- El equipo de El Diario abordó este tema con cuatro expertos, quienes ofrecieron sus recomendaciones y las rutas de atención a seguir. A pesar de las iniciativas del Estado, Cecodap indica que no se ha atendido la problemática de manera adecuada
Cada 2 de noviembre se conmemora el Día Internacional contra la Violencia y el Acoso Escolar, problemas frecuentes que afectan a numerosos niños y adolescentes en todo el mundo.
Este texto se publicó originalmente en 2022.
La manera de actuar de Iván era considerada “distinta” por quienes lo rodeaban mientras cursaba primer grado de educación primaria, por lo que sus compañeros de clase lo molestaban. En ese momento, comenta, solo buscaba jugar o hacer amigos; no tenía claro el concepto de sexualidad que sí tiene ahora. Desde entonces, su vida estuvo marcada por el acoso escolar. Al igual que él, miles de niños y jóvenes en Venezuela sufren de esta forma de violencia, una que actualmente toma mayor importancia ante el creciente número de casos registrados en redes sociales y el tratamiento inadecuado que en muchos casos les da el Estado, las escuelas o incluso las familias.
En su infancia e incluso en la actualidad, con 22 años de edad, Iván se considera una persona sensible, algo que le llamó la atención a los niños que estudiaron con él. “Me decían que actuaba como una niña y mi mente se confundía. Allí viví mis primeros momentos de acoso escolar”, comenta el joven sobre sus días en el colegio en el estado Carabobo, donde vive. Posteriormente estudió en una institución privada, donde la situación de acoso escolar continuó. “Para mí era mejor estar tranquilo y eso a los varones les molestaba. Recuerdo que en esos años me llegaron a pasar el coleto por la cara”, relata el joven.
El acoso escolar no es un juego ni “chalequeo”. Carlos Trapani, abogado y coordinador general de Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap), explica que este es un tipo de violencia presente en centros educativos que compromete la convivencia escolar. “Es una violencia multicausal, es reiterada en el tiempo, sistemática, progresiva, no deseada, responde a una asimetría de poder y es una violencia que se materializa entre pares: niños, niñas o adolescentes”, completa.
4.910
personas atendidas en el Servicio de Atención Psicológica de Cecodap65 %
fueron niños, niñas y adolescentes10 %
acudió por casos de violencia, siendo el cuarto motivo de consulta de acuerdo con el informe Somos Noticia 2021.Tanto el abogado como la psicóloga de Cecodap Rosa Pellegrino indican que la población más vulnerable son los niños de la “primera infancia”, al igual que los adolescentes que inician su exploración sexual, con “gustos marcados”, o personas tímidas, introvertidas o sensibles. También, como deja claro el informe Somos, las niñas y adolescentes tienden a ser víctimas de violencia escolar, que puede decantar en violencia de género o sexual. “No solo se trata del acoso físico, el acoso verbal, el acoso relacional, también puede materializarse por redes sociales o plataformas digitales”, agrega Trapani.
“Durante la pandemia, si bien el acoso escolar se redujo, se incrementó todo lo relativo a ciberacoso: hostigamiento en redes sociales, mensajes y grupos. El acoso escolar no solo se manifiesta a partir de la violencia activa, también se manifiesta a través de la exclusión: el niño que es dejado fuera de los espacios, los chats, que no tiene reconocimiento o visibilidad; algo que que afecta su desarrollo”, explicó Abel Saraiba, psicólogo, psicoanalista y coordinador adjunto de Cecodap.
Pellegrino indica que detrás del agresor pudiera estar pasando por situaciones que, en otros contextos, lo convierten en víctima, por lo que invita a darle un trato adecuado a los involucrados en casos de acoso escolar. Ella agrega que los agresores tienden a atacar a una persona vulnerable que no se defenderá o que se quedará callada. “Existe la tendencia de ir por el más débil. También se puede fomentar el acoso escolar en conjunto, lo que hace más vulnerable a la víctima”, completa.
¿Cómo identificar un caso de acoso escolar?
