tipo de vínculo.

La doctora Marques agrega que, a su juicio, el poliamor está impulsado por “flojos emocionales”. “Es más fácil decir: ‘quiero involucrar a muchas personas porque mi corazón es amplio’, a decir: ‘mis habilidades y cualidades sexoafectivas son un desastre, no he tenido la valentía de ir a terapia, vengo de un hogar disfuncional, tengo heridas de la infancia y necesito ayuda’. Es más fácil no profundizar a abrirse a lo que el cuerpo pida”, destaca.

Dariana Castellano, quien ha tenido relaciones poliamorosas, considera que una de las desventajas de ser poliamoroso es que no todos tienen la capacidad de gestionar adecuadamente las emociones y los acuerdos. Ella señala que una persona necesita estar bien internamente para tomar la decisión de ser poliamoroso, de lo contrario, lo verá como un juego o experimento y habrá fallas a la hora de fijar acuerdos. Eso puede llevar a desgastes y conflictos: “los policonflictos”.

Uno tiene que ser bastante organizado a la hora de administrar el tiempo, porque bajo un modelo relacional donde estás con varias personas, más si incluyes afecto, hay que tener la suficiente responsabilidad afectiva para dedicarle a cada uno el tiempo que se merece. Al programar este tiempo, eliminas el espacio de espontaneidad. Hay gente que no le gusta eso, pero es la forma en la que cada vínculo siente que tiene espacio para compartir”, agrega Castellano.

El psicólogo Jorge Blanco explica que el relacionarse con varios vínculos poliamorosos implica que se puede tener una red de apoyo a la hora de hablar sobre lo social, y también permite transitar el duelo o la ruptura amorosa, por ejemplo. Blanco agrega que estos vínculos funcionan como en una familia, pero en este caso son como una tribu o grupo, donde pueden o no relacionarse sexualmente, compartir sus experiencias y salir juntos.

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Blanco añade que, esa sensación de bienestar al relacionarse sexoafectivamente con varias personas puede ser abrumadora para algunas personas. Al no regular el número de personas con las que se vinculan al mismo tiempo, estas pueden sobrecargarse emocionalmente y bajar la “batería social”, agrega, por lo que recomienda acudir a terapia frecuentemente para atender la salud mental.

“Si bien no necesariamente tienes que salir o gastar dinero en una cita, a veces sí hace falta y la economía venezolana no siempre permite que esto suceda. Si pasa con una pareja monógama imagínate teniendo dos. Si en el ámbito económico las cosas no están balanceadas se notará y traerá problemas, sobre todo si estás en una pareja poliamorosa jerárquica, donde ya hay proyectos de vida establecidos y tienen sus propias finanzas. Si hay un desequilibrio, eso se notará, sobre todo si la persona que no aporta en el vínculo central y quiere aportar a los otros vínculos. Si no estás consciente de cómo manejarte en el ámbito económico, eso también puede traer problemas”, expresa Castellano.

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Sentando las bases para abordar el poliamor en Venezuela

La primera vez que Viloria escuchó sobre el poliamor fue hace más de 10 años y luego incursionó en una relación de este tipo tras vivir una relación monógama homosexual. Lejos del mito sobre “la promiscuidad”, durante sus primeros encuentros poliamorosos no tuvieron sexo. En ese entonces, vivieron distintas experiencias previas a la que tienen actualmente. “Ha sido bonito, pero tuvimos que tener mucha madurez, sino sería muy difícil sobrellevar esto”, indica Viloria. Para él, la travesía a lo largo de los años ha sido “divertida”, a pesar de que han navegado un trayecto lleno de prejuicios, han podido vivir momentos “buenos y tristes”.

Cuando tuvimos nuestro primer poliamor, yo se lo presenté a mi mamá y a mi pareja también. Les explicamos que éramos tres. Ella nos dijo que eran cosas de ‘muchachos modernos’, pero no hubo tanta complicación. Los amigos también lo aceptaron bien. Aparentemente no hubo prejuicios, aunque la gente preguntaba cosas, pero no sentí discriminación”, recuerda Violoria, quien agrega que sí llegó a sentir que llamaba la atención junto a sus novios debido a que solían vestirse de manera similar.

Aunque en Venezuela no existen cifras que permitan contrastar o comparar las realidades de la población que apuesta a la cultura poliamorosa, en otros países de la región es un tema del cual se habla en distintas plataformas frecuentemente. En Argentina, el Observatorio de Consumo Joven, junto a la consultora Ibarómetro y la Universidad de Palermo, realizaron un estudio a personas de 18 a 30 años de edad. En 2018 determinaron que el 25 % de los encuestados está de acuerdo con tener relaciones amorosas con más de una persona a la vez.

En Venezuela hay un estigma muy grande porque la gente no se deconstruye lo suficiente como para saber si es poliamoroso o no precisamente por los estigmas que existen y prefieren ser infieles que decir: ‘soy poliamoroso’. El poliamor no es una excusa para ser infiel, pero hay personas que no están lo suficientemente ‘deconstruidas’. Estando con una persona no dejan de sentir atracción hacia otras, pero no externalizan con la persona con la que están por miedo a que lo rechacen. Es falta de análisis personal, pero en un mundo tan estigmatizado y en una sociedad con tantos prejuicios como la venezolana es difícil declararse como poliamoroso porque pues te mirarán y te dirán: puta o perro”, sentencia Sanabria.

