• En la Cota 905 existe una comunidad wayúu asentada desde hace más de 20 años. En esa zona popular de Caracas, lideresas y jefas comunitarias, junto a una escuela venezolana de circo, organizaron una actividad para fomentar el conocimiento de los pueblos indígenas y abrir el camino a la no discriminación desde la niñez

En el extremo sureste de la Cota 905, en Caracas, se levanta una cordillera aún revestida de verde, cuyos alrededores están repletos por una hilera de pequeñas casas. La zona de Las Quintas es el hogar de una comunidad wayúu que creció ocultando su origen indígena para esquivar el racismo y la discriminación. 

Daniela González vive en el sector llamado “la escalera de los wayúu” de la Cota 905. Hace más de 20 años que llegó a ese lugar, escapando de la violencia que les acechaba para ese entonces en La Guajira venezolana (Zulia). Daniela era muy joven, pero recuerda que la familia de su madre y su hermana fueron de las primeras familias de origen indígena en llegar a esta barriada caraqueña. Empezaron sus casas desde cero, pidiendo tablas y materiales para construir ellas mismas, poco a poco, su hogar. Actualmente Daniela, quien se convirtió en promotora y vocera de los pueblos indígenas, está comenzando desde cero como una vez lo hicieron su madre y su tía para hacer un cambio social en la Cota 905.

El impacto positivo que generó enseñar artes escénicas a una comunidad wayúu en la Cota 905
Foto: Jose Daniel Ramos @danielj2511

Ella es el enlace de un proyecto que une a niños, niñas y adolescentes wayúu con el resto de la comunidad, en un esfuerzo por desarraigar el ambiente de discriminación en el que creció. La iniciativa, que se llevó a cabo con la fundación Manzanoarte, se enfoca en la unión de la comunidad a través de la enseñanza de artes escénicas para inculcar a los niños que no hay barreras de identidad que los dividan, pues son muchos más los motivos que los unen.

Unión sin barreras

El proyecto de artes escénicas se centra en la enseñanza de acrobacias, malabares, danza y teatro a niños, niñas y adolescentes entre 8 y 17 años de edad. El grupo está compuesto por 15 wayúu y 15 “criollitos”, como se les refiere a los niños que no tienen familiares de pueblos indígenas. 

El impacto positivo que generó enseñar artes escénicas a una comunidad wayúu en la Cota 905
Foto: Jose Daniel Ramos @danielj2511
Comunidad. En los aldedores de laCota 905 hay cerca de 120 familias wayúus

A los estudiantes se les da la oportunidad de aprender a utilizar un trapecio y a cómo empatizar con el público. Se trata de dos semanas de capacitación donde el principal objetivo es que los niños puedan recrearse desde la educación y las artes. El espectáculo final, que tiene lugar una vez que concluyen las clases, está orientado en una presentación de la cultura indígena venezolana. 

Zorybel García y Luis Bogado, conocido como el Enano, fueron los profesores que se encargaron de que los niños aprendieran lo necesario para hacer una presentación para la comunidad de la Cota 905. Ambos consideraron que más allá de los ensayos, también era importante el conocimiento de la lengua wayúu si se quiere asegurar la equidad y la unión sin barreras que los difereciaran.

El impacto positivo que generó enseñar artes escénicas a una comunidad wayúu en la Cota 905
Foto: Jose Daniel Ramos @danielj2511

Fue en ese momento en el que Bogado le pidió a Daniela le enseñara a cómo pronunciar algunas palabras en wayúu para las clases que se realizaban de lunes a viernes. La idea era que los estudiantes se familiarizaran, así sea por primera vez, con el dialecto indígena. A los niños se les enseñó cómo saludar en wayúu y a cómo despedirse, despertando en ellos la curiosidad por aprender más palabras.

Daimiel, de 9 años de edad, y Jesús, de 11 años de edad, aprendían a cómo hacer malabares hasta que a Jesús se le ocurrió preguntar cómo se pronunciaba “pelota” en wayúu. Involucrarlos con la lengua es algo que llena de satisfacción a Bogado. “Creo que inculcar esa pequeña curiosidad en los niños y niñas es algo muy necesario porque muchos de ellos no saben que existen pueblos indígenas o piensan que estas comunidades se encuentran muy lejos. Es una dinámica que me ha alegrado mucho porque tanto ellos como yo estoy aprendiendo algo nuevo todos los días”, dijo.

El impacto positivo que generó enseñar artes escénicas a una comunidad wayúu en la Cota 905
Foto: Jose Daniel Ramos @danielj2511

El impacto que ha tenido esta iniciativa ha generado que muchos representantes estén interesados en que sus hijos reciban clases luego de la escuela. Milagros Pacheco, quien es jefa de calle de la zona, refiere que esta actividad ha servido para que muchos niños puedan modificar su rutina de una manera en la que están jugando y aprendiendo. Considera que a partir de este proyecto se estableció algo similar a un “puente” entre la comunidad wayúu y el resto de los habitantes del sector.

“Esta es la primera vez que nos organizamos para hacer algo de este tipo y nos sentimos muy contentas por la respuesta de la comunidad. Nos han llegado muchas madres interesadas en que sus hijos puedan venir y aprender. Anteriormente muchos de estos niños podían estar todo el día en la calle sin hacer nada. Creamos este espacio para que puedan seguir aprendiendo luego de la escuela. También nos sentimos orgullosas de que estamos dando los primeros pasos para fomentar la inclusión en el sector”, explicó Pacheco. 

Clases de artes escénicas en la Cota 905 Fundación Manzano Arte niños niñas adolescentes comunidad Embajada de Francia Caracas Venezuela Romain Nadal El Diario Jose Daniel Ramos
Foto: Jose Daniel Ramos @danielj2511

Cerrando brechas

Uno de los puntos de partida del proyecto de Manzanoarte, con el apoyo de la Embajada de Francia, era el reconocimiento de las comunidades indígenas en las barriadas caraqueñas. La idea de la iniciativa es incentivar a la comunidad a que son importantes agentes de cambio en este país, donde es posible cerrar brechas que nacen desde el prejuicio y desconocimiento de los pueblos originarios de Venezuela. 

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Foto: Jose Daniel Ramos @danielj2511

Aunque existen barreras culturales que aún los separan en la Cota 905, Daniela González asegura que lo importante es iniciar. “Creo que ya es momento de avanzar en cuanto a disminuir las condiciones que profundizan la desigualdad y la exclusión social que afectan a los pueblos indígenas. Hoy me siento contenta de que ya dimos el primer paso”, acotó.

Ella considera que este tipo de iniciativas ya tiene un desarrollo en términos de organización social que les permite estar listas y ajustar una agenda para seguir avanzando hacia la meta de la inclusión.

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Foto: Jose Daniel Ramos @danielj2511

Daniela creció con su identidad clausurada. Vivió cómo su hermano era víctima de bullying en el colegio solo por tener rasgos diferentes y ancestrales. Ella desea que ningún niño de la comunidad wayúu vuelva a pasar por una situación similar y mantiene encendida una pequeña llama de esperanza para cambiar esa realidad.

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