Este no solo se refiere a una situación en particular de violencia, es un conjunto de situaciones que afecta física y psicológicamente al niño y adolescente a corto y largo plazo. Una de las recomendaciones de la psicóloga Rosa Pellegrino es estar atentos a las alteraciones del estado de ánimo. Por ejemplo, cuando un niño se mostraba extrovertido y ahora está retraído, o cuando un adolescente cambia sus emociones y acciones “de manera radical”; ambas situaciones dejan ver un patrón de comportamiento que pudiera estar relacionado con el acoso escolar.
La violencia puede no presentarse de manera inmediata y, a través de señales, los padres y representantes pueden identificar a tiempo lo que ocurre. Trapani señala que la familia debe estar atenta si un niño llega sin sus pertenencias, con sus útiles rotos, si llega golpeado, incluso si tiene llanto al momento de ir a estudiar o salir del colegio, monitorear su círculo de amistades, las cosas que dice y “los silencios”.
El acoso escolar también puede identificarse a través de comportamientos atípicos: cuando a un niño le gustaba jugar con sus juguetes o amigos y ahora no lo hace. Pellegrino también menciona que los niños pueden no expresar lo que sienten, por lo que debe fomentarse espacios de confianza. “Muchas veces uno trata de fomentar el espacio de confianza cuando sospechamos que está pasando algo, con el objetivo de que nos cuente, pero ese espacio de confianza debe existir siempre, para que cuando ocurra algo, el niño se sienta seguro de contar lo que ocurre”, recomienda la psicóloga.
El espacio de confianza, agrega Rosa, no debe buscarse desde la violencia o agresión, porque el infante puede percibir un mensaje equivocado y pensar que si se le regaña es porque está “haciendo algo mal” o “no se le quiere”. Para ella, cuando un niño o adolescente se equivoca no debe tratársele desde la indiferencia o el desapego. Completa señalando que hay que darles a entender que “sus problemas también son valiosos”.
La experta agrega que, además de las mujeres, algunos hombres pueden verse afectados por la violencia escolar debido a la dinámica “machista” que puede girar en torno a ellos, principalmente en adolescentes. Así le pasó a Iván. Cuando cumplió 14 años de edad estudió en un colegio público. Como adolescente, empezó a cuestionarse su sexualidad; en ese momento solo “le gustaban las personas”. Fue un buen estudiante, sus notas y primeras posiciones en los boletines dan fe de ello. En tercer año de bachillerato, llegó a salir con una joven de su edad fuera del colegio. Su relación con sus amigos era buena.
“El problema comenzó cuando uno de mis mejores amigos comenzó a gustarme, me sentía atraído por él, me gustaba muchísimo”, explica el joven, quien a pesar de estar consciente del peligro que corría si le confesaba, le declaró su amor a su compañero. En un principio, el cariño fue mutuo, hasta que empezó a ignorarlo, a dejarle de hablar y correr rumores sobre él en el colegio: “Es marico”.
Su compañero negaba exponer su orientación sexual. Con los rumores, el ambiente en su salón se tornó tenso. En todo momento, su grupo de amigas lo cuidaba, lo apoyaban y lo protegían. Un día, durante el trayecto de su casa al liceo, un grupo de jóvenes y ese compañero que quiso y luego lo juzgaba, empezaron a lanzarle piedras. “Me decían ‘marico’, se burlaban porque era gordo. Decían que era horrible, que nadie me iba a querer: ‘aparte de feo, marico’”, narra. A partir de ese momento, comenzó a ser una persona más tímida y “cerrada”, cuestión de la que no se dio cuenta su familia.
“Si nuestro hijo es víctima de acoso escolar, no es porque tiene un problema. Nunca merecerá ser víctima de acoso escolar, independientemente de su personalidad. Cualquier persona puede ser víctima de acoso”, explica Rosa Pellegrino. Al igual que Iván, al menos un 55 % de las personas de la comunidad LGBTIQ+ sufrieron acoso escolar durante su infancia y adolescencia, de acuerdo con un estudio elaborado por la abogada y exdiputada venezolana Tamara Adrián.
