• Los privados de libertad se han visto afectados por enfermedades que vulneran sus vidas debido a la falta de atención médica, hacinamiento y poco acceso a los alimentos

Acostarse es un lujo para las personas privadas de libertad en los centros de detención preventiva y penales de Venezuela. El hacinamiento obliga a los reclusos a turnarse para dormir, incluso para caminar. Tomar el sol tampoco es una opción. Pero existe un problema que, junto con el hacinamiento, está mermando la salud de los detenidos: la desnutrición y tuberculosis. 

El Observatorio de Prisiones ha denunciado los casos de reos que se han contagiado con tuberculosis dentro de las cárceles venezolanas, esto acompañado de un elevado índice de desnutrición que se ha acentuado durante la cuarentena por la pandemia del covid-19  y que coloca a los afectados en una situación de mayor vulnerabilidad ante cualquier enfermedad.

Desde el año 1999 murieron 7.270 privados de libertad en las cárceles venezolanas, según cifras del Observatorio de Prisiones. Durante el año 2020 han muerto 104 reclusos, de los cuales 66 fallecieron por desnutrición y tuberculosis. 

¿Por qué existe un brote de desnutrición en las cárceles?

La Organización Mundial de la Salud (OMS) explica que la tuberculosis en las cárceles pueden representar hasta el 25% de la carga de morbilidad de un país. Señala que “la transmisión de la tuberculosis se ve favorecida por el diagnóstico tardío, el tratamiento inapropiado, el hacinamiento, la ventilación deficiente y los repetidos traslados”.

 Además destaca que existen otras condiciones de riesgo que aumentan la vulnerabilidad de los privados de libertad ante esta enfermedad. La desnutrición es un factor de riesgo al igual que otras patologías como el VIH y uso de sustancias psicotrópicas. 

La desnutrición y la tuberculosis se han convertido en la pandemia de las cárceles venezolanas, así lo afirmó para El Diario Carlos Nieto Palma, coordinador general de la ONG Una Ventana a la Libertad y defensor de derechos humanos. 

Por primera vez en la historia penitenciaria de Venezuela estamos viendo a presos morir por enfermedades como la tuberculosis y la desnutrición” Carlos Nieto Palma, coordinador de Una Ventana a la Libertad

En los registros de la ONG, hasta cinco años, la principal causa de muerte en los centros penitenciarios era la riña entre reclusos. Sin embargo, la situación ha cambiado con la agudización de la crisis carcelaria.

Cuando se decretó la cuarentena obligatoria en Venezuela por la pandemia del covid-19 en marzo, las visitas de familiares a los centros de reclusión fueron suspendidas. Esta medida afectó directamente a los reclusos pues la única comida que recibían era la que sus familiares pudieran llevarle. 

“Se ha intensificado mucho la desnutrición durante esta etapa de pandemia porque los familiares no pueden llevar la comida debido a que no los dejan entrar y eso agrava la situación de todos los reclusos”, explica Carlos Nieto Palma. 

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Denuncia que cuando los familiares pueden llevarle alimento a los reclusos, la opción que le ofrecen en el penal es dejar la comida en la entrada, pero esta nunca llega a los privados de libertad puesto que, según Nieto Palma, los custodios se quedan con ella. 

centro de detención en Venezuela
Foto: Cortesía

Salud en riesgo  

El Ministerio de Servicios Penitenciarios cuenta con un presupuesto destinado para la alimentación de los privados de libertad, sin embargo la comida no llega a los centros penitenciarios, indicó para El Diario Carolina Girón, directora del Observatorio Venezolano de Prisiones.  

“Si de algo tenemos que estar claros es que en nuestras cárceles la gran mayoría son personas de bajos recursos y la situación país, la inflación y el alto costo de los alimentos influye en la cantidad de comida que una persona puede llevar a un ser querido que está detenido”, explicó Girón.

Girón destacó que durante 2019 del total de fallecidos 73,46 % murieron por desnutrición o tuberculosis y resalta que durante la cuarentena ha aumentado el número de muertes por estas condiciones en las cárceles venezolanas. La directora de la ONG explicó que en el penal de  Tocuyito, estado Carabobo, han fallecido 11 personas por desnutrición desde mayo hasta finales de junio, de los cuales cinco murieron  por tuberculosis. 