Además, en 2016, un informe del Journal of Sex & Marital Therapy determinó que 1 de cada 5 estadounidenses asegura haber tenido una relación consensual fuera de la pareja. La existencia de estas relaciones no solo se limita a América, pues el 60 % de los españoles aseguran que prefieren tener algún tipo de relación abierta y un 12 % se decanta por tener una relación poliamorosa, de acuerdo con un estudio del foro de citas Joyclub de 2022. Para el psicólogo Jorge Blanco, la gente en esos países de América y Europa es más abiertas en cuanto a cómo vincularse y logran separar sus relaciones de lo que genera prejuicios, como las opiniones religiosas y sociales.

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“Los jóvenes incursionan en el poliamor por esta creencia y postura actual que tiene la juventud de ir en contra de lo establecido moralmente o éticamente en cuanto llevar una relación, más allá de la sexualidad y de lo permitido. Son personas que no están de acuerdo con el sistema y de cómo define una relación. Pese a que se ve entre los jóvenes, se sabe de matrimonios que deciden ser poliamorosos luego de 40 años de casados, para darle un giro a la relación o solo se dan cuenta que la monogamia no es el camino”, dice Blanco.

Blanco también destaca la posición de la psicoanalista argentina Mirta Goldstein, quien señala que el poliamor siempre existió, solo que “el machismo” lo usó como prerrogativa para tener más de una familia, en la que los hombres se involucraban con más de una mujer, como la poligamia (cuando un hombre mantiene varias relaciones o matrimonios al mismo tiempo), que es diferente a los acuerdos del poliamor. Explica que lo que cambia del poliamor es que las mujeres también lo practican, pero en condiciones de igualdad. Y el psicólogo va más allá en el tiempo y menciona que durante la época del psicoanalista Sigmund Freud, se estudió las relaciones sexoafectivas consensuadas y éticas.

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“Nuestro ser está inmerso en una cultura, que tiene que ver con unas prácticas, códigos éticos y morales en los cuales nos vamos desarrollando y cuando tenemos criterio escogemos qué elegimos y qué no. Este criterio va acompañado de un proceso de cuestionamiento en el que decidimos qué hacemos y nuestra forma de vincularnos. Más que edad, tenemos que ver el contexto donde están. Hay ciudades que son mucho más conservadoras. En algunos lugares se puede promueve la monogamia de acuerdo a la religión predominante. Ahora, si una persona está en sociedades abiertas, donde hay libertad de elección, se permitirá este tipo de relaciones”, destaca la psicóloga Layeiré Flores.

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Una experiencia que se vive en privado

Cada noche, comenta Leandro Viloria, junto con sus parejas, suelen cambiarse de posición en la cama. El objetivo es que todos puedan disfrutar de todos. Él se siente satisfecho por lo que ha vivido, pues su trieja no solo se limita al placer. Señala que también hay cooperación y trabajo, lo que, según comenta, le permite proveer y construir su hogar. “Hay que tratar de ser equilibrado. Si uno compra un chocolate para uno, debe comprarle uno al otro, sino comienzan los celos y los problemas”, subraya Viloria. La clave, a su juicio, para tener una relación saludable y duradera es mantener el equilibrio y ser sincero, también cooperar, ya que “el éxito de uno es de todos”.

Las experiencias que Viloria y las personas poliamorosas viven suelen estar limitadas al espacio privado. El también activista por los derechos humanos Jesús Gutiérrez señala que, al vivir en Venezuela, si se desea estar en espacios públicos “tienes que vivir escondiendo a alguna de las personas”. Es aún más complejo cuando se desea tener un espacio propio donde vivir, adoptar o formar un hogar y una familia. Gutiérrez se cuestiona: “¿Cómo hago para conseguir un alquiler en el que me dejen estar con dos hombres? Me dirán que no, nos dirán pervertidos o enfermos. Es complicado establecernos como familia. Es difícil sobrevivir a los estigmas sociales”, lamenta.

Pero el poliamor no es egoísta. Para Gutiérrez, las relaciones poliamorosas aportan distintos valores a la sociedad. Él destaca que quienes están en alguna relación así, pueden comunicarse de mejor manera y con más personas, generar acuerdos con base en el consenso y fortalecer la empatía. Igualmente disminuye el sentimiento de soledad y hace pensar a las personas sobre el futuro y cómo otros pueden influir en él. También colabora a mejorar la autoestima y construir vínculos más fuertes y duraderos con el entorno social. Espera que con el tiempo se desdibuje la imagen “sexualizada” de las relaciones poliamorosas, que si bien es cierto que viven a plenitud su sexualidad en privado, también es verdad que desean vivir otras experiencias en público y formar una vida en familia como cualquier pareja monógama, algo que en el país se ve limitado por distintos factores económicos, sociales y culturales.

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