¿Qué hacer y a dónde acudir en caso de que un caso de violencia por acoso escolar escale?
La Ley Orgánica de Protección del Niño, Niña y Adolescente (LOPNNA) promueve la mediación entre las autoridades escolares, las familias y los niños en casos de acoso escolar. Sin embargo, cuando la violencia no cesa a través de la mediación e intervención de un experto, psicólogo u orientador, Carlos Trapani recomienda acudir al Consejo de Protección y las Defensorías del Niño para recibir una adecuada orientación.
De acuerdo con el protocolo del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), existen distintos factores para resolver conflictos entre pares de manera positiva, como tener personal docente informado y formado en el área, no obstante, Trapani indica que, ante la poca atención que se le presta al tema en las instituciones educativas, la falta de protocolos y pasos a seguir cuando se presente algún caso imposibilita que se le de un abordaje adecuado al acoso escolar.
“Debemos incluir datos, reportes, investigaciones, para poder identificar buenas prácticas y permir el abordaje del acoso escolar. Hay que promover el reporte, el no reportar y el guardar silencio estimula la agresión, a medida que los niños están empoderados y saben qué es importante reportar, tienen a quién reportar y reciben respuesta, en esa medida estamos contribuyendo a poder canalizar los casos”, exhorta Trapani.
En cualquier circunstancia, Rosa Pellegrino recomienda acudir al psicólogo. “La atención psicológica es una herramienta importantísima para que el niño o adolescente pueda desarrollar herramientas de afrontamiento frente a la situación, poder saber responder sin agredir de vuelta, saber cómo proteger su autoestima para blindarse frente a los comentarios e insultos que pueden ir afectando lo que piensa de sí mismo, su percepción y su autoconcepto”, subraya la experta.
La psicóloga también aconseja mantener comunicación fluida entre los colegios y las familias, para conocer lo que ocurre si se presenta un caso de acoso escolar, trabajar en familia este tema, cuidar los comportamientos de los padres frente a los hijos, pues pueden copiar actitudes de los adultos.
“En los colegios no se cuenta con la suficiente información sobre qué protocolo seguir a la hora de tener en el colegio un caso de acoso escolar. Tienen la tendencia de reportarlo y desligarse. En el colegio se pueden hacer cosas para disminuir que la situación de acoso se perpetúe o se repita o se multiplique. Lo que hagamos con esos casos en el colegio, tiene que ver con el curso que tomarán los casos”, comenta la experta.
Para Rosa Pellegrino, los maestros y profesores tienden a tomar acciones inmediatas para atender a las víctimas, como cambiarlos de lugar en el salón o ubicarlos en otra aula. “Muchas veces se atiende a la víctima y el agresor se queda allí. El personal de la escuela debe revisar qué sucede con el agresor y llevarlo a terapia psicológica, hacer reuniones entre padres de víctimas y victimarios. Es un manejo pobre que se le da a este último. Tienen que brindar herramientas para atender la situación, tanto para el que es agredido como para el que agrede”, recomienda.
Lo que hacen los docentes en el aula ante el acoso escolar
La red de escuelas de Fe y Alegría tienen una línea de acción definida para atender casos de acoso escolar. Yameli Martínez, docente y coordinadora nacional de Ciudadanía de Fe y Alegría, indicó que esta comienza con el monitoreo para recoger los casos de los tipos de violencia. Dentro de esos casos han identificado una serie de patrones de acoso escolar.
En las aulas de las instituciones de esta red se trabaja la resolución de conflictos, el trabajo en equipo y la formación en valores. Se busca desarrollar competencias ciudadanas, sin embargo, Yameli Martínez considera que durante los últimos años ha incrementado la violencia entre niños, niñas y adolescentes en las aulas. La educadora cree que esto ocurre debido a que, luego de estar en confinamiento y no relacionarse con otras personas, algunos niños y adolescentes tienden a “drenar” en la escuela.
La prevención, el monitoreo y registro del ambiente escolar promueve una actuación temprana de casos de acoso escolar. En lo que va de año no se han registrado casos de violencia escolar entre niños, niñas y adolescentes en instituciones de Fe y Alegría. Cuando se presenta alguno, la institución busca llevar primero a un proceso de conciliación, con apoyo de profesionales y especialistas.