El 28 de junio de este año se conoció la muerte de Yorman Alcides Sequera Fuentes, de 41 años de edad, quien estaba recluido en el Centro de Formación del Hombre Nuevo El Libertador, conocido también como Fénix, en el estado Carabobo. Sequera falleció presuntamente por tuberculosis y sepsis en la Ciudad Hospitalaria Dr Enrique Tejera. Su familia no había podido verlo desde el mes de febrero. 

“La cuarentena impidió que pudiéramos verlo. En varias oportunidades nos acercamos para llevarle ropa y comida, pero no nos dejaron. El lunes (22 de junio) le avisaron a mi mamá que estaba enfermo y durante dos días estuvimos en las afueras del penal tratando de conocer sobre su salud, pero nunca nos dijeron que estaba en tan mal estado. Cuando llegó al hospital no lo conocía, estaba demasiado flaco, en el hueso prácticamente. No pude conversar con él porque ya no podía hablar, y a los pocos minutos murió”, relató Betsaida  Pineda, hermana del occiso.

Las condiciones precarias de las cárceles propician los brotes de enfermedades, no solo tuberculosis y desnutrición, también los privados de libertad se ven afectados por enfermedades como el VIH, escabiosis, conjuntivitis entre otras condiciones que no son atendidas a tiempo dentro de los penales. A eso se le suma que las cárceles y centros de detención preventivas tienen un índice de hacinamiento de 120% y 400%, respectivamente, según cifras del Observatorio Venezolano de Prisiones. 

Penal venezolano
Foto: Cortesía

Los calabozos policiales son los más afectados por el hacinamiento puesto que están diseñados para ser centros de detención transitoria, con un tiempo máximo de reclusión de 48 horas. Sin embargo, los privados de libertad pueden pasar hasta tres años detenidos en estos lugares. 

“Generalmente una comandancia grande podrá tener capacidad para albergar 80 o 100 reclusos y estamos viendo que donde hay capacidad para 20 hay 250 personas”, comenta. 

Atención médica: beneficio nulo

Carlos Nieto Palma comenta que el servicio médico en las cárceles venezolanas es un beneficio nulo. Destaca que la ONG Una Ventana a la Libertad ha realizado operativos de atención médica en varios penales, pero no se dan abasto para cubrir a toda la población carcelaria. 

En los penales la atención médica no es la más completa, puesto que no existe un personal que labore las 24 horas del día, explica Carolina Girón.

“La medicina siempre es la ‘pastillita mágica’ que se la dan a todos, si les duele el oído o tienen una infección por ejemplo. No hay un servicio médico y de atención a la salud. Hay muchas cárceles que ni siquiera tienen una enfermera para apoyar en estos tratamientos”, comenta la directora del Observatorio de Prisiones. Destaca que son los mismos privados de libertad quienes se tratan empíricamente alguna dolencia o problema de salud. 

La situación se agrava cuando los reos se complican por alguna patología y necesitan ser trasladados a un centro de salud,el cual es un proceso que se retrasa lo más posible. “Los están llevando al hospital cuando ya están en las últimas condiciones. Se mueren en los pisos de los hospitales porque no hay camillas no hay nada”, explica Girón. 

En el caso de la tuberculosis, Girón explica que es una enfermedad que se da en lugares donde hay gran cantidad de personas hacinadas pero también destaca que es una patología fácil de curar si se cumple con el tratamiento adecuado. Antes de la prohibición de las visitas en los penales y centros de detención preventiva, los familiares debían llevar el tratamiento contra la tuberculosis, situación que se ha visto impedida por la pandemia.

La comunicación como derecho 

La directora del Observatorio de Prisiones denunció que además de las precariedades a las que se enfrentan los penales y centros de detención preventivas, la falta de comunicación se ha convertido en un problema durante la pandemia. 

Los familiares no tienen comunicación con sus seres queridos y viceversa, tampoco pueden visitarlos, lo que a juicio de Girón constituye una violación de derechos humanos.

La situación es desesperante para los familiares. Vemos que no solo se le está violando el derecho al que está detenido sino que también se le están violando los derechos a los familiares” Carolina Girón, directora del Observatorio de Prisiones

La situación en las cárceles venezolanas ha ido en declive.  Las precariedades se hacen presentes y se agudizan rápidamente dentro de los penales con el pasar de la cuarentena mientras que los derechos humanos de los privados de libertad y sus familiares se ven violentados. La crisis carcelaria, las deficientes condiciones de salud y la inacción del sistema carcelario ponen en riesgo la vida de los privados de libertad.

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