• Recientemente la organización Cecodap organizó junto a más de 100 jóvenes un decálogo de acción y prevención del acoso escolar. El Diario habló con tres de sus participantes para conocer cómo opera el bullying y qué medidas tomar al momento de intervenir

El desarrollo de las infancias tiene que ser un espacio seguro, donde los niños, niñas y adolescentes puedan descubrir al mundo y a sí mismos de forma sana. En este sentido, uno de los principales problemas que afectan a los jóvenes es el acoso escolar, o también conocido como bullying. De acuerdo con el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), uno de cada tres niños en el mundo ha sufrido alguna vez una forma de acoso. 

Es una situación que puede producirse tanto en las aulas de clase como en las redes sociales u otros entornos. Se puede manifestar como burlas, intimidación, rechazo, ciberacoso o manipulación. Incluso amenazas y violencia física. Esto puede afectar la salud mental del joven, generando problemas de autoestima e inseguridad, aislamiento, ansiedad, depresión y en los casos más extremos, llevarlo a atentar contra sí mismo con autolesiones o el suicidio.

Por ese motivo, la ONG Bullying Sin Fronteras y la Unicef proclamaron en 2013 el 2 de mayo como el Día Mundial de la Lucha contra el Bullying. Esto para concientizar a la población sobre su impacto, enseñando que no es divertido ni cultural el humillar o hacer sentir incómoda a otra persona, y en especial a esa edad. También para orientar a las víctimas y su entorno sobre las herramientas para identificar y frenar a tiempo estas conductas.

Un gran consenso

Los jóvenes venezolanos alzan sus voces para prevenir el bullying en las escuelas
Evento orgenizado en Trasnocho Cultural con jóvenes y docentes de 26 escuelas. Foto: cortesía Cecodap

Sobre este punto, en Venezuela la organización Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap) ha sido durante 40 años el principal promotor de los derechos de la niñez y adolescencia. En sentido, el 30 de enero de 2024, la organización reunió en el Teatro Trasnocho, en Caracas, a más de 150 personas, entre estudiantes de educación media y universitaria, docentes y directivos de 24 centros educativos con un fin: crear un protocolo de acción y prevención contra el acoso escolar. 

Así surgió el documento Diez prioridades para promover la convivencia y prevenir el acoso escolar, creado por los jóvenes a partir de sus experiencias y del tipo de ayuda que les gustaría recibir ante una situación de bullying. Una de las participantes fue Amanda Isturriaga, de 15 años de edad, quien forma parte del programa Adolescentes toman la palabra de Cecodap desde su creación en 2020. 

“Pudimos dar cuenta de esa gran iniciativa de los adolescentes, de estudiantes como yo, que no querían ver malos tratos en sus aulas. Querían estudiar en un ambiente sano, donde sus compañeros se trataran bien, donde el trato de los profesores también sea así (…) Nos pudimos dar cuenta que hay una gran masa de adolescentes que quieren lo mismo, que los niños y adolescentes quieren estudiar en escuelas de buen trato, positivas”, declaró en entrevista para El Diario.

Sin embargo, la idea comenzó a gestarse dos años atrás. Anna Figueroa actualmente tiene 18 años de edad, pero cuando aún cursaba el liceo participó como panelista en un seminario junto a expertos en educación, derecho y salud mental sobre posibles medidas para prevenir el acoso escolar. Desde ese momento, indicó que Cecodap trabajó con escuelas de Caracas, Miranda, Vargas y Nueva Esparta para sistematizar esas ideas y escuchar a sus estudiantes.

Acciones concretas

Durante el encuentro impulsado por Cecodap, los niños, niñas y adolescentes que participaron en la consulta propusieron hasta 50 estrategias diferentes para prevenir el acoso escolar. Luego de debatirlas entre todos, llegaron a un acuerdo para sintetizar el documento en 11 prioridades, que de acuerdo a la página web de la organización, son:

1. Crear un buzón anónimo, digital o físico, que reúna denuncias y que permita a las y los afectados “un momento para desahogarse y decir lo que les preocupa. Aunque sea un momento muy pequeño es importante”, destacó una estudiante delegada.
2. Diseñar campañas y talleres para identificar distintos tipos de acoso, como el cibernético o el psicológico.
3. Realizar con regularidad dinámicas en el salón que promuevan la integración entre los alumnos y alumnas.
4. Dictar charlas para padres y representantes, que les ayuden a identificar el acoso escolar en experiencias cotidianas como el chalequeo y tengan una mayor sensibilidad con respecto a las consecuencias a largo plazo.
5. Planificar reuniones regulares entre padres y alumnos, que sean espacios seguros para conocerse mejor y afianzar la comunicación.
6. Garantizar la atención psicológica en las escuelas, “porque debemos dejar de creer que está mal o que es algo de locos buscar ayuda profesional”, dijo uno de los adolescentes delegados.
7. Crear grupos de apoyo guiados por psicólogos para compartir testimonios entre personas con experiencias similares.
8. Integrar la educación emocional al pénsum, para fortalecer la autoestima y aprender a establecer límites personales.
9. Establecer grupos de patrullaje que identifiquen situaciones de violencia en el ámbito escolar.
10. Formar un comité de ética que realice el seguimiento de los casos de acoso escolar.
11. Tener profesores guías, seleccionados por las y los estudiantes, que sean la referencia segura para manejar casos de bullying y acoso.

Alzar la voz

Los jóvenes venezolanos alzan sus voces para prevenir el bullying en las escuelas
Amanda Isturriaga. Foto: cortesía

Figueroa, quien actualmente estudia en la Universidad Metropolitana, cuenta en entrevista para El Diario que decidió acompañar a Cecodap en su iniciativa tras haber vivido de cerca el acoso escolar. “Fui víctima de bullying cuando era pequeña, durante todo mi tiempo en primaria, por mi aspecto físico y también por mi condición socioeconómica. Precisamente después de que me cambié de colegio dejé de sufrir de esa situación e hice ese compromiso conmigo misma como de ayudar a que otros chamos del país no pasaran lo mismo”, relató. 

Contó que fue diagnosticada con depresión ansiosa como producto de ese acoso que recibió desde temprana edad. “Me sentía profundamente sola, excluida, como si no perteneciera a ningún lugar”, afirmó. Aun así, acotó que encontró un refugio en la música, tocando el piano, además del apoyo de su familia y amigos. También destacó que recibir orientación psicológica oportuna le ayudó a sobrellevar su situación.

Por su parte, Isturriaga relató que si bien actualmente estudia en una escuela en donde se siente segura y escuchada por sus profesores, también hubo momentos en los que se sintió excluida deliberadamente por sus compañeros. Sobre todo por su personalidad extrovertida, o por no cumplir ciertos estereotipos que se esperaban de ella, al gustarle tanto el fútbol como el baile. No obstante, comentó que nunca dejó que estas actitudes la hicieran sentir menos, y logró atenderlas a tiempo con ayuda de sus padres y docentes. Ahora, indica que su objetivo es ayudar a otros a sentirse integrados en sus grupos escolares y crear ambientes más empáticos.

“Creo que los adolescentes no debemos esperar ser adultos para madurar o identificar lo que está mal y bien. Nosotros tenemos el intelecto ya de decir ok, cómo puedo sobrellevar esta situación. Aprendí que levantar mi voz es fundamental y que ayudar a otros compañeros, sean mis amigos o no, a que no estén sufriendo la misma situación que yo es positivo para todos. De ahí surge la idea de participar en este proyecto y redactar este documento que es una guía para todos los centros educativos educativos de mi país”, dijo.

Presentes

Los jóvenes venezolanos alzan sus voces para prevenir el bullying en las escuelas
Alejandro Páez. Foto: cortesía

Alejandro Páez tiene 18 años de edad y estudia en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Por recomendación de un amigo ingresó hace tres años al programa Adolescentes toman la palabra y fue uno de los jóvenes que participó en la actividad del Teatro Trasnocho. En entrevista para El Diario, reconoció que nunca sufrió bullying en la escuela, pero sí conoció muchos casos cercanos que lo hicieron reflexionar y decidir que quería ayudar a los demás.

“En Cecodap me encontré con personas que no habían corrido con la misma suerte que yo, que su bachillerato se convirtió en su peor pesadilla, viviendo una persecución constante por parte de sus acosadores. Eso me conmovió, e intentamos que el documento sea un aporte para que los niños y adolescentes que estén estudiando o vayan a estudiar puedan disfrutar su vida escolar libre de bullying”, apuntó.

Por eso señala que es importante que cualquier persona, sea joven o adulto, aprenda a identificar una situación de acoso en su entorno para poder actuar. Acotó que no es necesario confrontar directamente al acosador, pero sí intervenir de inmediato en apoyar a la víctima y demostrarle que no está sola en esa situación. Resaltó que si bien las palabras de aliento o consuelo son importantes, a veces el solo hecho de mantenerlo integrado y apreciado puede bastar para sobrellevarlo mientras se analiza juntos formas diplomáticas de detener el bullying. 