“Cuando existen casos de acoso escolar en nuestras escuelas los docentes tienen que aprender a detectarlos. Eso se puede hacer cuando hay cambios de conducta en estudiantes. Al detectar, luego hay que escuchar, sin minimizar las quejas que los jóvenes puedan presentar. Posteriormente se interviene, se desarrollan las acciones necesarias para aplicar el protocolo que existe en las escuelas de Fe y Alegría”, explica Yameli.
Fe y Alegría tiene el Protocolo de Intervención y Seguimiento de los Casos de Violencia Hacia los Niños, Niñas y Adolescentes. Martínes relata que este inicia sentándose con el estudiante, registrar la situación, identificar el tipo de acoso (verbal, físico u otro), conversar con los padres y representantes. Posteriormente, dependiendo de la gravedad del caso, lo direccionan a un especialista, como un psicólogo. Si hay agresiones físicas se aplica apoyo médico y legal, se acude a los Consejos de Protección y los organismos competentes. La ayuda es tanto para la víctima como para el victimario.
“Tenemos cinco pasos clave: la prevención, la detección, la intervención, la derivación y el seguimiento. Si son situaciones que necesitan conciliación o negociación, vamos a la Defensoría, si son casos donde hay agresión, vamos al Consejo de Protección o el Ministerio Público. También formamos a los padres”, subrayó Martínez.
A raíz de las recomendaciones del fiscal afín al régimen de Maduro ante el incremento de la violencia escolar en el país, Fe y Alegría ratificó la línea de prevención y acción contra el acoso escolar. Con charlas, talleres y actividades preventivas la red de escuelas busca disminuir la incidencia de acoso escolar. “La clave que puede evitar que sigan existiendo casos de acoso escolar en el país es la educación que viene desde el hogar”, sentenció Yameli Martínez.
La actuación del Estado ha sido insuficiente y tardía
“Hubo una visibilidad de casos de acoso escolar a partir de situaciones de suicidio, donde la situación de acoso escolar se mantuvo en la opinión pública. Creo que es una oportunidad para que el tema de la prevención de la violencia y de la protección de los niños en el ámbito escolar sea un tema de consenso y permita mejores espacios de participación”, dijo Carlos Trapani.
El fiscal general del régimen de Nicolás Maduro, Tarek William Saab, informó que el Ministerio Público ha documentado en lo que va de 2022 más de 75 casos de acoso escolar en el país. El último se registró en La Guaira, donde Saab designó el 16 de mayo al fiscal séptimo de la entidad para investigar una pelea entre adolescentes en el liceo José María Vargas. La actuación del Estado ha dejado ver que atiende la coyuntura, “encarcelando” a involucrados sin conocer detalles del contexto y no se trabaja la prevención, indican los expertos.
El proyecto de Ley de Convivencia Pacífica Escolar, promovida por la ilegítima Asamblea Nacional (AN) es una iniciativa que, para Trapani, aunque era necesaria, llega tardíamente y de manera inconsulta con los involucrados en la norma y con una serie de “vacíos”. Por ejemplo, el abogado explica que en la ley se dice que cualquier miembro de la comunidad educativa puede materializar el acoso escolar, algo que aleja de la definición clásica. Para el abogado debe dársele un “abordaje diferenciado”.
El abogado criticó que se busque sancionar a los centros educativos que no brinden atención pertinente cuando muchos de ellos no cuentan con recursos para hacerlo. El Estado debe buscar también crear con el instrumento una ruta de lo que va a ocurrir en función al caso en concreto de acoso escolar y cómo aplicamos estrategias de acompañamiento psicosocial, jurídico y pedagógico. “La solución no es la expulsión, no es el retiro, ni siquiera la sanción penal en el caso de acoso. La idea es hacer detecciones tempranas para que esta violencia no escale”, recomienda Trapani.