“Siento que el mejor apoyo es el del amigo, el que simplemente está ahí cómo un compañero. Quizás no te dice ‘sé que puedes’ o ‘no le prestes atención a quien te molesta’, pero es el que te acompaña en tu niñez, porque él está pasando por el mismo proceso de crecimiento que tú. Con el simple hecho de respetar y encontrar intereses en común, haría que la persona que está sufriendo acoso sepa que puede contar con alguien, y eso es de gran ayuda”, explica.

Normalizar el acoso

Los jóvenes venezolanos alzan sus voces para prevenir el bullying en las escuelas
Anna Figueroa. Foto: cortesía

Isturriaga narró que en una ocasión tuvo una compañera que siempre se burlaba de ella por ser muy delgada. Años después, descubrió que su acosadora en realidad padecía de baja autoestima y tenía complejos con su peso. “Esas inseguridades las transmitía hacia los demás, y es cuando vas comprendiendo como adolescente por qué sucede el bullying y que es un tema muchísimo más denso que solo hacer un comentario negativo hacia otro, sino que hay un patrón de educación entre las familias, entre las escuelas y entre la situación emocional de los implicados”, razonó.

De la experiencia adquirida en los talleres de formación de Cecodap, Figueroa coincidió en que muchas veces el bullying puede ser un reflejo de otro joven que también pide ayuda. En muchos casos, atraviesan diferentes situaciones personales difíciles, pero que al no contar con herramientas para canalizar la frustración, rabia o tristeza que pueden sentir por lo que  recurren a la violencia. De allí la importancia de la orientación psicológica y los cursos de inteligencia emocional como parte de las medidas tomadas en el decálogo. 

Igualmente, Paéz agregó que la cultura del chalequeo y bromas pesadas que impera en las escuelas venezolanas también contribuye a crear un clima de impunidad donde se normaliza, e incluso promueve el bullying entre compañeros. Por eso destacó que no se debe minimizar este tipo de conductas, por más arraigadas en la sociedad que estén, ni señalar a una víctima por sentirse incómoda u ofendida por una broma. 

“Hay compañeros que normalizan por ejemplo ponerse apodos, rayarse con marcadores o tomar fotos. Ahorita está en el cyberbullying el hacer stickers con una foto de forma graciosa y aunque no lo creas, están siendo acosadores. Son aspectos que no están bien y al que dice ya paren o vamos a armar un proceso de solución es el chismoso, el aguafiestas y de eso no se trata. Se trata de que esas cosas no se hacen, y que sea tu amigo o no, el respeto siempre debe prevalecer”, aporta Isturriaga al respecto.

Los jóvenes venezolanos alzan sus voces para prevenir el bullying en las escuelas
Foto del evento de Cecodap en Trasnocho. Foto: cortesía Amanda Isturriaga

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—¿Qué recomendaciones das a los jóvenes para que puedan aplicar este decálogo en sus escuelas y qué otros puntos agregarías para convertir las aulas en espacios seguros?

—Anna: Mi recomendación es no cerrar los ojos ante las injusticias. Si ven que otro compañero está sufriendo una situación parecida, que no hagan la vista gorda, sino que actúen y que traten de apoyar a esta persona, que no sea simplemente como dejarlo pasar. No hacer nada también es hacer algo y el silencio también puede ser un arma en estas situaciones. La segunda, es que para poder seguir bien todo lo del decálogo, creo que algo base es la empatía y buscar el entendimiento entre todas las partes involucradas. A veces no se tienen las herramientas, pero por lo menos con las prioridades que están ahí descritas hay como un camino un poquito más trazado para saber cuáles son las posibles vías de acción ante estas situaciones.

—Alejandro: Sentimos que el documento está bastante completo. Afortunadamente contamos con una gran participación de jóvenes para su desarrollo, y espero que más personas puedan conocer la existencia de este decálogo y puedan exigirle a sus instituciones que lo implementen, que puedan trabajar de manera conjunta estudiantes y directivos para erradicar el fenómeno del bullying.

—Amanda: La recomendación que yo le doy a la niñez y adolescencia es no quedarse callados, siempre alzar su voz. Su voz vale y todos los puntos, pensamientos que tengan para aportar son totalmente válidos. Si quieren formarse en Cecodap hay muchos programas abiertos para adolescentes y que cumplen ese papel de participación, yo desde un tiempo para acá aprendí lo importante que es el derecho a la participación y que nadie nunca te diga no puedes. Es muy importante que los adultos en las escuelas nos escuchen, nos sintamos escuchados no solamente para oír tus penas, sino qué podemos hacer con ello y qué podemos promover. Si realmente lo que estás diciendo puede aportar y de qué forma podemos buscarla, generar esas nuevas propuestas en nuestras instituciones que nos nutren.

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