Por ley, los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a ser protegidos del acoso y la violencia, así como también tienen el derecho de participar en los asuntos que les competen. Durante una conversación entre voceros de Cecodap y un grupo de adolescentes se determinó que el instrumento jurídico promovido por la AN deja una serie de interrogantes y temas no atendidos. Ante esto, la organización, así como los jóvenes recomendaron al Parlamento determinar una adecuada definición de acoso escolar, dónde puede ocurrir, quiénes participan, delimitar responsabilidades, una ruta clara de atención, priorizar a las víctimas, brindar apoyo a los victimarios y darles protagonismo a los jóvenes.
Además, el jurista señala que debe haber una definición concreta de “acoso” en la ley, no debe haber “menciones genéricas” sobre que el Estado debe promover cuando no se indica cómo, también debe determinarse el impacto económico, pues la norma menciona programas y servicios que requieren una inversión gubernamental.
La prevención es la clave
Para Carlos Trapani, darle un abordaje erróneo al acoso escolar hace que la violencia “sea más violenta y se expanda a otras personas”. Rosa Pellegrino invita a priorizar la salud mental, tanto en adultos, como niños, niñas y adolescentes. El acoso puede resultar, en el peor de los casos, en depresión, ansiedad o muerte. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), al menos 5 % población mundial sufre de depresión y el suicidio es la cuarta causa de muerte entre jóvenes de 15 a 19 años de edad.
Pellegrino indica que la atención psicológica y la prevención no debe buscar “cambiar” al niño y adolescente, o hacerlo “más fuerte”, sino capacitado para que tenga herramientas para enfrentar distintas situaciones. Iván relata que siempre tuvo buena relación con su familia. Al ver que era una persona sensible con ciertos hechos, le decían que “fuera fuerte” o que había cosas que tenía que vivir “porque sí”. Durante un taller de Biología, quien antes le gustaba y ahora lo molestaba, le puso la mano sobre el hombro y acercó una hojilla al cuello y le preguntó: “¿Qué pasaría si yo paso esto por tu cuello?”. Aunque Polanco pidió tener cuidado, su compañero no lo hizo. Al tocarse el cuello, estaba sangrando.
Para la suerte de Iván, la herida no pasó a mayores, pero ahora recuerda ese evento como uno de los más difíciles de su adolescencia. Desde ese momento, se distanció de sus compañeros, quienes no hicieron mayor cosa para ayudarlo. Cuando llegó a su casa, Polanco indicó que se había cortado con un árbol. Su familia actuó para ayudarlo. Al igual que él, comenta que otros de sus compañeros pasaron por situaciones similares en las que las autoridades de los colegios tenían poco interés por tratar de fondo el acoso escolar. Iván cree que era porque “ganaban muy poco”. “Vi como compañeros fueron atacados, los empujaban, les gritaban y les lanzaban cosas, les robaban dinero”, recuerda.
Ahora que trata de continuar con su vida, sabe que esos momentos marcaron su niñez. Desde su adolescencia le costó relacionarse sentimentalmente con alguien “por miedo a ser herido”. También se le hizo difícil aceptar su cuerpo. En la universidad fue distinto, pues pudo conectar con gente con sus mismos intereses. No obstante, en su paso por los pasillos llegó a sentir miedo cuando pasaba cerca de grupos grandes de hombres.
Iván Polanco nunca recibió disculpas de sus agresores, pero a pesar de eso, no guarda rencor. Él cree que la mejor manera de tratar el tema del acoso escolar es desde la prevención, la educación y el respeto. Ahora recuerda esos años de su infancia y adolescencia con dolor, pero con la certeza de que, contando su historia, otras personas puedan actuar a tiempo.
En un contexto en el que el Estado invierte menos del 1 % de su presupuesto anual en materia de salud mental, las deficiencias en todos los niveles se continúan acrecentando en los colegios, documenta Cecodap. En 2022, con el retorno a la presencialidad en las escuelas, hay un incremento considerable de hechos de acoso. Mientras la situación no cambie, historias como la de Iván continuarán ocurriendo en toda Venezuela, en detrimento de los derechos de los niños, niñas y adolescentes.